- Fecha de publicación: 09/11/2016.
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- Palabras clave:
Costa Concordia.
Buenos días mi Almirante,
Le escribo desde las frías aguas de la III Zona Naval para compartir un pensamiento, con el único afán de una buena tertulia en la cámara de oficiales virtual que nos ofrece Revista de Marina, con respecto al artículo publicado en la última edición de la revista, titulado “Capitanes valientes, o no...”, preparado por CEDESTRA en base a un artículo de comienzos de 2012 del escritor español Arturo Pérez-Reverte Gutiérrez, publicado en “El País”.
El tema central del artículo, que usa como referente el comportamiento del capitán del crucero “Costa Concordia”, Francesco Schettino, durante el naufragio del crucero ocurrido el 13 de enero de 2012 cerca de la isla de Giglio en la costa de la Toscana italiana, me hizo de inmediato reflexionar acerca del ejercicio del mando a flote en una unidad de la Armada de Chile.
Tanto el honor como el orgullo de haber sido designado Comandante de la LSM 90 “Elicura” (unidad que está próxima a cumplir 48 años de servicios), son sentimientos que he ido madurando durante el presente año, operando en condiciones meteorológicas extremas y en áreas de maniobra reducida, con una dotación de marinos que no saben de imposibles, tal como reza el lema de la unidad. Y en este punto es en el cual quisiera detenerme para plantear la siguiente reflexión: la importancia de la preparación del mando a flote cuando éste es sometido a una prueba de su carácter, temple, coraje, valor y honestidad profesional. En el caso del capitán Schettino, con 30 años de experiencia en la mar, su prueba la constituyó la avería sufrida por el crucero que comandaba, luego de haber aproximado a costa, lo cual lo dejó “con el móvil pegado a la oreja, pidiendo instrucciones a su empresa”, presumo que debido a que estaba muy preocupado por los efectos legales para su futuro ante cualquier decisión que hubiese tomado en esa compleja y tensa situación.
Como indica el artículo en comento, “si un capitán está para algo, es sobre todo para cuando las cosas van mal a bordo.” Esta frase es fundamental para comprender que la preparación del oficial de marina que pretende algún día convertirse en Comandante a flote, se inicia por la comprensión de su deber y sus obligaciones hacia Chile y la Armada, pero principalmente, hacia su Dotación. Una vez que tenga la seguridad de saber qué es lo que debe hacer en un caso extremo, tendrá que, como segundo paso de su preparación, entrenar y conocer el límite de sus capacidades, lo cual no dependerá de él mismo, sino de sus vivencias a lo largo de su carrera y de la libertad de acción y ejemplo que sus Comandantes y oficiales más antiguos le brinden.
Por último, como tercer paso, estimo de la mayor relevancia el apoyo y soporte que el Mando Superior le entrega a sus Comandantes subordinados durante el ejercicio del mando a flote, pues de esa forma, el oficial que ha sido designado Comandante por sus cualidades marineras y desempeño profesional, podrá tener absoluta tranquilidad de operar en condiciones límite, aplicando un concienzudo y reflexivo manejo del riesgo operacional, teniendo la misión asignada como guía, velando en todo momento por la seguridad de su Dotación y de su buque (los cuales en tiempo de paz son prioridad), sabiendo que ante el caso de que las cosas “vayan mal a bordo”, tendrá siempre el respaldo de su Jefe una vez que regrese a puerto base.
Esto último fue lo que a mi juicio no tuvo el capitán Schettino: el respaldo y la tranquilidad que le hubiesen permitido ocuparse de su barco, de su tripulación (1.023) y de sus pasajeros (3.206 personas), y así haber evitado la muerte de 32 personas y la pérdida irreparable del “Costa Concordia”.
En nuestra cultura organizacional no ha sido suficientemente destacado el desempeño anónimo de tantos comandantes que en situaciones de stress e incertidumbre, han sabido conducir a su gente junto con cumplir con sus deberes y obligaciones asociados a su mando a flote, en atención a que no existe un registro de experiencias en las cuales podamos rememorar la pericia y el buen criterio marinero de éstos. Si bien existe un “Boletín informativo de maniobra de buques”, sería tal vez interesante el agregarle un aspecto que no rescatase tan sólo los errores y lecciones aprendidas obtenidas de accidentes de buques o situaciones no deseadas, sino también directamente las acciones que han sido razón de silencioso orgullo para más de algún Comandante y sus dotaciones, tanto en el presente como en el pasado. Considero que ese registro de actuaciones destacadas, contribuiría a la preparación de un oficial de marina antes de asumir su primer mando a flote.
Atentamente,
CC Francisco Romero Iragüen
Comandante LSM 90 “Elicura”
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