Revista de Marina
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El autor narra en base a antecedentes fidedignos el incidente ocurrido el mismo 11 de septiembre de 1973 con la huida de una nave mercante cubana de Valparaíso, y el intento que hizo la Armada para evitarlo.

A las 06.00 horas del lunes 10 de septiembre de 1973, realizando una operación de diversión, una parte de la Escuadra, que formaba el Grupo de Tarea Unitas, zarpó de Valparaíso al norte para iniciar los ejercicios programados con las unidades norteamericanas, lo cual fue ampliamente publicitado por la Armada.

A poco navegar recibieron la orden de retromarchar y dirigirse a diferentes puertos del litoral: El destructor Cochrane a San Antonio, el submarino Simpson a Laguna Verde y el destructor Blanco Encalada, junto con el transporte rápido Orella a Quintero; mientras el crucero Prat y remolcador Aldea se encargaban de Valparaíso, de acuerdo a las disposiciones del plan Cochayuyo para participar en el movimiento militar del 11 de septiembre.

Se larga el Playa Larga

La M/N Playa Larga, que había sido construida en Suecia para el gobierno cubano en 1969, se encontraba en Valparaíso descargando una partida de azúcar al mando del capitán brasileño Thales Godoy*, el cual llevaba varios días de faena, pero debido al caos que existía en el puerto y a los continuos paros y huelgas promovidas por los estibadores, había tenido que dejar su sitio de atraque a otro buque que llegaba con un cargamento de trigo, producto urgente debido a la escasez manifiesta de este insumo esencial para la fabricación de pan, debiendo esperar fondeado a la gira para volver a atracar y terminar la descarga.

En la mañana del día 11, al enterarse del pronunciamiento militar, el capitán trató de tomar contacto con la embajada cubana en Santiago, y al no poder hacerlo por encontrarse cortadas las líneas telefónicas, optó por esperar la llegada de algunos tripulantes que se encontraban en tierra. Mientras tanto se comunicó con el gobierno cubano y reunió al comité político del buque, que lo conformaban el primer y tercer oficial, el jefe de máquinas y el segundo y el cuarto maquinista, el técnico de refrigeración, el contramaestre y el jefe del grupo que era el enfermero, quienes decidieron largarse lo antes posible y a la máxima velocidad, pues el capitán Godoy buscaba el consenso para zarpar de inmediato debido a que se encontraba muy asustado temiendo que si lo detenían, lo deportaran al Brasil, donde era buscado por sus anteriores acciones revolucionarias y terroristas. Se decidió zarpar de inmediato, sin solicitar la autorización correspondiente, lo cual ocurrió a las 16.00 horas.

Las anclas se levaron con el buque ya en movimiento, sin usar pitones de agua para lavar la cadena para que desde la distancia no se apreciara el buque en movimiento, pero a pesar de ello, recibieron repetidamente la comunicación desde la Gobernación Marítima de Valparaíso: “Playa Larga, detenga la máquina y regrese al punto de fondeo.”

Como el crucero Prat había fondeado cerca del Playa Larga, este último tomó un rumbo de salida por el costado de un mercante norteamericano, quedando este último entre ambos, con el propósito que el crucero no pudiera utilizar su artillería.

Aparecieron aviones y helicópteros intimidándolos para que regresaran con ametralladoras y bombas de humo, mientras desde la radio estación continuaban comunicándoles que volvieran al puerto, ordenándosele al submarino Thomson tratar de interceptarlo.

Encuentro con el Blanco Encalada

A las 18.00 horas el Jefe del Estado Mayor de la Escuadra, comandante Christian Storacker, consultó al comandante del destructor Blanco Encalada, Hernán Julio, cuyo buque, como hemos visto, se encontraba en Quintero, acerca del tiempo que necesitarían para levantar presión y zarpar, estimándose éste en 20 minutos, por lo que alrededor de las 18.30 horas zarpó en busca del Playa Larga con orden de hacerlo regresar sin causarle daño.

Alrededor de las 19.00 horas, cuando ya los aviones y helicópteros se habían retirado y el Playa Larga se creía libre de ellos en altamar, y en aguas internacionales, navegando entre 19 y 20 nudos, en el radar divisaron un contacto que se acercaba.

A las 20.30 horas los buques se encontraban a 8.000 yardas y por destellos el Blanco Encalada lo conminó a regresar a Valparaíso, amenazándolo con romper el fuego, pero recibió como respuesta: “He comunicado a mi gobierno de cobarde agresión a que seré objeto en aguas internacionales, ustedes serán los responsables de las consecuencias. Patria o muerte. Venceremos.”

El Blanco Encalada se aproximó a 6.000 yardas, disparándole granadas estrella y un tiro más adelante de la proa para intimidarlo y hacerlo regresar, pero sin resultado alguno.

En el Playa Larga el capitán convocó al comité político el que decidió, por unanimidad, proseguir el viaje a cualquier precio, sin aceptar rendición bajo ningún concepto. Además recibieron una comunicación del Buró político del comité central del partido Comunista de Cuba y del Ministerio de la Marina Mercante y Puertos, dándoles total apoyo.

En el buque chileno se produjo una profunda divergencia de opiniones entre el comandante y su segundo, capitán Renato Tepper, pues al no tener resultados, el último propuso acercarse a unas 300 yardas por la proa y lanzar una bomba de profundidad graduada a 200 pies, con el propósito que con la concusión de la explosión, se dañara el sistema de propulsión internamente, sin correr el riesgo de hacerlo externamente, pero la sugerencia fue desestimada.

El comandante del Blanco Encalada, que había recibido la orden de hacerlo regresar sin causarle daño, ordenó apuntar a 500 yardas corto y a 500 yardas largo, a pesar del riesgo que ello implicaba de alcanzarlo, pero uno de los tiros pegó a la altura del castillo del Playa Larga a las 22.12 horas.

De acuerdo al historial del destructor, se dispararon en total cuatro granadas estrella, 13 granadas explosivas de guerra y un tiro lastrado.

Según datos cubanos, por lo menos tres proyectiles dieron al Playa Larga y enseguida fue cañoneado el puente, sin tocarlo, tratando de ser abordado por la amura de babor y, al no conseguirlo, situarse a popa para disparar a la hélice y al timón, siendo evitado con maniobras evasivas.

El destructor transmitía todas las órdenes a la artillería con el V.H.F abierto, para que fuera escuchado por los cubanos con la finalidad de intimidarlos. Se le ordenó, en repetidas oportunidades regresar a Valparaíso, pero el mercante efectuó sucesivas caídas y continuó navegando hasta que a las 23.55 se suspendió la persecución y el Blanco Encalada regresó a Quintero.

Consecuencias

En el Playa Larga se dispuso la revisión del buque y se encontraron tres grandes perforaciones en la bodega de proa que se había inundado por los impactos, pero era imposible achicarla por encontrarse llena de azúcar, debido a lo cual lastraron a popa para compensar y mejorar la estabilidad del buque, continuando rumbo a El Callao.

De repente apareció un avión sobrevolando al Playa Larga, lo que atemorizó a los tripulantes, hasta que lo identificaron como perteneciente a la fuerza aérea peruana y había sido enviado para protegerlos por orden del dictador peruano, general Juan Velasco Alvarado.

Mas adelante el Playa Larga se encontró con el mercante cubano Marble Island, que viajaba a Chile pero, al tenerse conocimiento de los acontecimientos, había recibido orden de escoltar al Playa Larga a El Callao.

El incidente fue aprovechado posteriormente por Fidel Castro, en un extenso discurso durante un acto de homenaje póstumo a Salvador Allende, en el cual relataba, a su manera, el incidente, presentándolo como el buque que huye, a la salida de Valparaíso bajo el fuego de los aviones en picada que trataban de ametrallarlo y las bombas que le dejaban caer los helicópteros. Enseguida relata como entre 40 y 60 millas de la costa es perseguido y cañoneado por el Blanco Encalada, frustrándose todos los esfuerzos que hace por abordarlo o dañarle la hélice o el timón para apoderarse de la nave, de lo cual finalmente desiste.

En cuanto al Blanco Encalada, sufrió la exoneración de su comandante y la destitución de su segundo, a causa de las desavenencias y discusiones que se produjeron y ambos fueron llamados a retiro; pero es complicado entender cómo podía hacerse regresar al Playa Larga, sin dañarlo si se oponía a ello. Como sucedió, y para evitar un problema internacional, tal vez lo mejor era dejarlo ir.

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