- Fecha de publicación: 01/08/2015.
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EL HOMBRE Y LA FUERZA DE LA NATURALEZA EN LA
PINTURA ROMÁNTICA
Claudia Folch Paiva*
E
l concepto de sublime no siempre ha sido
el mismo a lo largo de los años, como lo
manifiesta el filósofo Remo Bodei en su libro
Paisajes sublimes, 1 donde nos explica que existen
lugares que el ser humano ha evitado desde
siempre, porque provocan miedo y aberración.
Lugares vastos e inhóspitos como las montañas,
los océanos, los desiertos, las selvas, los volcanes
que parecieran humillarlo con su grandeza y le
hacen recordar lo diminuto e insignificante que
es en este mundo y al mismo tiempo le evocan
la irremediable muerte. Estos lugares desde la
antigüedad fueron considerados lugares hórridos,
sin embargo a partir del 1700 se produce una
inversión de concepto.
De lugares hórridos pasan a ser considerados
“sublimes”, es decir dotados de una intensa y
cautivadora belleza. Dicho cambio de gusto no
tiene solamente una importancia a nivel estético,
implica crear en el ser humano un sentido de
individualismo, a través de un desafío arrojado
al predominio y grandeza de la naturaleza.
Lo sublime y la superioridad del hombre
De tal enfrentamiento surge un inesperado placer,
mezclado al terror, que por una parte refuerza la
idea de la superioridad intelectual y moral del
ser humano en el universo y por otra le ayuda a
descubrir la voluntad de perderse en el todo.
Este nuevo concepto del sublime se distingue
absolutamente del concepto de belleza que de
ahora en adelante se usará sólo para definir “lo
gracioso” y estéticamente agradable, como nos
explica el filósofo. El concepto de belleza pierde
su potencia, alrededor del siglo XVIII, debido a
que ésta pierde su capacidad de producir shock
en las personas, no creando mayor perturbación.
Por otra parte, lo sublime pasa a representar más
que algo “gracioso”, su característica principal es
que además de placer produce miedo. De aquí la
necesidad de revalorizar, dichos “lugares hórridos”,
que antes provocaban solamente terror.
Desde entonces esas montañas, océanos,
desiertos, selvas, volcanes que antes aterraban
y eran evitados, ahora se convierten en lugares
sublimes. Se produce un tipo de “atracción fatal”,
usando las palabras de Bodei, por todo lo que causa
miedo y aberración, pero es un miedo moderado,
que se puede controlar manteniendo las distancias.
Como lo hacían los jóvenes aristócratas ingleses
que realizaban el famoso Grand Tour a partir del
siglo XVII, donde una de las más ambicionadas
metas era el cráter del Vesubio o las Cascadas de
Marmore en Italia, cuya máxima cercanía podía
provocar una fuerte emoción y excitación.
Con respecto al tema de la naturaleza sublime,
no fueron sólo los escritores románticos a encontrar
un código para expresar lo inexpresable, lo hicieron
también a su modo los pintores de ese importante
* Profesora. Università degli Studi di Cassino e del Lazio Meridionale, Cassino, Italia.
1. Remo Bodei, “Paesaggi sublimi. Gli uomini davanti alla natura selvaggia”, Bompiani, Milano 2008.
La pintura romántica rompe con las reglas de composición y en la elección de temas,
estimulando a los artistas del movimiento romántico por la predilección de la naturaleza,
especialmente en su aspecto más salvaje o misterioso, así como con asuntos exóticos,
melancólicos o melodramáticos que producen miedo o pasión.
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movimiento, quienes al no poder expresar con
palabras el espectáculo de la naturaleza que
estaban presenciando, prefirieron hacerlo con
el pincel y la acuarela o el óleo sobre tela.
La naturaleza como fuente de inspiración
Durante la época romántica, en muchos países
europeos, sobre todo en Alemania e Inglaterra,
escritores y pintores, encontraron una potente
inspiración en las emociones y sentimientos que
provocaba la contemplación de la naturaleza.
Esta fuerte sensibilidad que surge en el espíritu
de aquellos artistas, motivan principalmente
la invención de la “pintura paisajista”, donde
casi siempre, los pintores permanecen fieles a
las reglas formales de la pintura y otras veces
éstas son totalmente transformadas para crear
un lenguaje nuevo, más personal y apasionado,
logrando así exprimir su propia interioridad sobre
todo en relación con la naturaleza. 2
La pintura romántica,
generalmente rompe con las
reglas de composición. Su
temática busca la evasión hacia
lugares lejanos y épocas pasadas.
Así, el tema de la naturaleza
hizo que los paisajes se
convirtieran en un género mayor,
cuando hasta entonces eran
considerados un mero elemento
decorativo, no relacionándolo
con las típicas descripciones
de tipo topográficas, sino que
expresando emociones humanas
por medio del paisaje
Precursores de la pintura del
romanticismo
Para ejemplificar este complejo y apasionante
mundo del “hórrido sublime” a continuación
analizaré las obras de algunos de los más
talentosos y representativos pintores del
romanticismo, que han dedicado sus telas al
tema de la contemplación, ya sea placentera o
atemorizante de la naturaleza infinita.
El primero de ellos que vale la pena ser mencionado,
es el pintor inglés John Constable (1776-1837), quien
se basó en un estudio cuidadoso de la naturaleza, y la
reproducción de los lugares y entornos que el artista
observó, en particulares condiciones atmosféricas,
por lo que se autodenominaba “pintor-científico”,
ya que era un apasionado en el estudio de los
fenómenos climáticos y meteorológicos, tema que
amaba plasmar en sus cuadros. Además podemos
ver en sus obras, cómo el hombre se convierte
en un elemento de la naturaleza, mezclándose y
mimetizándose con el paisaje que le rodea.
En la producción de Constable predominan
los elementos fríos a través de los innumerables
retratos de nubes y cielos cubiertos y amenazantes.
Uno de los estudios más potentes y expresionistas
del artista fue “Estudio de marina con nube de
lluvia”, 3 que captura con cortantes pinceladas
oscuras la inmediatez de un grupo de cúmulos a
punto de romper y caer sobre un mar igualmente
amenazante.
Otro gran artista plástico de esa generación,
quién ha inmortalizado el hórrido-sublime de la
naturaleza es el inglés William Turner (1775-1851).
Sus paisajes parecen disolverse en la luz y el color,
y el terrible poder de las fuerzas naturales, que
parecen evocar un desastre inminente, poniendo
en relieve la fragilidad de la condición humana.
nJohn Constable, “Seascape Study with Rain Cloud”.
2. María del Rosario Acosta, “Silencio y arte en el romanticismo alemán” [Silence and Art in German Romanticism]. Bogotá: Colección Sin Condición, Universidad
Nacional de Colombia, 2006.
3. John Constable, “Seascape Study with Rain Cloud”, Brighton, 1824.
MONOGRAFÍAS Y ENSAYOS: El hombre y la fuerza de la naturaleza en la pintura...
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Uno de sus cuadros más famosos y representativos
es el titulado “Olas rompiendo contra el viento” 4
donde se puede apreciar el mar, furioso a causa
de una tormenta, en un día de viento impetuoso,
donde las olas con un movimiento despiadado
se lanzan sobre una pequeña playa.
Este cuadro nos permite conocer más sobre la
personalidad del pintor, siempre fascinado por
estas grandes fuerzas de la naturaleza y el cual
posee el impetuoso deseo de comunicarnos que
el paisaje también puede convertirse en una
expresión de un estado de ánimo, un reflejo no
sólo de lo que el artista percibe con los ojos, sino
que sobre todo un espejo de sus sentimientos,
de las emociones que lo conmueven en lo
más íntimo de su ser. En el cuadro de Turner,
sentimos el poder y la fuerza destructora de
los elementos desencadenados, que implican
el viento, el cielo, el mar, no pudiendo evitarse
la sensación de impotencia y perplejidad, frente
a tal espectáculo impetuoso y violento de la
naturaleza.
Otro de los más notables pintores de esta
tendencia naturalista, donde el hombre puede
expresar su vida interior, en relación con la
naturaleza, es el alemán Caspar David Friedrich el
cual era denominado con toda razón “el pintor del
silencio”, porque sus paisajes se abren al infinito;
sus personajes poseen un carácter meditativo, y
distante; su naturaleza es a menudo representada
como congelada e inmóvil bajo la mirada del
espectador, sobresaltando el aspecto visionario
de todo su arte.
En sus obras, este gran pintor representa
paisajes de una manera profundamente
interiorizada y espiritualizada, como si
fueran un símbolo de la soledad de la
cual pareciera que el hombre sintiera
la necesidad para poder finalmente
aspirar al infinito y por ende a través de
la naturaleza alcanzar a Dios.
En un gran número de cuadros, Friedrich
logra evocar aquellos sentimientos
espirituales, a través de la recreación
de paisajes conmovedores, casi irreales,
atiborrados de niebla o nubes, para de
esta manera donarles un toque de misticismo, y
que por su vastedad infinita dan precisamente
el resultado que el artista quiere comunicar:
llegar tan cerca del misterio que existe entre el
hombre, la naturaleza y Dios.
Uno de sus cuadros más representativos de
la actitud romántica frente al mundo, es “El
caminante sobre el mar de niebla” 5 cuya manera
correcta de interpretarlo, de acuerdo al código
de lectura de dicho movimiento artístico, no es
precisamente, como el hombre que se muestra
4. J.M.W. Turner, “Waves Breaking Against The Wind”.
5. Caspar David Friedrich, “Wanderer above the Sea of Fog”, 1818.
nJ.M.W. Turner, “Waves breaking against the wind”.
nCaspar David Friedrich, “Wanderer above the Sea of Fog”.
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triunfante frente a la naturaleza, o que como un
dios, contempla desde las alturas todo aquello
que le pertenece, eso significaría no comprender
a fondo la real esencia del romanticismo. Este
cuadro se debe interpretar como un caminante
que nos invita humildemente a observar la
grandeza que tiene frente a él, un paisaje infinito,
inaccesible e inabarcable para la vista humana.En esta imagen está patente una vez más el
tema del infinito y la insignificancia humana
de la cual ya hemos hablado. Por una parte se
puede interpretar al protagonista de la obra,
de acuerdo al estudio de la Profesora María del
Rosario Acosta, 6 como una persona que siente
atracción por lo infinito, por lo inalcanzable, y
que se abandona pasiva y plácidamente a la
contemplación de la naturaleza inmensa. Y por
otra parte podemos interpretar la mirada lejana
del caminante como nostálgica e impotente a
causa de que aquella naturaleza se le presenta
completamente distante y ajena, inalcanzable y
lo hace darse cuenta de su propia insignificancia
frente a la magnitud del paisaje que se abre
frente a sus ojos.
El último artista analizado es el arquitecto
y pintor alemán Karl Friedrich Schinkel (1781
-1841), a quien en sus numerosos viajes por
Italia, lo iniciaron como una inmersión en el mito
griego de Ulises para luego descubrir un paisaje
sublime y majestuoso junto con una imponente
arquitectura.
Rica es su producción
iconográfica del elemento
romántico del paisaje
siciliano. Aquí, Schinkel
se detiene a admirar la
exuberancia sublime, pero
violenta de la vegetación
que parece reflejar los
grandes contrastes de esta
tierra: la dicotomía entre la
hospitalidad de las personas
y los horizontes sombríos y
húmedos del interior de la
salvaje e indomable naturaleza, se convirtieron en
el “leitmotiv” de todo el viaje siciliano del pintor.
Representativa de esta lucha contra la naturaleza es
su pintura “Escila y Caribdis”, 7 donde Schinkel evoca
su llegada a la isla, traduciendo en imágenes las
sensaciones experimentadas durante su navegación,
provocadas por el impresionante paisaje de Sicilia.
En primer plano del famoso cuadro, el barco
lucha por llegar al puerto, mientras que las ondas
oscuras y amenazantes se rompen contra éste,
levantando una columna de espuma blanca. Por
su parte las fuertes ráfagas de viento hinchan
las velas casi despegándolas de la embarcación.
En cuanto a técnica se refiere, el uso de la tinta
acuarela reproduce fidedignamente los peligros
del mar durante una tormenta.
Lo sublime y la belleza
Lo sublime se relaciona con la belleza porque
sobrepasa sus límites: la belleza es contención, una
obra de arte bella se dirige a la razón, en cambio
lo sublime es incontinente, tiene grandeza, no
depende de la forma, prescinde de opiniones y
se dirige al interior; la belleza guarda las formas, lo
sublime las pierde; lo bello convence, persuade y
agrada; lo sublime involucra y sorprende; la belleza
está en los objetos a la vista, en lo sublime el
objeto desaparece. Lo sublime corresponde según
Longino 8 al último estadio del amor platónico, en
que no se ve la belleza, sino que se sumerge en
ella, está en un “océano de belleza”. 9
6. María del Rosario Acosta, “Silencio y arte en el romanticismo alemán”, op.cit., p.4.
7. Karl Friedrich Schinkel, “Scylla und Charybdis”.
8. Longino(o Pseudo-Longino), “Sobre lo sublime”.
El tratado de Longino sobre lo sublime y, por lo tanto, el concepto mismo, permanecieron desconocidos durante toda la Edad Media. Sólo comenzaron a recuperar cierta notoriedad e influencia en el siglo XVI, después de que Francesco Robortello publicase una edición de la obra clásica en Basilea en 1554, y
Niccolò da Falgano otra en 1560. A partir de estas dos ediciones originales, las traducciones en lenguas vernáculas proliferaron.
9. Ibídem.
nKarl Friedrich Schinkel, “Scylla und Charybdis”.
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