Revista de Marina
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Creando una base ética para actuar

  • Fecha de recepción: 21/10/2020
  • Fecha de publicación: 04/12/2020. Visto 974 veces.
  • Resumen:

    El Cuerpo IM, para operar en forma exitosa, requiere fomentar y fortalecer la capacidad de toma de decisiones desde los niveles más tácticos de Escuadra e incluso equipo de fusileros. Para ello, la clave está en el desarrollo de la doctrina, de una forma de pensar y actuar basada en los principios de la organización y que permita así, enfrentar adecuadamente los desafíos y accionar, aunque los procedimientos y reglas no sean aplicables.

  • Palabras clave: Infantes de Marina, doctrina, principios, reglamentos, procedimientos.

Un equipo de Infantes de Marina, liderados por un cabo 1°, patrullan las calles de una población de Viña del Mar a las 01:30 horas. La tarea, control del toque de queda. Llevan más de cinco meses desarrollando una operación de apoyo a autoridades civiles en el marco de un Estado de Excepción Constitucional (EEC). Las Reglas de Uso de la Fuerza (RUF) están claras y se han establecido los procedimientos y la cadena de mando para el cumplimiento de sus tareas.

A las 01:45 horas, la patrulla se encuentra con un grupo de personas reunidos en una plaza del sector, cuando descienden del vehículo, se percatan de que están tomando y probablemente consumiendo algún tipo de droga, el comandante de equipo recuerda que ya han tenido incidentes en este sector, se les pide su salvoconducto y ninguno cuenta con el permiso para estar en la calle a esa hora. Llaman al plan cuadrante de acuerdo con el procedimiento definido, pero Carabineros contesta que no puede enviar a nadie porque se encuentran efectuando un procedimiento, el Cabo se comunica con el puesto de mando del batallón para informar la situación y este con el puesto de mando de la Fuerza de Tarea N°9 (FT-9), donde el oficial de enlace con Carabineros confirma que no concurrirán al lugar.


Figura 1 Patrulla de Infantes de Marina

Mientras la información fluía entre los puestos de mando, uno de los civiles se tiró al suelo y comenzó a rasparse los codos y la cara contra el cemento, creándose evidentes lesiones, el resto de los civiles se mantiene en una actitud desafiante, pero sin agredir a los integrantes de la patrulla. El cabo sabe que probablemente aparecerá alguna denuncia por torturas y apremios ilegítimos en contra de su unidad y siente la necesidad de hacer algo... Esta es una de las tantas situaciones reales que permanentemente han enfrentado los Infantes de Marina durante el EEC, situación en la cual las RUF no son aplicables ya que no han sido agredidos físicamente, los procedimientos definidos no funcionan y no cuentan con las atribuciones para detener a los infractores. Cabe aquí hacerse la pregunta; ¿qué es lo que le permite al Cuerpo IM, desarrollar un Infante de Marina con la mentalidad para actuar adecuadamente frente a este tipo de situaciones inesperadas y, a veces, peligrosas? Y la respuesta parece estar en la cultura organizacional, en el ethos, en la definición de principios que guíen el actuar en cualquier circunstancia y en la forma en cómo se enfrentan a los desafíos. El Cuerpo IM parece ser una fuerza sumamente rígida, pero la verdad es que la flexibilidad mental es una de las principales características para el éxito en una operación anfibia y es el desarrollo de una cultura adecuada, alineada con la ética y que no se base sólo en valores y reglas, sino que en principios, lo que permite enfrentar adecuadamente situaciones inesperadas, complejas o peligrosas y articular una ética profesional que defina a que está obligado el infante de marina por el sólo hecho serlo.

La cultura organizacional la definiremos como la forma de ser de una organización, el espíritu que fomenta entre sus integrantes con el fin de que sean capaces de cumplir con el rol, tareas o metas de dicha organización. Generalmente, la cultura, como nos comportamos entre nosotros y cómo enfrentamos los desafíos de la organización, se mantiene y desarrolla de manera informal y se crea en forma natural debido a los desafíos y a las vivencias comunes de sus integrantes.  Asimismo, en grandes organizaciones como la Armada, se crean subculturas de acuerdo con las distintas tareas que se deben cumplir. Por lo que, la forma de ser o subcultura de las distintas fuerzas navales difiere entre sí, aunque dentro de los márgenes de la cultura naval. O sea, la cultura transita en el ámbito del cumplimiento de tareas.

Por otro lado, la ética se mueve en el ámbito de lo correcto y lo incorrecto, no nos obliga a actuar de determinada forma, pero sí nos permite saber qué es lo que éticamente corresponde, es común a todos los seres humanos independiente de la organización a la que pertenezcan o a las tareas que deban cumplir y, aunque crea un sentido de obligación en lo moral, no siempre la cultura organizacional está alineada con la ética y pueden existir organizaciones que permitan acciones poco éticas o, incluso, antiéticas con el fin de cumplir con sus metas y tareas. En este sentido la tendencia es a formalizar lo referente al comportamiento de los miembros de la organización definiendo sus valores, limitando u orientando su accionar con el desarrollo de reglas y definiendo procedimientos. Pero todo esto se puede desmoronar fácilmente en momentos de crisis si no se establecen y fomentan los principios adecuados.

¿Por qué fallan los valores? Los valores, por sí solos, no son ni buenos ni malos, todo dependerá de para qué fines sean utilizados. Un ejemplo claro en este sentido puede ser una banda de asaltantes, como en la serie española La Casa de Papel, donde un grupo de delincuentes con diferentes habilidades son reclutados para efectuar un robo a gran escala a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España. Para cumplir esta tarea, son brillantemente liderados, lo que crea un equipo fuertemente cohesionado a pesar de sus diferencias y de no conocerse, se desarrolla una planificación y preparación minuciosa y muy bien pensada, son leales entre sí, comprometidos con la misión, demuestran valor al enfrentarse con fuerzas policiales, audacia y decisión en la ejecución de la operación, obediencia y disciplina ante las órdenes de su jefe y un compromiso que, incluso, hace que los seguidores de la serie empaticen con la banda de delincuentes, olvidando a  quienes están actuando del lado de la justicia y de lo correcto, provocando empatía con quienes están fuera de la ley y cometiendo actos evidentemente incorrectos y generando una sensación de que los malos son quienes trabajan para evitar el robo. Es por eso por lo que los valores, por sí solos, no generan una cultura organizacional alineada con la ética y es la razón por la cual, Rushworth Kidder, fundador del Instituto de Ética Global, en su libro Moral Courage, argumenta que hablamos de valor moral porque también existe el valor inmoral.

¿Por qué fallan las reglas y los procedimientos? Las reglas y reglamentos funcionan para normar qué hacer o qué no hacer - en el caso del Reglamento de Disciplina – y al ser tan específicos, no generan juicio. Por otro lado, la realidad nos indica que no es posible normar todo y de hacerlo, no sería posible leer todos los reglamentos que tendríamos y, para que se cumplan estos reglamentos, se recurre a las sanciones de algún tipo. O sea, las reglas y reglamentos de una organización, funcionan en la misma dimensión de las leyes de una nación, norman y ordenan y su incumplimiento implica sanciones, pero la experiencia nos indica que, a medida que disminuye la posibilidad de ser sancionados, también disminuye la tasa de cumplimiento de los reglamentos. Es decir, en el caso que la cultura de la organización se base en reglamentos y reglas y teniendo en cuenta el escenario actual donde las patrullas de infantes de marina operan solas, en forma independiente y al mando de un joven IM, como en el caso del ejemplo inicial, la posibilidad de incumplir los reglamentos sería mayor al no estar sometidos a un control directo. Por otro lado, los procedimientos se diseñan para una situación en particular, o sea, se diseñan para lo que se espera que ocurra, como las RUF. Pero cuando nos enfrentamos a una situación inesperada, esos procedimientos no son aplicables y ahí adquiere valor la doctrina y forma de pensar. Finalmente, ni las reglas, ni los reglamentos, ni tampoco los procedimientos educan ni generan doctrina, es necesario tenerlos y conocerlos, pero lo que genera doctrina es un adecuado proceso educativo, desafiante y basado en principios y en el estudio de historia militar, particularmente en el estudio de campañas, batallas y estilos de liderazgo, generando un juicio táctico adecuado y enseñando como pensar y no qué pensar.

Los Principios

Saber lo que es correcto y no hacerlo es la verdadera ausencia de valor.

Confucio.

 La Real Academia Española define los principios como: “Norma o idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta”. Si tomamos en cuenta esta definición, podremos deducir que es más complejo definir principios que valores, reglamentos o procedimientos, pero son los que realmente fortalecen a la organización y le imprimen una forma de ser, son menos ambiguos que los valores y no tan específicos como los reglamentos y las reglas y, a diferencia de los procedimientos, son aplicables en toda circunstancia, educan, crean doctrina y generan un adecuado juicio al establecer líneas generales que guían el actuar y, además, éstos si fomentan un actuar ético.

Si tomamos como ejemplo a la antigua sociedad japonesa y como se les enseñaba a los niños a vivir en base al código del bushido, veremos que la enseñanza de la conducta tenía un orden lógico y, lo primero que se inculcaba era la rectitud y la justicia y, sólo después de esto, el valor. Lo anterior, debido a la convicción de que el valor se transforma en virtud sólo cuando está al servicio de la rectitud y de la justicia. Por lo tanto, de acuerdo con el bushido, se debe saber reconocer qué es lo correcto y qué es lo justo para poder aplicar adecuadamente el valor y, consecuentemente, podemos determinar que la rectitud y la justicia son principios y que éstos son los que permiten transformar a los valores en virtudes.

A su vez, Rushworth Kidder define tres elementos del valor moral: el primero de ellos es el compromiso con los principios, luego viene la conciencia del peligro y, finalmente, la resistencia. Así vemos que, la base del valor moral son los principios y que, por lo tanto, el verdadero valor recae en la capacidad de vivir en base a estos principios (Ver figura 2).

  Figura 2 Elementos del valor moral

En el caso de la Infantería de Marina, los principios que rigen a la organización no están explícitamente definidos, no existe un capítulo del ethos que hable específicamente de los principios, pero, al igual que en el bushido, estos se pueden deducir. Y aunque definir los principios del Cuerpo IM no es el objetivo de este artículo, analizando el ethos se puede definir que la rectitud y el respeto son algunos de los principios de la Infantería de Marina, ya que el ethos define que un IM siempre hace lo correcto, que siempre se tratan con respeto entre sí y que un infante de marina nunca puede defraudar a otro.

Figura 3: Ethos de los Infantes de Marina

Figura 3. Ethos de los Infantes de Marina

Pero los principios, aparte de ser complejos de definir, son complejos de poner en práctica, dado que su aplicación también supone experiencia y madurez. Por ejemplo, si definimos la rectitud como un principio, saber qué es lo correcto en cada situación no es una tarea simple, se desarrolla con el tiempo y, aun así, un Infante de Marina o Marino experimentado puede dudar sobre qué es lo correcto en alguna situación compleja o cuando se enfrenta a un dilema. Más aun, cuando el Cuerpo IM necesita que jóvenes y relativamente inexpertos Infantes de Marina sepan discernir entre lo correcto e incorrecto, la necesidad de contar con un proceso educativo robusto, desafiante y orientado a inculcar y fomentar los principios, adquiere más fuerza que nunca. De esa forma, el Infante de Marina estará realmente preparado para enfrentar situaciones inesperadas, complejas y peligrosas donde los valores, reglamentos y procedimientos no son suficientes.

Finalmente, son los principios los que permiten crear una base ética de comportamiento y, por lo tanto, son la base para articular nuestra ética profesional. Como definimos al inicio de este artículo, la ética es común para todos los seres humanos independiente de su profesión o de la organización a la que pertenezcan; sin embargo, estar preparados para cumplir un rol específico dentro de la sociedad, si implica un mayor grado de compromiso con algunas obligaciones morales. Por ejemplo, si nos encontramos con un grave accidente automovilístico en la calle, con gente gravemente herida y que necesite ayuda, todos los presentes sentiremos la obligación moral de hacer algo, aunque no tengamos conocimientos de primeros auxilios, trataremos por ejemplo, de sacar a los heridos de los vehículos, o de calmar a los que estén en estado de shock, verificaremos si hay niños involucrados o llamaremos al 131, pero, si entre los presentes hay un enfermero, vestido de enfermero y con algún equipamiento de primeros auxilios, entonces, este enfermero, por ética profesional, tendrá una mayor obligación moral de atender a los heridos. En el ámbito militar, fomentar los principios adecuados es lo que permite desarrollar cierta obligación moral ante situaciones de crisis o de peligro, ya sea físico o moral, y forjar así nuestra ética profesional, sintiéndonos obligados a actuar adecuadamente frente a ciertas situaciones por lo que somos o por el puesto que tenemos. Así pues, en el caso real con que se inicia este artículo, ese cabo 1° IM, sintió, por el sólo hecho de ser el comandante de esa pequeña unidad, la necesidad de tomar alguna acción y de proteger a los integrantes de su patrulla de alguna denuncia. Por lo que ordena filmar, tomar los datos de todos los involucrados, dispersar a los civiles y, finalmente, retira a su patrulla del lugar, luego redacta un informe detallado que entrega al departamento de inteligencia de su batallón, informando de lo ocurrido a su cadena de mando.

Reflexiones finales

 Las operaciones de apoyo a autoridades civiles, en el marco de EEC de catástrofe o de emergencia, son operaciones de baja intensidad en las que los Infantes de Marina cumplen tareas de seguridad y control del orden público y para las cuales existen procedimientos y reglas previamente definidas. A pesar de su baja intensidad, en estas operaciones se producen situaciones inesperadas, complejas y a veces peligrosas, para las cuales no existen procedimientos ni reglas aplicables. Así mismo, es esperable que para el caso de operaciones de combate, la ocurrencia de este tipo de situaciones será mayor y, probablemente, de mayor complejidad, por lo que es necesario desarrollar una cultura organizacional y un proceso educativo basados en principios, de tal forma de generar doctrina, una forma común de pensar y de actuar y de alinear la cultura organizacional con la ética, creando así, una ética profesional y una obligación moral ante determinadas situaciones.

Una cultura organizacional basada en valores, reglamentos, reglas y procedimientos no permite desarrollar un adecuado juicio para enfrentar situaciones inesperadas, más aun, ésta tiende a crear estructuras mentales menos flexibles y con menor tendencia a la iniciativa.

Las operaciones militares en las cuales se han visto inmersas las unidades IM, desde Haití en adelante (Operaciones de estabilización y de apoyo a autoridades civiles), son operaciones que deben ser ejecutadas en forma  muy descentralizada, con un buen número de pequeñas unidades desplegadas en el área de operaciones en forma simultánea y en las cuales el éxito o fracaso dependerá, en gran medida, de las decisiones que sean capaces de tomar los tenientes, sargentos y cabos más que en las decisiones que tome el comandante de batallón o escalones superiores. Robert Fox, periodista de la BBC desplegado con las fuerzas del Reino Unido durante la campaña de las Falklands, antes de retornar a Londres entrevista al general Jeremy Moore, quien concluye que las fuerzas terrestres marcaron la diferencia y funcionaron sin problemas gracias a las habilidades de mando y capacidad de toma de decisiones de los escalones más bajos. Es por esto por lo que, para el Cuerpo IM, el desarrollo de una doctrina y forma de pensar adecuada, adquiere mayor importancia que el desarrollo de sistemas. Respecto a esto, se debe tener en cuenta que definir la doctrina correcta es una tarea compleja, pero el desafío real es ser capaz de ponerla en práctica, que permee a toda la organización y que se refleje en todos los aspectos de esta. Es decir, si los Infantes de Marina no viven de acuerdo con sus principios y no ejecutan sus operaciones de acuerdo con su doctrina y ethos, entonces esta no es real y queda relegada a la condición de un buen documento o ejercicio académico. Para ello, es necesario desarrollar un proceso educativo y de entrenamiento que fomente y fortalezca la doctrina. Si bien los procedimientos y listas de chequeo son necesarias y marcan un buen punto de partida, un sistema basado en procedimientos, listas de chequeo y cronogramas de eventos rígido, no genera juicio ni desarrolla la mentalidad adecuada, más bien, tiende a inhibir la iniciativa y la capacidad de actuar adecuadamente ante lo inesperado.

Finalmente, sabemos que ningún procedimiento, ninguna lista de chequeo ni ninguna doctrina nos permitirá ser capaces de controlar las reacciones del enemigo, ni tampoco las de nuestros subordinados, pero si no somos capaces de definir, fomentar y poner en práctica los principios adecuados, ni siquiera seremos capaces de controlar lo único que si podemos llegar a controlar y que son nuestras propias reacciones ante las situaciones de peligro o inesperadas.

 

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Lista de Referencias

  1. Cuerpo de Infantería de Marina. (2015). Ethos de los Infantes de Marina. Chile, Concón.
  2. Fox, Robert. (1982). Eyewitness Falklands. A Personal Account of the Falklands Campaign. Reino Unido, Londres. Methuen.
  3. Imiola, B, Cazier, D. (2010). On the Road to Articulating Our Professional Ethic. Military Review-Dec. 2010. Obtenido de https://www.armyupress.army.mil/Portals/7/military-review/Archives/English/MilitaryReview_20100930ER_art005.pdf
  4. Kidder, R. (2005). Moral Courage. Estados Unidos, Nueva York: William Morrow, Harper Collins Publishers.
  5. Nitobe, I. (1989). Bushido: El Alma de Japón. España, Barcelona. Ediciones Obelisco.

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