No es una buena práctica pretender escribir hechos históricos, desfigurándolos, para hacerlos coincidir con lo que se quiere mostrar como verdad. Me refiero al artículo publicado en la edición septiembre – octubre de la Revista de Marina sobre la incursión de la torpedera
Quidora a la bahía de Ushuaia el 29 de noviembre de 1967, escrito por el CN Luis Escobar.
Desde hacía varios días la radio emisora argentina de Ushuaia había estado anunciando que la Armada argentina realizaría ejercicios aeronavales en la bahía y daba un aviso a los navegantes de abstenerse de navegar en la [tooltip title="1. Historia de la Marina de Chile, Carlos López Urrutia, 2ª edición, pag.571."]zona[/tooltip].
A raíz de la anterior, el comandante de la División de Torpederas, capitán de fragata Mario Macchiavello, reunió a los comandantes de las lanchas y les ordenó que se abstuvieran de efectuar provocaciones en esos días, por lo que es incomprensible lo que afirma el comandante Escobar en el sentido que el comandante de la torpedera
Quidora, teniente 1º Leonardo Prieto, al entrar a la bahía de Ushuaia no sabía de los ejercicios ni de la orden recibida de su jefe directo.
Al encontrarse dentro del puerto, perseguido por los aviones navales argentinos, el 2° comandante de la torpedera, teniente 2º Jorge Román, mantuvo la calma para convencer al comandante de salir de aquel lugar, mientras el oficial piloto, subteniente Luis Escobar “le avivaba la [tooltip title="2. Versión que el teniente J. Román (QEPD), le traspasó a su hermano el CN Fernando Román."]cueca.
”[/tooltip]
A mediados de la década de los años sesenta del siglo XX eran frecuentes las escaramuzas entre unidades de guerra chilenas y argentinas en la zona del Canal Beagle. Los argentinos se mostraban más audaces, porque sentían el respaldo que le daba su servicio de Relaciones Exteriores que siempre buscaba la ofensiva aprovechando el mayor poder naval que ostentaba en la zona; en cambio las modestas unidades chilenas basadas en Puerto Williams debían actuar con mucha cautela, porque el gobierno de Chile daba preferencia a las buenas relaciones internacionales antes de los legítimos derechos del país.
El año 1966 llegaron las cuatro lanchas torpederas:
Fresia, Guacolda, Tegualda y Quidora, que fueron destinadas a la Estación Naval de Puerto Williams, lo cual hizo equilibrar las fuerzas navales con las que mantenían los argentinos en el puerto de Ushuaia. Estos cuatro buques constituyeron un tonificante apoyo a nuestra posición, que por tanto tiempo había sufrido el acoso de las unidades argentinas en la región.
Los comandantes de las recientemente incorporadas torpederas inventaron un nuevo deporte, que consistía en entrar de noche, oscurecido el buque y en silencio al puerto de Ushuaia, sin ser detectado. A su regreso comentaban su éxito y esto lo escuchaba el comandante de la
Quidora, que hacía poco tiempo se había recibido de su buque. Al conocer el temperamento de Prieto, soberbio y presumido, nos imaginamos la frustración que debe haberle producido escuchar a sus colegas contar sus andanzas por el puerto argentino.
Uno de los más audaces en estas incursiones nocturnas clandestinas era el comandante de la torpedera Guacolda, capitán de corbeta Jorge Martínez Bush, quien conminaba a Prieto “que no fuera [tooltip title="3. Ibid."]gallina.”[/tooltip]
El 28 de noviembre fue comisionada la torpedera
Quidora para dirigirse a la localidad de Wulaia a buscar a un poblador enfermo. Se embarcó también, como pasajero, el capitán de corbeta Mario Ibarra.
Alrededor de las 16.00 horas, con muy buen tiempo y sin viento, zarpó la
Quidora veloz a cumplir su cometido, pero navegó en dirección a la bahía de Ushuaia, cuando avistó dos aviones de combate argentinos efectuando ejercicios sobre los islotes Bridges, por lo que tomó el paso Chico entre punta Wulaia y el islote Rabbit, gobernando hacia puerto [tooltip title="4. Libro bitácora de la Quidora del 28 de noviembre de 1967."]Navarino[/tooltip]. Cuando los argentinos reaccionaron, ya la
Quidora abandonaba Ushuaia.
Una cosa era entrar subrepticiamente en la noche a Ushuaia y otra muy distinta hacerlo a plena luz del día cuando se encontraban las unidades navales y aéreas argentinas haciendo ejercicios.
Ese día, en la tarde, cuando regresaba la torpedera de caleta Wulaia, al tomar el paso del Weste, avistó al patrullero argentino
ARA Irigoyen que le cerraba el paso y le izó la señal de
paso infranqueable. Rápidamente Prieto, aprovechando su velocidad cayó a babor, tomando el paso Eclaireurs, descolocando al buque argentino, el que comenzó a dispararle.
En ese momento Prieto bajó a su camarote a buscar su casco y se quedó allí, mientras el 2º comandante Román tomó el mando y puso toda fuerza avante hacia Puerto Williams, recibiendo otros tres disparos que no la [tooltip title="5. Antecedentes proporcionados por el CA Mario Ibarra y el capitán de fragata Carlos Tapia Barrios, comandante de la torpedera Tegualda, que hacía pareja con la
Quidora y era más antiguo."]alcanzaron[/tooltip].
Germán Bravo Valdivieso
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