Por JUAN SOTO HERRERA
El 15 de junio de este año 2024, la “Esmeralda” cumple 70 años de servicio en la Institución. Desde las gestiones para su adquisición, pasando por todo el esfuerzo logístico para mantener su operación, hasta sus viajes de instrucción, la “Dama Blanca” representa una aventura inigualable en la bitácora de la Armada de Chile. Es el lugar señero de la eficiencia marinera y tradición velera, que nos vincula con nuestra historia y cohesiona en una voluntad institucional hacia el futuro.
On June 15, 2024, the Chilean training ship “Esmeralda” will commemorate 70 years of continuous service in our navy. Beginning with its purchase, then going through all the logistical struggles to keep her operational, to her worldwide training cruises, the “White Lady” as she is fondly known, exemplifies an unparalleled adventure in the Navy’s logbook. It is the flagship of seafaring efficiency and sailing tradition, which links our history and unites us in an institutional determination towards the future.
Su construcción inicialmente respondía a otros fines, pero las circunstancias de un país y la audacia y proactiva visión de un marino chileno la trajeron a integrar el listado naval de nuestra Armada. Setenta años después, nuestro Buque Escuela “Esmeralda” puede con orgullo dar cuenta de la formación de sesenta y ocho generaciones de marinos, más de un millón de millas navegadas, quinientas visitas oficiales a diferentes puertos, tres circunnavegaciones al globo y un valioso fortalecimiento de relaciones diplomáticas con más de 80 países amigos.
Historia
Existen antecedentes para pensar que la Armada española al disponer el año 1942 la construcción de este nuevo velero, lo hizo con el objetivo de reemplazar el “Juan Sebastián de Elcano”, su entonces Buque Escuela, que desde 1928 realizaba los viajes de instrucción con los Guardiamarinas que egresaban de la Escuela Naval Militar. Sin embargo, también se esgrimen argumentos referidos a que este proyecto buscaba contar con un segundo Buque Escuela para Guardiamarinas o también, que era el reemplazo del Buque Escuela “Galatea”, nave que desde 1925 hasta la entrada en servicio del “Juan Sebastián de Elcano” había servido para instruir a los Guardiamarinas y que posteriormente desarrollaba la formación de la marinería y clases de la Armada española.
Lo cierto es que se emplearon los planos del “Elcano” y que nació en los “Astilleros Echevarrieta y Larrinaga”, con el nombre de “Juan de Austria”, colocándose su quilla el año 1942.
El infortunio de una explosión cercana, en la Base de Defensas Submarinas, que causó una enorme destrucción en el astillero, dejó a la empresa prácticamente en la quiebra y los proyectos de construcción paralizados. Con apoyo del Gobierno de España, la Empresa Nacional de Construcciones Navales Militares Bazán se hizo cargo, a través de la “Sociedad de Astilleros de Cádiz S.A.”, de las instalaciones y su operación, manteniendo, no obstante, suspendida la construcción del velero por la delicada situación económica que afectaba a todo el país.
Por entonces, las importaciones que España realizaba desde Chile para recuperar su agricultura, seriamente afectada por los años de la Guerra Civil (1936-1939), principalmente partidas de salitre adquiridas a través de herramientas crediticias, se enfrentaron a una grave insolvencia financiera, derivando en la imposibilidad de realizar los pagos correspondientes al Gobierno de Chile.
Como bien lo detalla el CA Chubrétovich en sus memorias, esta situación fue informada la última semana de septiembre del año 1950 por el Ministro Consejero de la Embajada de España en nuestro país, Don Eduardo Viada, junto al Agregado Naval concurrente en Santiago, Capitán de Fragata Leopoldo Boado y Endeiza, durante una reunión solicitada al entonces Subsecretario de Marina Contraalmirante Don Pedro Espina Ritchie. A lo largo del encuentro el diplomático luego de exponer las dificultades relativas al pago, manifestó que contaba con instrucciones de ofrecer a cambio el equivalente de la deuda en productos manufacturados, entre los que mencionó una variedad de conservas de pescados y mariscos, algunos cuantos textiles y ciertos tipos de buques pesqueros.
El almirante Espina retrucó con claridad que en el país se contaba con una creciente producción de productos del mar, como también que ya se operaba una bien montada industria textil en Tomé, por lo que le parecía atendible ahondar en los detalles de la industria naviera y, sin querer dejar pasar el interés de los personeros españoles por alcanzar una solución aceptable, les detalló la necesidad de la Armada de contar con un Buque Escuela, ya que desde el retiro del servicio de la corbeta “General Baquedano” el año 1936, no se había dispuesto de uno verdaderamente apropiado para esa finalidad.
De esta reunión y varias otras posteriores con el Embajador de España en Chile, Don José María Doussinague, el Almirante Espina logró comprometer el entusiasmo y voluntad de los españoles por llevar adelante el proyecto para que España entregara un buque escuela para la Armada de Chile, así también consiguió aunar las voluntades del Comandante en Jefe de la Armada, Ministro de Defensa e incluso del Presidente de la República Don Gabriel González Videla.
Sin embargo, al interior de nuestra Institución en ese entonces se estaba evaluando la adquisición del Crucero Ligero HMS “Ajax” para hacer de él un buque escuela. Se aducía que la Armada obtendría un mayor rédito con la incorporación de un crucero a su lista naval que con la de un bergantín-goleta. Además de los antecedentes financieros que jugaban a favor de la opción de un velero, el Almirante Espina puso a disposición de la discusión quizás el argumento más visionario, se podría decir profético, al sostener que un buque a vela pintado de blanco, fondeado en cualquier bahía extranjera y con la bandera nacional flameando en su asta de popa, sería la mejor embajada y propaganda que Chile podría presentar.
El compromiso adoptado por el embajador Doussinague y el Comandante Boado derivó en nuevas y cada vez más detalladas reuniones, en las que se manifestaba el asentimiento de las autoridades españolas para entregar en forma de pago de la deuda, un bergantín-goleta, llegando a fines de enero la confirmación oficial de la entrega del hasta entonces “Juan de Austria”. Frente a este escenario, el Comandante en Jefe de la Armada apoyó el proyecto e instruyó al Almirante Espina para que propiciara todos los trámites necesarios ante los Ministerios de Defensa y Economía, y ante el mismo Presidente de la República, quien dispuso que se promoviera con la mayor premura la transferencia del nuevo buque.
Después de algunas modificaciones técnicas efectuadas a los planos del buque, el Gobierno de Chile en septiembre de 1951 aceptó la compra, firmándose el contrato el 23 de octubre del mismo año en Madrid, entre la “Empresa Nacional Bazán S.A.” y el Gobierno de la República de Chile. El precio de compra del buque fue de USD$ 2.980.000.
El 12 de mayo de 1953, a las 13.30 horas, coincidente con la más alta marea, se efectuó el lanzamiento de la nave. La ceremonia fue presidida por el Excelentísimo Señor Embajador de Chile en España Don Óscar Salas Letelier, acompañado por su ministro consejero Don Fernando Orrego Vicuña y su distinguida esposa, Doña Raquel Vicuña de Orrego, quien ofició como Madrina del nuevo buque, representantes de los respectivos ministerios de Relaciones Exteriores, de Comercio, el Presidente de la Sociedad Astilleros de Cádiz S.A., y numerosas autoridades locales, invitados especiales y público en general, concurrencia que alcanzó las 5.000 personas.
Después de los discursos de rigor, la madrina, Doña Raquel Vicuña de Orrego, siguiendo la costumbre marinera, tomó una botella de jerez, que era sostenida por cintas con los colores de las banderas de Chile y España, y la rompió en la roda del buque, con lo cual la nave se empezó a deslizar por la grada a los acordes de los himnos patrios de ambos países, mientras la multitud lanzaba vivas y agitaban pañuelos al aire para expresar su regocijo.
En el mes de junio se comienzan a montar las máquinas auxiliares, armar mamparos y alistar los palos y maniobra en tierra. En marzo del año siguiente se termina la recepción de las piezas del motor principal, caldera, generadores, planta evaporadora, etc., que se instalan a medida de su llegada. En el mismo período se montan los palos y se terminan las cubiertas de madera. A mediados del mismo mes, el buque está ya tripulado por Oficiales y por Gente de Mar de nuestra Armada llegados especialmente a España, los que conformarán la tripulación que llevará el buque a Chile.
El 15 de junio de 1954, hace 70 años, finalmente el Gobierno de Chile recibe el Buque Escuela “Esmeralda”, izando por primera vez nuestro Pabellón Nacional en el asta de popa de la Unidad.
Al día siguiente, el Buque Escuela zarpó de Cádiz, reabasteciéndose de combustible en las islas Canarias, prosiguiendo a Nueva Orleans, EE.UU., para completar la instalación de la planta destiladora de agua adquirida en ese país, y cuyas partes principales se habían instalado previamente en Cádiz antes de terminar la cubierta de madera. Luego de recalar en Tongoy, el día 1 de septiembre de 1954 el buque entra a Valparaíso en medio de un gran recibimiento de la ciudadanía, quedando incorporado oficialmente a la Armada de Chile. El 4 de septiembre fue visitada por S.E. el Presidente de la República, don Carlos Ibáñez del Campo.
El 16 de marzo de 1955 inició su primer Viaje de Instrucción.
Formación de nuevas generaciones de marinos
La disyuntiva que desde un origen se planteó frente a la mejor alternativa para un buque escuela, entre un buque de combate y un velero, con cierta lógica sigue presente en variados ambientes. Una mirada racional, pero ajena, concluye con facilidad que un buque similar a aquel en que se desempeñarán es la mejor opción para formar a un nuevo marino. Sin embargo, la experiencia de nuestra Institución apunta en la otra dirección, y eso para nuestros días, es fascinante.
El objetivo principal de realizar los viajes de instrucción es proveer a nuestras nuevas generaciones de Oficiales y Gente de Mar de la experiencia y conocimientos necesarios para enfrentar los desafíos de un mundo globalizado, como parte del futuro de nuestra Armada y de nuestro país. Chile ha definido hacerlo a bordo de este velero, un Bergantín Goleta de cuatro palos, de blanca y refinada silueta, pues se tiene la convicción de que es en este tipo de buques donde el contacto directo con el viento, el mar, el movimiento y lejanía de seres queridos, genera atributos de resiliencia, trabajo en equipo, tolerancia y superación personal, construyendo al mismo tiempo ese vínculo fundamental con el espíritu marinero y náutico de los orígenes de nuestras navegaciones, competencias todas que les darán el sentido a su vida a bordo de la Institución y una base sólida para su desarrollo y desempeño futuro en todos los ámbitos que la Armada les demande.
Los Guardiamarinas y Marineros y Soldados IM, desde el primer Viaje de Instrucción, en el ya lejano 1955, han sido sometidos a un nutrido programa de formación académico y técnico; sin embargo, y valga para el caso este pleonasmo, es el vivir la vida a bordo de este “Tall Ship”, lo que los enfrenta a los mayores desafíos. Día a día, se empujan los límites de estas nuevas generaciones, para que en un ambiente lo suficientemente controlado, tomen sus temores y debilidades; mareo, vértigo, cálculos astronómicos, ejercicio físico, vida confinada, y los trabajen y superen, creciendo en fortaleza y templanza. Es este tipo de vida a bordo, con largas singladuras de navegación, la que les permite superar egoísmos hacia sus pares y hacia su propia vocación de servicio.
Es en la bullente vida en cubierta durante las maniobras veleras y competencias marineras, que logran crecer en esa impronta de hombres de mar, donde tiene cabida la excelente escuela de relaciones entre grados y su consabido y valioso traspaso de experiencias, en las guardias en el puente o cubriendo en las velas altas aprenden de meteorología y de cómo enfrentar fuertes vientos y mala mar, disfrutan de atardeceres en el castillo y recuerdan a sus familias sentados en una bita en toldilla, se impresionan viendo enterrarse el bauprés en las blancas olas y miran con nostalgia desvanecerse la estampa de los puertos visitados en la estela por la popa.
Por otro lado, estos jóvenes descubren lo potente que es la imagen de nuestro buque en el extranjero y en el país; el apoyo a la política exterior del Estado se vuelve patente de una manera particular a bordo de la “Esmeralda”. Actividades militares, profesionales, culturales y protocolares, en las que participa toda la dotación, han dado cuenta cabalmente de ello durante más de 67 viajes. El arribo de este buque y su robusta tradición es un poderoso testimonio, un símbolo único de unión entre los chilenos y de fraternidad con las marinas y países amigos.
Hechos históricos importantes y datos
Nuestra “Dama Blanca”, que fuera bautizada así el año 1961 por la prensa australiana cuando vio por primera vez entrar en la bahía de Sídney a este imponente navío de velas y casco blanco (“White Lady”), ha recibido a bordo de sus tecas en su calidad de Buque Escuela y Embajada flotante, a numerosos Jefes de Estado, altas autoridades diplomáticas y militares, todas las comunidades chilenas que se encuentran en el exterior, medios de comunicación locales y a incontables visitas de ciudadanos de todos los países que ha visitado. Ha participado en importantes conmemoraciones de aniversarios de relaciones diplomáticas de Chile y grandes países amigos y su dotación ha sido recibida por dos Sumos Pontífices en Roma. Durante estos setenta años, nuestro Pabellón ha arribado en 512 ocasiones en visita oficial a diferentes puertos en 81 países, llevando nuestra cultura y tradiciones, a través de los siete mares, a los cinco continentes. Ha navegado 1.394.807 millas náuticas, ha circunnavegado el planeta en tres oportunidades y ha participado en las Operaciones Vela de New York en 1964, 1976 y 1989; en la Osaka World Sail en 1983; en las Regatas Internacionales de Veleros realizadas en 1964, 1976,1982, 1990 y 1995, ganando el trofeo “Cutty Sark” en dos oportunidades, y en las Regatas de Encuentro de Grandes Velas Latinoamérica.
Los registros indican que durante sus cruceros batió el récord mundial de velocidad media para este tipo de buque, 16 nudos durante una singladura (existen relatos que en los años setenta, durante el cruce con temporal del cabo de Hornos, habría alcanzado los 17,5 nudos).
El velamen de nuestro bergantín-goleta cuenta con 29 velas distribuidas en 6 foques, 4 cuadras, 5 estayes, 3 cangrejas, 3 escandalosas y 8 rastreras, alcanzando una superficie de 2.852 m2. La altura de los palos es de 48,5 mts.
Proyecto recuperación
De acuerdo con el contrato de compra, la “Empresa Nacional Bazán S.A.” entregaría a Chile un buque tipo “Juan Sebastián Elcano”, propulsado a vela y con aparejo de bergantín goleta de cuatro palos y motor auxiliar de propulsión Diesel, con arreglo a los planos generales y especificaciones aceptadas y firmadas por ambas partes.
Se emplearían materiales de uso general en la armada española y respondería por un año, a partir de la fecha de entrega, de todas las deficiencias o defectos del material o mano de obra, reemplazando por su cuenta las piezas averiadas e inutilizadas y atendiendo las consultas que la Armada de Chile estimare necesarias. Cualquier trabajo adicional, al margen de los planos originales del contrato, sería con cargo al comprador.
Es así como nuestro buque nació con un motor diésel marca Fiat del año 1949, de 1.500 HH de potencia, velas de lona, sin plantas de aire acondicionado, una limitada capacidad para generar agua dulce, picos y masteleros de madera, camarotes y entrepuentes para una dotación máxima de 364 servidores y 7 embarcaciones menores y 8 balsas salvavidas con capacidad en total para 176 personas.
Las innumerables singladuras y el paso de los años obviamente hicieron necesario enfrentar la obsolescencia de material y el natural deterioro estructural, derivando en que nuestra nave haya sido refaccionada en varias oportunidades, incluyendo el cambio de la cangreja del palo Trinquete por tres estayes (después del primer viaje de instrucción), cambio de las velas de lona a dacrón, tres cambios de motor, instalación de plantas de aire acondicionado y de osmosis inversa, plantas de tratamiento de aguas servidas, equipos de ayuda a la navegación, cambio de coyes a literas y el cambio de sus cinco palos principales.
Sin embargo, las largas jornadas en la mar embarcaron a lo largo de todos estos años suficiente sal como para afectar seriamente la estructura del buque. Una difícil decisión se hacía cada vez más necesaria. Luego de muchos estudios y decisiones complejas, la Institución resolvió someter a nuestra Unidad al mayor proyecto de recuperación que haya sufrido desde que arribara 70 años atrás.
Una intervención mayor en su estructura, en sistemas y equipos de incidencia transversal a lo largo del buque, y un necesario mejoramiento de la habitabilidad de a bordo. Todo esto inserto en una ecuación compleja donde las variables expectativas, tiempo y presupuesto debieron ser controladas segundo a segundo para alcanzar el éxito. Para enfrentar este desafío, conocido como un Imposible Institucional, fue necesario redoblar, una y otra vez, el esfuerzo de cada uno de los integrantes de la dotación, quienes superando cansancio, presiones y precariedades logísticas y asignación de nuevas obligaciones y funciones guarniciónales. Llevaron a cabo una tarea titánica con abnegación, profesionalismo, compromiso y amor por esta noble nave.
Fue de esta manera que en julio del año 2021 comenzaron veintiún meses de arduo trabajo, donde desde el primer día se identificó la necesidad de ganarle tiempo al tiempo, comprometiendo una alta intensidad de esfuerzo desde el mismo primer día del proyecto. En los cinco meses siguientes el buque fue prácticamente desmantelado, retirados los equipos a cambiar, abiertas numerosas rutas de acceso para sistemas nuevos y cambiado una enorme cantidad de planchaje en mal estado. Antes de finalizar el año 2021, ante el avance de los trabajos y el control de las innumerables variables que surgían cada día, se generaron soluciones a nivel Institucional para salvar serios escollos en aéreas de carpintería, soldadura y electricidad, convocando sendos grupos de trabajo con personal especialista de toda la Institución.
Llegado el mes de febrero del año 2022 la pregunta que más se repetía en diferentes reuniones de alto nivel era, ¿cómo van a armar ese buque nuevamente? Esa duda estaba plenamente justificada, puesto que nunca se había visto así de intervenida esta Unidad. La clave para responder esos cuestionamientos fue generar una robusta estructura de coordinación con todas las organizaciones involucradas, es decir, con la Druatalc, la Planta de Asmar Talcahuano y las inspectorías técnicas, como así también las Unidades y Reparticiones de la Segunda Zona Naval, que comprendiendo el alcance de este desafío no escatimaron en su apoyo con medios, experiencia y numerosos especialistas.
Sin embargo, la pieza clave del éxito de este proyecto estribó en el entendimiento al que llegó toda la dotación del buque, de que la carrera naval la había situado en un momento histórico a bordo de la Esmeralda. Y en este punto es menester recordar las palabras del Comandante Guillermo Concha Boisier, quien el año 1984, al terminar su recuento en esta misma Revista de Marina, de los primeros treinta años de la Esmeralda, animando a quienes planifican el modo de prolongar la vida útil de nuestro bergantín-goleta, llamaba a recordar las últimas palabras que exhalara O’Brien, agonizante, en la cubierta de la primera Esmeralda. “¡Never leave her, my boys: the ship is ours!”. Esta profunda convicción favoreció a que se evidenciara la potencia que tiene el trabajo en equipo y que ningún sacrificio es demasiado cuando se tiene una misión tan trascendental como lo fue esta.
Esa fue la clave y el factor de fuerza para enfrentar los catorce siguientes meses del proyecto. Numerosas gestiones con empresas externas nacionales y extranjeras, terminar la enorme recuperación estructural, definir colores y diseños de interiores, tender cables y ductos de ventilación, revestimientos, muebles, equipos y sistemas; instalar y vestir la arboladura y embarcaciones menores, y luego pruebas de puerto y en la mar; en fin, aprovechar cada oportunidad, cada centavo de dólar, extremar la eficiencia con oportunidad y probidad.
Entre los trabajos más relevantes realizados, se pueden mencionar el cambio del sistema de aire acondicionado, 11 Unidades de mantenimiento de aire y todos los ductos de ventilación; las dos nuevas plantas de tratamiento de aguas servidas, con estanque intermediario incorporado para prevenir rebalses producto de la escora; un nuevo sistema de control de la propulsión, que le ha permitido recuperar una velocidad a motor máxima de 13 nudos; el sistema de monitoreo de niveles y alarmas, con más de 260 sensores nuevos de maquinaria principal, auxiliar, estanques y estanqueidad; cuatro nuevas embarcaciones menores, chalupas y doblebancadas, que reemplazaron a las anteriores por no poder ser reparadas; una nueva configuración eléctrica, que incluyó dos nuevos generadores, reingenierización de los tres tableros principales, 45 nuevos tableros de distribución y más de 100 kilómetros de cables; recuperación estructural total de la obra viva del buque, reparación de la obra muerta, mamparos y cielos, espacios dentro de los que cabe destacar el nuevo Puente de Mando, notable trabajo que con su recuperación, ampliación y recubrimiento de teca entrega la cara marinera, elegante e imponente a la Dama Blanca; y finalmente la recuperación de toda la habitabilidad del buque, sollados, camarotes, entrepuentes, cámaras y baños fueron refaccionados desde la obra gruesa metálica, hasta el revestimiento, muebles y su completa habilitación.
Finalmente, la mañana del 3 de abril del año 2023, en el 175° aniversario del natalicio del Comandante Arturo Prat, se cerró este proyecto de USD$24M, equivalentes a más de un millón de HH, dentro de plazo y presupuesto, logrando en un gran Esfuerzo Institucional, dar respuesta a este gran Imposible Institucional.
Palabras finales
El Buque Escuela “Esmeralda” es sin duda el símbolo más potente del espíritu marinero de nuestra Institución y un baluarte inigualable de formación náutica y profesional para Oficiales y Gente de Mar. El viaje de Instrucción a bordo de este velero representa una oportunidad única y valiosa para las nuevas generaciones de marinos, al ofrecerles en su desarrollo formativo y de manera particular en el día a día a bordo oportunidades para desafiar sus pensamientos y razonamientos, señalándoles ideales valiosos y el camino que los hace posibles de seguir. Este proceso, que de manera particular se manifiesta en las tecas de este buque y que ha sido compartido por las distintas generaciones, cohesiona y ayuda a nuestros marinos a realizarse y ser felices en la Institución y al mismo tiempo asegura un buen traspaso de control a las nuevas generaciones.
Por otro lado, este “Cuatro Palos” con su blanca estampa se yergue como el mejor testimonio de amistad y unidad ante países amigos y todas nuestras comunidades que se encuentran desperdigadas por el mundo entero.
La Esmeralda, que este año 2024 cumple 70 años, es un orgullo y un preciado tesoro para toda la Marina; el enorme esfuerzo Institucional llevado a cabo para su reciente recuperación así lo demuestra.
Dama Blanca, su nombre es leyenda y un querido símbolo de unión de todos los chilenos. En ella están y continuarán plasmados el compromiso con nuestra tradición y con el futuro de la Armada, y al mismo tiempo la figura por excelencia de embajada y amistad fraternal que nace desde el mar.
Lista de referencias
bibliografía
El pasado 11 de mayo, ICARE realizó un encuentro de construcción naval donde, desde diferentes perspectivas nacionales: ...
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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