- Fecha de publicación: 01/08/1919.
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ALGO MAS SOBRE LA DISTRIBUCIÓN DEL TRABAJO
ENTRE LOS OFICIALES.
En el número de la REVISTA correspondiente a marzo y abril
fué publicado un artículo titulado «Distribución del trabajo entre los
oficiales, » en el cual se hacían ciertas comparaciones que no sería
justo dejar pasar sin exponer también otros aspectos de algunos de
los asuntos tratados y que se le han escapado al autor del citado
artículo.
Todos sabemos que los servicios de una Marina de Guerra requieren distintas clases de personal. Estas clases deberían naturalmente
formar grupos separados; pero por lo reducido, relativamente, , de
estos servicios en nuestra Marina, hoy día engranan 1mos con otros • • •
y se confunden en sus puntos de contacto, sin permitir trenzar definiclamente las líneas divisorias.
El grupo principal lo forman los oficiales que usan los buques,
que los comandan, navegan y operan ;, y que en los grados superiores administran y dirigen las secciones principales y el gran conjunto que forma la Armada.
Otro de los grupos lo forma personal que prepara y mantiene
en estado eficiente el material, compone desperfectos y desgastes
sufridos en el servicio, y, por último, que construye ese material
para entregánselo al personal que lo va a usar.
A este último grupo perteue1·eu los oficiales mayores que se
han perfeccionado en electricidad y construcción na naval, que son los
que han causado las apreciaciones más amargas que aparecen en el
artículo en referencia
Si estamos de acuerdo un la necesidad de este personal y que
él sea nacional, ¿a dónde iba a buscar la superioridad a los que
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debían formar ese grupo? ¿entre los ingenieros civiles salidos de la
Universidad o entre los ingenieros de las fábricas? ¿,o era preferible
buscarlos entre los de la Armada, acostumbrados desde niños a vivir
entre mecanismos, pensar en mecanismos, remaches, pernos y operaciones mecánicas? La respuesta, me parece, cae por su propio peso .
Ahora \.hora, si consideramos dónde debe prestar sus servicios este
personal, no cabe otra contestación que debe desarrollar sus actividades donde se reparan y construyen los buques y accesorios. Y
esto se hace en tierra y no navegando. .
Aún entre el personal que repara las máquinas hay quienes no
se embarcan y cuyos conocimientos necesitan ser distintos de los
que se adquieren manejándolas y navegando un número determinado de millas.
¿,Qué haría actualmente nn constructor naval embarcado en
u110 de nuestros buques?
Cuando seamos innovadores en materias navales y construyamos buques, o seamos los iniciadores de nuevos tipos, entonces, sí
que convendría que algún constructor naval observara las cualidades marineras, de estabilidad, resistencia. etc., pura hacer comparaciones y así preparar el camino para futuras innovaciones.
Pero ahora que nuestros buques tienen la edad del tabaco que
los conocemos de cabo a rabo de quilla a perilla, no hay necesidad
de hacerlo, sobre todo cuando el Estado 110 se puede dar el lujo de
tener embarcadas a personas que serían verdaderos zánganos a
bordo, ni tampoco cuando se compran a fardo cerrado los buques
diseñados por técnicos que tienen a su alcance la vasta experiencia
adquirida en las grandes Marina .
. a aquellos que sostienen que lol:l que reparan los buques deben
embarcarse para conocerlos, les puedo asegurar que en las reparaciones se aprende a conocer mejor una nave que estando embardado,
por el hecho de tener que reparar, renovar y modificar las distintas
partes que pertenecen a todos los cargos de a bordo y en buques de
tipos y construcción tan distintos. En estas ocasiones uuo tiene que
visitar y conocer departamentos y mcanismos de cuya existencia
esos oficiales no tenían o no tienen la más remota idea. .
A todo esto hay que agregar que las observaciones hechas por
los que navegando y manejan los buques y accesorios, generalmente,
llegan a las oficinas técnicas, de modo que a a la experiencia propia
adquirida, se agrega la oportunidad de oir .,· clasificar la experien-
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oia de todos aquello s que hacon estos 1·eparos, críticas u observaciones
Si estamos conformes en la necesidad de la existencia de este
personal que matiene el mate1·ial, o lo vuelve a clejar apto para entra1·
al servicio; y de que su desempeño está en las reparticiones de tierra,
donde también adquiere la expe1·iencia necesaria para cumplir su
cometido, corresponde examinar si son justas las ap1·eciaciones que
hace «Observador » sobre las condiciones de vida inherentes a nuestras profesiones; y que, por su manera de expresarse, cualquiera
creería que nosotros las hemos obtenido o conseguido a viva fuerza.
¿Existe en nuestra Ma1·ina el cuerpo o escalafón de coi1structores navales, como lo tienen aún el B1·asil y Méjico?
¿Por qué si la nación necesitaba de nuestros servicios profesionalos especialistas íbamos a contentarnos con deja1· el escalafón y
aceptar contratos renovables anualmente o talvez esta1· a jornal?
Y acaso, ¿los oficiales de guer1·a 110 han tenido las mismas oportunidades que los mayores (ya que Observaclor» hace la distinción
en su a1·tfoulo) para seguir una profesión distinta a la del ma1·ino?
Junto con el ingeniero S1·. Tapia fué un guardia marina a perfeccionarse en electricidad, y antes de éllos fué un teniente, y si estos
oficiales hubiesen seguido al servicio de la Marina, desempeñando
su nueva profesión, no creo que habría habido distinción alguna en
la aplicación de ciertas condiciones , que son la consecuencia natural
de la manera de ser de este mundo y no la consecuencia de caprichos.
Con esto creo haber demostrado a «Observador que «la más
elemental obligación del oficial de marina» no es en todos los casos
la lle embarcarse, y yo pondría en su lugar , que la más elemental
obligación de cualquiera es saber desempeñarse cu su profesión.
Por último: para demostrar que no es tan grancle la ventaja
consiguiente a haberse dedicado a la construcción naval, hasta obse1·-
var que no son tantos los oficiales interesados en seguir esta profe~
sión (uno sólo hasta la fecha); y puedo atestiguar que nu Director
General observó, hace más o menos cinco años, que era justo anotar
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a favor de los quo la seguían, el hecho de que hasta ese entonces,
no había podido conseguirse que otros oficiales se interesan por
ella.
Los errores de "Obsenador" consisten, pues, en no haber considerado que los ofieiales de guerra que prestan sus servicios especialistas a bordo, lo hacen temporalme11te, ya que su destino final uo
es el de disparar cañones o torpedos, sino que el de mandar escuadras; es decir, durante cierto tiempo son aficionados (en su sentido
amplio , nó en el sentido vulgar), mientras que nosotros aspiramos a
ser proficientes uó en lo que ::Observador :, cree es una especialidad
desempeñada por momentos y adquirida en cursos de seis meses,
sino que dedicando a ella todos los días de nuestra vida para lloga1·
a ser tan buenos constructores (o reparadores) para darles las escuadras con con que ellos, los oficiales de guerra, pueden desarrollar las
actividades de su carrera y llegar a ser, igualmente, buenos almirantes.
Al hacer esta exposición, 110 he p1·etenclido habe1· descubierto
alguna novedad, sino dejar establecido que la situación tuu criticada
por algunos ha i-:ido creada por el criterio imparcial y amplio de la
superioridad que conoce mejor las necesidades de la Marina y que
deja en claro que esta situación, junto con sus prerrogativas y desventajas, es, co1110 ya lo he dicho, inherente a nuestras profesiones.
Finalmente, cada cual no solo tiene el derecho, sino también la
obligación moral, de tratar de surgir en su profesión, ambición que
es el patrimonio de todo ser humano .
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