Una cosa lleva a la otra y fue así que, entre risas, historias y buen trago, terminamos en una playa cerca de Anakena, sintiendo el perfume de guayabas y bajo un moai con ojos almendrados y blancos que resplandecían de manera excepcional ante la luz de luna llena. Maeba se llamaba la muchacha de intensos ojos verdes. Esa noche reveló su historia y sentimientos, sellando su relato con un beso, para luego, indicar con su mano los iluminados ojos del solitario moai; mudos testigos del secreto. “Mata Ui” —dijo en rapa nui. ¿Qué significa eso? —interrogué aún hipnotizado después del beso mágico. No alcanzó a responder ante el continuo retumbe del pito de aire del buque en señal de emergencia. La despedida fue abrupta, regresando al buque para zarpar minutos más tarde y dejando a mi amada sobre frías rocas negras, tal vez, para siempre. Pasaron veinticinco años y caminando nuevamente sobre la arena de Anakena, me detuvo una mujer de intensos ojos verdes que, al verme, me dijo: “¡Ojos vigilantes! Eso significa, mi amor”. Hoy, la operación naval más importante de fiscalización pesquera oceánica en torno a Rapa Nui lleva por nombre “Mata Ui”, pero…es solo coincidencia.
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