By Germán Bravo Valdivieso
Cuando se desarrollaba una carrera armamentista enorme entre Chile y Argentina en previsión de una guerra por los límites australes, ambos países iniciaron una actividad desenfrenada para adquirir los buques que se encontraran disponibles en el mercado, pero la visión estratégica del almirante Luis Uribe concibió la construcción de unidades diferentes, especialmente diseñadas para combatir a nuestros enemigos.
In anticipation of a war for the disputed southern borders, a huge arms race was evolving between Chile and Argentina. Both countries began a frenetic pursuit to acquire ships that were available in the global market, but the strategic vision of Admiral Luis Uribe conceived the construction of warships, specifically designed to engage our adversaries.
Las intenciones argentinas para apoderarse del inmenso territorio de la Patagonia se hicieron más intensas mientras nuestro país se encontraba en guerra con Perú y Bolivia, por lo que se llegó a la suscripción del Tratado General de Límites de 1881, pero al firmarse la paz con el Perú mediante el Tratado de Ancón, nuestro gobierno cayó en la cuenta de que nuestros vecinos habían procedido a invadir los territorios que habían sido materia de disputa y apuntaban a apoderarse del estrecho de Magallanes para lo cual, a mediados de 1893 el ministro argentino de Guerra y Marina del presidente Roque Sáenz Peña, general Julio Victorica, pidió al parlamento la aprobación de un gran programa armamentista.
La marina argentina tenía una modestísima flota fluvial, mientras que la armada de nuestro país era poderosa y había tenido sus grandes éxitos en la guerra del Pacífico, por lo cual nuestros vecinos dieron la mayor importancia a fortalecer su marina en el plan de adquisición de armamentos.
Dos años antes de solicitarse la aprobación al congreso argentino, a raíz del incidente del Devonshire, en 1891 adquirieron el crucero acorazado 25 de mayo, de 3.200 toneladas y cañones de 8” y luego, de la aceptación de su plan, en 1893, el 9 de Julio de 3.600 toneladas y cañones de 6” y el Buenos Aires, de 4.800 toneladas y artillería de 8”.
Chile tenía en servicio, desde 1890, el blindado Prat de 6.900 toneladas, con cañones de 8”, pero su velocidad llegaba solamente a los 18 nudos; los cruceros livianos presidente Pinto y presidente Errázuriz de 2.100 toneladas y artillería de 6”, por lo que se ordenó, en 1893, la construcción del nuevo crucero Blanco Encalada de 4.400 toneladas y cañones de 6”.
Las principales adquisiciones argentinas serían a contar de 1895, cuando la marina italiana diseñó un nuevo tipo de crucero acorazado de 8.100 toneladas de desplazamiento y 20 nudos de velocidad, realizado por el ingeniero naval Edoardo Masdea, cuyo objetivo era algún posible enfrentamiento con las armadas austro-húngara o francesa. Masdea había desarrollado el proyecto por encargo del astillero Ansaldo y uno de los accionistas principales de este. Ferdinando María Perrone vivía en Buenos Aires. El gobierno trasandino obtuvo que las dos primeras unidades de la clase, que llevarían por nombre Giusseppe Garibaldi y Varese, les fueran cedidas curiosamente el contrato exigió que la primera de ellas conservara su nombre original y la segunda fue rebautizada como General San Martín.
A raíz de ello, en 1896 Chile contrató la construcción del crucero acorazado O’Higgins de 8.500 toneladas y artillería de 6”, del veloz crucero Esmeralda de 7.000 toneladas y cañones de 6” y del crucero Zenteno de 3.600 toneladas y cañones de 6”.
Argentina replicó ordenando comprar otros dos cruceros acorazados de la clase Garibaldi mejorados, que la marina italiana había ordenado construir para reemplazar a los que le había vendido, los cuales fueron bautizados como Pueyrredón y Belgrano con lo que estimaban haber superado el poder de la marina chilena y establecido la supremacía naval en Sudamérica.
En vista de ello, nuestro país logró adquirir un crucero que hacía un año que se encontraba en venta por el astillero Armstrong, Withworth & Co. Ltd., Newcastle upon Tyne, Elswick, Inglaterra, de 4.500 toneladas y artillería de 8”, que fue bautizado como Chacabuco, pero la verdadera respuesta chilena llegaría en la forma de dos formidables acorazados de 11.800 toneladas que llevarían los nombres de Constitución y Libertad. Como veremos, aquí comienza a aceptarse la idea estratégica que tenía el almirante Luis Uribe.
Pero aún Argentina tendría la última palabra cuando sus representantes en Europa concluyeron un contrato, nuevamente con el astillero Ansaldo, para comprar dos acorazados de 7.700 toneladas de desplazamiento, que fueron bautizados como Moreno y Rivadavia, que se hallaban en construcción para la marina italiana.
Cuando el gobierno chileno hizo ver, a través de su representante en Buenos Aires, la dislocada carrera armamentista en que estaban empeñados, p
ara tratar de acordar algún freno, el presidente trasandino Julio Argentino Roca, con su reconocida soberbia, notificó al ministro plenipotenciario de nuestro país, que por cada buque de guerra que adquiriera Chile, Argentina compraría dos.
Los acorazados Constitución y Libertad
Ante esta situación, a nuestro país no le quedaba otro camino que replicar con la construcción de nuevas unidades.
El vicealmirante Luis Uribe Orrego, héroe de la Guerra del Pacífico, ya se encontraba retirado desde 1899, pero siempre se mantenía preocupado de lo que sucedía en la Armada y daba a conocer su visión estratégica a través de sus libros y de artículos en la Revista de Marina, publicación de su creación. Así, ante la situación que se vivía y pensando cómo podía responderse estratégicamente a la amenaza argentina de continuar por el camino armamentista, publicó, en septiembre de 1901 el artículo “Estudio sobre nuestras futuras adquisiciones navales” en dicha revista.
Hacía ver que no había dudas en el mundo naval, que necesitábamos buques de combate blindados de reducto central, pero que las divergencias estaban en el armamento, blindaje, velocidad y desplazamiento.
Su estudio indicaba que, aparte de los cuatro cañones de 9,2” que llevaba el blindado Prat, que no eran capaces de perforar las nuevas corazas de los buques, todo el resto era menor, por lo que se necesitaba artillería de 10” moderna. En cuanto a la batería secundaria, abogaba por que fuera de 7,5” en vez de 6”.
Enseguida se explayaba, con lujo de detalles, sobre el número de cañones, el blindaje, las torres de artillería convenientes, el peso de los proyectiles y su velocidad inicial, el andar máximo del buque, peso de la máquina, capacidad de las carboneras, etc., e incluía ejemplos de unidades adoptadas por otras marinas.
El artículo del almirante Uribe caló hondo, pero era preciso apresurarse ante la amenaza argentina y su diseño fue encargado al prestigioso arquitecto naval británico, Edward J. Reed, siendo su concepto principal, que permitiera anular a los cruceros acorazados argentinos y que pudiera ser carenados en el dique de Talcahuano.
El diseño contempló dos unidades con un desplazamiento de 11.800 toneladas cada uno, pero como el tiempo apuraba, fueron designados dos astilleros diferentes para que se construyeran en forma paralela. El 26 de febrero de 1902 se firmó el contrato con Armstrong, Whitworth & Co. de Newcastle-on-Tyne, quien construiría el primero de ellos que llevaría por nombre Constitución y subcontrataría el segundo, Libertad, a Vickers, Sons and Maxim, de Barrow-in-Furnes. Este sistema permitiría reducir el plazo de entrega a la mitad.
Fueron los únicos acorazados pre-dreanougt de diseño británico cuyo armamento principal lo constituían cañones de 10” en torres y no de 12” como era lo usual en la Royal Navy. Estaban instalados en montajes dobles, a proa y a popa, accionadas hidráulicamente, lo cual constituyó los primeros cañones de su calibre a bordo y su batería secundaria era de diez cañones de 7,5”. Además llevaba 2 tubos lanzatorpedos. El blindaje era de cinco a nueve pulgadas y su velocidad de veinte nudos.
Este diseño “sui generis” estaba concebido para que el calibre de sus cañones y su poder de fuego fuera suficiente contra cualquier buque que se pudiera acercar y su velocidad apta para no dejar que se le aproximaran unidades de mayor poder artillero.
Autores británicos han considerado la racionalidad conceptual que tenían, tanto en el sentido de preparar un buque soportable a la plataforma logística chilena, como que sus misiones serían substancialmente diferentes a las de los acorazados europeos tradicionales, no debiendo enfrentar a una línea de batalla enemiga de buques capitales, sino a un ala rápida de cruceros acorazados con armamento de gran cadencia de tiro y granadas comparativamente ligeras.
Argentina había adquirido las poderosas unidades diseñadas y construidas para la marina italiana, cuyo destino era de ser enviada a combatir a distancia contra la flota austrohúngara o francesa lo que las obligaban a tener en consideración muchas circunstancias que en definitiva significaban mayor autonomía y menores posibilidades de reabastecimiento, en cambio los acorazados chilenos no tomaban en cuenta enfrentamientos lejos, sino que las costas argentinas, donde las distancias para apertrecharse eran muy diferentes y la menor autonomía podía aprovecharse en mayor poder y velocidad.
Desarme
El 28 de mayo de 1902 se firmó con Argentina un Tratado General de Arbitraje, que se ha conocido como los “Pactos de Mayo” el cual contenía un documento sobre la limitación de armamentos navales hasta llegar a un acuerdo que produjera una equivalencia entre ambas marinas.
El interés argentino estaba, en que Chile se deshiciera de sus nuevos acorazados, diseñados para amagar a su flota y compensaba lo anterior desistiéndose de la entrega de sus nuevos cruceros acorazados Rivadavia y Moreno, los cuales juntos sumaban 15.400 toneladas de desplazamiento contra los colosos chilenos que hacían 23.600 toneladas. Además de la diferencia favorable que se les producía por el tamaño de los buques, les permitía tener una flota homogénea, constituida por sus acorazados tipo Garibaldi, mientras que la escuadra chilena era terriblemente heterogénea.
Una situación de mucho mayor conveniencia para nuestro país habría sido deshacerse del viejo acorazado Prat, de los cruceros Pinto y Errázuriz que databan de 1890 y del Blanco Encalada de 1893, lo cual habría compensado el tonelaje del cual se deshacían los argentinos; pero el gobierno se entusiasmó con aliviar al erario nacional de la carga que había significado la construcción de los dos acorazados. Aún así el ahorro no sería tan claro como lo preveían los negociadores chilenos, pues su seguridad que la Royal Navy estuviera interesada, se vio frustrada debido a que se trataba de naves “sui generis” y debieron continuar pagándose cuotas e intereses.
Después de un año de negociaciones no cristalizaba ninguna de las ofertas recibidas debido a que ellas eran muy inferiores a lo que habían costado los buques; pero cuando la marina rusa elevó el precio ofrecido, fueron rápidamente adquiridos por Gran Bretaña, no porque los necesitara, sino para evitar que los adquiriera Rusia, que se encontraba en guerra con Japón, país, este último, al que apoyaba Inglaterra.
Epílogo
Los buques recibieron críticas de parte de la marina británica por sus características, lo que era explicable, pues habían sido construidos para otros fines, pero el almirante R. O. Hopkins se pronunció favorablemente con respecto a ellos y fueron destinados a la “Grand Fleet”, hasta la aparición del Dreadnought.
El historiador Robert K. Massie, en su libro “Castles of Steel, Britain, Germany and the Winning of the Great War at Sea” se refiere a estos buques como “el par de extraños acorazados con cañones de 10”, originalmente construidos para Chile”
El Libertad fue rebautizado como HMS Triumph y enviado a China como buque estación en Hong Kong, pasando luego a la reserva, pero con motivo de la Primera Guerra Mundial fue activado y participó en el ataque a la base alemana de Tsingtao en China y luego agregado a la flota del almirante De Robeck para tratar de forzar la entrada de Los Dardanelos. Su misión, acompañado del HMS Prince George, era acallar los obuses que se situaban a la entrada del canal. Después del fracaso de esta operación, fue descubierto en Anzac Beach por el submarino alemán U-21 y torpedeado el 25 de mayo de 1915, dándose vuelta de campana y hundiéndose en veinte minutos, ahogándose cincuenta y tres de sus tripulantes.
El Constitución fue rebautizado HMS Swiftsure y durante la guerra fue destinado a la escolta de convoyes de tropas entre la India y el Mar Rojo y luego designado buque insignia del grupo de defensa del Canal de Suez, participando también en el ataque a Los Dardanelos, cumpliendo funciones de bombardeo costero, donde su tiro fue muy bien comentado por las fuerzas de desembarco durante la operación de Suvla hasta la evacuación final. Luego pasó a la reserva, siendo desguazado en 1920.
Bibliografía
“La ideología es una teoría sobre
lo cual no se reflexiona”Dr. Humberto Maturana
Versión PDF
Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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