By Nicolás Boisier González
Anualmente, la institución debe justificar la inversión que se realiza en el ámbito de la defensa, en cuanto a poder naval se refiere. Con una realidad país que tiene ciertas restricciones financieras y el eslogan “cañones por mantequilla”, una buena argumentación es fundamental. El concepto de “polivalencia de los medios” ha contribuido a dicha tarea, pero ello se puede aplicar solo parcialmente al ámbito de los submarinos. El presente ensayo mostrará que sí se puede justificar su necesidad de adquisición.
Each year, the Navy must justify the expenditures made for its naval power. In a country with specific financial restrictions and with the slogan “guns or butter”, good arguments are essential. One of the things that has contributed to this, is the concept of “multi-purpose resources”, but this is only partially applicable to the submarine domain. This work will reveal that its possible to justify the need for their procurement.
No es difícil anticipar que en adelante será complicado obtener el financiamiento necesario para mantener y renovar las capacidades que la Armada pone a disposición del país para contribuir a su seguridad y defensa, en y desde el mar. Habrá que fundamentar muy bien los requerimientos que se estimen necesarios presentar y tener respuesta con argumentos sólidos, basados en evidencia comprobable y difícilmente rebatible. En la lucha por la obtención de financiamiento surgirán interrogantes difíciles, para las cuales es necesario ir construyendo respuestas entendibles y creíbles para las autoridades que toman las decisiones, como también, para conseguir la adhesión de la opinión pública.
"Dos tipos de opciones han sido cruciales para inclinar los resultados hacia el éxito o el fracaso: la planificación a largo plazo y la voluntad de reconsiderar los valores fundamentales"1.
Con la masificación de las llamadas redes sociales2 y la enorme capacidad del ciudadano común de acceder a información, todas las actividades del hombre pueden potencialmente estar bajo escrutinio público. Las adquisiciones de defensa son controversiales en ese aspecto, principalmente debido al costo económico que involucran y a la intangibilidad de sus efectos a ojos de quienes no están familiarizados con ellas. Sumado a esto, las restricciones financieras para este sector han ido en progresivo aumento, provocando que justificar la adquisición de material bélico se haya hecho una tarea aún más compleja. Estas dificultades han solido ser sorteadas en Chile utilizando el concepto de polivalencia de los medios, sin embargo, se puede aplicar solo parcialmente para medios tales como los submarinos, asociados casi exclusivamente al área de misión3 “Defensa de la soberanía e integridad territorial"4.
El presente trabajo no pretende efectuar un análisis económico ni detallar hipótesis de conflicto de clasificación reservada o superior, sino pretende establecer que, mediante el uso de información pública, es posible justificar la existencia de la actual Fuerza de Submarinos, a la vez que pueden evidenciarse ciertas brechas en ella para la satisfacción de las necesidades del país. Para lo anterior, la argumentación será elaborada desde cuatro perspectivas: las tres primeras orientadas a su justificación mediante (1) fundamentos políticos, (2) particularidades nacionales y (3) ejemplos históricos; mientras que la cuarta (4) propondrá una visión acerca de la suficiencia de la actual Fuerza de Submarinos desde el punto de vista del área de misión de la defensa.
La definición de aspiraciones de un país es sin duda relevante, pero un análisis prospectivo es fundamental para prever qué podría eventualmente contraponerse a ellas. La “Política de Defensa Nacional 2020"5 reconoce que “la paz y seguridad internacional no se alcanzan mediante la pura ausencia del conflicto armado, sino con una acción colectiva basada en un enfoque preventivo” (Ministerio de Defensa Nacional, 2020, pág. 11). Sin embargo, se debe ser consciente de los peligros que se corren en caso de no estar preparados para enfrentar las amenazas y riesgos identificados. En ese sentido, la defensa podría ser asimilada a un seguro más que a un conjunto de bienes muebles, pero, a uno bastante particular, ya que su mera existencia reduce la posibilidad de ocurrencia de “siniestros”. Esta característica, conocida generalmente como capacidad de disuasión, es particularmente potente en una fuerza de submarinos, lo que es puesto en evidencia, a modo de ejemplo, en el “Libro Blanco de la Defensa de Australia"6.
Australia es uno de los países más prósperos y seguros del mundo […]. Esto no significa que el gobierno pueda ser complaciente en su responsabilidad de proteger Australia y sus intereses nacionales. El entorno estratégico puede rápidamente cambiar y debemos estar preparados para responder de manera rápida y efectiva cuando nuestros intereses son amenazados7 (Australian Government - Department of Defence, 2016, pág. 32).
El buen orden regulatorio regional es crítico para asegurar a Australia acceso a un abierto, libre y seguro sistema de intercambio comercial y para minimizar el riesgo de coerción e inestabilidad […]. Los submarinos son un poderoso instrumento para disuadir el conflicto y una potente arma en caso de que el conflicto ocurra8 (Australian Government - Department of Defence, 2016, págs. 70, 90).
Claramente, la ausencia circunstancial de amenazas no justifica una despreocupación por la defensa, más aún considerando que los riesgos pueden encontrarse incluso fuera de las propias fronteras. La conciencia australiana respecto a la relevancia de lo que es denominado por Geoffrey Till como “sistema marítimo global” (Till, 2007, pág. 436), permite, a lo menos, cuestionar la claridad de la política de defensa chilena a la hora de definir su postura respecto a la protección de dicho sistema.
A Chile se le asocia una “condición geográfica esencial9 insular, en base al alto “grado de dependencia de las LCM10 en la paz y en la guerra” (Solís, Manual de Estrategia Tomo I, 1997, pág. 238). En efecto, este grado de dependencia puede constatarse en datos concretos: “95% del petróleo, 83% del carbón y 81% del gas natural son importados” (Deloitte, 2016, pág. 24); 96,4% del tonelaje total de la carga de comercio exterior es transportada vía marítima11 (Servicio Nacional de Aduanas, 2019, pág. 4); y, siendo el cuarto mayor usuario del canal de Panamá12 el 80% del flujo exportador nacional navega por sus aguas13 (Hub news, 2019). Lo anterior otorga una visión de cómo los intereses nacionales pueden encontrarse fuera del territorio nacional, tendencia que aparentemente se mantendrá:
Se espera que para el 2040 el 51% de los automóviles nuevos sean eléctricos. De esta manera la expansión de los vehículos eléctricos favorecerá la demanda de cobre y litio, minerales en los que Chile tiene un liderazgo mundial y se transportan vía marítima (Jordán, 2019).
De igual forma, al referirse el área de misión de la defensa al rechazo de agresiones y actos hostiles contra los “recursos y bienes nacionales” (Ministerio de Defensa Nacional, 2020, pág. 55), se amplía la tradicional visión de la defensa, más allá de sus fronteras: “por su relevancia estratégica, política, económica, comercial y tecnológica, la región Indo-Pacífico representa una zona vital para el desarrollo y prosperidad de Chile en el siglo XXI” (Ministerio de Defensa Nacional, 2020, pág. 40).
Pero pese a esta condición en esencia insular, Chile no está exento de las problemáticas propias de un país continental, lo que conlleva una permanente exposición a amenazas vecinales. La delicada estabilidad de la región (Cavalcanti, 2019) y el historial de relaciones exteriores con países limítrofes, hace que Chile no pueda descartar amenazas. Ejemplo de lo anterior es la reciente “Directiva de Política de Defensa Nacional Argentina 2021”, donde se hace alusión al Estrecho de Magallanes y Mar de Drake como “espacios compartidos” en un afán de “desdibujar, aún más, la lógica política, geopolítica, geolegal y geoestratégica que explica los límites exteriores de la Región de Magallanes y Antártica Chilena” (Guzmán , 2021).
La extrema dependencia marítima en lo comercial y energético, la difícil convivencia vecinal y la creciente efervescencia social, propician un escenario volátil, incierto, complejo y ambiguo (VUCA)14, que hace necesaria una planificación sostenida y, sobre todo, con visión de largo plazo: según Jared Diamond… una de las claves para el éxito.
Cuando se buscan ejemplos históricos del empleo de submarinos no cuesta llegar a la hazaña alemana durante la primera guerra mundial. Al respecto, el contraalmirante Solís cita a los escritores norteamericanos Hailey y Lancelot"15.
Cuán próximo los submarinos alemanes estuvieron de ganar la guerra nunca se sabrá […] Si no hubiera sido por el ingreso de Estados Unidos como beligerante […] es muy probable que Inglaterra habría sido forzada a solicitar la paz (Solís, Manual de Estrategia Tomo I, 1997, pág. 37).
El impacto de los submarinos durante la segunda guerra mundial fue similar, haciéndose también énfasis en su empleo como corsarios mediante ataques a las comunicaciones marítimas del Reino Unido16. Sin embargo, al buscar ejemplos de un empleo distinto al eminentemente bélico, la tarea se vuelve más compleja. Probablemente, el caso más cercano conocido de empleo del arma submarina como elemento disuasivo fue el despliegue del HMS Dreadnought en 1977 para la Operación Journeyman17, como respuesta a la instalación de la base argentina “Corbeta Uruguay”, en la Isla Thule18. “Mientras el gobierno argentino era informado de manera privada por los británicos de que había un submarino nuclear en el área, el resto del mundo no tenía conciencia de lo que ocurría"19 (The Guardian, 2005). Este segundo ejemplo no solo demuestra la finalidad disuasiva de esta operación, sino también su efectividad, al lograr mantener temporalmente controladas las pretensiones argentinas. Al respecto, quien fuera Secretario Británico de Asuntos Exteriores de la época declaró que “si Margaret Thatcher hubiera tomado una acción robusta similar, los argentinos no habrían realizado la invasión de 1982"20 (The Guardian, 2005).
Este argumento (basado en dos ejemplos históricos) podría ser cuestionado aduciendo una dudosa comparabilidad con la realidad nacional. Lo anterior considerando que, en el primer caso, se trató de acciones en tiempos donde el arma submarina era novedad y, por ende, carecía de efectiva oposición; y, en el segundo, debido a que consistió en una operación de un submarino nuclear (no uno convencional), lo que invalidaría el ejemplo para la realidad chilena. No obstante, si bien en el mundo militar la superioridad tecnológica es algo permanentemente en disputa y pocas veces logra ser sostenida en el tiempo, el submarino convencional es la excepción a la regla. Ha logrado mantener una ventaja persistente, incluso en la actualidad, donde “la guerra antisubmarina (ASW) es notoriamente difícil y muchas naciones no son muy buenas para ella"21 (Australian Strategic Policy Institute, 2020, pág. 8). Es más, su empleo y concepción de uso en el presente y el futuro tienen una nueva motivación: “el actual énfasis en operaciones en el litoral con un pronunciado giro desde el profundo océano a escenarios de aguas costeras está influenciando la manera en que los submarinos operan"22 (Annati, 2006); todo esto sin olvidar que “apoyar las operaciones de negación y control del mar seguirá siendo una tarea principal para cualquier submarinos"23 (Kronisch, 2003).
Habiéndose establecido con anterioridad la dependencia de Chile del sistema marítimo global y la relevancia tanto histórica como aquella prevista para el arma submarina convencional en el futuro, pareciera lógico inferir que al menos una de sus tareas en el área de misión de la defensa debiera tener que ver con la protección del mencionado sistema.
“La constatación de que los submarinos proveen capacidades disuasivas únicas, ha sido por mucho tiempo la principal justificación para dicha inversión en armadas cuyos recursos de otra forma se encontrarían severamente restringidos"24 (Australian Strategic Policy Institute, 2020, pág. 12). Pero su capacidad de ocultamiento, la posibilidad de evidenciarse selectivamente, su bajo costo de operación, su gran autonomía y alta permanencia, caracterizan también a esta arma, contribuyendo al logro de la sorpresa que, junto con su letalidad, constituyen sus principales atributos. En el nivel táctico, es capaz de detener abruptamente los planes del adversario; en el nivel operacional, puede dar presencia inadvertida a grandes distancias de sus bases; y en el nivel político-estratégico, provee a la diplomacia de una potente herramienta de negociación (Australian Strategic Policy Institute, 2020, pág. 11). Sin embargo, una gran dificultad para poder desarrollar esta fuerza tiene que ver con el costo económico que significa adquirirla. No es difícil para la opinión pública encontrar que el valor de un submarino “Scorpene” bordeó los 625 millones de dólares (Supervielles, 2020) mientras que la oferta propuesta por el Reino Unido para las tres fragatas “T23” ascendió a 180 millones de dólares (MundoMarítimo.cl, 2004); ambas cifras probablemente disten mucho de la realidad, pero su sustancial diferencia inevitablemente levanta suspicacias en la opinión pública. El marco regulatorio financiero actual lo otorga el “Programa Cuatrianual de Inversiones en Capacidades Estratégicas de la Defensa para 2020-2023” de septiembre 2020, mientras que la “Directiva de Desarrollo de Fuerzas 2020-2031” del Ministerio de Defensa orienta la metodología a la obtención de capacidades25 que, si bien no logra del todo un método Top-Down26, sí permite efectuar una planificación alineada con las áreas de misión.
Sin embargo, la actual configuración y composición de la Fuerza de Submarinos es moldeada por la tradicional concepción de defensa en base a amenazas vecinales, a la que se le asigna un valor fundamental27 (al que se refiere Jared Diamond en la cita inicial), evidenciándose una aparente omisión del valor de la protección del sistema marítimo. Una eventual amenaza a dicho sistema no solo afectaría los intereses propios, sino también los de terceros, lo que requiere de “una respuesta colectiva global” (Till, 2007). Actividades como DESI28 van en la línea de esta necesaria integración internacional, contribuyendo directamente al área de misión Defensa.
Independientemente de posibles hipótesis de conflicto, pareciera lógico entonces que la Fuerza de Submarinos pudiera desplegar simultáneamente una unidad en cada teatro de operaciones conjunto (norte y austral), además de una plataforma orientada a tareas globales de defensa del sistema marítimo. Al margen de la filosofía militar australiana de la “regla de los tres"29 (Australian Strategic Policy Institute, 2020, pág. 34), una mirada nacional más pragmática debería orientarse a lograr una disponibilidad operativa que, a lo menos, permita ciclos de mantenimiento adecuados30, los que habitualmente consumen 1/3 de la vida útil de los submarinos (Wöhren, 2007)31. Con esta restricción básica y con los requerimientos estimados para la Fuerza de Submarinos32, para contar con tres listos a actuar, la lógica indica que a lo menos cinco debieran integrar el inventario naval.
La opinión pública, cada vez con mayor capacidad de influenciar las decisiones de un estado, no está ajena frente a la siempre controversial adquisición de material militar. Esto requiere de un doble esfuerzo que no solo permita justificar su existencia frente al nivel político, sino también ante la sociedad. Si bien no existe fórmula perfecta para lograrlo, ayuda considerablemente contar con una acuciosa evaluación de amenazas y riesgos desde el conductor político, además de directrices claras respecto a cómo pretenden ser enfrentados. Esto da respaldo para una planificación a largo plazo, prioritaria para la Fuerza de Submarinos, ya que la atemporalidad de sus características y su versatilidad para lograr efectos en los distintos niveles de conducción, la trasforman en una herramienta difícil de ignorar.
Teniendo una Fuerza de Submarinos de tradición, entrenada, capaz y creíble, no concebir sus capacidades para proteger los activos sobre los cuales depende casi de manera íntegra la subsistencia de la nación, sería una omisión fatal. En esto no existe margen de error, todos los huevos están en una canasta llamada espacios marítimos, de los cuales depende, sin duda, la prosperidad y la paz del país.
Bibliografía
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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