By ERWIN FREDERICK RIVADENEIRA
El combate naval de Jambelí, ocurrido el 25 de julio de 1941 durante el conflicto entre Ecuador y Perú, enfrentó al cañonero ecuatoriano “Abdón Calderón” con el destructor peruano “Almirante Villar”. Las versiones de ambos países respecto a lo ocurrido son totalmente opuestas: para Ecuador, fue un heroico combate que terminó con la retirada del averiado destructor peruano, mientras que para Perú, fue sólo un incidente en que ambas unidades intercambiaron disparos, hasta que el buque ecuatoriano se retiró.
En varias ocasiones hemos escuchado sobre el combate naval de Jambelí, que enfrentó el 25 de julio de 1941 al cañonero ecuatoriano “Abdón Calderón” con el destructor peruano “Almirante Villar” en aguas del canal de Jambelí, en el marco de la guerra que enfrentó dicho año a ambos países.
Probablemente recordaremos la versión ecuatoriana de este desigual combate, en la cual el pequeño cañonero, al mando del teniente de fragata Rafael Morán Valverde, enfrentó valientemente al indudablemente más poderoso destructor peruano, hasta que éste último debió retirarse del combate al recibir disparos que le provocaron bajas y averías, lo que constituiría el combate más heroico que registra la historia naval ecuatoriana.
Sin embargo, la versión de la Marina de Guerra del Perú respecto a lo que denominan “incidente naval de Jambelí” es bastante distinta, señalando que sólo fue un intercambio de disparos de poco más de 20 minutos de duración, que terminó cuando el buque ecuatoriano se retiró a su máxima velocidad y se ocultó aprovechando la geografía, sin ser perseguido, en un incidente que apenas se menciona en la historia naval peruana. Dada la disparidad de ambas versiones, se nos plantea la inquietud de intentar acercarnos al hecho histórico, sin interpretaciones influenciadas por los intereses de ambos países. ¿Pudo un remolcador adaptado como cañonero, de 57 años de antigüedad, de apenas 300 toneladas, dos cañones de 76 mm, uno “de saludo” de 47 mm y dos antiaéreos de 20 mm, derrotar en combate a un destructor de 1.600 toneladas, 24 años de antigüedad y cuatro cañones de 102 mm, además de cuatro montajes antiaéreos y nueve tubos lanzatorpedos?
En este artículo, plantearemos los antecedentes previos, las características de las unidades participantes, las versiones de ambos países, los resultados, las acciones posteriores y un análisis de contraste de hipótesis, el que nos permitirá aproximarnos a lo realmente ocurrido ese día y obtener algunas conclusiones.
Antecedentes de las operaciones
Habiéndose iniciado en varios puntos de la frontera terrestre los primeros enfrentamientos armados entre Ecuador y Perú el 5 de julio de 1941, producto de disputas territoriales sin resolver, estos fueron escalando progresivamente a medida que pasaban los días.
El cañonero “Abdón Calderón” era uno de los tres buques que podrían denominarse “de combate” de la marina ecuatoriana. Los tres tenían denominaciones que reflejaban sus limitadas capacidades reales para ello: buque escuela “Presidente Alfaro”, cañonero “Calderón” y aviso “Atahualpa”. Sólo los dos últimos estaban en condiciones de participar al iniciarse las hostilidades, ya que el “Alfaro” se encontraba navegando en las islas Galápagos.
A cargo de su nuevo comandante, el teniente de fragata Rafael Morán Valverde, quien asumió el mando el 30 de junio en carácter de interino, el “Calderón” efectuó diversos trabajos para instalar y reparar armamento, además de mejorar la operatividad de su maquinaria, lo que le permitió efectuar entre el 12 y el 16 de julio una misión de reabastecimiento a la provincia costera de El Oro. A su retorno a Guayaquil, efectuó urgentes reparaciones en la artillería principal.
El 23 de julio, Perú inició una ofensiva sobre la provincia en disputa, por lo que Ecuador, para mejorar las condiciones de las fuerzas que defendían esta provincia, a la medianoche del 24 de julio dispuso el zarpe desde Guayaquil del cañonero “Calderón”, con la misión de escoltar las motonaves “Olmedo”, “La Pinta” y “Deisy Edith” que transportaban hacia Puerto Bolívar alrededor de 800 soldados, pertrechos bélicos y víveres, como refuerzos y abastecimientos a las unidades terrestres en la frontera sur.
El convoy arribó a Puerto Bolívar a las 08:30 del 25 de julio e inició el desembarco del personal y del material, siendo interrumpidos por el ataque de un avión peruano, sin mayores consecuencias. El cañonero ecuatoriano salió del puerto entre las 10:25 y las 10:30 horas, para tener más espacio para repeler algún ataque de la aviación peruana o para hacer pruebas de su armamento. Mientras se encontraba navegando en el canal de Jambelí, a las 11:15, el vigía avistó un buque enemigo, que posteriormente se identificó como un destructor.
Por su parte, al inicio de este conflicto la marina peruana contaba con ocho unidades de combate: dos cruceros, dos destructores y cuatro submarinos. Sin embargo, sólo la mitad de ellos estaban en condición operativa. De los destructores, el “Almirante Villar”, al mando del capitán de fragata Hernando Tudela y Lavalle, estaba en condiciones de navegar y así participó en las primeras acciones, que incluyeron el traslado desde su puerto base, Callao, a Zorritos, en el área fronteriza con Ecuador, ejecutando ejercicios, así como acciones de patrullaje y de escolta, las que no incluían entrar a aguas ecuatorianas. No obstante, el día 23 esto cambió y las unidades de combate peruanas, a las que ya se habían agregado las dos unidades de superficie y las dos submarinas faltantes, recibieron nuevas instrucciones.
El día 25, el destructor “Villar” zarpó desde Puerto Pizarro con la misión de ingresar en aguas ecuatorianas y efectuar patrullaje, reconocimiento de la zona e interceptar convoyes que se dirigieran a Puerto Bolívar. Poco después de las 11:00 horas, avistó a una unidad desconocida en las inmediaciones del canal de Jambelí, que posteriormente identificó como el cañonero “Calderón”.
Unidades enfrentadas
El cañonero ecuatoriano “Abdón Calderón” tenía una tripulación de 54 hombres, 300 toneladas de desplazamiento y fue construido como remolcador en 1884. Artillado con posterioridad, su armamento consistía en 2 cañones Armstrong de 76/40 mm, con un alcance efectivo de 4 km; 2 cañones Hotchkiss de 47/40 mm (sólo el de babor operativo), considerados “de saludo” por presentar un excesivo desgaste en su ánima; y 2 montajes antiaéreos de 20 mm. Su motor propulsor de 150 HP le permitía navegar a una velocidad máxima de 8 nudos.
El destructor peruano “Almirante Villar” era de fabricación rusa, de la subclase “Orfey”, parte de la clase “Novik”, con una tripulación de 168 hombres, 1.440 toneladas de desplazamiento y fue construido en 1915. Su armamento consistía en 4 cañones de 102/60 mm, con un alcance efectivo de 15 km; 3 ametralladoras; 1 cañón antiaéreo de 40 mm y 9 tubos lanzatorpedos de 457 mm. Su propulsión de turbinas a vapor de 32.000 HP le permitía obtener una velocidad superior a los 27 nudos.
Ambas unidades tenían artillería de puntería manual e independiente por cada pieza. El armamento principal del buque peruano era de un modelo británico de 1911 (fabricado en Rusia) y contaba con el apoyo de un telémetro. Por su parte, los dos cañones Armstrong del buque ecuatoriano eran de 1869 y 1919.
El entrenamiento de los artilleros de ambas unidades parece no haber sido óptimo: los del “Calderón” recién el día anterior habían embarcado la munición y se habían efectuado reparaciones urgentes en los cañones, que aún no habían sido probados. Por su parte, los del “Villar” tenían bastante personal recién transbordado, incluyendo a su oficial artillero.
La versión ecuatoriana del combate
Basados en los dos partes del teniente Morán Valverde y diversas fuentes de la historia naval ecuatoriana, la podemos resumir de la siguiente manera:
Mientras el cañonero “Calderón” se encontraba navegando en el canal de Jambelí, a las 11:15 el vigía avistó un buque enemigo a la cuadra de babor y que se dirigía con proa al “Calderón”, así como también el humo de varios buques más lejanos que se presumió eran del resto de la escuadra peruana.
El buque avistado, gracias a su velocidad, se acercó cambiando varias veces de rumbo intentando cortar la proa del “Calderón”. El Comandante ordenó caer 180° a estribor para regresar a Puerto Bolívar, dada la imposibilidad de aceptar combate al buque enemigo en aguas abiertas.
También el buque peruano cayó a estribor, navegando con rumbo paralelo al cañonero ecuatoriano. A las 11:25 se ordenó cubrir puestos de combate y a las 11:30, el enemigo abrió fuego. Al verse el fogonazo del disparo de la unidad enemiga, ya reconocida como destructor, contestó inmediatamente el “Calderón”.
El combate se prolongó hasta las 11:46 horas, instante en que el enemigo quedó oculto a la vista por haber entrado el “Calderón” tras la Boca de Jambelí. Se sostuvo la acción con un solo cañón y los dos montajes antiaéreos, ya que al cañón de popa se le rompió el percutor, después de un único disparo que impactó en la popa del buque enemigo. También el antiaéreo de popa hizo varios impactos en la superestructura.
Desde los primeros disparos fue alcanzado el destructor peruano “Villar” y pese a que sólo un 30% de la munición funcionó correctamente, se consiguieron al menos cuatro impactos importantes, que produjeron 25 bajas. La última granada penetró por el costado, sobre la línea de flotación, estallando en el departamento de máquinas, provocando grandes destrozos y un incendio, que dejó al buque inutilizado, específicamente sus delicadas turbinas, y así el “Calderón” derrotó al “Villar”, en un combate memorable, sin sufrir daños.
Terminada la acción, el “Calderón” fondeó en Puerto Bolívar a las 12:11 horas; a las 13:42 fue atacado por dos aviones enemigos, a los que obligó a huir después de 15 minutos de nutrido fuego. Mientras que el “Villar” tuvo que ser remolcado por un crucero para volver a su base en Callao.
La versión peruana del incidente
Basados en el parte del comandante Tudela (que lo denomina combate), el libro bitácora del destructor “Villar” y diversas fuentes de la historia naval peruana, podemos sintetizarla de la siguiente forma:
El incidente naval de Jambelí ocurrió cuando el destructor peruano “Almirante Villar” zarpó de Puerto Pizarro con la misión de ingresar en aguas ecuatorianas a efectuar tareas de patrullaje y reconocimiento en la zona. Aunque debía navegar en compañía del crucero “Bolognesi”, este último presentó averías en las máquinas que limitaron su velocidad a 10 nudos, por lo que quedó atrás. Ya en aguas ecuatorianas y navegando en inmediaciones del canal de Jambelí, a las 11:03 horas avistó un buque por la proa, que debido a la refracción del sol sobre la superficie del agua, no pudo apreciar inicialmente el tipo y nacionalidad, porque no llevaba bandera, por lo cual aumentó la velocidad y al acercarse a 6.000 metros logró identificar que se trataba de un buque ecuatoriano que salía de la boca del Jambelí. A continuación, el buque enemigo, identificado como el cañonero “Calderón”, izó su pabellón, cayendo 180° con el objetivo de buscar protección dentro de los canales.
A las 11:19 horas el “Villar” abrió fuego y al minuto siguiente el buque ecuatoriano realizó su primer disparo, que cayó a 200 metros de la popa del “Villar”, ante lo cual el buque peruano maniobró cayendo a babor e incluso navegando en círculos, a fin de poder emplear más sectores de fuego de su armamento principal. El buque ecuatoriano siguió combatiendo, a la vez que avanzaba a toda máquina en dirección a la boca del Jambelí. Tras 21 minutos de intercambio de disparos, un total de 41 por parte del “Villar”, de los cuales dos, a pesar de los constantes cambios de rumbo y la refracción ya mencionada, habrían hecho impacto, concluyó el incidente.
El “Villar” se reunió posteriormente con el crucero “Bolognesi” y retornó a Puerto Pizarro a las 15:00 horas.
Resultados y acciones posteriores
El destructor “Villar” continuó con sus operaciones durante la guerra, incluyendo un bombardeo sobre la guarnición ecuatoriana en isla Capones el día 27 julio, hasta el 1 de octubre en que arribó al puerto del Callao, después de 85 días de despliegue. La Marina peruana mantuvo efectivamente el bloqueo de las costas ecuatorianas en el área de operaciones, durante el resto de la guerra.
El “Abdón Calderón” sufrió algunos daños en su maquinaria, aparentemente al forzar su motor. Sin embargo, éstos no fueron detectados en Puerto Bolívar, no fueron evaluados como tan graves o permitían una reparación posterior, ya que en la madrugada siguiente zarpó para regresar a Guayaquil, escoltando a los mismos buques que en su viaje de ida a Puerto Bolívar. Sin embargo, después de esta navegación no volvió a participar activamente en combate.
Las unidades navales ecuatorianas, en clara desventaja material, se mantuvieron en Guayaquil y no volvieron a efectuar misiones logísticas, de apoyo o salir a disputar el control del Golfo de Guayaquil o del Canal de Jambelí a las unidades peruanas.
Perú, contando con el control del mar, continuó la ejecución de su plan ofensivo (o contraofensiva desde su punto de vista) con la invasión y captura de la provincia de El Oro, incluyendo Puerto Bolívar, lo que junto a otras acciones de ocupación en diversas áreas de la frontera les permitió negociar ventajosamente la paz en el Protocolo de Río de Janeiro.
Análisis de contraste de hipótesis
Para intentar esclarecer cuál de las versiones se aproxima de manera más realista a los hechos, efectuaremos un análisis de contraste de hipótesis, también conocido como análisis de hipótesis competitivas (Analysis of Competing Hypothesis, ACH), técnica de análisis de inteligencia que permite, a través de la evidencia, descartar las hipótesis con mayores inconsistencias para facilitar las tareas de análisis, al dejar fuera explicaciones que tienen una menor probabilidad de ocurrencia.
Este método de análisis es especialmente recomendado cuando las hipótesis son muy distintas o mutuamente excluyentes.
Para ello planteamos seis hipótesis sobre lo ocurrido, las que quedarán en las columnas de la matriz, y las contrastamos con nueve evidencias, las que formarán las filas de la matriz.
Comparamos cada una de las evidencias con cada hipótesis, estableciendo si es muy consistente (CC), consistente (C), no apreciada, no aplicable, no relevante o neutra (N), inconsistente (I) y muy inconsistente (II), lo que genera valores sólo para las dos primeras (CC=+2 y C=+1), los cuales sumados establecen un nivel de consistencia para cada hipótesis, siendo los valores más positivos los más consistentes. Asimismo, es posible analizarlo desde el punto de vista opuesto, dando valores (negativos) sólo a las dos últimas opciones (II=-2 e I=-1), lo que sumados nos darían una idea del nivel de inconsistencia de dicha hipótesis.
En la evaluación asumimos que los partes de combate de los respectivos comandantes (dos por parte del ecuatoriano, uno del 28 de abril y otro del 12 de agosto y uno por parte del peruano, de la misma fecha del enfrentamiento) y el libro de bitácora del “Almirante Villar” son correctos, es decir, no están adulterados y son confiables en lo que relatan que sucedió a bordo de sus respectivos buques, pero menos confiables cuando relatan lo que apreciaron que sucedió a más de cuatro kilómetros de distancia en el buque enemigo. Éstos son evaluados en conjunto con los acontecimientos posteriores, que han sido recogidos por la historia naval de ambos países.
En la siguiente tabla se presentan los resultados obtenidos, en los que las hipótesis planteadas quedaron ordenadas de izquierda a derecha de más a menos consistentes.
De acuerdo a este análisis, las hipótesis más consistentes establecen que ambos buques terminaron el combate sin sufrir averías producidas por el enemigo. En contraste, las hipótesis menos consistentes son precisamente las opuestas, las que plantean que los buques recibieron daños producidos por el enemigo, siendo la menos consistente de todas la que señala las graves averías en la propulsión del “Villar”, por lo que habría tenido que ser remolcado.
Conclusiones
Intentando obtener conclusiones imparciales basadas en la evidencia disponible, cuyas fuentes se detallan en la bibliografía, y con el apoyo del análisis de hipótesis competitivas, podemos concluir que:
El comandante y la tripulación del “Calderón” enfrentaron al enemigo, indudablemente muy superior en velocidad y artillería, y ejecutaron la única acción táctica realizable en este desigual combate, ocultarse en cercanías de costa y salir del campo de tiro del “Villar”.
El comandante y la tripulación del “Villar” dispararon al “Calderón” mientras fue posible, maniobrando para tener en arco de fuego el máximo de sus baterías, sin forzar una imprudente persecución en aguas enemigas restringidas y manteniendo una distancia que le permitía explotar la ventaja en alcance de su artillería.
Si lo consideramos como un triunfo táctico del “Calderón”, dado que el buque peruano se retiró de aguas ecuatorianas, no pudo ser utilizado con alguna repercusión estratégica en esta área de operaciones y no tuvo relevancia en el desarrollo y final del conflicto.
En definitiva, lo más probable es que ninguna de las dos unidades haya sufrido daños producto de los disparos enemigos y es casi descartable que alguna de ellas hubiese recibido averías graves.
Bibliografía
Versión PDF
Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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