El presente trabajo versa acerca de la necesidad china de contar con una capacidad de reacción militar sobre un vasto territorio marítimo, mediante la capacidad del empleo de fuerzas navales con un componente expedicionario, capaz de contribuir de manera efectiva al control de puntos de interés en la llamada nueva ruta de la seda, actualmente denominada como one belt, one route.
Si China efectivamente quisiera llegar a convertirse en la potencia hegemónica que aspira ser, hay ciertas condiciones que podrían facilitarle la tarea, como aumentar el desarrollo de su territorio interior, acceder de manera libre a los mares del mundo y consecuentemente desarrollar una marina al nivel de una potencia. Es por esto que, desde hace tiempo, el gigante asiático, ha llevado a cabo notorios esfuerzos de gran significado geopolítico, con el fin de tener una salida más expedita al mundo. Como estrategia para el logro de dichos objetivos, China ha manifestado su intención de buscar nuevos espacios al sur de Asia y proyectar lo que ellos denominan como la “nueva ruta de la seda”, también conocida como “One Belt, One Route” (Valenzuela, 2018).
China ha llevado a cabo grandes esfuerzos por tratar de consolidar una posición geopolíticamente favorable en el mar y en los archipiélagos de la China meridional, sumado a la iniciativa de establecer lo que se denomina como la “nueva ruta de la seda”, la que incluye el desarrollo de nuevas rutas de comunicaciones tanto terrestres como marítimas, además del fortalecimiento de las ya existentes (Valenzuela, 2018), lo anterior probablemente requerirá de una relativa capacidad de control del espacio físico donde transitan los intereses comerciales de China.
La consolidación de una ruta comercial, tanto terrestre como marítima, potencialmente requeriría tener la capacidad de tener el control sobre las mismas. En este sentido, puede plantearse como de interés para China, contar con una capacidad de respuesta en el territorio marítimo y terrestre donde busca desarrollarse, dado lo cual, cobraría relevancia, el contar con un poder naval, con capacidad de control marítimo, como de proyección a tierra, además de poder consolidar posiciones en tierra en los diversos archipiélagos del mar de la China meridional.
Durante el año 2013 el presidente chino, Xi Jinping tuvo la idea de establecer una ruta comercial para unir a cerca de 68 países a través del comercio internacional, esto tendría una inversión aproximada de 1.4 billones de dólares. Esta nueva ruta estaría compuesta por vías de comunicaciones terrestres y marítimas. En esta ruta se encontraría cerca de un 75% de las reservas de energía, afectaría a un 70% de la población mundial y generaría casi el 55% del PIB de todo el mundo (Valenzuela, 2018).
Lo que propone el denominado one belt, one route es conectar a China con Europa a través de un complejo ferroviario y a través de una vía marítima a China con África y Europa, lo anterior presenta una serie de acciones que demandarán de una gran capacidad de control y administración, por cuanto se evidenciará un crecimiento notorio en el ámbito geopolítico de China, esto implica entre otras cosas: Desarrollar una ruta ferroviaria entre Asia y Europa, la adquisición del puerto de Kumport, en Turquía y el de El Pireo en Grecia, teniendo así la entrada a Europa, la unión de Gwandar, en Pakistán, con el oeste de China, desarrollando un corredor China-Pakistán, el desarrollo de un complejo en Minsk y en Malasia y el desarrollo de una Base Militar en Djibouti (Valenzuela, 2018).
Fuente: http://si.wsj.net/public/resources/images/P1BR865_CAPEC_16U_20141107194517.jpg
Si bien el one belt, one route tiene como espacio preferente de desarrollo Asia, África, Europa y China, también se ha visto por parte de China interés en desarrollar iniciativas similares en América Latina (Valenzuela, 2018), dejando ver la intención de desarrollar una política global y expandir su comercio a todo el mundo.
El concepto de poder naval fue hecho conocido por el capitán de la Armada de los Estados Unidos, Alfred Thayer Mahan en el año de 1890, en su libro The Influence of Sea Power Upon History. La teoría de Mahan era que los países que contaban con grandes y poderosas organizaciones navales y marítimas tenían influencia directa en los países que ocupaban y su capacidad para proyectar el poder militar les daba una posición dominante, permitiéndoles adquirir riquezas y ocupar una posición ventajosa (Kouyoumdjian, 2017).
Claramente lo que Mahan escribió en 1890, fue en el contexto de Estados Unidos de fines del siglo XIX, usando el ejemplo de la exitosa fórmula empleada por la Corona Británica, en términos de contar con una Armada robusta, capaz de proyectar su poder militar donde fuera que sus intereses se encontraran alrededor del mundo, lo cual, como es sabido, trajo consigo prosperidad y prestigio para la Corona (Kouyoumdjian, 2017).
Otros autores, tales como Geoffrey Till, utilizan un tipo de análisis distinto para explicar qué otorga el poder naval, centrándose principalmente en los beneficios y estado final deseado del empleo y la inversión en medios navales y marítimos, utilizando lo que denomina como el concepto de entrada y salida, entendiéndose como la cantidad de medios que se emplean en la consolidación del poder naval y cuánto es el eventual beneficio de esto (Kouyoumdjian, 2017).
Si hoy en día se reunieran Mahan y Till, muy probablemente coincidirían en que el propósito del poder naval es la proyección del mismo en el mar y desde el mar. Por otro lado las nuevas tecnologías permiten proyectar el poder militar desde tierra al mar, en forma de misiles, aeronaves u otros artefactos (Kouyoumdjian, 2017). Dado lo anterior, la forma clásica de definir el poder naval, donde éste sólo es aplicado por plataformas navales, no estaría en concordancia con los actuales medios tecnológicos, entendiendo como poder naval la capacidad de controlar las líneas de comunicación marítimas mediante el ejercicio de la fuerza, apoyado por una posición favorable donde establecer las propias bases de apoyo logístico (concepto de fuerza por posición).
Habiendo cubierto el tema conceptual del poder naval a lo largo de los párrafos precedentes, cabe preguntarse si es China una potencia naval, lo anterior evitando caer en la simple percepción de su cantidad de medios navales, sino que observando si China efectivamente tiene una capacidad de proyectar su poderío a través del mar, desde el mar o desde tierra al mar.
Todo indica que China desarrolla importantes esfuerzos por llevar a cabo una efectiva proyección de su poder e influencia en las regiones marítimas y países costeros del mar de China meridional. Aunque es difícil determinar con exactitud en la actualidad si esa proyección de poder es o ha sido exitosa (Kouyoumdjian, 2017).
Los cambios en el escenario actual y el desarrollo de nuevas amenazas, hacen necesario contar con fuerzas militares capaces de responder a una gran variedad de sucesos críticos en diversos lugares y en un corto período de tiempo, esto con una capacidad de respuesta adecuada a la amenaza que se presente. Lo anterior requiere de fuerzas de proyección que además de mantener sus características de equilibrio y versatilidad, posean la capacidad de exploración y vigilancia, de inter operatividad, de persistencia en escenarios lejanos y de supervivencia en ambientes demandantes (Montagna, 2014).
Las operaciones expedicionarias, están orientadas a la realización de operaciones militares en otro país. El concepto expedicionario, dice relación con la ejecución de una acción de carácter temporal, esto es que considera una retirada una vez cumplida la misión (Montagna, 2014). Esta capacidad permite el rápido despliegue de medios militares dónde y cuándo los intereses nacionales se vean afectados.
La capacidad de dar una rápida respuesta militar a una determinada crisis o amenaza, no sólo dice relación a operaciones de combate, también a la de desarrollar operaciones militares distintas de la guerra, de manera tal de tener un control efectivo sobre una determinada área de interés, teniendo la capacidad de responder militarmente a una amplia gama de contingencias que puedan presentarse.
Como se mencionó anteriormente la capacidad de proyectar el poder desde el mar a terreno interior y viceversa, o en operaciones militares distintas de la guerra y de incluso tener la capacidad de evacuar a no combatientes, señalan una parte importante del poder naval de un país, entre otros contribuye a un ejercicio del control positivo de su mar y donde lleva a cabo sus actividades comerciales.
China ha demostrado un interés en consolidar una ruta comercial que le permita convertirse en la potencia que aspira a ser, ésta no sólo considera rutas marítimas, sino también terrestres, lo cual señala un enorme desafío considerando la gran cantidad de territorio a cubrir y la gran inversión económica a realizar.
China mediante la activación del one belt, one route requerirá de un poder militar capaz de contribuir de manera efectiva a la seguridad de las rutas que desea implementar, además de los puertos e instalaciones necesarias para soportarlas, en este sentido el poder naval de China juega un rol principal, debido a que gran parte de su comercio exterior se desplazará vía marítima. La interrogante que se plantea es que si ¿es el poder naval de China capaz de contribuir de manera efectiva al desarrollo de sus nuevas rutas comerciales? Ahora bien, esto lo sabremos con el tiempo, lo cierto es que China va en demanda de potenciar dichas vías de comunicación.
Si gran parte de su comercio se desplazara vía marítima, si se hiciera uso de instalaciones portuarias lejos de sus fronteras, todo esto en un mundo que enfrenta diversas amenazas, se cree necesario que deban contar con una capacidad de respuesta militar que haga posible en corto tiempo reaccionar en diversos escenarios. En este sentido, contar con una capacidad expedicionaria que le permita a China hacer frente a estas amenazas y contribuya a dar seguridad a sus nuevas rutas y con ello credibilidad y seriedad al one belt, one route, proyectando el poder naval en el mar, desde el mar y hacia el mar, se vislumbra como algo muy necesario como complemento para llevar a cabo un buen proceso de expansión de su comercio exterior.
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China is expanding its naval operations in the Pacific Ocean. Its Coast Guard is the focal point to the expansion of its maritime activities and is soon to start counter-drug patrols in the coastlines close to Latin America. These operations can be understood in a larger context of what China is seeking, considering both its millennia-old and recent history and how the Pacific fits strategically into this objective.
El sistema internacional contemporáneo está marcado por una gran interdependencia entre los actores que lo componen, demostrando una configuración de equilibrio de poder clásico en ascenso. El uso de la fuerza, en todas sus expresiones, está cada vez más alejada de la realidad de las relaciones internaciones y política exterior de los Estados, fortaleciendo cada vez más el uso de una política enmarcada en el Soft Power (poder blando) para lograr los objetivos planteados. China, como potencia emergente, ha tomado esta forma de mostrarse al mundo, demostrando gran pragmatismo, pero no ha estado exenta de mostrar problemas en la ejecución y materialización de este tipo de política exterior.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1001
Julio - Agosto 2024
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