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China, actor clave para la consolidación de los corredores bioceánicos

China, actor clave para la consolidación de los corredores bioceánicos

La integración territorial, económica y cultural entre los Estados de América del Sur es un deseo paraa alcanzar en este nuevo siglo, así lo han reconocido sus mandatarios en los diferentes foros y reuniones tanto bilaterales como multilaterales. En tal sentido, los corredores de integración bioceánicos representan la mejor herramienta para obtener este anhelado objetivo, ya que, a través de su infraestructura, facilitan el flujo de personas, bienes y servicios que permiten contribuir al desarrollo de sus pueblos. Del mismo modo, y reconociendo la fuerte influencia política y económica - comercial alcanzada por China en estas latitudes, se hace necesario identificar cuál es su relación actual y futura con las principales economías de la región; a saber: Chile, Brasil y Argentina y su vinculación a través del desarrollo de los corredores bioceánicos como una oportunidad para consolidar la integración Asia - Pacífico - Latinoamérica.

Durante una jornada de discusión respecto del desarrollo de nuestra nación y su relación en el entorno sudamericano, realizada en el marco de una actividad docente en la Academia de Guerra Naval el año 2018, se destacó como uno de los principios de nuestra política exterior la Cooperación Internacional, y específicamente la que llevamos a cabo en América del sur en pos de alcanzar la anhelada integración territorial, económica y cultural. En tal sentido, los recientes protocolos de acuerdos entre Chile y Brasil respecto de la actualización de un nuevo Tratado de Libre Comercio (TLC), junto con la integración económica y fronteriza reafirmada recientemente por los mandatarios de Chile y Argentina, lo que sumado a nuestra decidida integración al bloque económico de la Alianza del Pacífico y la próxima reunión del Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico, APEC 2019 a realizarse en Chile, vuelven a colocar en primera fila la necesidad de consolidar los corredores bioceánicos como parte de la infraestructura crítica necesaria para su materialización y desarrollo.

Del mismo modo y reconociendo que el crecimiento económico de nuestra nación durante los últimos años ha estado marcado por la relación política, económica-comercial y cultural con China, alcanzando durante el año 2017 un monto total de intercambio comercial de US$ 35.000 millones, sumado a nuestra reciente incorporación a la iniciativa de la franja y la ruta, más conocida como One belt, One Road, nos presenta una realidad que permitirá relacionarnos de manera estratégica respecto de las aspiraciones de China en nuestra región, al focalizar su integración en base a la infraestructura, comercio e inversión en todas las rutas comerciales, incluyendo ahora a Sudamérica, a través de la ejecución del proyecto de cable submarino transpacífico, el cual unirá digitalmente a ambos países, y que se presenta como una oportunidad que contribuirá a consolidar nuestra posición como país puente entre Asia y América del sur.

A partir de esta realidad, se abordará la importancia que representan los corredores bioceánicos en nuestro desarrollo económico presente y futuro, teniendo a la vista nuestra futura conectividad digital con Asia y a nuestros principales socios comerciales de la región; a saber: Argentina y Brasil y su vinculación con China, como la segunda economía mundial.

Discusión

En la actualidad el 14% de nuestras exportaciones son hacia América Latina, donde destaca Brasil como nuestro quinto socio comercial a nivel mundial con US$ 3.440 millones en exportaciones y Argentina como el segundo país latinoamericano desde donde provienen nuestras importaciones con un monto total de US$ 2.790 millones, lo que nos muestra una realidad de conectividad que requiere nuestra atención y análisis.

Por otra parte, es indudable que el océano Pacífico se ha convertido en el centro mundial de intercambio de bienes y servicios, en tal sentido, la APEC se presenta como el mayor espacio para facilitar el comercio, cooperación e inversiones en la región Asia-Pacífico, permitiendo acceder a un mercado cercano a los 4.000 millones de consumidores y que posiciona a nuestro país como puerta de entrada hacia América del sur y puente hacia el océano Atlántico, a través del desarrollo de corredores bioceánicos de integración, los cuales permiten configurar un potente escenario económico a corto, mediano y largo plazo.

Un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), indica que para el año 2050 se duplicará la demanda de alimentos en el mundo, ello, por un aumento de 2.300 millones de habitantes, concentrados en el hemisferio Norte, Asia y África, respectivamente, y que presenta una realidad regional donde Brasil y Argentina, potencias alimentarias, requerirán de acuerdos e infraestructura necesaria para comercializar sus productos a nivel mundial.

Desde la década de 1970, Chile, junto con los países de la región, ha realizado múltiples esfuerzos por alcanzar la conectividad terrestre, materializando durante la década de 1990 el mayor desarrollo a nivel nacional a través de los conocidos corredores bioceánicos, los cuales fueron incorporados y potenciados dentro del contexto multilateral de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). Al respecto, fue en agosto del año 2000, durante la primera reunión de presidentes sudamericanos desarrollada en Brasil, donde se acordó iniciar un trabajo conjunto destinado a consolidar una visión regional sobre la configuración y modernización de la infraestructura existente, surgiendo la iniciativa para la Integración de Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA).

A partir de esta realidad y reconociendo nuestra ubicación geográfica, la contribución que nuestro país puede hacer al desarrollo regional, pasa por los acuerdos y negociaciones que se alcancen con Argentina, ya que además de compartir una de las fronteras terrestres más extensas del mundo, cuenta con amplios acuerdos bilaterales sobre la base de conexiones físicas y culturales, las cuales en las últimas décadas han permitido seguir desarrollando iniciativas tendientes al bienestar de sus pueblos. Lo anterior se refuerza con la identificación por parte de la IIRSA, de tres de los diez Ejes de Integración y Desarrollo* (EID) de América Latina entre nuestras fronteras, configurando de esta manera una posición estratégica relevante en el contexto sudamericano y que permite desarrollar en forma cooperativa y coordinada acciones de planificación (política y económica) entre nuestros Estados, con el fin de consolidar un sistema de transporte que sea cada vez más eficiente, seguro e integrado.

Análisis estructural de los corredores bioceánicos

Respecto de la configuración del transporte terrestre-marítimo, ambos países (Chile – Argentina) han seguido las recomendaciones del IIRSA, adoptando un desarrollo integrado a lo largo de cuatro corredores o ejes de conexión y que se materializan a través del eje de capricornio, eje Mercosur- Chile, eje sur, eje patagónico y austral.

Es el Eje Mercosur – Chile el que indudablemente marca la agenda de integración, lo anterior, debido a que es a través de este corredor donde se materializa el mayor intercambio de bienes y servicios, alcanzando el 47.7% del PIB sudamericano y donde está presente el 34.9% del total de población de América del sur con un mercado de 141.453.273 habitantes. Del mismo modo, la composición geográfica del comercio del Mercosur con el resto del mundo, indica que durante el año 2016 y primer semestre de 2017,* un 30.5% de las exportaciones y un 30.6% de las importaciones se materializaron con el continente asiático, evidenciando una importante dependencia económica hacia oriente, presentándose como una oportunidad para nuestro país, al ser el enlace natural entre ambos mercados, siendo por tanto necesario seguir avanzando en la consolidación de la infraestructura vial y portuaria chileno – argentina.

Estando de acuerdo ambas naciones con esta necesaria integración, a contar del año 2014 se comenzó a trazar el plan maestro de pasos de frontera con un horizonte al 2030, iniciativa que busca desarrollar la infraestructura necesaria para avanzar hacia un sistema de conectividad fronterizo diversificado y descentralizado, permitiendo en algunos pasos otorgar conectividad los 365 días del año. Actualmente, el monto total de inversiones para el caso nacional asciende a US$ 2.067 millones y para el caso de Argentina un monto total de US$ 2.000 millones. Su configuración está dada por los pasos que se indican en la figura 1.

Figura 1. Configuración de los Corredores Bioceánicos Chile – Argentina. Principal vía de comercio exterior Eje Mercosur – Chile. Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Ministerio de Obras Públicas de Chile, Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile y Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales.

 Con todo lo anterior y con una mirada a futuro, nuestro país será sede de APEC-2019, momento en el cual se interrelacionará con las principales economías del Asia-Pacífico y donde uno de los principales temas a desarrollar será la logística y la infraestructura que permita agilizar y facilitar el acceso a los mercados de toda la zona, siendo esta ocasión una excelente oportunidad de consolidar acuerdos y mecanismos de integración regional. Lo anterior se ve potenciado, entre otros, con uno de los proyectos que se encuentran desarrollando Chile y Argentina y que corresponde al nuevo túnel transfronterizo de Agua Negra,* que conectará Chile – Argentina – Brasil (Pacífico y Atlántico) a través de la ruta Coquimbo – San Juan – Porto Alegre, y otro en conversaciones iniciales, donde se busca construir un puerto seco en la región de la Araucanía para conectar el sur de nuestro país con parte de la patagonia argentina, demostrando ambas iniciativas el grado de interés de los Estados en avanzar en una integración económica-comercial.

Integración energética para su desarrollo

Un área importante a considerar cuando se habla de desarrollo de infraestructura, dice relación con la capacidad energética disponible, y en tal sentido, los acuerdos bilaterales alcanzados entre ambos Estados (Chile-Argentina) en pos de establecer una integración energética, sumados a nuevos proyectos de generación de gas natural a ambos lados de la cordillera, nos presenta un escenario que a través del nuevo protocolo adicional al Acuerdo de Complementación Económica N°16 (ACE 16), el cual promueve la libre comercialización de gas natural entre ambos países, nos permitirá materializar intercambios energéticos según las necesidades de cada Estado.

En este contexto, a contar de octubre de 2018, Chile retomó la importación de gas natural desde el yacimiento Vaca Muerta, Argentina, y se encuentra en condiciones de exportar gas natural desde sus dos plantas de GNL; a saber: Quintero y Mejillones.

Lo anterior, permite indicar que el establecimiento de alianzas estratégicas seguirá marcando la agenda bilateral entre ambos Estados. Pero este futuro nos lleva a preguntarnos además ¿qué factores inciden en la seguridad energética? La energía es un factor clave para el progreso y por tanto su seguridad sí es estratégica. En tal sentido, el establecimiento de políticas claras, una adecuada oferta desde el punto de vista económico, la seguridad de su infraestructura y de sus redes de transporte (marítimo y terrestre), son entre otros, factores a considerar para dar seguridad y estabilidad a esta nueva alianza que se vincula directamente con el desarrollo de los corredores bioceánicos.

La actual infraestructura energética presenta siete gaseoductos que conectan a ambos países y que corresponden a: NorAndino y Gas Atacama en la zona norte; GasAndes y Gasoducto del Pacífico en el centro y los gasoductos Posesión N°1 y 2 y Frontera en el sur del país, todos los cuales conforman lo que algunos denominan la carretera eléctrica bilateral Chile – Argentina.

Desde el punto de vista de transmisión de energía y la relación de ambos países con China, la reciente entrada al mercado energético de China Southern Power Grid, empresa que compró el 28% de Transelec* y presentó una oferta por la compra del 26% de Transener S.A.*,  permiten indicar que a corto plazo su contribución desde el punto de vista de conectividad, estará orientado a la integración energética, buscando generar las bases y acuerdos económicos necesarios para establecer y consolidar la configuración de una nueva arquitectura de trasmisión de energía hacia ambos lados de la cordillera, ejecutando en forma conjunta proyectos que busquen explotar las complementariedades que ambos países han desarrollado a lo largo de sus relaciones bilaterales, y que indudablemente contribuirán a mejorar el acceso y disponibilidad de la energía eléctrica tan necesaria para el desarrollo de los corredores bioceánicos del siglo XXI.

China ¿socio estratégico?

El ascenso del gigante asiático es imparable, va camino a convertirse en la primera potencia económica mundial. En este contexto, es necesario preguntarse ¿cuál es el papel que juega América del sur en sus aspiraciones? Al respecto, dicha zona se ha vuelto estratégica para sus fines, buscando aumentar su presencia en la región mediante la expansión del comercio, las inversiones y la cooperación financiera. En tal sentido, creo necesario efectuar un breve análisis de la situación actual de las principales economías regionales y su relación contractual con China.

Chile fue el primer país en el mundo en alcanzar un TLC con China. Actualmente, es el principal destino de nuestras exportaciones, con US$ 17.000 millones y ocupa el segundo lugar de nuestras importaciones con US$ 12.800 millones, siendo, sin lugar a duda, nuestro principal socio económico – comercial. Si a lo anterior se agrega la reciente compra del 24% de la Sociedad Química y Minera de Chile (SQM), representando la mayor inversión de dicha empresa a nivel mundial y también la mayor inversión en Chile en los últimos años, nos presenta un panorama donde un potencial crecimiento de la industria del litio* se proyecta como un factor clave en nuestra economía y relación futura.

Los vínculos con China se siguen intensificando, primero con nuestro ingreso al Banco Asiático de Inversiones e Infraestructura (AIIB) y la llegada a nuestro país de dos importantes entidades financieras, como son: Bank of China y China Construction Bank, y segundo, con la reciente firma de profundización de nuestro TLC respecto de las exportaciones de servicios*, reafirmando, en ambos casos, un compromiso que permitirá desarrollar alianzas estratégicas con industrias multinacionales en pos de incrementar la cooperación y comercialización de diversos productos, siendo ambas señales, acciones que demuestran el grado de acercamiento y confianza entre ambos Estados.

En relación con la exportación de servicios, diversas organizaciones internacionales, expertos y agencias de negocio, han manifestado en forma reiterada la necesidad de aumentar y diversificar nuestra matriz productiva. Ello, con el objeto de dar mayor flexibilidad, empleabilidad y sostenibilidad a nuestras exportaciones, de manera tal que nos permita no ser tan dependientes de los commodities y más competitivos y atractivos en este nuevo mundo globalizado, que cada día demanda más cuidado del medio ambiente y transparencia en la gestión.

En tal sentido, una de las opciones de diversificación más atractivas en la economía contemporánea y con una mirada a futuro la representa la comercialización y exportación de servicios. En la actualidad, nuestro país presenta 16 TLC que incluyen capítulos específicos sobre servicios, siendo uno de ellos con China, país con el cual existe un porcentaje de participación en este rubro de un 23.1% y que entre otras actividades incluye; gestión comercial, telecomunicaciones, comercio electrónico y desarrollos digitales e informáticos, los cuales indudablemente se podrán ver incrementados luego de la reciente firma de adhesión a la iniciativa de la franja y la ruta, que ente otras iniciativas, busca establecer una conexión digital entre Shanghái y Valparaíso a través de la instalación de 24.000 km de longitud de cable de fibra óptica submarino, presentándose así horizonte donde nuestro país podrá consolidarse como puerta de entrada digital del gigante asiático a Sudamérica y como país líder en la exportación de servicios en la relación Asia-Pacífico.

Figura 2. Proposición de conexión digital Chile – China, cable submarino “Transpacífico”. Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Ministerio de Telecomunicaciones y Transporte de Chile.

Para el caso de Argentina, China es el segundo socio comercial, con un potencial de crecimiento que aún no ha sido explotado. El nuevo acuerdo comercial respecto de productos agropecuarios, la apertura al mercado asiático de carne congelada, el apoyo económico para la futura renovación del ferrocarril de la línea San Martín, que permitirá agilizar la circulación de trenes entre las provincias de Buenos Aires y Mendoza, sumado al reciente apoyo del presidente de China Xi Jinping respecto de la solicitud de financiamiento del FMI para la economía trasandina, son señales que reflejan el real interés por comercializar en esta región y del cual Argentina, a través de su presidente, ha reconocido y efectuado un llamado a profundizar las relaciones comerciales entre ambos Estados.

Por otra parte, Brasil y China mantienen una relación política calificada como asociación estratégica integral, la cual se ha desarrollado bajo la comisión sino-Brasileña de Alto Nivel de Concentración y Cooperación – COSBAN y que busca, a través del plan de acción conjunto 2015 – 2021, estrechar aún más los lazos políticos – estratégicos – comerciales y económicos entre ambos Estados, esto, además de la importante vinculación internacional a través de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica conocido como grupo BRICS*, donde entre otras materias de interés, Brasil busca conseguir alianzas estratégicas para incrementar su influencia a nivel mundial.

Pero, sin lugar a duda, con la llegada al poder de Jair Bolsonaro, existe una tremenda incertidumbre respecto de la futura relación política – económica – comercial que tendrá Brasil con el resto del mundo, y en particular con China, siendo esperable preguntarse ¿hasta dónde la octava economía del mundo interrumpirá su relación con China? Diversos medios internacionales ya han especulado al respecto, y pese a su fuerte crítica hacia los regímenes comunistas, en recientes declaraciones ha dejado clara su intención de mantener relaciones comerciales con todo el mundo sin distinción ideológica, evidenciando de este modo, su clara voluntad de mantener y profundizar de manera objetiva y racional su relación con el gigante asiático.

En la actualidad, la economía de Brasil posee un PIB de US$ 2.14 billones y presenta una matriz productiva altamente diversificada, donde su principal socio económico es China, país que ocupa el primer lugar de sus exportaciones con US$ 36.600 millones y el segundo lugar de sus importaciones con un monto total de US$ 23.300 millones, demostrando una alta dependencia económica – comercial.

Por otra parte, las necesidades de Brasil en materia de infraestructura son enormes. Un reciente estudio de The Global Infrastructure Hub, iniciativa de investigación y análisis de infraestructura global promovida por el G-20, estima que Brasil necesitará invertir 2.7 billones de dólares en infraestructura al año 2040, una meta ambiciosa que requerirá de apoyo internacional para su materialización y donde China, como uno de sus principales aliados, ya invirtió durante el año 2017 la suma de US$ 20.000 millones, adquiriendo una especial relevancia en los sectores de generación y distribución de energía eléctrica con un aporte de US$ 3.700 millones.

Con todo lo anterior, y considerando que su actual estructura económica presenta una fuerte dependencia de capitales chinos, estimo que la relación futura entre ambos países seguirá profundizándose, buscando establecer una relación internacional basada en la confianza y respeto mutuo que permita generar las condiciones favorables para el desarrollo de ambos Estados, articulando, entre otros, vínculos culturales, políticos, deportivos y económicos, todos los cuales instan a fortalecer los lazos de cooperación y apoyo en pos de alcanzar el bienestar de sus ciudadanos y el reconocimiento y posicionamiento de ambos países como potencias mundiales.

En síntesis, y teniendo a la vista la increíble penetración alcanzada por China, particularmente en América del Sur, los futuros escenarios políticos – estratégicos – económicos en este mundo globalizado y las necesidades de un desarrollo equilibrado, integrado y sostenible dentro de los países de la región, son, sin lugar a duda, señales importantes para pensar en una futura consolidación de los corredores bioceánicos sudamericanos.

Reflexiones finales

Las ventajas que nuestro país posee como economía de bienes y servicios en este mundo globalizado, se basan principalmente por el establecimiento de políticas públicas y económicas claras y estables, con un recurso humano altamente calificado y una infraestructura de primer orden, todo lo cual permiten establecer y fortalecer mecanismos de comercialización actualmente vigentes con una clara proyección de futuro.

Brasil, buscará destrabar su difícil situación política-económica actual, sin desconocer su influencia y relación con China en pos de alcanzar su consolidación como potencia mundial, por lo que no se descarta la continuidad de sus relaciones comerciales y en tal sentido, Chile y sus corredores bioceánicos, se presentan como una clara alternativa para su materialización.

Por otra parte, Argentina ha dado claras señales de su interés en el océano Pacífico, y por lo integrado de su economía con nuestro país, seguirá desarrollando la infraestructura necesaria que dé cuenta del potencial beneficio mutuo que su desarrollo conlleva.

Finalmente y respecto a la pregunta del enunciado, se estima que China sí será un actor clave en el futuro de los corredores bioceánicos, estableciendo una agenda de integración económica regional, que requerirá de las mejores alternativas estructurales para su materialización y posterior consolidación como mecanismo de integración Asia – Pacífico – Sudamérica.

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