Hace ya 200 años, el libertador general Bernardo O’Higgins, para materializar la organización de una fuerza naval, estableció un mando en jefe a flote y le subordinó el comandante, oficiales y tropa de marina que integrarían las guarniciones de los buques de guerra, quienes pasaron a constituirse en complemento indispensable de las dotaciones navales, participando en las acciones bélicas más destacadas de la historia patria.
Para conmemorar el bicentenario, la Comandancia General del Cuerpo de Infantería de Marina ejecutó un simposio, denominado “Contribución de las operaciones de proyección del poder militar desde el mar al logro de los objetivos nacionales, una visión en el siglo XXI”, al cual se invitó a destacadas personalidades extranjeras y nacionales.
En el mundo globalizado actual, la seguridad nacional se ve afectada incluso por quebrantamientos de la paz, amenazas a la estabilidad internacional o catástrofes lejanas, las que se deben enfrentar para promover la paz y la estabilidad internacional, generando la seguridad exterior necesaria para el desarrollo del país. Ello lo ejecuta el Estado mediante el uso de los instrumentos del poder nacional, sean estos diplomáticos, económicos, tecnológicos, de información y militares.
En el caso del poder militar, posiblemente se requerirá proyectarlo eficazmente hacia donde se requiera su uso, para lo cual se debe disponer de fuerzas expedicionarias que tengan unos atributos mínimos, característicos de las fuerzas navales:
En el contexto geográfico, las costas han constituido históricamente áreas favorables para el asentamiento y concentración de la población. Actualmente el 40% de la población mundial (7,6 billones de personas), vive en una franja de entre 50 a 100 km del océano. Esta situación genera una alta probabilidad de ocurrencia de conflictos o catástrofes con gran impacto humano en estas áreas.
Considerando lo anterior, las OPM, ¿son tan relevantes ahora cómo en otros momentos históricos? ¿Cuál debe ser su importancia o prioridad en la decisión de empleo de la fuerza militar por parte del Estado? ¿Qué elementos deben considerarse en el desarrollo de fuerzas para hacer posible su ejecución?
La situación actual y posibles escenarios futuros fueron expuestos por el profesor Geoffrey Till, reconocido historiador naval británico y profesor emérito de estudios marítimos en el departamento de estudios de defensa del King’s College de Londres y director del Centro Corbett para estudios de política marítima, prolífico autor de temas de estrategia marítima y política de defensa.
En su exposición, el profesor Till reflexionó acerca del actual rol de las fuerzas de infantería de marina y expedicionarias, considerando que pueden adoptar distintas formas (anfibias, para propósitos domésticos, infantería ligera o fuerzas especiales), dependiendo de la visión del futuro que el país tenga y de los requerimientos que esa visión conlleva.
Respecto al futuro marítimo, se plantean tres posibles formas: cooperativo, competitivo y emergente.
El futuro marítimo cooperativo se basa en un sistema comercial mundial marítimo, supra nacional, base de la prosperidad mundial. Este es un sistema amenazado por razones ideológicas, crimen trasnacional, inestabilidades en la zona litoral, eventos meteorológicos catastróficos y conflictos entre Estados, eventos comunes, pero por debajo del nivel de intensidad militar. En esta visión de futuro, el rol de las marinas es proteger al sistema, cooperando entre ellas.
El futuro marítimo competitivo, forma tradicional de funcionamiento de la política internacional, consiste en una lucha para determinar quien obtiene qué, cuándo y cómo, en una competencia entre pares, incluso bélica.
Ambas visiones son efectivamente sistemas ordenados, aunque gobernados por reglas distintas. Muchos Estados establecen políticas militares que tienden a ser una mezcla de competencia y cooperación.
Cuando la potencia militar de los Estados no les es suficiente para alcanzar sus objetivos, aparecen otras formas de lucha, de tipo híbrido. Este tipo de acciones, en un trasfondo de crimen trasnacional y de terrorismo internacional, producen un volumen de información contrapuesta tan grande, que al ser imposible diferenciar lo cierto de lo falso, lleva a la decadencia de la verdad, la autoridad y las reglas, favoreciendo la aparición de una tercera forma de futuro marítimo: anárquico, sin orden ni reglas.
En este contexto, de tres distintas visiones de futuro marítimo, las fuerzas de infantería de marina y expedicionarias necesitan ser calibradas para enfrentar requerimientos cambiantes, debiendo ser capaces de actuar en las tres situaciones.
Algunas ideas para establecer la composición de la fuerza:
En la visión de un futuro marítimo anárquico, las fuerzas de infantería de marina y expedicionarias, basadas en el mar, son idealmente aptas para lidiar con situaciones de emergencia, por su flexibilidad, confiabilidad, simpleza logística y relativa economía, siendo estas características dominantes lo que las hace transformarse en las fuerzas de elección.
Este tema fue expuesto por el teniente general Joseph L. Osterman, comandante general de la Primera Fuerza Expedicionaria de Infantería de Marina de los EE. UU. El general Osterman posee una extensa experiencia operativa, desde comandante de pelotón de fusileros hasta comandante de división de infantería de marina y comandante adjunto del comando de operaciones especiales de los EE. UU., hasta julio de 2018, habiendo participado en operaciones en todo el espectro del conflicto; asimismo, posee una completa formación académica, hasta el punto de haber sido director de la escuela de guerra expedicionaria del cuerpo de infantería de marina de los EE. UU.
En su exposición, el general Osterman abordó la trazabilidad del control del mar y la proyección del poder naval hasta la guerra del Peloponeso, relatando como las cualidades y ventajas del poder naval (el espacio de maniobra, el apoyo logístico preciso y la concentración de fuerzas), lleva inevitablemente a la victoria de una ciudad-estado marítima, como Atenas, por sobre una terrestre, Esparta.
Asimismo, comentó los ejemplos de empleo efectivo del control del mar y la proyección del poder naval en la Segunda Guerra Mundial, en las campañas en África, Italia, Normandía y el Pacífico, que permiten ir conquistando posiciones, estableciendo bases logísticas y proyectando fuerzas, arribando al territorio metropolitano adversario. Asimismo, se presenta el ejemplo de la operación Tormenta del Desierto, en la cual la sola amenaza de una fuerza anfibia creíble permite lograr efectos operacionales muy importantes.
La proyección de poder naval hacia tierra puede ser física o a través de operaciones de información, modelando el escenario a conveniencia. El valor de una fuerza anfibia recae en su capacidad para responder rápida y letalmente con poco aviso y en su flexibilidad para lograr efectos empleando distintas formas de combate y al mar como espacio de maniobra.
Se expuso la validez de la estrategia multinacional para enfrentar los problemas mundiales o regionales, debido al valor de contar con diversidad de experiencias e ideas para enfrentar un problema particular y a la disponibilidad de medios que ello permite.
La reflexión final propuesta fue que la competencia por recursos naturales, el extremismo violento, los desastres naturales, el descontento social, los conflictos regionales y la proliferación de armamento avanzado, son retos que hacen cada vez más relevante al control del mar y la capacidad de usarlo para proyectar fuerzas expedicionarias, por su rapidez, versatilidad y accionar decisivo.
Este tema fue expuesto por el profesor Fernando Wilson, quien es licenciado en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, magíster en Ciencia Política, mención en relaciones internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Chile y doctor en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, así como cuenta con estudios de posgrado en las universidades de la Defensa Nacional y Harvard. Es profesor en varias organizaciones académicas, civiles y militares.
En su exposición, el profesor Wilson planteó que en Chile el caso de las operaciones de proyección es paradojal, dado que el aislamiento de la gobernación de Chile durante el periodo colonial generó la carencia de instrumentos de tipo naval como elementos de poder, a pesar del fuerte deseo e interés en la vinculación internacional.
El contexto europeo de la época, hace que los métodos mercantilistas y la condición estratégica usados por la corona hispana durante la colonia sean de tipo defensivo, lo que implicaba el aislamiento de Chile para cautelar los accesos al Pacifico sur a través de los pasos interoceánicos australes, en contraposición con la apertura al comercio global anhelado por la élite criolla.
No es casualidad, por tanto, que las primeras medidas independentistas a contar de 1810 fue abrir los puertos chilenos al comercio exterior y crear una marina, fundamental para obtener el control del mar e impedir el desembarco de fuerzas adversarias, así como disputar el control realista del mismo Perú. Esto era de urgencia crítica y el empleo cabal de su capacidad implicaba desde la raíz el concepto de la proyección.
La consolidación de una marina con capacidad de proyección le dio al país una mirada expedicionaria con la cual enfrentar sus desafíos bélicos en el siglo XIX y las diversas crisis vecinales con la República Argentina. Todas las guerras que Chile libra en este siglo incluyeron operaciones de proyección basadas en la explotación del control del mar, siendo la única excepción la guerra contra España, que sorprendió a Chile sin una capacidad naval eficiente, luchándose en forma reactiva y concluyendo con el bombardeo a Valparaíso, brutal demostración de lo vital que es poseer poder naval.
A contar del fin de la república parlamentaria y la crisis económica de 1929, la debilidad de nuestra economía fue seguida de una mirada negativa del mundo, pasando el contacto global de ser una oportunidad a una amenaza. Tras la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría que la siguió, el país tomo la opción de adoptar redes comerciales y estratégicas rígidas, que, si bien no proveían la prosperidad de antaño, al menos le permitían a Chile un navegar más tranquilo.
En una escena de restricción material, la necesidad del poder naval como instrumento fundamental de la política exterior de Chile se hizo evidente al surgir nuevos desafíos regionales, como el incidente del islote Snipe y las crisis con Perú y Argentina. Se produjo desde aquellos años una disociación entre una economía abierta, basada en las exportaciones, y una posición estratégica defensiva basada solo en el piso de las misiones constitucionales, es decir, la defensa de la integridad territorial y la independencia nacional.
Mientras el Estado chileno construía una de las redes comerciales más amplias del mundo, no hubo un correlato estratégico y la defensa nacional siguió anclada a conceptos reactivos.
Chile ha firmado una red de tratados que constituyen una red de intereses en la cuenca del Pacifico, por lo que debe asumir las responsabilidades estratégicas que de ello se derivan. Nuestros socios esperan que asumamos las responsabilidades de proteger y cautelar un sistema comercial y político que tanto nos beneficia.
La necesidad de cooperación estratégica ha de ser balanceada y flexible, no siendo posible ofrecer capacidades especializadas de tipo limitado, como durante la Guerra Fría. Por el contrario, el mundo actual nos exige ser capaces de oscilar entre la defensa de intereses nacionales y operar de forma eficiente y eficaz, enfrentando amenazas como actores no estatales, el cambio climático y múltiples desafíos no propiamente militares.
En este ámbito, se trata de reconocer que todas las acciones, dentro de esta enorme área de intereses, deben considerarse como de operaciones de proyección, con una capacidad expedicionaria de características polivalentes, volviendo a las fuerzas expedicionarias en uno de los instrumentos más valiosos para la configuración de estos paquetes de capacidad y en un elemento central de una concepción contemporánea del poder naval y marítimo. Se trata de mantener una capacidad de excelencia en un ámbito extremadamente amplio de desafíos, que permitan seguir el concepto con el que la Marina fue fundada ya hace 200 años por O’Higgins y construida por Cochrane.
Este tema fue expuesto por el contraalmirante Luis Fernando Sánchez, director de Operaciones y Conducción Conjunta del Estado Mayor Conjunto, quien posee una vasta experiencia operativa, habiendo sido comandante de unidades navales nacionales y organizaciones de tarea combinadas, así como una extensa formación académica en el país y el extranjero.
El contraalmirante Sánchez, en su exposición, abordó la fundamentación estratégica de la necesidad de contar con fuerzas de proyección y como el Estado de Chile se encuentra visualizando la formulación del desarrollo de la fuerza, para mantener las capacidades estratégicas que se han identificado.
Actualmente existe el consenso en afirmar que las guerras en mar, tierra y aire por separado ya no constituyen la forma válida, sino que prima la naturaleza conjunta y sinérgica del empleo de los medios para lograr los fines estratégicos, realidad que abarca a las operaciones de proyección desde el mar. Vale también mencionar el impacto creciente que tienen las operaciones en el ciberespacio, las que modelan el campo de batalla afectando a la movilidad y al mando y control.
Chile ha evolucionado para identificar lo que se denomina como áreas de misión de la defensa, que recogen misiones generales que las diferentes leyes asignan a las fuerzas armadas de Chile y que permiten identificar en mejor forma lo que realmente hacen, es decir, la defensa de la Patria como tarea principal e ineludible y una multiplicidad de otras cosas, que responden a demandas del país.
Tan importante como las áreas de misión, es poder identificar los escenarios futuros, considerando que la cuenca del Pacífico es nuestro hábitat natural, como lo demuestran los diferentes acuerdos comerciales, intercambios de bienes y servicios e integración multicultural, muestra clara que este entorno representa uno de los motores del desarrollo humano para Chile.
En la lectura de la realidad presente y su proyección futura se visualizan cuatro escenarios generales de relevancia estratégica para Chile:
La ubicación geográfica de Chile y su vinculación comercial de carácter global, impone tareas y responsabilidades, que no se pueden desconocer, en el territorio continental americano, antártico e insular polinésico, así como la voluntad de cooperar en las áreas de influencia en el océano Pacifico a través de la responsabilidad de búsqueda y rescate (SAR) y de conservación medio-ambiental.
Por otra parte, aparecen como sustanciales los intereses nacionales, donde ellos se encuentren, los que incluyen las líneas de comunicaciones marítimas, los recursos naturales que el mar proporciona y especialmente el transporte marítimo del 98% de la energía que es necesario importar para el desarrollo nacional, a lo que se suma la participación de Chile en el concierto internacional y su voluntad de ser un actor comprometido con la seguridad internacional.
Lo anterior permite arribar a la conclusión de que la realidad estratégica impone la necesidad/obligación de contar con capacidades de proyección de las fuerzas desde el mar, porque el mar es el ambiente natural para dar respuesta a los desafíos estratégicos del país.
Los atributos inherentes a las fuerzas de proyección potencian su empleo, especialmente por su flexibilidad política, operacional y logística. Esto, sumado a los efectos que estas fuerzas son capaces de producir en tierra, permite concluir, desde una mirada conjunta, su empleo para decidir el curso de las operaciones.
El proceso de planificación de la defensa contiene, en términos muy generales, dos grandes ámbitos de acción:
El contraalmirante Sánchez concluyó su exposición indicando:
El simposio finalizó con las palabras del autor, comandante general del Cuerpo de Infantería de Marina y comandante de la Brigada Anfibia Expedicionaria, quien agradeció el aporte de relevantes e interesantes puntos de vista de los expositores con respecto al presente y futuro de la proyección del poder militar desde el mar, confirmando las ponencias expuestas su importancia y vigencia.
Mencionó que la previsión es que los potenciales conflictos, amenazas y desafíos de seguridad a los que nuestro país pueda verse expuesto, demandará contar con instrumentos adecuados para enfrentarlos y aprovecharlos en beneficio propio, siendo estos fuerzas expedicionarias que arriben desde el mar.
De ahí viene el esfuerzo del Cuerpo de Infantería de Marina, en promover y contar con estos medios, convencidos de su importancia para el futuro de Chile.
El estudio militar nos conduce a afirmaciones que indican que las operaciones anfibias han existido desde el inicio de l...
Dentro de las actividades conjuntas que se ofrecen dentro de la institución, particularmente en el Cuerpo de Infantería ...
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1001
Julio - Agosto 2024
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