Los hechos ocurrieron en 1978 en el AOG Beagle en el puerto de Talara, Perú. Entonces, se acusó de espionaje al comandante y al segundo comandante, siendo detenidos y expulsados.
Al nuevo comandante se le ordenó regresar a la Patria, impidiendo cualquier intento de violar la soberanía nacional. La orden fue cumplida, en momentos claves de la crisis austral con Argentina.
Sus sentimientos destacan las anónimas y desconocidas acciones de la dotación, cuando estuvieron listos a cumplir con su deber.
The events occurred in 1978, on the Chilean navy oiler AOG Beagle in the port of Talara, Peru. There, the Commanding and Executive officer were accused of spying, arrested, and expelled from the country. The new Captain was ordered to sail back to Chile, forbidding him to violate Peru’s sovereignty. The event occurred at a time of intense crisis with Argentina in the southern borders. This article emphasizes the anonymous and unknown performance of her crew, who were committed to fulfill their duty.
Han pasado ya más de 40 años de este hecho, y el presente relato solo pretende rescatarlo para la memoria histórica de nuestra Marina, para el recuerdo de todos aquellos a los que nos tocó participar en un momento muy importante de nuestras vidas en que nos vimos comprometidos a defender los intereses de la Armada y de la Patria, estando dispuestos a cumplir con nuestro deber hasta donde se nos exigiera.
Creo que nunca se ha conocido a cabalidad, por parte de quienes estuvimos a bordo del AOG 54 Beagle, lo que comenzaré a relatar. Solo espero que, a futuro, este recuerdo sea enriquecido con las muchas vivencias personales de cada uno de los que tuvimos la responsabilidad de actuar en esos días.
Antes de ir a lo que guardo aún en mi memoria, quisiera expresar como base fundamental, el reconocimiento expreso a la actitud y decisión que encontré en cada hombre de la dotación de este noble buque, lo que marcó y fortaleció mi desempeño como su comandante desde el momento que pisé sus cubiertas y en los días que siguieron, al recibir y acatar mis directrices y órdenes con una confianza y una completa entrega al duro requerimiento efectuado conforme a la misión a cumplir, y siendo para la mayoría o para la totalidad de ellos, la primera vez que me veían.
Lo anterior, me atrevería a decir, es la principal característica del marino chileno. Cuando la Patria y la Nación lo requieren, no se pregunta ni se duda; se cumple lo dispuesto, basado en principios y valores aprendidos y vividos a cada momento en la Institución, conforme al legado de nuestra historia y de nuestros héroes. ¡Así lo demuestra la historia patria!
Alrededor del mediodía del 16 de diciembre de 1978, acompañado por el agregado naval a la embajada de Chile en Lima, entramos en la oficina del capitán de puerto de Talara para informarle que venía a tomar el mando del AOG 54 Beagle de la Armada de Chile, y zarparía de acuerdo al plan de viaje presentado a esa autoridad marítima por intermedio de la agencia marítima que lo atendía y representaba, al realizar un transporte de 1.800 m3 de gasolina desde ese puerto hasta Chile, contratado por la Empresa Nacional del Petróleo, ENAP.
Se consideraba el zarpe a la brevedad, apenas el buque estuviera listo para hacerlo. Después de poner algunas dificultades y trabas, el capitán de puerto dio su conformidad ante la presión ejercida por el agregado naval, al no poder cuestionar, entre otras cosas, la capacidad profesional de quien se hacía cargo de la nave.
La situación antes descrita, se había gestado el día anterior, cuando encontrándome en una práctica de la ceremonia de graduación del curso de Estado Mayor en la Academia de Guerra Naval, que se efectuaría en la mañana del día 16 de diciembre, fui notificado para concurrir de inmediato al Comando de Transportes Navales, dependiente de la Comandancia en Jefe de la Primera Zona Naval. No podía imaginar la razón por la que era requerido con urgencia, como tampoco podía imaginar la verdadera razón de tanto apuro.
Ya en el comando de transportes y en presencia de su comandante, este indicó que no conocía la razón de mi presencia en el lugar, y que había sido instruido que, apenas llegase a su oficina, debía ir sin demora a presentarme al despacho del sub director general del personal de la Armada. A esa altura, y no encontrando aún nada muy reprobable en mi examen de conciencia, inicié mi desplazamiento, tranquilo y sereno, dispuesto a lo que viniera.
En la oficina del sub director del personal, a quién conocía de muchos años, en forma muy breve y directa me informó de la compleja situación que afectaba al AOG 54 Beagle, que había quedado sin comandante ni segundo por haber sido ambos detenidos por autoridades peruanas por una presunta participación en actividades de inteligencia. Debido a que yo había sido designado para tomar el mando del buque para el año 1979, se me designaba para asumir la responsabilidad de ir a buscarlo al puerto de Talara en Perú, y traerlo de regreso al país.
AOG-54 Beagle, Armada de Chile
Ahí conocí la situación vivida por su comandante quien, acompañado de su segundo y el ayudante del agregado naval, fueron acusados por la Fuerza Aérea del Perú de haber sido sorprendidos en actos de espionaje en las cercanías de una base aérea, siendo expulsados del territorio peruano y creando una compleja situación diplomática.
Fui instruido de viajar a Santiago a la brevedad, con equipaje personal y los elementos necesarios para la comisión, debiendo presentarme ahora en el Estado Mayor General de la Armada (EMGA), donde se me entregó un completo informe de la situación que estaba viviendo el buque, instruyéndome sobre la premura de iniciar su retorno y de lo que se podía esperar durante su desplazamiento desde Talara, hasta el ingreso a aguas de jurisdicción nacional.
El Beagle se encontraba en esos momentos al mando del subteniente Carlos Fica Cisternas, oficial ejecutivo más antiguo a bordo, con su dotación completa y sin mayores novedades, listo para iniciar su navegación.
Debo recordar que, durante esos días, la situación general del país era bastante crítica por las tensiones que se vivían con Argentina y los demás países vecinos, encontrándose las fuerzas propias en las áreas de despliegue o en sus proximidades en la zona austral, y a lo largo del territorio nacional.
Informado de la situación por parte del sub jefe del EMGA y del jefe del Servicio de Inteligencia, fui enviado a presentarme, junto con el comandante del Beagle, capitán de corbeta Sergio Jarpa Gerhard, al Comandante en Jefe de la Armada almirante José T. Merino, para recibir, directamente de él, y conforme a su expresa disposición, las instrucciones particulares y pertinentes para el cumplimiento de la comisión.
En nuestro desplazamiento hasta la residencia del almirante, pude escuchar de parte de mi amigo y compañero de curso la narración completa y detallada de lo vivido por él en el Perú.
De acuerdo con las informaciones entregadas por el Servicio de Inteligencia, existía la clara posibilidad que fuerzas peruanas intentaran interceptar y abordar el buque ante un posible rompimiento de hostilidades, entre Chile y Argentina, en la zona austral y como una forma para Perú, de crear la situación que les permitiera incorporarse al conflicto.
Las instrucciones del almirante fueron muy breves y claras: “ningún peruano pisa la cubierta de tu buque. ya sabes lo que tienes que hacer...” Mi respuesta fue también muy breve. ¡si, almirante! ¡Lo tengo claro!
En esa misma oportunidad el capitán Jarpa, luego de una conversación muy franca y dura, le solicitó al almirante regresar a Valparaíso a bordo y al mando de su buque. Habiendo escuchado sus razones, el almirante me ordenó que recalara a Arica, recibirlo a bordo y hacerle entrega del mando a contar de ese momento para cumplir la petición planteada.
También en esa oportunidad, el almirante Merino sostuvo una conversación telefónica con el ministro de marina del Perú, almirante Jorge Parodi, en la que le expresó su apreciación sobre los hechos acaecidos en Talara, y le pidió su apoyo para que el Beagle regresara sin más inconvenientes a su puerto base en Chile. Esa conversación fue grabada y reproducida, tiempo después, en una revista peruana.
Llegué a Lima tarde esa noche. Me esperaba en el aeropuerto el agregado militar, coronel Claudio López Silva, acompañado del Agregado aéreo, coronel Vargas del Campo.
Después de los trámites necesarios para ingresar al Perú, nos dirigimos a la casa del coronel López y allí les informé lo que conocía acerca de lo que estaba ocurriendo en Chile en esos días, y de lo sucedido con el AOG Beagle. Ellos no habían tenido ningún tipo de información detallada de los hechos por los cuales se acusaba a oficiales chilenos. Por su parte, el coronel Vargas de la Fuerza Aérea, quien había asistido a la ceremonia de graduación de oficiales de la Fuerza Aérea del Perú esa noche, solo se había percatado del trato frío y distante hacia él al ser ignorado por parte de los presentes, desconociendo la razón de esta actitud.
Temprano, en la mañana del sábado 16 de diciembre, íbamos camino al aeropuerto para tomar el avión que me llevaría hasta Talara, donde llegué alrededor del mediodía. Allí me esperaba el agregado naval, capitán de navío Jorge Contreras, quien había viajado al lugar para coordinar y acompañar al buque durante su permanencia y faenas en el puerto peruano.
Luego de dejar claros los asuntos de la documentación requerida por la autoridad marítima para el zarpe del Beagle, me dirigí a bordo para iniciar los preparativos y movimientos, asumiendo el mando efectivo del buque, quedándose el agregado naval en tierra y en contacto con la autoridad marítima, para apurar y asegurar el pronto despacho de la documentación oficial.
De acuerdo con el libro bitácora del AOG Beagle:
El día 16 de diciembre de 1978, a las 13:50 hrs. llega a bordo el capitán de corbeta don Hugo Bruna Greene, asumiendo el mando a partir desde ese momento. Como primera medida, dispuso efectuar una llamada general en cubierta y dar inicio al plan de zarpe de la unidad.
En esa llamada, informé a la dotación acerca de la delicada situación general que se estaba viviendo en el país con respecto al área austral, y a lo largo de la frontera terrestre con Argentina, la situación particular de nuestro buque y de lo que se podría esperar en caso de que se rompieran las hostilidades. Establecí que la misión para el buque y su dotación era el retorno a la Patria, cual debía ser la actitud de cada uno de sus miembros en caso de ser interceptados, o de existir un intento de abordar el buque por fuerzas peruanas. Quedó claramente establecido de que nadie ajeno a la dotación pondría un pie sobre su cubierta y que, en caso de ocurrir, se actuaria de acuerdo con la tradición, los principios y valores de la Armada de Chile.
El representante de la agencia naviera entregó toda la documentación oficial aproximadamente a las 17:00 horas, siendo debidamente tramitada por la autoridad marítima, con lo que el buque quedaba en condiciones de zarpar, lo que se informó a dicha autoridad. Sin embargo, a los pocos momentos se solicitó al buque que esperara, con el objeto de resolver un problema de carácter administrativo.
Capitán de corbeta Hugo Bruna Greene
Se daba, en el caso de la autorización de zarpe, una situación muy especial ya que, aun siendo un buque de la Armada de Chile, se encontraba realizando un transporte de carga comercial y, por tal razón, era considerado por la autoridad marítima peruana como sujeto a las condiciones de control y trato de una nave mercante y no, como correspondía, un caso especial de zarpe de un buque de una armada extranjera, con las garantías y atribuciones que tal condición exigía.
Se encontraban también en la bahía el petrolero BAP Talara y el destructor BAP Rodríguez, unidades de la Marina de Guerra del Perú (MGP), fondeados bastante lejos uno del otro, y se observó desde nuestro buque que, mientras continuábamos virando el ancla de fondeo, una embarcación a motor se dirigía a toda prisa desde el BAP Talara al BAP Rodríguez. A las 17:50 horas arrancó el ancla y zarpamos rumbo a Arica.
Fue uno de los momentos más importantes que me tocó vivir en mi vida profesional, y creo que lo mismo debió pasar con cada uno de los miembros de la dotación del AOG 54 Beagle, pues zarpábamos en complejas circunstancias, a una navegación en la que teníamos casi la seguridad de enfrentar amenazas, o intentos de obstaculizar nuestra libre navegación, sumado a la situación que se vivía en nuestro país por la extrema tensión con Argentina, y transportando una carga inflamable de 1.800 m3 de gasolina de 84 octanos a lo largo de todo el litoral peruano por cinco largos días, hasta arribar a Arica, nuestro primer puerto de destino en Chile.
Recuerdo el momento en que fui informado que el ancla había arrancado. Por primera vez ordenaría el inicio de la navegación de “mi buque”, asumiendo una responsabilidad desconocida hasta entonces, pues siempre zarpé con un comandante al mando, e iniciaría una compleja navegación en la cual, por primera vez, decidiría lo que fuera necesario. Al mirar a mi alrededor vi muchos pares de ojos con su vista clavada en mí. Vi, sin embargo, confianza y seguridad en lo que hacían, reforzando con ello mi propia confianza en lo que tendría que hacer, y en lo que se esperaba de mí.
La primera idea acerca de la ruta a seguir en nuestra navegación al Sur fue alejar el track lo más posible hacia el Weste, tratando de salir de las 200 millas del mar territorial declarado por Perú, a pesar del reconocimiento internacional de solo 12 millas de mar territorial, y 188 millas de zona económica exclusiva, basado en el acuerdo original entre Chile, Ecuador y Perú, que dio origen a la actual vigencia de soberanía marítima internacional.
Debo recordar que Perú, contrario a lo acordado y dispuesto por el derecho marítimo internacional, la convención del mar y sobre todo en el fallo del último diferendo con Chile, resuelto por la Corte Internacional de Justicia de La Haya, lo ha mantenido hasta ahora sin modificar sus pretensiones en relación con este tema.
En atención a la premura con que se nos requería de vuelta en Chile, y al significativo aumento de tiempo que significaría el alejamiento al Weste, resolví navegar una ruta más directa, tal como había sido requerido a la autoridad marítima del Perú y autorizada por esta, asumiendo un rumbo que mantenía una distancia de 80 a 100 millas de la costa peruana.
Después de nuestro zarpe, el BAP Rodríguez también zarpó siguiéndonos aguas, tratando de mantenerse a una distancia de escolta de nuestro rumbo, pero, con el transcurso de las horas, aumentó la distancia y cayó al Norte alejándose.
En el intertanto, a bordo de nuestro buque, se inició la preparación para enfrentar una posible emergencia de amenaza o agresión, determinándose los espacios y lugares desde los cuales actuar, si hubiese que enfrentar una intención de abordaje o de agresión armada.
Como parte de las actividades desarrolladas, se preparó una bolsa de lona para depositar la documentación clasificada de alta sensibilidad, con pesos apropiados para fondearla en alta mar en caso de ser necesario. Esa noche, a las 22:00 horas, aproximadamente, navegábamos a la cuadra de Paita a velocidad de crucero, unos 12 nudos, continuando con los preparativos para contrarrestar cualquier intento de agresión o intervención peruana.
Durante las guardias, se aprovechó de verificar las condiciones de oscurecimiento y procedimientos nocturnos, manteniéndonos ocupados y alertas. Se determinó el plan de emisiones y silencio electrónico que se emplearía, con el objeto de evidenciar lo menos posible la presencia de nuestro buque. La navegación continuó sin mayores contratiempos durante el día 17 de diciembre, siguiendo con los preparativos y las prácticas de zafarranchos, manteniéndonos alejados de costa y de posible contacto con otras naves.
Se mantenía permanentemente una especial atención a las informaciones emitidas por las fuentes abiertas de radio emisoras peruanas o extranjeras, para tener una mejor idea de la situación nacional e internacional que pudiera afectarnos de alguna forma. Así, con mucha calma y decisión, el buque, su dotación y material, llegó a estar preparado para afrontar lo que nos tocara vivir. Nuestro cañón de 3/50” de popa iba listo y con su dotación bien entrenada y ejercitada. Los montajes de 20 mm, estaban igualmente listos y aprovisionados, en condiciones de empleo inmediato.
El día 18 de diciembre, a las 14:45 horas, mientras navegábamos con rumbo 160° y a 12 nudos, en latitud de Callao y a unas 100 millas de la costa, fuimos sobrevolados a gran altura por un avión Fokker F-27 de la MGP. En ese momento, cambiamos el rumbo al 135° y mantuvimos el andar.
A las 20:10 horas, aproximadamente, un nuevo avión de exploración aeromarítima S-2F peruano nos sobrevoló, manteniéndose en contacto alejado de nosotros.
Siendo las 21:10 horas, se obtuvo un contacto de radar de superficie que se evaluó como el DDG Ferré, de la MGP. Luego de identificarse ambas naves, el DDG Ferré nos indicó que, mientras permaneciéramos en aguas territoriales de jurisdicción peruana, mantuviéramos rumbo 160°, que nos llevaría directamente a Valparaíso, su puerto de destino. Durante toda la noche el DDG Ferré se mantuvo entre 6 y 12 millas de nuestro buque.
No deseando escalar la tensión, decidí seguir el rumbo 160° que efectivamente, nos llevaba directo a Valparaíso, y correspondía al destino informado en el plan de navegación entregado a la autoridad marítima del Perú. Resolví esperar la luz diurna para actuar de acuerdo con las instrucciones dadas personalmente por el Comandante en Jefe de la Armada, antes de viajar a Perú a recibir el mando del Beagle. Es decir, recalar a Arica, en vez de dirigirnos a Valparaíso.
Fue una noche de gran tensión para la dotación. Pero había resuelto que al día siguiente comunicaríamos a la autoridad marítima de Perú nuestro cambio de destino, y ello pasaba por preparar el buque para enfrentar su destrucción, por nuestra parte, impidiendo así cualquier eventual intento de apoderarse del mismo, ya fuese por una acción de abordaje o por intimidación armada. Para ello, dispuse colocar cargas explosivas de demoliciones en lugares previamente designados, de modo de asegurar la total destrucción del buque cuando se ordenara.
Durante la mañana del 19 de diciembre se redactó el mensaje a transmitir a la autoridad marítima peruana, informando que el nuevo destino del buque sería Arica. En previsión de cualquier acción del DDG Ferré para interferir nuestro propósito, ultimamos los preparativos con la instalación de las cargas de demolición, y rociadores en el castillo, teniendo en cuenta que el adversario a enfrentar, si decidía oponerse a nuestro curso de acción, no necesitaría acercarse para destruirnos o dañarnos seriamente, sin correr riesgo alguno para ellos.
A las 13:30 horas, se efectuó llamada general a la dotación en cubierta y el comandante dio las últimas instrucciones a la dotación, indicándoles la voluntad de cumplir cabalmente con la misión encomendada, e instándoles a estar preparados para cumplirla. Inmediatamente después, el personal pasó a equiparse y a cubrir sus puestos en el zafarrancho general de combate.
Del Bitácora del AOG Beagle, martes 9. dic.1978:
A las 14:30 se iza el pabellón de combate en el palo mayor y un pabellón nacional en el palo de popa, asegurando la firmeza de las drizas. Una vez efectuado esto, se transmitió el siguiente mensaje dirigido a la autoridad marítima del Perú, a través de las frecuencias asignadas para ello y, adicionalmente, en frecuencias interamericanas y en frecuencia internacional de socorro marítimo de 500 khz, con el propósito de asegurar su difusión y adecuada recepción.
Del: Petrolero Beagle - Armada de Chile
Al: Costera Callao - Autoridad Marítima del Perú.
Texto:
Petrolero Beagle Armada de Chile, navegando al momento en posición L:16 grados 32 min Sur y G: 71 grados 28 min W, con rumbo 105 grados y 11 nudos de velocidad, cambia su destino Valparaíso por Arica, con nuevo ETA 210400 Dic. Estoy siendo seguido por el Destructor Ferré de la Marina de Guerra del Perú. Navego haciendo uso de Paso Inocente, con conocimiento y autorización correspondiente de las autoridades peruanas.
Se constató, al iniciar la transmisión del mensaje, en forma simultánea y en diferentes frecuencias, que éstas fueron interferidas con la clara intención de bloquearlas mientras se esperaba la confirmación de la recepción del mensaje enviado.
A las 14:45 horas se gobernó al rumbo 105°, que nos llevaría al puerto de Arica. El DDG Ferré llamó por canal 16 en distintas ocasiones, pero nos mantuvimos en silencio, sin responder. A bordo, esperaba confirmación de recepción del mensaje enviado a la autoridad marítima peruana acerca del cambio de nuestro plan de navegación. A las 15:07 horas, la motonave española Pontevedra, navegando desde el canal de Panamá hacia Valparaíso, nos confirmó la recepción del mensaje y su retransmisión a las autoridades marítimas peruanas.
Con esa importante confirmación, se llamó al DDG Ferré solicitando comunicación personal con su comandante. Esta fue contestada de inmediato, y le informé del cambio de puerto de recalada a Arica, en lugar de Valparaíso, lo que había sido debidamente informado a la autoridad marítima peruana. Solo se recibió un escueto “Buen Viaje,” el que fue agradecido apropiadamente.
A las 16:22 horas trincamos el zafarrancho general de combate, con la profunda satisfacción de haber comprobado que, tanto oficiales como gente de mar del AOG 54 Beagle, estuvimos dispuestos a defender lo que la Armada y la Patria hubieran esperado de nosotros.
A las 00:15 horas del 20 de diciembre, recalamos sobre las máquinas a seis millas de Arica, para recibir a bordo al capitán Sergio Jarpa y al teniente Alfredo Andonaegui, comandante y segundo comandante del buque, que fueran expulsados de Perú por presuntas e inexistentes actividades de inteligencia.
Entregué el mando al capitán Jarpa, según lo dispuesto por el CJA, y bajo su recuperada responsabilidad, el buque continuó su navegación a Guayacán para entregar el cargamento de combustible adquirido en Perú, y luego dirigirse a Valparaíso, puerto base, donde recalamos el 24 de diciembre a las 23:05 horas.
La gran mayoría de la dotación pudo desembarcar y celebrar en familia la Nochebuena, a lo que se agregaba la tranquilidad del reciente acuerdo entre Chile y Argentina de aceptar la mediación papal por el diferendo austral de las islas del Beagle, que nos tuvo al borde de una guerra de imprevisibles consecuencias.
De los hechos aquí narrados, no hay muchos que conozcan su detalle, tanto dentro de nuestra Armada, como fuera de ella. La detención en Perú del comandante y del segundo comandante del AOG 54 Beagle, acusados de participar en actividades de inteligencia, que no fueron comprobadas, y su posterior expulsión, dejó al buque sin sus oficiales responsables más calificados, lo que determinó la decisión del Comandante en Jefe de la Armada de enviarme con la expresa misión de traer el buque de vuelta a la Patria, y de no aceptar ninguna intromisión de autoridades peruanas en dicha actividad. Como se explicó al comienzo de esta narración, entonces se vivía una muy tensa situación con Argentina, que Perú trató de aprovechar para sus propios fines en su relación con nuestro país.
Los hechos aquí expuestos no son todo lo completo que yo hubiese querido, he narrado básicamente recuerdos personales, e intercambio de experiencias con aquellos que participamos en lo que allí ocurrió.
Para terminar, solo deseo expresar que la experiencia descrita, fue una de las más críticas vividas en mi larga carrera como oficial de marina, y que siento el profundo orgullo de haber compartido dichas vivencias con un selecto grupo de hombres, marinos como yo, dispuestos a cualquier sacrificio con tal de mantener vivo el juramento a nuestra bandera, y por la vigencia de los valores permanentes de nuestra Armada.
¡Para mí, fue un honor y privilegio haber sido su comandante en los difíciles y complejos momentos que vivimos!
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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