- Fecha de publicación: 01/06/2015.
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Libros - Presentación
CARTAS DE LA ESCUADRA. LA CAMPAÑA NAVAL DE 1879
RELATADA POR EL CORRESPONSAL DE “EL MERCURIO”
Autor: Piero Castagneto Garviso
Editorial: Ril.
Año: 2015, 316 pp.Raimundo Silva Labbé*
Y
a en el año 2014 tuvimos el agrado de comentar un trabajo relacionado con la correspondencia
del corresponsal de “El Mercurio”, Eloy T. Caviedes (1849-1902), relacionado con el Combate de
Iquique. En esta oportunidad, nos referiremos a otro corpus documental del mismo periodista, pero
en el que envía sus notas de prensa acerca del resto de la campaña naval, desde el 18 de marzo
hasta el 22 de octubre del año 1879. El autor de este proyecto de reedición de las cartas de Caviedes,
Piero Castagneto, joven periodista especializado en temas históricos, culturales y patrimoniales; y
asimismo el descubridor de la correspondencia relativa a Iquique y Punta Gruesa, ya conocía esta
fuente histórica desde fines de los años 90, cuando trabajaba en una serie de artículos de sobre la
Guerra del Pacífico, basados en su mayoría en la prensa de la época. En ese entonces, descubrió
el rico legado de los corresponsales de guerra en general y de este corresponsal del Mercurio en
particular, legado que ha sido rescatado solo en parte.
Reconociendo que esta interesantísima fuente de información de primera línea era muy valiosa
en datos y detalles específicos de los hechos relatados, muy poco conocidos en muchos casos
incluso de los mismos historiadores y no queriendo dilatar más tiempo la publicación de este
material, Castagneto se avocó a la tarea de recopilar en forma íntegra las 29 correspondencias
que Caviedes envió a su periódico durante la primera fase de la guerra.
En gran parte, estas cartas no volvieron a ver la luz después de su publicación en el diario durante
la guerra. Pascual Ahumada en su monumental obra “Guerra del Pacífico” incluye solo cinco de estas
cartas, las relativas a momentos importantes de la campaña, como el Combate Nocturno de Iquique,
* P. A/C. Gdo. 9. Bibliotecólogo. Biblioteca Histórica de la Armada.
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el Combate de Antofagasta
del 28 de agosto o la Batalla
de Angamos, y no en su
totalidad, eliminando
algunos párrafos. De ahí
que Castagneto considerara
incluirlas en su totalidad.
Por otra parte, Ahumada
eligió solo los momentos
más destacados de cada
acción bélica, lo cual se
comprende dado los
criterios periodísticos de
la época. Sin embargo,
en nuestros días dichos
criterios han cambiado, en
parte importante debido a
que tenemos fácil acceso a distintos trabajos que narran los hechos en sus aspectos más generales y
globales, pero que no relatan sucesos menos conocidos, como la reflexión especulativa de probables
hechos futuros que finalmente nunca ocurrieron, los cambios y transformaciones en Antofagasta
posteriormente a la ocupación chilena, la vida cotidiana durante el bloqueo de Iquique o en el
Ejército y la Armada durante los períodos de inactividad, entre otras consideraciones históricas. Otra característica importante y especial de este corpus es el de su inmediatez con respecto a
los hechos narrados. A diferencia de los más conocidos historiadores de la guerra, como Bulnes,
Machuca o Uribe, quienes la vivieron siendo jóvenes, pero escribieron sus obras sobre el tema varias
décadas después de terminado el conflicto, Caviedes relata y describe los acontecimientos en la
crónica diaria, apenas ocurridos, lo que le agrega una cuota de veracidad y suspenso adicional. Esto
conlleva el hecho de que no es tan relevante que el lector tenga conocimientos previos acerca de
la guerra, ya que los irá conociendo día a día, como si estuviera en la época misma, enterándose
del acontecer cotidiano por la prensa.
Dado que Caviedes enviaba sus notas por lo general desde Antofagasta, pero igualmente
desde a bordo de los buques, las llamó Cartas del desierto o Cartas de la Escuadra según fuera
el caso. En su mayoría se trata de cartas referidas a la campaña naval, pero se incluyen asimismo
epístolas relacionadas con el Ejército y su preparación y acondicionamiento paulatino, a la espera
del momento más apropiado para entrar en acción.
Como suele ser usual en las investigaciones de Castagneto, el libro no se limita a compilar las
cartas de Caviedes, sino por el contrario, éstas van precedidas de un completo y pormenorizado
estudio previo, además de un detallado aparato crítico de notas y anexos. En este sentido, vale la
pena destacar la consulta y análisis de los bitácoras del blindado “Huáscar”, “ Cochrane” y “Blanco
Encalada”, conservados en el Archivo y Biblioteca Histórica de la Armada, los cuales han sido muy
escasamente estudiados, de manera que ofrecen un interesante contraste con la correspondencia
del enviado de El Mercurio, especialmente en lo relativo a los momentos más álgidos de las
acciones bélicas.
Desde el primer momento de iniciada la guerra, los periódicos nacionales comenzaron a darle
protagonismo en sus ediciones, cubriendo las noticias casi paralelamente al movimiento de las tropas y
dándole amplios espacios para relatar todos los pormenores del conflicto ya en ciernes. De esta manera,
no solo los periódicos tradicionales se preparaban para informar los acontecimientos, sino también
se crearon otros especiales como el “Boletín de la Guerra del Pacífico”, publicado por el gobierno,
LIBROS - PRESENTACIÓN: Cartas de la Escuadra. La Campaña Naval de 1879...
nCañón de 115 libras de la cañonera “Magallanes” y su dotación.
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o el “Nuevo Ferrocarril”,
cuyo fundador y principal
articulista era el afamado
Benjamín Vicuña Mackenna.
Para obtener las primicias y
notas de primera fuente se
formaron los corresponsales
de guerra, quienes ya habían
hecho su aparición en la
Guerra de Crimea (1854-
1856), y posteriormente
en enfrentamientos tales
como la Guerra Civil
norteamericana (1861-1865)
o las guerras de unificación
de Italia y Alemania, entre
otros, de modo que para el
estallido de nuestra guerra
los corresponsales no se
hicieron esperar, tanto de los
medios chilenos como de los
peruanos. De los nacionales,
sin embargo, ninguno fue
tan prolífico y constante como Caviedes, quien a pesar de los múltiples problemas y obstáculos
se mantuvo en su puesto siendo, a la sazón, el periodista en entregar la visión más completa y
panorámica de esta campaña naval.
Aunque por otro lado, es necesario acotar que Caviedes no estuvo ausente de controversia en su
cometido periodístico, generada principalmente por su acerba crítica al desorden administrativo
demostrado al comienzo por las autoridades chilenas, lo cual tiene cierta justificación tratándose de
una ocupación militar en sus inicios. Pero además, denunció el malgasto de recursos y problemas
ocasionados por diferencias políticas personales entre los chilenos.
Afortunadamente para los interesados actuales en este tema, la recuperación de este vasto
epistolario viene a constituir una de las más ricas fuentes acerca de la primera fase de la Guerra
del Pacífico que se haya publicado en Chile, siendo a nuestro modo de ver una referencia histórica
obligada para los estudiosos que quieran profundizar en el conocimiento de los preparativos y
movilizaciones por mar de este tan trascendente conflicto decimonónico. Y para mejor ejemplarizar
lo valioso de este material, hemos seleccionado partes de algunos relatos muy interesantes:“Antofagasta, julio 15 de 1879.
…Parece que el Huáscar comunicó con las autoridades de Iquique, mandando un bote a tierra,
sea en Molle o Chiquinata, aunque no falta quien asegure que lo hizo en la misma rada de Iquique,
gracias a la densa oscuridad de la noche. Por ese medio obtuvo, sin duda, datos fidedignos sobre
el acostumbrado fondeadero de los buques chilenos, y se preparó a dar un golpe de mano que
demuestra la audacia y la habilidad de su jefe.
En efecto, puso proa al fondeadero, dirigiéndose directamente al lugar donde antes fondeaba
el Abtao, al sur de la bahía. Este buque era, sin duda, el principal objetivo de su ataque. Después
de recorrer la rada y no encontrando lo que buscaba, se dirigió al suroeste.
…Creyendo el Huáscar, en medio de la oscuridad, que tenía que habérselas con el formidable
Cochrane, abandonó al instante la presa, y sin tratar de hacer cara a su enemigo, emprendió
nArtilleros de una pieza Armstrong de 250 libras del blindado “Cochrane”, tendidos en posición de
disparo.
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inmediatamente su fuga hacia el suroeste. Pero la Magallanes principió a perseguirlo y se colocó
por su costado de estribor, haciéndole al mismo tiempo repetidos y certeros disparos. Después de
10 minutos en que el Huáscar, sin preocuparse de hacer fuego, solo atinaba a ponerse fuera del
alcance de nuestros proyectiles, reconoció al fin a su enemigo y vio que no era el poderoso blindado,
sino la débil Magallanes. Suspendió entonces su acelerada marcha, y desdeñando hacer fuego
con sus cañones, viró repentinamente, puso la proa a su perseguidor y le embistió furiosamente
con el espolón. Pero la Magallanes, maniobrando con su doble hélice, sacó hábilmente el cuerpo
a su enemigo, y a su paso le hizo certeros disparos, al mismo tiempo que los tiradores de las cofas
hacían nutridísimo fuego sobre la cubierta del monitor peruano. La cofa del Huáscar despedía al
mismo tiempo una nube de balas…. Tan nutridos y sostenidos fueron los disparos de rifle de la
Magallanes, que en los 45 minutos que duró el combate, gastaron 2.400 tiros los marineros de
las cofas”.
1
“Antofagasta, octubre 12 de 1879.
El Huáscar, al ser avistado por el Blanco, venía de regreso de una infructuosa entrada a Antofagasta,
adonde había llegado a las diez de la noche del 7. Entró sin ser notado por los botes de ronda
ni por los buques anclados en la bahía, gracias a la profunda oscuridad de la noche y el color
plomo de su casco, y después de meterse entre las naves mercantes sin lograr ver los transportes
anclados en la rada, salió de nuevo a las tres de la mañana con toda tranquilidad para reunirse
con su compañera de expedición.
Cuando el Blanco Encalada avistó al Huáscar, en vez de ponerse inmediatamente en su persecución
hacia el oeste, que era el rumbo que llevaban entonces los buques peruanos, se hizo el zorro
rengo y continuó navegando sin desviarse de su rumbo, hasta que poco a poco logró arrojarlos
o arrearlos directamente al norte. Solo entonces se principió a forzar la máquina y a tomar las
primeras disposiciones, haciendo que la tripulación se pusiese en son de combate...” 2
Dejamos en suspenso el resto del relato para que el lector, cautivado por la emoción de revivir
con lujo de detalles los hechos históricos, se mueva a adquirir el libro y pueda así recorrer la
historia de Chile en aquellos álgidos días desde una perspectiva novedosa y amena, a la vez que
instructiva y provechosa para la cultura general del hombre de hoy.
LIBROS - PRESENTACIÓN: Cartas de la Escuadra. La Campaña Naval de 1879...
1. Parte del despacho relativo al Combate Nocturno de Iquique, Castagneto, P. Cartas de la Escuadra, pp. 173-176.
2. Inicio del relato acerca de la Batalla Naval de Angamos, Ibíd., pp. 265-266.
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