- Fecha de publicación: 01/08/2009.
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Juan Enrique Arze Moreno*
PREPARÉMONOS PARA
TRANSITAR EL TERCER MILENIO
L
a raza humana aprovechando el
desarrollo evolutivo de su inte-
ligencia, sociabilidad, organiza-
ción, entorno e inventiva se encuentra
buscando estabilidad, seguridad, tran-
quilidad y generación de riquezas con los
menores esfuerzos posibles. La historia
de la humanidad nos muestra la evolu-
ción de las civilizaciones en este sentido.
Las economías primitivas basadas en la
caza, pesca y recolección de alimentos
vegetales para una precaria sobreviven-
cia fueron reemplazadas por la invención
de la agricultura y la cría de animales
domésticos, los que junto a una inci-
piente industria originaron el abasteci-
miento, el trueque y un comercio vecinal. La Revolución Industrial con su pro-
ducción masiva en fábricas, utilizando
nuevas invenciones, originó una nueva
forma de generar riquezas burocrati-
zando y organizando a empresarios y
comerciantes en busca de mercados
cada vez más lejanos y mayores. El pro-
greso del conocimiento posibilitado por la tecnología y desarrollo de las ciencias
obligó a repensar la economía, la polí-
tica y la evolución social en busca de un
bienestar generalizado.
Antes del Renacimiento “teníamos
que creer” que la Monarquía o la Iglesia
sabían casi todo, e imponían su poder
ilimitado. Al inventarse la Imprenta en
el siglo XV pudimos leer, informarnos
y tener nuestras propias opiniones res-
pecto al rey o sacerdotes, a quienes
comenzamos a ver como personas nor -
males y corrientes, no mucho mejor que
nosotros. Durante el Renacimiento euro-
peo hubo muchas cosas buenas, pero
también se originaron guerras y rivali-
dades; gran inseguridad y facciones dis-
puestas por cualquier medio a alcanzar
el poder y la autoridad vacante. Esto se
repite al inicio del Tercer Milenio; la tele-
visión, las comunicaciones instantáneas
e Internet, nos aportan cantidades casi
ilimitadas de conocimientos e informa-
ción. Podemos ver al Papa, al Presidente
de los EE.UU. y a cualquier personaje
* Capitán de Fragata JT (R).
Al entrar al Tercer Milenio, nos encontramos ante un mundo diverso, riesgoso y dependi
ente,
con una sociedad cada vez más globalizada e interconectada, donde la
división entre ricos y pobres
es más acentuada, y donde las minorías étnicas y las mujeres so
n discriminadas mientras vamos
envenenando el entorno de nuestro planeta. En este mundo caótico y desintegrándose y, ante un inminente enfrentamiento del cristianismo
occidental con el fundamentalismo musulmán; necesitamos, después d
e tantos experimentos
sociales, económicos y políticos fracasados; “algo” con qué
comprometernos y creer para transitar
el tercer milenio con un rumbo determinado, ya que el espacio y el tiemp
o son cada vez más densos,
por lo que un acontecimiento importante ocurrido en una región o luga
r, puede volver vulnerable
al resto del mundo; obligando a los Estados a renunciar a buena parte de
su soberanía, para evitar
confrontaciones, y suscribir toda clase de acuerdos transnacionales recí
procos proteccionistas. Este artículo es un pensamiento superficial de la materia y, no pretende profundizar el tema con
sus numerosas aristas, sino hacernos pensar y meditar en nuestro obligad
o tránsito.
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importante; formarnos nuestras pro-
pias ideas y saber que son personajes
no tan importantes y, en algunos casos,
corrientes. Este pensamiento propio está
destruyendo sistemáticamente la autori-
dad y el control de muchas de nuestras
instituciones, produciendo un gravísimo
problema ya que la gran mayoría de
las personas no están acostumbradas a
carecer de una Autoridad que las dirija y
controle, pudiéndose producir una anar -
quía e inmenso caos social. La evolución del conocimiento nos
demostró, entre otras cosas, que el
mundo no era plano, que la tierra no
era el centro del universo y fuimos
descubriendo numerosas leyes de las
“ciencias exactas”, (matemáticas, quí-
mica, física), donde los fenómenos no
explicados se repiten a voluntad; indu-
ciéndonos a creer que en las “ciencias
sociales”, como la gestión empresarial
y ciencias económicas, los fenómenos
socio-económicos también se repetirían
a voluntad, prescindiendo de las imper -
fecciones de todo ser humano; creán-
dose, entre otras, la “Ley de la Oferta y
de la Demanda”. Olvidamos que en los
seres humanos con su libertad de pen-
samientos, las mismas causas no siem-
pre producen los mismos resultados. El
Comunismo tenía una causa utópica; un
sentido de prosperidad considerando
que todas las personas eran y podían ser
iguales, pero carecía de un mecanismo
racional para alcanzar esa causa. El Capi-
talismo consiste en un mecanismo para alcanzar el enriquecimiento, pero carece
de una causa racional. ¿La vida es sólo
para acumular la mayor cantidad de
riquezas en el menor tiempo posible?,
pero, ¿es éste el único objetivo de la vida
o hay algo más?
La vida está hecha para vivirla y el
trabajo forma parte de la vida pero, exis-
ten muchas más cosas como la familia,
la vida social, los deportes, las entreten-
ciones, la solidaridad, la “razón de exis-
tir...”. No consiste sólo en ir a trabajar
con maletines llenos de documentos y
regresar en la noche para leerlos antes
de una nueva jornada. No consiste en tra-
bajar sin descanso día y noche, sin festi-
vos ni vacaciones, en forma egoísta sin
vida familiar ni social. Tampoco consiste
en perseguir solamente el crecimiento
económico corriendo con computadores
portátiles y teléfonos celulares pegados
a la oreja. Este tipo de vida no es salu-
dable y no puede dar la felicidad. ¿Quién
quiere hacerse rico en un desierto fami-
liar y social donde las personas se pola-
rizan en unas pocas muy ricas y la gran
mayoría cada vez más pobres?; ¿Quién
quiere ser un anciano rico, enfermo y
solitario sin haber podido disfrutar de
sus riquezas en su juventud junto a su
familia o amigos en un mundo lleno de
cesantía, delincuencia e inseguridad;
rodeado de altas rejas, alarmas y guar -
dias armados. Estamos descubriendo
que ser “trabajólico” para ser cada vez
más rico no nos lleva en forma mayorita-
ria a desarrollar una sociedad más feliz,
con una vida más saludable; ¿qué se
consigue con ser rico en la soledad de la
tumba con un entorno cada vez más con-
taminado, tierra arrasada y una sociedad
polarizada y dividida entre unos pocos
muy afortunados y gran cantidad de
pobres e indigentes? En la Economía Social de Mercado,
existen algunas concordancias entre el
capitalismo y el socialismo pero, mien-
tras los socialistas acentúan “lo social”,
los economistas y liberales acentúan “lo
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económico”. Algunos han llegado a atri-
buirle la capacidad no sólo de generar
riquezas, sino de distribuirlas por “cho-
rreo”, sin considerar que quien genera
riquezas es el trabajo y su justa distri-
bución, salvo excepciones, corresponde
sólo a un gobierno justo con libertad,
posibilidad, independencia y capacidad
para actuar solidariamente.
El mercado por si solo, sin una polí-
tica adecuada no puede considerarse un
ente regulador, quedando la sociedad
entregada a una lucha entre productores
y consumidores, donde normalmente el
productor o inversionista decide: dónde,
cuándo y cuánto invertir; cómo orga-
nizar el trabajo, cómo producir y cómo
distribuir los beneficios; en mercados
distorsionados por
oligopolios; donde
los precios no son
libres sino fijados
normalmente por el
más poderoso. En Chile, hasta
fines de la década
del 60, nos sentía-
mos seguros de
nuestro futuro y del
camino para alcanzarlo. Trabajo signifi-
caba estabilidad, tranquilidad, un empleo
casi vitalicio en una empresa estable con
un jefe, una remuneración segura que
nos permitía planificar nuestro futuro y
el de nuestras familias en una sociedad
más justa y solidaria, dentro de la cual la
mayoría de las personas desarrollarían
sus vidas en un ambiente grato, sencillo
y armónico. Actualmente trabajar significa cada
vez más hacerlo por uno mismo “ven-
diendo servicios” a empresas cada vez
más inestables por quiebras, adquisi-
ciones o fusiones con reducciones de
personal; donde gran parte de sus tra-
bajadores son eventuales y disconti-
nuos laborando “afuera”. Un porcentaje
importante de estos trabajadores no
tienen estabilidad y ya no pueden planifi- car su futuro en un mundo globalizado y
extraordinariamente competitivo donde
el trabajo duro y la eficiencia parecieran
ser la razón de ser. Las empresas, salvo
estatales o religiosas, ya no ofrecen la
seguridad de antes, y la antigüedad tiene
poca significación; ni siquiera un buen
desempeño nos asegura que continuare-
mos trabajando allí el próximo mes.
Casi no existe la lealtad de los empre
-
sarios privados con sus empleados, ni la
“camiseta” de éstos con su empresa. Cada
parte vela por “sus propios intereses”. La
competencia salvaje y el desarrollo tecno -
lógico obligan a los trabajadores a una per -
manente capacitación con un mínimo de
informática e inglés. La inseguridad laboral
tiende a producir una reducción de expec -
tativas y un com -
portamiento más
austero; mientras los
trabajadores se cam-
bian continuamente
de un empleo a otro
u otros.
A nivel mundial,
para contrarrestar el
poder creciente de la
URSS.; EEUU de NA.,
que desde el término de la Segunda Guerra
Mundial, mantenía la supremacía econó-
mica, desarrolló una política basada en
cooperación y “ayudas” a todo el resto del
mundo y, al caer la dictadura de la URSS.
en los años noventa, EEUU. se encontró
compitiendo económicamente con Japón y
con Europa Organizada y, en particular, con
Alemania, Francia e Inglaterra.
En las últimas tres décadas del siglo
pasado, “época de lo desechable”; hubo
importantes cambios culturales, socia-
les, tecnológicos, religiosos y políticos
que han influido notoriamente en nues-
tras vidas y en nuestras sociedades con
nuevas ideologías, haciéndonos dudar
de instituciones tan arraigadas y pode-
rosas como: la iglesia, los gobiernos y
sus políticos, la familia, el matrimonio,
la seguridad social, la vida laboral, la
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soberanía, e incluso las leyes nacionales
están siendo cuestionadas. La economía
de mercado a secas o la economía social
de mercado y el capitalismo con su vía
hacia el progreso, la prosperidad y mejo-
res condiciones de vida, que creeríamos
alcanzar; también comenzamos a poner -
los en duda, al apreciar la despiadada
competencia, la disminución de mano
de obra, la cesantía, el trabajo estresante
y el daño que esta política está causando
a nuestra vida íntima, a nuestra comuni-
dad y al entorno. Al tratar de analizar, repensar y escu-
driñar el futuro; en la actualidad, muchos
no sabemos adónde vamos ni cómo
llegar allá, pero nos vemos arrastrados
por el capitalismo, o corriendo tras él en
pos de un rápido elitismo y exitismo Al entrar al tercer milenio, encontra -
mos un cambio de poder; donde la econo -
mía no se basa tanto en la tierra, el capital
o las materias primas, sino en el capital
intelectual y en la competencia y merca -
dos internacionales, donde las redes son
más importantes que los países. Muchos negamos esta violenta transi -
ción y creemos, de acuerdo con nuestras
nociones profundamente arraigadas en
nuestra cultura conservadora de predicti -
bilidad y control, que el futuro será como
esperábamos que fuere y que los aconte -
cimientos de la vida estén interconecta -
dos sucediéndose uno después de otro.
La realidad nos está mostrando que el
futuro no es una continuación del pasado,
sino una serie de discontinuidades en un
mundo complejo e impredecible. Como
este nuevo “futuro” no es una continua -
ción del pasado y es desconocido y dife -
rente a como esperábamos que fuera;
necesitaríamos una visión clara sobre
dónde pretendemos dirigirnos, sobre
dónde queremos estar mañana y, en lo
posible, un rumbo que debamos seguir
para alcanzar esa meta con éxito. Debemos crear el futuro más que dedi
-
car tanto tiempo a gestionar el presente. A
raíz de los cambios discontinuos debemos
adoptar una reingeniería, redefiniendo,
reexaminando y replanteando continua -
mente nuestra empresa, nuestras vidas y
nuestro porvenir con políticas desde una
perspectiva totalmente nueva, superior a
la sabiduría tradicional del pasado. Los cambios en el ámbito empresa-
rial y en la sociedad a nivel global junto
a los nuevos descubrimientos científicos,
la informática con Internet y las comu-
nicaciones instantáneas, la televisión,
la robótica y la genética, están cam-
biando al mundo, por lo que debemos
tomar medidas oportunas, a tiempo,
para enfrentar, retrasar o tratar de evitar
lo inevitable. Esta planificación perma-
nente es un proceso sin fin que debemos
comenzar desde ya, revisar y volver a
reiniciar continua y permanentemente. Al enfrentar el Tercer Milenio debemos
acostumbramos a vivir con inseguridades
de todo tipo, con incertezas; y no tratar de
buscar la certeza que ya no existe en un
mundo complejo, discontinuo, imprede-
cible y desconocido, donde las Grandes
Empresas Transnacionales y las Grandes
Corporaciones tienen más poder e impor -
tancia que la mayoría de los países, a los
cuáles imponen sus políticas económicas
al margen de sus soberanías. Tal como Colón, al zarpar a las Indias
en 1492, nos adentramos en el navegar
de nuestras vidas y futuro en “tierras o
mares desconocidos” sin tener cartas
náuticas ni un rumbo determinado y, por
lo tanto, sin poder utilizar el piloto auto-
mático. Cada uno de nosotros debemos
empuñar la caña de nuestras vidas con
confianza en nuestro futuro y para ello
debemos tener en primer lugar confianza
en nosotros mismos y en nuestra capaci-
dad e inteligencia. Ese es nuestro mayor
desafío al adentrarnos al siglo XXI.
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