- Fecha de publicación: 01/06/2009.
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PÁGINA DE MARINA
¿POR QUÉ ME GUSTA
EL SURF?
Óscar Aranda Mora*
E
n mi vida he tenido –gracias a Dios-
la oportunidad de hacer muchas
cosas. Algunas, como montar a
caballo, nunca me gustaron. Otras, como
navegar, volar o leer, me deleitaron siem-
pre. Pero sólo el surf me atrapó definiti-
vamente. Quizás fue porque partí tarde.
O sea, muy tarde. De hecho, mis mejo-
res amigos se rieron abiertamente de mí:
“Tata surfista, dedícate a otra cosa”, me
decían. Pero realmente, lo único malo de
comenzar a surfear a una edad avanzada
(después de los 40, digamos) es que uno
lamenta todas las olas que se perdió y
además es algo tieso arriba de la tabla (y
confesémoslo, abajo también). Por otra parte, al comenzar a surfear
a esas alturas de la vida, el estado físico
fue todo un tema (y aún lo es). Claro,
sentir los brazos como lana, después de
haber remado ola tras ola infructuosa -
mente y de haber tragado un buen par
de bocanadas de agua salada, puede ser muy descorazonador. Sin embargo, es
justamente lo fenomenal del desafío de
aprender a surfear lo que más atrae. Para
qué decirles otros problemas propios de
un surfista maduro. Como el esfuerzo de
soportar una cena de trabajo después
de haber tenido una sesión de 2 horas
de surf al atardecer: Hay que tratar de
mantenerse despierto, de reírse oportu
-
namente de los chistes “políticamente
correctos” y además, de decir cada cierto
tiempo cosas que al menos parezcan inte -
ligentes. Todo eso, mientras el cuerpo y
la mente piden urgente y notoriamente
dormir y prepararse para la sesión de la
mañana siguiente. Uno se traga los bos-
tezos y toma mucha bebida cola, con la
esperanza de que la cafeína y las ganas
de ir al baño, lo mantengan despierto.
Lo único bueno es que de vez en cuando
alguien saca el tema del surf, o mejor
aún, preguntan por las olas... y enton -
ces a uno se le ilumina la cara, se le va el
Iniciar la práctica de un deporte considerado “extremo” a una e
dad avanzada representa
desafíos particulares. La conciliación de estos desafíos junto
a las responsabilidades
asociadas a una etapa madura de la vida lleva a situaciones –que si b
ien parecen divertidas-
pueden originar complicaciones. A simple vista practicar el deporte del surf puede parecer banal. Sin em
bargo, de la
práctica de este deporte se pueden obtener beneficios apreciables,
como amistades
desinteresadas o un buen estado físico. Además, del surf se pueden
extraer enseñanzas de
gran validez, como el valor de la humildad, de la amistad y de la persev
erancia. Por otro
lado, la práctica del surf demuestra la validez de algunos valores tr
ascendentes, tales como
el compromiso y la importancia de la aceptación de las consecuencias
de las actividades
que se emprenden, aspectos que hoy parecen olvidarse. Lo anterior hace
recomendable
la práctica de dicho deporte, que aunque no constituye uno de los dep
ortes habitualmente
relacionados con el mar, es un deporte náutico más.
“The best surfer out there is the one
having the most fun”
Anónimo.
* Capitán de Navío. Oficial de Estado Mayor AV. Magíster en Ciencias Navales y Marítimas con mención en Estrategia. Diplo-
mado en Estudios Superiores de Defensa en el Colegio Conjunto de Defensa de París. Preclaro Colaborador de Revista de
Marina, desde 2002.1.-
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sueño y trata de explicarle a la otra per -
sona qué es lo que se siente cuando la
tabla “despega” y uno está arriba de ese
cerro energético de agua que lo impulsa
hacia adelante, rugiendo y vibrando bajo
los pies. Normalmente, el interlocutor no
entiende mucho y mira como si uno estu -
viese loco, pero igual capta el entusiasmo
y muy dentro de él aparece la sospecha
–no exenta de envidia- de que se está per -
diendo algo muy, pero muy bueno. Por otra parte, el surf me ha regalado
algunas cosas estupendas. Me ha regalado humildad. Me ha ense -
ñado que hasta la ola más insignificante
me puede hacer “pagar
1” y fuerte. Me
ha mostrado cómo un niño puede hacer
mejor que yo el deporte que más me
gusta. Me ha demostrado que lo impor -
tante no es la tabla, ni el traje, ni nada de
lo que uno tiene, sino la actitud frente a la
ola y que realmente uno vale por sí mismo
y no por sus cosas. (Recuerdo una vez,
cuando dije que la ola que venía era dema -
siado grande, un viejo surfista me respon -
dió que en realidad no hay olas grandes,
sino surfistas pequeños... ¡que filosofía!). El surf también me ha enseñado a
ser paciente. Me ha obligado a esperar
toda una semana... para encontrarme
el sábado que el mar está “flat
2” y que
sencillamente no hay olas... ¡y a esperar
otra semana más!
Además, el surf me ha regalado amigos
desinteresados, que lo único que buscan
es compartir algunas buenas olas al ocaso
y con quienes puedes conversar intermi -
nablemente mientras esperas el próximo
set de olas, cada uno sentado en su tabla.
A menudo me dicen que no puede resul -
tar entretenido un deporte en el que estás
el 90% del tiempo esperando, pero es que
además el surf me ha enseñado que la
clave de la felicidad no está sólo en gozar
del resultado, sino también en disfrutar del
proceso. Algo aplicable a todo en la vida.
El surf me ha regalado también una
condición física aceptable, lo que cada
día aprecio más, ya que esa condición
física va a contribuir a darme una buena
calidad de vida a futuro. A propósito,
aprovecho esta oportunidad para aclarar
un prejuicio. A menudo se asocia el surf
al “reventón” y no es así. Aunque inne -
gablemente el surf fue popularizado en
gran parte por los californianos de los
años 60 y 70 del siglo pasado, quienes
cultivaban un estilo de vida “peculiar”
-por así llamarlo- el verdadero surfer
requiere de un estado físico aceptable y
sobre todo, necesita madrugar, porque
las mejores olas aparecen hasta unas 3
horas después de la salida del sol. Madru -
gar y mantener un buen estado físico
están más bien alejados del prototipo del
“carretero reventado” y los surfistas de
corazón privilegian el deporte al carrete.
Pero lo mejor del surf es que me ha
confirmado el valor en la vida del esfuerzo
y de la consecuencia, porque los sur -
fistas sabemos que hay que “mojarse”
y “pagar”. Para surfear hay que –pri-
mero que nada– mojarse en el agua fría.
“Mojarse” significa arriesgarse, compro-
meterse, involucrarse en las actividades
que uno emprende, sean éstas deporti-
vas, profesionales o de cualquier índole.
“Pagar”, esto es que la ola lo revuelque
a uno, significa estar dispuesto a no aho-
rrarse los costos de las actividades que
1.- “PAGAR”: Slang por caerse, que la ola lo revuelque a uno. Sinónimo: “cooperar”.
2.- “Flat”: Del inglés, cuando el mar está plano.
El surf me ha regalado amigos esperando el próximo set de olas.
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emprendemos. Es la consecuencia que
existe entre el resultado deseado y el
precio que debemos costear por dicha
recompensa. Muchas veces he comen-
zado a correr una ola consciente de que
ésta se va a “cerrar” y que los 5 segun-
dos montado en la ola van a terminar
con un revolcón... ¡Pero qué 5 segundos!
¿Se han fijado que a los surfistas les pre-
guntan siempre si el mar no les da frío?
y después agregan: “pero... ¿y la ola no
te revuelca?”. Claro, así es. Me da frío y
la ola me revuelca, pero lo que sucede es
que para surfear hay que mojarse y pagar,
¿recuerdan? A veces siento
que hoy estamos cada vez
menos dispuestos a “mojar -
nos” y a “pagar” por nues-
tros objetivos. La actitud
más común parece ser
aquella de “quedarse en la
playa”, secos y sin pagar...
pero sin surfear tampoco.
Alguien decía que hay dos
tipos de personas: los sur -
fistas y aquellos que no se
atreven o que desisten
3.
Lo último que me
motiva del surf, es que es
un deporte en el que se compite contra
uno mismo (dicen que el golf es parecido.
No lo sé, pero intuyo que algún día termi -
naré cambiando el azul de mis olas por
un “green”). A propósito, una vez leí que
un surfista profesional decía que estaba
“aprendiendo” a surfear, lo que me pare -
ció el colmo de la modestia. Pero lo decía,
porque en el surf uno está siempre per -
feccionándose, preguntándose en qué
falló la última ola o cómo hacer mejor esa
maniobra que no sale como a uno le gus -
taría. No es una cosa mecánica y al igual
que en la vida –donde cada situación es
distinta- cada ola es un desafío diferente,
donde tu experiencia te proporcionará las guías principales, pero sólo cuando estés
ahí debes decidir qué hacer. Esa es la bús
-
queda incesante de la perfección y es la
actitud que nos lleva a los mejores logros
personales. (Ahora, después de 30 años,
descubro que “Juan Salvador Gaviota” se
trata de lo mismo). Las personas exitosas
en todos los campos de la vida son per -
feccionistas y saben del valor del trabajo
duro y constante, así como de aplicar su
experiencia para analizar cada situación
particular, sin imponer soluciones estereo -
tipadas. Los surfistas realmente buenos
son justamente personas así.
Probablemente, des-
pués de otras colaboracio -
nes más “sesudas”, ésta
pueda parecer banal. No
creo que los beneficios del
surf sean tantos que justifi -
quen, por ejemplo, su inclu -
sión en el apretado currículo
formativo de los oficiales.
Aunque quizás un seleccio -
nado de surf en la Escuela
Naval sería una experien -
cia interesante y probable-
mente hasta una buena
herramienta promocional.
No obstante lo anterior, la vez que mis ofi -
ciales -encabezados por su leal Segundo
Comandante- a instancias mías tomaron
algunas clases de surf, ganaron valiosas
experiencias relativas al mar y principal -
mente acerca de sus propias limitaciones.
Pero lo que realmente creo y deseo tras -
mitir, es que el surf -así como muchos
otros deportes del mar- nos puede dejar
enseñanzas tan importantes como algu -
nas anécdotas marineras o la descripción
de actividades marítimas. Y después de
todo... ¿no se trata de un deporte náutico?
Bueno, espero encontrarlos en la
playa... ¡y atrévanse!, el surf es para
todos... los que se atrevan.
3.- ¿Se han fijado la cantidad de gente que usa poleras, traje de baño o look de surf? Es que muchos quisieran parecer surfistas,
ya que es “cool”. Pero pocos están dispuestos a mojarse y menos aún a pagar. Signo de los tiempos.
* * *
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