Revista de Marina
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  • Fecha de publicación: 01/08/2016. Visto 190 veces.
J unto con asumir el mando de la Escuadra, Cochrane inició un intenso programa de entrenamiento de las dotaciones en el uso de la artillería, técnicas de abordaje, maniobras, etc., imponiendo el exitoso modelo de eficiencia operativa inglés que había triunfado en la batalla de Trafalgar. De esta manera, la carencia de algunos medios y la existencia de algunas deficiencias logísticas de los buques de la Escuadra fueron suplidas con disciplina, valentía y un alto nivel de entrenamiento. En el primer duelo de artillería contra las baterías del Callao Cochrane logró infundir a las tripulaciones un nuevo espíritu: les demostró su valor personal, logrando despertar la chispa de la audacia en las dotaciones, lo que sería vital para realizar las futuras hazañas de la Escuadra. En las dos expediciones que efectuó al Perú en 1819, Cochrane intentó ejecutar varios ataques * Vicealmirante. Oficial de Estado Mayor. Antiguo Colaborador de la Revista de Marina desde 2008. (gustavojordan1955@gmail.com) El alto valor, audacia y arrojo que demostraron los chilenos dejó impresionado al mismo Cochrane, quien después de esta hazaña afirmaría su famosa frase “Valor como el que mostraron nuestros valientes nunca lo había visto.” REVISMAR 4 /2016 53 a los buques españoles: un ataque directo con los buques de la Escuadra, que falló por falta de viento y la neblina; otro usando brulotes incendiarios y explosivos, el que también falló por falta de viento y por la explosión prematura de ellos; y finalmente ataques utilizando cohetes Congrave, que fallaron por mala fabricación de estas armas. En su segunda expedición a Callao navegó hasta Guayaquil en persecución de dos fragatas españolas. Esta comisión no tuvo los frutos deseados y de regreso a Chile, solo con la fragata O’Higgins, decidió emprender una de sus acciones tácticas más brillantes: la captura de Valdivia. Captura de los fuertes de Corral y de Valdivia La ubicación de los fuertes hacía que fuera prácticamente imposible efectuar un ataque naval por sorpresa a la ciudad de Valdivia: el acceso era una entrada muy estrecha, la que estaba defendida por diecisiete fuertes, con 120 cañones. Valdivia representaba una amenaza triple para Chile: primero, por la cantidad de tropas ahí existentes; segundo, por el apoyo que otorgaba a las guerrillas de indios en contra de los patriotas; y, finalmente, por el apoyo logístico que podría brindar para equipar fuerzas españolas que concurrieran a América. En teoría un ataque sobre las fortalezas era suicida, esta era la mayor y mejor fortaleza existente en todo el continente sudamericano. Los fuertes de Corral estaban a cargo de 700 hombres del batallón Cantabria. En Valdivia había fuerzas de caballería e infantería que sumaban más de 1000 soldados adicionales. Pero Cochrane, en sus análisis previos, había notado que las fortalezas estaban diseñadas para resistir un ataque desde el mar, por lo que intentaría desarrollar un ataque indirecto. Lo primero era efectuar un reconocimiento acabado del objetivo y decidió hacerlo personalmente, por eso navegó desde Guayaquil a Corral, en una singladura de casi 3400 millas. A su arribo la O’Higgins izó bandera española y logró engañar a los realistas; le enviaron una embarcación con el práctico, acompañado de un oficial y tres soldados. Todos quedaron prisioneros al embarcarse en la fragata. Reconoció por dos días todos los accesos, los bajos existentes; de los prisioneros obtuvo información de los fuertes, su dotación, procedimientos y determinó que existía una playa donde era factible efectuar un desembarco cerca del Fuerte Inglés. Más convencido que nunca que capturar los fuertes era factible, resolvió dirigirse a Concepción a conseguir refuerzos. Logró convencer al general Freire que apoyara esta iniciativa, quien designó al mayor Beaucheff al mando de 250 soldados los que se embarcaron en la O’Higgins y en los bergantines Intrépido y Moctezuma, existentes en Talcahuano. De regreso a Corral la fragata O’Higgins se varó en las cercanías de la isla Santa María y empezó a hacer agua. Cochrane reparó personalmente algunas de las bombas de achique de la fragata, lo que les permitió seguir su navegación. Había planificado efectuar un desembarco y ataque nocturno, pero la falta de viento no permitió lo previsto y recién a media tarde del 3 de febrero de 1820, los dos bergantines fondearon en las cercanías del Fuerte Inglés, en Corral. Los realistas habían avistado los buques y había descendido un destacamento de soldados hacia la playa, apostándose entre las rocas. Los españoles, desconfiados, solicitaron que se enviara un bote a tierra. Se les contestó que se habían perdido al cruzar el Cabo de Hornos. Entre tanto uno de los botes del Intrépido quedó a la deriva, evidenciado el intento de engaño y los cañones de los fuertes abrieron un fuego contra los buques. Se dispuso acelerar el desembarco bajo intenso fuego de artillería y de infantería enemigo. Miller llegó a contar 75 soldados que estaban en la playa haciendo fuego sobre las dos embarcaciones de asalto anfibio. Atacaron con tal ferocidad a los españoles, que éstos se retiraron de la playa. Una hora después habían desembarcado los 300 hombres de la fuerza de asalto. A las 18.00 horas se inició la marcha hacia el Fuerte Inglés. Ya de noche, los atacantes se dividieron en dos bandos, uno que distrajo a los defensores MONOGRAFÍAS Y ENSAYOS: La sorpresa, factor esencial de los éxitos de Cochrane 54 con mucho ruido por el frente y el otro que, silenciosamente, avanzó hacia la retaguardia. En forma coordinada, en medio de una atronadora gritería, se efectuó el ataque en forma simultánea por ambos frentes. Esto resultó totalmente inesperado para los defensores, los que cayeron en un completo pánico y solo atinaron a escapar huyendo descontroladamente hacia el Fuerte San Carlos, contagiando en su huida a 300 soldados que habían sido enviados para reforzar el Fuerte Inglés. Al llegar al Fuerte San Carlos, cuyas puertas fueron abiertas para recibir a los fugitivos, ingresaron a éste simultáneamente los españoles perseguidos por los chilenos. Los defensores, cayeron en un pánico cada vez más generalizado, abandonaron el resto de los fuertes en forma sucesiva, y huyeron. Al amanecer habían sido capturados los fuertes del lado Weste de Corral. Cochrane ordenó que 200 soldados se reembarcaran y atacaran los fuertes ubicados al Este de la bahía. Apareció la fragata O’Higgins en el horizonte, la cual venía casi hundiéndose por las averías sufridas en su varada y los españoles pensaron que concurría a atacarlos y huyeron hacia Valdivia. En menos de veinticuatro horas se habían capturado todos los fuertes de Corral. Posteriormente la ciudad de Valdivia y la fragata Dolores, que se encontraba en ese puerto, cayeron en poder de los chilenos sin disparar un tiro. Los resultados de esta hazaña tuvieron repercusiones a nivel mundial, de un solo golpe se había recuperado la continuidad territorial en Chile continental, se había incorporado una rica provincia a nuestro país y se había suprimido esta grave amenaza latente de los españoles, que ciertamente afectaba al esfuerzo de la guerra de Independencia. Análisis de la sorpresa en Corral y Valdivia No se logró la sorpresa total en esta operación: los dos bergantines fueron avistados a la distancia, recalaron de día, no lograron engañar a los españoles y éstos tuvieron la oportunidad de romper el fuego sobre aquellos con artillería desde los fuertes y desde la playa con fusiles sin lograr detener el desembarco. En lo que sí logró la sorpresa Cochrane fue en que los españoles no esperaban un ataque anfibio sobre el Fuerte Inglés, tampoco con la rapidez con que se desarrolló la operación, en que nada detuvo a los asaltantes, los que pese a las bajas, persistieron en la ofensiva casi sin detenerse. Tampoco esperaban que esta operación fuera nocturna. Este fue un ataque de alto riesgo, en donde la moral, el entrenamiento y la determinación de vencer de las fuerzas chilenas primaron sobre cualquier otra consideración. Recordemos que el buque insignia se mantenía a flote a duras penas por las vías de agua que se habían producido en su varada y que se contaba con solo dos embarcaciones a remo al momento del desembarco. En términos sicológicos, la sorpresa fue total y los resultados están a la vista. Captura de la fragata Esmeralda en Callao Pese a no haber tenido éxito en las primeras expediciones efectuadas al Perú en los ataques contra las fuerzas navales españolas en Callao, Cochrane había logrado que los españoles pasaran completamente a la defensiva. Para lograr una mejor defensa de la Esmeralda habían construido una especie de barrera flotante formada de maderos sostenidos con boyas, cadenas y anclas, la que estaba complementada con veintisiete lanchas cañoneras equipadas con un cañón de 24 libras que la vigilaban permanentemente. Cerca de la Esmeralda se habían fondeado tres bergantines y detrás estaban ubicados varios buques mercantes armados. Analizados todos los factores, Cochrane resolvió efectuar un ataque nocturno con botes, los que llevarían las partidas de abordaje. Una vez capturada la fragata Esmeralda, el plan consideraba capturar o incendiar al resto de los buques en Callao y así eliminar a toda la fuerza naval del Virrey. La Esmeralda tenía izado el distintivo de buque insignia de la flota española del Pacífico, desplazaba 900 toneladas, montaba 44 cañones y su tripulación era de 350 hombres. Era la mejor unidad española en el Pacífico. REVISMAR 4 /2016 55 Habiendo seleccionado una fuerza de asalto de 80 infantes de marina y 160 marineros, todos voluntarios, por tres días fueron sometidos a un intenso entrenamiento nocturno de boga en forma silenciosa, trepar por el costado de las naves y de combate cuerpo a cuerpo con armas cortas. Cochrane había estudiado en detalle la barrera flotante creada por los españoles. Para generar decepción, se dispuso el zarpe de las fragatas Lautaro y la Independencia, simulando perseguir a otro buque. El 1° de noviembre se impartieron las instrucciones del ataque. En ellas se nombraba a los dos jefes de las columnas de botes, los capitanes Crosby y Guise. Se establecía el orden de la navegación: dos columnas paralelas, separadas por dos esloras de botes. La tripulación iría vestida de blanco armados con pistolas, sables, cuchillos, hachas de abordaje y chuzos. El día del ataque, a las 22.00 horas, se inició el desplazamiento al objetivo, liderando los botes iba embarcado Cochrane. Después de bogar aproximadamente dos horas, el bote del almirante fue interceptado por uno de los botes españoles de guardia a la entrada de la barrera flotante, cuya dotación fue amenazada de muerte si decían algo, lo que surtió efecto: los catorce botes de asalto ingresaron dentro de la barrera sin que se diese la alarma. En silencio los botes se atracaron a la Esmeralda por ambos costados. Cochrane fue el primero en trepar a la cubierta. Al verlo un centinela español dio la alarma y descargó un culatazo sobre el almirante, el que cayó al fondo del bote, causándole una herida en la espalda. Pese a lo anterior, el almirante se recuperó y subió a la fragata exclamando ¡arriba muchachos, la fragata es nuestra! La dotación estaba durmiendo y fue tomada completamente por sorpresa. La fragata fue abordada, en forma simultánea, por ambos costados y fue capturada en un corto combate. Las bajas españolas fueron de 160 marinos. Las repercusiones de la captura de la Esmeralda fueron enormes, fue un golpe mortal para el poderío marítimo español del cual nunca más se recuperaría. Su efecto sobre la moral de las tropas realistas fue demoledor, acelerando la derrota de los españoles y la entrada a Lima del Ejército Libertador del Perú. Análisis de la sorpresa en la captura de la Esmeralda en Callao En esta oportunidad la sorpresa de los españoles fue total y el efecto máximo. Cochrane había efectuado reconocimientos detallados de las barreras flotantes, conocía perfectamente la ubicación de la Esmeralda, eligió efectuar un ataque nocturno sabiendo que las baterías terrestres iban a estar inactivas y en caso de entrar en acción serían ineficientes, como así ocurrió. El hecho que la dotación de la Esmeralda estaba durmiendo al momento de materializarse el ataque (excepto los vigilantes de cubierta) facilitó el ataque. Los tres días de intenso entrenamiento nocturno, la medida adoptada que los asaltantes vistieran de blanco, el hecho de haber dispuesto el zarpe de las otras dos fragatas fuera de la bahía en la tarde del día del ataque para acrecentar la sensación de falsa seguridad de los españoles, contribuyó a lograr la sorpresa y a evitar interferencias mutuas. MONOGRAFÍAS Y ENSAYOS: La sorpresa, factor esencial de los éxitos de Cochrane n La fragata española Esmeralda en el momento de su captura por parte de las fuerzas patriotas mandadas por el almirante Thomas Cochrane. 56 El alto valor, audacia y arrojo que demostraron los chilenos dejó impresionado al mismo Cochrane, quien después de esta hazaña afirmaría su famosa frase “Valor como el que mostraron nuestros valientes nunca lo había visto.” Análisis teórico de la sorpresa La sorpresa ha sido históricamente el más importante multiplicador de las fuerzas. Todas las teorías estratégicas enfatizan la conveniencia de lograr la sorpresa en las acciones militares. El logro de la sorpresa es también un requisito esencial para lograr el caos en el oponente, y así obtener la victoria al mínimo costo. La sorpresa no se logra fácilmente, requiere de significativos esfuerzos de inteligencia previos, excelentes medidas de seguridad, una considerable creatividad, una gran dosis de audacia, el adoptar riesgos considerables, contar con una gran movilidad y un excelente entrenamiento. Siendo la sorpresa algo completamente inesperado por el enemigo, ésta se ha alejado de aquellas acciones militares lógicas, tradicionales o clásicas. La sorpresa lleva en sí lo revolucionario, lo nuevo, lo original, lo que nunca se ha intentado, lo que ha sido descartado por el enemigo por ser muy difícil, arriesgado, temerario o complejo. La sorpresa ha estado presente en las teorías estratégicas desde siempre. Sun Tzu estableció la máxima que “todo el arte de la guerra está basado en el engaño”,1 recomendando “atacar al enemigo donde no esté preparado”,2 y que “aunque el ataque carezca de ingenio debe ser necesariamente ejecutado con la velocidad de un rayo.”3 Para lograr la sorpresa sostiene que “el enemigo debe ignorar donde me proponga librar la batalla, porque si lo ignora, deberá estar preparado en muchos puntos diferentes, y serán poco numerosos los efectivos que se encuentren en cada uno de estos puntos.”4 Maquiavelo era partidario de las acciones decisivas que causaran pánico en el enemigo afirmando que “si se desea desconcertar al enemigo durante la batalla hay que hacer algo que lo asuste”, enfatizando que “las cosas nuevas y repentinas atemorizan a los ejércitos.”5 Jomini escribía que “la esencia de la sorpresa no consiste solamente en caer sobre tropas adormecidas y mal custodiadas, sino también en combinar un ataque de uno de sus extremos, para sorprenderlas y sobrepasarlas simultáneamente.”6 Clausewitz afirmó que “la sorpresa es un medio para lograr la superioridad, pero puede considerarse como un factor independiente a causa de su efecto moral” y que “el secreto y la rapidez son los dos factores esenciales de la sorpresa.”7 Por otra parte, Cochrane afirmaba “Las operaciones que menos espera el enemigo son las de más éxito.”8 Liddell Hart afirmó que “la sorpresa ha llegado a ser la clave de todas las acciones militares”. “Si se desea ganar alguna ventaja, ésta debe ser en la aceleración de la acción.”9 “El factor del tiempo domina la guerra.”10 Fuller citando a Hitler escribió “A un ejército preso del pánico se le vence de un sólo golpe.”11 Michael Handel sostiene que “la sorpresa estratégica en la guerra es el más poderoso multiplicador de fuerzas de la guerra convencional”, “La sorpresa es por sí misma el auténtico multiplicador de fuerzas, dados sus efectos psicológicos.”12 Palabras finales Cochrane casi siempre atacó utilizando la sorpresa como el principal multiplicador de sus fuerzas. 1. Sun Tzu. (1987). El Arte de la Guerra, Valparaíso, Academia de Guerra Naval, p. 49. 2. Ibid. p. 53. 3. Ibid. p. 59. 4. Ibid. p. 60. 5. Maquiavelo. (1988). Del Arte de la Guerra. Editorial Tecnos, España. p. 113. 6. FEDERICO EL GRANDE, Guibert, Bulow: de las Guerras Dinásticas a las Nacionales”, Peter Paret, Ministerio de Defensa Español, España, 1992, pág. 112. 7. Karl Von Clausewitz. (1968). De la Guerra, Volumen I. Círculo Militar, Argentina. p. 311. 8. Carlos López Urrutia. (2001). Más allá de la audacia, vida de Thomas Cochrane, décimo Conde Dundonald. Editorial Andrés Bello, Chile. p. 189. 9. Liddell Hart. (1937) Europe in Arms. Faber and Faber, Londres. p. 24. 10.J.F.C. Fuller. (1941). Máquinas de Guerra. Editorial Bibliográfica Española, España. p. 233. 11.Michael Handel. (1980). Clausewitz and Modern Strategy. Frank Kass & Co. Ltd., Inglaterra. p. 62. 12.Gustavo Jordán Astaburuaga. (2003). Lord Cochrane y la Armada de Chile. Libertador O’Higgins. 20, 44. REVISMAR 4 /2016 57 Los factores de fuerza más relevantes del almirante eran el alto nivel de entrenamiento y de eficiencia operativa de sus dotaciones junto con el nivel de adhesión que lograba en sus subordinados, que no dudaban en acompañarlo en las acciones más arriesgadas. Cochrane buscó incesantemente lograr la sorpresa en su accionar, ya sea introduciendo nuevas tecnologías, tácticas y métodos de ataque sobre los españoles, como asimismo desarrollando una elaborada planificación operativa basada en una excelente inteligencia asociada a aun mejores medidas de seguridad. El almirante Cochrane se adelantó a muchos estrategas en valorar y cultivar el espíritu ofensivo, basado en la sorpresa y en la rapidez de la acción, como una de las formas más eficientes de lograr la victoria al mínimo costo. Por eficientes que sean las capacidades defensivas del enemigo, siempre será posible, con inteligencia y audacia, lograr la sorpresa. La sorpresa, la ofensiva, la decepción, la seguridad de las operaciones y la rapidez de la acción deberían ser ingredientes fundamentales de toda estrategia moderna.

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