Revista de Marina
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¿La guerra de minas es viable en la actualidad?

  • DIEGO PORZIO DE ANGELIS

Por DIEGO PORZIO DE ANGELIS

  • Fecha de recepción: 22/06/2023
  • Fecha de publicación: 31/12/2023. Visto 670 veces.
  • Resumen:

    Resulta complejo dimensionar en los escenarios actuales el empleo de dispositivos explosivos que se posicionan bajo el mar con el propósito de destruir una nave, sin ningún tipo de discriminación. No obstante lo anterior, el marco regulatorio internacional y evidencias recientes nos indican lo contrario. El presente trabajo pretende demostrar que el empleo de la Guerra de Minas se encuentra plenamente vigente y resulta una opción viable para las marinas medianas.

  • Palabras clave: Guerra de minas, marinas medianas.
  • Abstract:

    In today’s times, it is difficult to grasp the use of underwater explosive devices for destroying ships, without any type of discernment between friend and foe. However, the international regulatory framework and recent facts indicate otherwise. This work gives evidence that the use of naval mine warfare is fully in force and is a feasible option for medium-sized navies.

  • Keywords: Naval mine warfare, medium-sized navies.

Durante el atardecer del 10 de mayo de 1982, en el Atlántico Sur, Christopher Craig, comandante de la fragata tipo 21 HMS Alacrity, recibió un llamado inesperado del comandante de la Fuerza de Tarea británica, almirante John Forster Woodward, quien le ordenó dirigirse al archipiélago de las Malvinas y llevar a cabo una circunnavegación a la Isla Soledad y al norte del estrecho San Carlos. El comandante Craig comprendió el profundo y relevante sentido de lo que le había sido encomendado. Con la responsabilidad del mando sobre sus hombros, zarpó de inmediato a una misión que podría haber sido la última para él y su tripulación.

Lo que llevó al almirante Woodward a tomar la difícil decisión de sacrificar a una unidad de combate y probablemente a toda su dotación, fue que contaba con la información de que la armada argentina poseía la capacidad de sembrar minas, las que potencialmente dañarían o destruirían a cualquier buque que hiciera contacto con ellas, sin ningún tipo de control o discriminación, afectándole a su maniobra, que finalizaba con la proyección de fuerzas a tierra a través de un desembarco anfibio.

Precisamente por esa incapacidad de discriminación, sumado a escenarios internacionales mucho más complejos y con múltiples actores simultáneos, en la actualidad se han desarrollado dispositivos capaces de efectuar una defensa del litoral que permiten establecer y controlar en tiempo real un panorama, integrando lo anterior a modernos sistemas de armas que destruyen selectivamente un blanco determinado, disminuyendo así la probabilidad de afectar a terceros. No obstante, estos avances gracias a su costo-efectividad y contribución a los intereses del Estado, la guerra de minas y las acciones de contraminado se encuentran plenamente vigentes y representan una capacidad conveniente para marinas medianas.

Para demostrar lo anterior, se indicarán inicialmente los principios fundamentales de la guerra de minas (NMW), así como también se contextualizará el concepto de las “marinas medianas”. Posteriormente, se presentarán dos argumentos que sustentan la conveniencia del empleo de esta capacidad. A continuación, se propondrá un contraargumento que desafía aquello que se intenta ratificar y finalmente, serán expuestas las conclusiones obtenidas del análisis desarrollado.

Dentro de las operaciones de ejercicio del control del mar, existen aquellas con las que se busca utilizarlo en beneficio propio y negárselo al adversario. Para lograr esto último, se pueden ejecutar distintas operaciones, como por ejemplo el ataque a las líneas de comunicaciones marítimas (LCM) o la NMW, entre otros. Al respecto, el almirante Solís indica de la NMW que: “su meta reside en dificultar o impedir el pasaje de barcos adversarios por una determinada zona, con propósitos ofensivos o defensivos” (Solís, 2006). En otras palabras, permite configurar el espacio de batalla para poder lograr un efecto sobre el enemigo, especialmente en cercanías de costa y en aguas interiores.

Para los fines anteriores, en la actualidad existen diversos tipos de minas, siendo las más empleadas las de orinque, flotantes (consideradas ilegales), de fondo, controladas remotamente y con propulsión propia. (Chatham House, 2014). Sumado a esta diversidad de tipos, “a lo menos treinta países están estrechamente comprometidos con el desarrollo y manufactura de nuevas y sofisticadas minas” (Rhodes, 2010). En este sentido, las minas pueden ser lanzadas desde submarinos, unidades de superficie y aeronaves, lo que las convierte en “…un multiplicador de fuerzas que obliga a la fuerza expedicionaria a dedicar recursos para su desminado” (Khan, 2010). En consecuencia, para poder detectar, desactivar, remover, o bien evitar que las minas sean lanzadas, se deben emplear contramedidas, las cuales de por sí son un proceso “…lento, tedioso y costoso. Remover minas puede tomar doscientas veces el tiempo que se tomó en colocarlas” (Khan, 2010), por lo que potencialmente pueden llegar a comprometer una gran cantidad de medios del adversario. Los factores anteriores demuestran que este tipo de armas se mantienen plenamente vigentes en la guerra moderna. Finalmente, para efectos del presente ensayo, se empleará la definición del doctor Ian Speller, autor del libro Undestanding Naval Warfare, quien señala que la NMW incluye tanto las actividades de contraminado como el minaje ofensivo y defensivo (Speller, 2014).

Respecto del concepto de marinas medianas, se estima necesario para su contextualización dentro del presente trabajo, relacionarlas con Estados o potencias de mediana magnitud. En este sentido, John Richard Hill, autor del libro “Estrategia marítima para potencias medianas”, señala que: “una potencia mediana, por su propia naturaleza, posee muy pocos recursos para emplear en el ejercicio del Poder, fuera de lo que es necesario para salvaguardar sus intereses vitales, integridad territorial e independencia política” (Hill J. R., 2000). Con lo anterior, se obtiene que un Estado de mediana magnitud es capaz de resguardar efectivamente su soberanía e intereses nacionales con una acotada libertad de maniobra. Para ello desarrolla un instrumento de poder militar acorde con sus capacidades y requerimientos de seguridad. Considerando el mismo concepto, aquellos Estados medianos que deben resguardar intereses marítimos desarrollarán con esas mismas capacidades y limitaciones su poder naval, lo cual da origen a las marinas medianas. Ejemplos de ellas son las pertenecientes a: Argentina, Irán, Italia, Holanda, Turquía, Australia, Chile, entre otras. (Hill J., 1990)

Habiendo ya definido NMW y contextualizado las denominadas marinas medianas, es posible establecer una relación para lograr demostrar la conveniencia de su empleo para estas últimas. Desde esta relación, se propondrán dos argumentos: el primero, referente a NMW y su costo-efectividad en el marco de un conflicto bélico, y el segundo, como contribución a los intereses del Estado.

La NMW se ha utilizado regularmente en muchos de los conflictos armados de los últimos dos siglos, desde la guerra ruso-japonesa, hasta la actual guerra de Rusia y Ucrania. Esto debido a que: “las minas navales representan un arma altamente deseable, costo-efectiva y de simple tecnología, que puede causar pérdidas considerables en el adversario” (Khan, 2010). Por ello, marinas medianas que poseen esta capacidad, las han empleado de manera eficiente o bien han desperdiciado la oportunidad de utilizarlas. En atención a que estos dos casos contribuyen a sustentar su costo-efectividad, serán ambos analizados a continuación.

Durante la denominada “guerra de los petroleros”, que se desarrolló entre los años 1987 y 1988 en el marco de la guerra entre las repúblicas de Irak e Irán, específicamente en el estrecho de Ormuz, se produjeron una serie de incidentes y ataques que amenazaron seriamente al tráfico marítimo internacional. Esto debido a que “el estrecho de Ormuz es una zona de confluencia estratégica en el Golfo Pérsico” (Khan, 2010) y que “el veinte por ciento del abastecimiento global de petróleo pasa a través del estrecho de Ormuz” (RUSSELL, 2019). En este sentido, a contar de julio de 1987 y hasta junio de 1990, Estados Unidos desarrolló operaciones de ejercicio del control del mar con el objetivo de proteger las LCM del Golfo. Esto lo llevó a ingresar reiteradamente al área de operaciones del conflicto en comento.

Durante ese período se registraron dos incidentes que involucraron NMW, los cuales tuvieron como protagonistas a la República de Irán y a Estados Unidos. El primero causó la retirada del convoy estadounidense que escoltaba al tanquero Bridgeton, y el segundo, dañó severamente a la fragata Samuel B. Roberts, debido a la explosión producida por minas de orinque ubicadas por la marina iraní en el estrecho de Ormuz. Si bien Estados Unidos poseía un potencial bélico aplastante comparado con el de Irán, éste último “pudo contraatacar, por medio de ataques calibrados y semi negables a la presión internacional sobre carga valiosa que atravesaba el estrecho del Golfo” (Roblin, 2020).

Para enfrentar esta situación, Estados Unidos debió desarrollar un esfuerzo considerable para rebuscar, detectar y aclarar las minas que habían sido sembradas en el citado estrecho. Sumado a ello, esta situación “…inspiró a Francia e Inglaterra, y posteriormente a Italia y Holanda, a desplegar sus propias unidades de combate al Golfo, incluyendo siete barreminas” (Roblin, 2020), confirmando tanto el costo-efectividad de esta capacidad, como la magnitud del esfuerzo desarrollado por países comparativamente más poderosos, ante la amenaza impuesta por Irán a través de su NMW.

Un segundo ejemplo que permite contrastar el empleo de NMW durante la guerra de los tanqueros, fue en el conflicto del Atlántico Sur en 1982 entre Argentina y el Reino Unido, en torno a la soberanía de las Islas Malvinas. En este sentido, posterior al hundimiento del CL Belgrano ocurrido el 02 de mayo de 1982, la flota de mar retornó a su puerto base y a partir de ese momento, Argentina realizó operaciones de negación, a través del ataque a las LCM enemigas, por medio de aeronaves de combate.

Considerando que con lo anterior, la conquista del control del mar y posterior operación de proyección por parte de las fuerzas británicas a la isla Soledad y Gran Malvina era sólo un problema de tiempo, el empleo de NMW podría haber sido una herramienta válida y conveniente para retrasar, afectar seriamente o impedir aquel desembarco. Sumado ello, la armada Argentina poseía esta capacidad, mientras que Inglaterra, al menos en el área de operaciones, no. Otro factor importante era que la geografía en torno a las islas resultaba ser adecuada para este tipo de operaciones. Al respecto el almirante Woodward señaló en su libro “Los Cien Días”:

Si yo hubiera sido argentino y hubiera sospechado siquiera por un momento que los británicos se acercaban para desembarcar en la bahía de San Carlos, habría colocado tantas minas en los ingresos norte y sur del estrecho de San Carlos, como hubiese podido (Woodward, 1982).

De esta forma y a partir del análisis efectuado en el empleo de NMW en la guerra de los petroleros, como su ausencia durante el conflicto del Atlántico Sur, es posible concluir parcialmente que esta capacidad en el marco de un conflicto bélico es costo-efectiva para una marina mediana, toda vez que de cualquier manera y por la sola amenaza de presencia de este tipo de armas, produce un efecto psicológico sobre el adversario, quien deberá comprometer una serie de recursos de tiempo, humanos y materiales, en beneficio de disminuir el riesgo de las operaciones.

En segundo lugar, respecto de la conveniencia de la NMW para la contribución a los intereses del Estado, se propone como primera evidencia el caso de la actual guerra entre Rusia y Ucrania. Por una parte, Ucrania ha reconocido públicamente haber “…instalado minas navales en el ejercicio de su derecho a auto defensa, de acuerdo con lo estipulado en el artículo n°51 de la ONU” (Tondo, 2022), intentando bloquear el puerto de Odesa para desincentivar una operación de proyección rusa. Por otra parte, Rusia estableció un bloqueo para afectar las LCM económicas ucranianas. La suma de estas dos acciones ha tenido una repercusión mundial, ya que “Ucrania es un gran exportador de grano, el año pasado generó el 11% de las exportaciones de trigo a nivel mundial, 12% de maíz y 43% de maravilla” (Reidy, 2022).

En este sentido, si bien la NMW ha sido llevada a cabo por una marina pequeña, las repercusiones en las LCM económicas en el mar Negro han generado el escenario propicio para que marinas medianas, que no se encuentran directamente involucradas en el conflicto, utilicen convenientemente su capacidad de NMW para contribuir a los intereses económicos de sus propios Estados y de la comunidad internacional. Ejemplo de ello es lo acontecido durante el mes de junio del presente año donde “Holanda ofreció contribuir a aclarar minas navales en las rutas comerciales durante un diálogo con Turquía, el cual está sirviendo de mediador en esta materia” (NL TIMES, 2022). Adicionalmente, “Italia anunció que enviaría dos buques barreminas para detectar y desarmar minas flotantes en el mar Negro” (Dumitrescu, 2022).

Por otro lado, la actual situación del mar Negro y las consecuencias directas e indirectas que genera este conflicto bélico no son la única razón para que marinas medianas desarrollen esta capacidad. También existen amenazas asimétricas y no convencionales, las cuales eventualmente pueden tener acceso a minas navales o construir modelos propios y afectar las LCM de un Estado. Al respecto, el vicealmirante Oscar Manzano manifiesta en su artículo “Los imperativos de seguridad y defensa: La perspectiva naval”:

La seguridad de estas comunicaciones sigue siendo una necesidad relevante y hoy también en el mar, emergen o retornan amenazas como la piratería, el terrorismo internacional, tráfico de drogas, contaminación ambiental, explotación ilegal o irresponsable de recursos naturales etc., todo lo cual puede dañar y/o interrumpir esta importante vía de transporte (Manzano, 2004).

Ante esta situación, marinas medianas se han mantenido a la fecha desarrollando la capacidad de NMW, como por ejemplo la marina australiana, que en cuya página oficial declara:

Una fuerza de guerra de minas es esencial para alcanzar las necesidades de maniobras decisivas, así como también estar capacitados para desarrollar operaciones para asegurar las líneas de comunicaciones marítimas de minaje hostil. Esta capacidad contribuirá a la movilidad de las fuerzas navales, así como también a mantener el comercio y su intercambio, los cuales son importantes para los intereses diplomáticos, económicos y sociales australianos (Australian Navy, 2022).

Esto reafirma la versatilidad y vigencia que posee la capacidad NMW, así como también la contribución a los intereses del Estado en escenarios donde la amenaza no necesariamente es de carácter convencional.

A pesar de este análisis, el empleo de NMW, como fue indicado en forma precedente, conlleva potencialmente afectar a terceros, cuya consecuencia puede generar situaciones indeseables que afecten directamente a los intereses fundamentales propios. Prueba de ello son dos incidentes de seguridad ocurridos en el estrecho de Ormuz durante el año 2019, donde dos minas navales hicieron explosión “…dañando el casco de un tanquero japonés y atacando una nave noruega, la cual se incendió y quedó a la deriva en el Golfo de Omán” (Cunningham, 2019). Lo anterior generó consecuencias graves para la política exterior y economía de la República de Irán, pese a que su culpabilidad no pudo ser probada (Cunningham, 2019).

Desde esta perspectiva, desarrollar una capacidad que genere este tipo de situaciones que afectan directamente a los intereses de la nación, sobre todo por parte de países que poseen marinas medianas y soberanía en pasos oceánicos relevantes para el comercio mundial, podría no ser del todo conveniente. Sin embargo, y a modo de refutación, se debe tener en consideración que:

Contrario a las minas terrestres, las cuales constituyen un arma prohibida por la mayoría de los Estados en virtud de la ley, las minas navales son consideradas como un arma legal, con su empleo regulado por La Haya VIII y la ley humanitaria internacional (IHL). (Chatham House, 2014)

Particularmente la Convención N° VIII de La Haya, llevada a cabo en octubre del año 1907, es aún la ley vigente respecto del empleo de NMW para países beligerantes de un conflicto bélico, así como también para aquellos en condición de neutrales. Esta ley establece en su artículo n°3 que: “Cuando se hayan empleado minas de orinque con contacto automático, se debe adoptar toda precaución posible en favor de la seguridad del comercio neutral” (La Haya, 1907) y posteriormente en el artículo n°4, regula el empleo de ellas para países que no se encuentran en condición de guerra. En este sentido y considerando los sistemas actuales para adoptar medidas de seguridad, como por ejemplo el sistema Naval Cooperation and Guiadance for Shipping (NCAGS), hacen posible cumplir con la ley y sus restricciones, y de igual forma emplear NMW convenientemente.

Adicionalmente, aunque “La Convención del Mar (CONVEMAR) de 1982 no se refiere expresamente al empleo de minas navales, ni tampoco el derecho de los Estados a desarrollar contramedidas” (Chatham House, 2014), sí delimita la soberanía del territorio marítimo, permitiendo complementar la ley de 1907. Desde esta perspectiva, se genera un segundo respaldo legal que incrementa la vigencia jurídica en el empleo de NMW, al menos cuando esta es de carácter defensivo.

Finalmente, considerando que una capacidad “…se la entiende como la “habilidad” que permite cumplir misiones asignadas y que esta habilidad depende de la combinación de diferentes factores” (Nacional, 2017); tan sólo el hecho de contar con ella contribuye a uno de los objetivos más relevantes que debe alcanzar una marina mediana: la disuasión. En consecuencia, una marina podrá “…convencer a un potencial oponente que una acción militar en su contra será improductiva para él” (Hill J. R., 2000). En este sentido, considerando que la amenaza de NMW se producirá tanto en la paz como en la guerra, y por enemigos convencionales como asimétricos, el hecho de contar con esta capacidad, ciertamente contribuirá a generar disuasión, reforzando así su conveniencia.

De esta forma, a partir de la definición de NMW y del concepto de marinas medianas, es posible contextualizar y generar una relación entre el empleo de esta capacidad y sus ventajas y limitaciones que le entregan a un Estado mediano.

Asimismo, el análisis de NMW en conflictos históricos permite constatar la costo-efectividad de su empleo, la magnitud del esfuerzo y el compromiso de recursos que para el oponente genera y las consecuencias de no haberla utilizado oportunamente.

Por otro lado, es posible sostener tanto su vigencia en el escenario marítimo mundial, como la contribución de las marinas medianas a los intereses del Estado por medio del desarrollo de esta capacidad, tanto fuera como dentro del marco de un conflicto bélico.

Adicionalmente, si bien las consecuencias que se podrían provocar en el caso de afectar a terceros es un factor que no se puede desestimar, existen suficientes herramientas legales y tecnológicas para generar un escenario que respalde la legitimidad de las acciones desarrolladas.

Finalmente, habiendo analizado los factores señalados en forma precedente, es posible demostrar que la NMW se encuentra plenamente vigente y representa una capacidad conveniente a implementar y desarrollar para marinas medianas.

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