Revista de Marina
Última edición
Última edición

La Galera del siglo XVI

  • Marcelino González Fernández

Por Marcelino González Fernández

  • Fecha de recepción: 19/11/2021
  • Fecha de publicación: 30/04/2022. Visto 9252 veces.
  • Resumen:

    La galera era un barco de remos diseñado, sobre todo, para el combate. La historiografía no le ha dado el tratamiento que se merece. Fue una de las grandes protagonistas de la historia naval del mundo, principalmente en mares cerrados, como el Mediterráneo o el Báltico, pero hoy es una gran desconocida. Centrados en una galera de la segunda mitad del siglo XVI, a continuación, hacemos un repaso de sus características, dotaciones, vida a bordo y formas de actuación.

  • Palabras clave: Galera, remeros, boga.
  • Abstract:

    The galley was a row-vessel designed, above all, for combat at sea. History has not conferred the importance that it deserves. It was one of the leading protagonists of the world´s naval history, mainly in enclosed seas, such as the Mediterranean or the Baltic, but nowadays it has gone largely unknown.

    Focusing on a galley from the second half of the 16th century, we will review its characteristics, crew, life on board and ways of operating.

  • Keywords: oarsmen, rowing, galley.

The galley was a row-vessel designed, above all, for combat at sea. History has not conferred the importance that it deserves. It was one of the leading protagonists of the world´s naval history, mainly in enclosed seas, such as the Mediterranean or the Baltic, but nowadays it has gone largely unknown.

Focusing on a galley from the second half of the 16th century, we will review its characteristics, crew, life on board and ways of operating.

La galera era un barco impulsado por remeros y por el viento, para lo que contaba con remos por las bandas, además de velas. Durante mucho tiempo tuvo un gran protagonismo, principalmente en mares cerrados. Los remos la hacían independiente del viento, lo que le confería una gran ventaja sobre barcos que solo contaban con aparejo de vela.

Historia

Las galeras ya existían en la antigüedad. Las tuvieron los fenicios, griegos, cartagineses, romanos y otros. Con el tiempo, permitieron a diversas culturas expandirse a muy largas distancias, como los drakares vikingos de la Edad Media. Y evolucionaron hasta convertirse en las galeras del siglo XVI. En su evolución sufrieron tres cambios profundos: el timón pasó a ser de codaste, el aparejo cambió a velas latinas, y el armamento incorporó la artillería.

En España su época de oro fue en el siglo XVI y llegó hasta el XVIII. Hubo galeras en Lepanto (1571); Terceiras (1582); escuadra del duque de Pastrana (1623); Orán (1732); etc., hasta que las últimas causaron baja en 1773. En 1785, la Armada trató de recuperar el cuerpo de galeras, compró dos a Malta y construyó alguna más. Pero ya eran barcos obsoletos, que en 1802 solo eran pontones, y causaron baja en 1805.

O    Características:

    Eran barcos largos y estrechos, con una proporción de manga a eslora, de 1 a 8. Sus bandas se llamaban “diestra” o derecha y “siniestra” o izquierda; las denominaciones estribor y babor se reservaban para la marina de vela. Había tres tipos: “gruesa”, “bastarda” y “ordinaria”. La “gruesa” era la de mayor tamaño, donde embarcaba el almirante de una flota, como fue la Real de Juan de Austria en Lepanto, con 60 metros de eslora total y 52,5 metros de cubierta. La “bastarda”, de tamaño intermedio, podía ser la del comandante de una escuadra dentro de una flota. Y la “ordinaria”, de menor tamaño, era la más corriente y la que formaba el grueso de las escuadras y flotas. Podía medir 47 metros de eslora total, y desplazaba de 180 a 270 toneladas.

    A vela, la velocidad máxima era inferior a 8 nudos, y a remo podía mantener 6 nudos durante menos de 30 minutos. Haciendo ciaboga, podía girar en un punto. Su autonomía era inferior a una semana, limitada por su escasa capacidad de carga de agua y víveres. Solía invernar debido al mal tiempo, y sus épocas de actuación eran desde mediados de marzo a mediados de octubre.

O    Nombres, insignias y distintivos:

    Las galeras podían tener nombres de santos, como “San Jorge”, o procedentes de alguna circunstancia, como la “Quemada” por haber sufrido un incendio; del mascarón de proa, como la “Loba” de Álvaro de Bazán en Lepanto; de insignias que transportaban, como la “Real” de Juan de Austria en Lepanto; de su propietario, como la “Negrona” de Juan Negrón; o de su indicativo, como “Dos delfines”.

    Los mandos se distinguían por los “fanales” o grandes faroles de popa. El mando de una flota llevaba tres fanales, y los demás podían llevar dos, uno o ninguno. Los mandos desplegaban sus estandartes a la diestra del estanterol y mostraban otras banderas y gallardetes. Y todas las galeras izaban banderas de combate con las armas reales en las entradas y salidas de puerto, en combates y en grandes solemnidades, en las que también se solían engalanar.

O    Distribución exterior e interior:

    A proa llevaba un “espolón” sobre el agua, para las embestidas. Seguía hacia popa una pequeña cubierta llamada “tamboreta”. A continuación estaba la “corulla”, o recinto para cañones de la artillería principal, y cables y rezones de fondeo. Y encima estaba la “arrumbada”, que era una plataforma en la que se podían poner empavesaduras o tablas verticales de protección, para hacer un bastión durante los combates.

    Hacia popa seguía la “cámara de boga” con los remeros en bancos transversales, recorrida de proa a popa por dos mamparos verticales a crujía, de mediana altura y un metro de separación, para dar consistencia al barco en el sentido longitudinal. El espacio intermedio, utilizado como pañol, se cubría con “cuarteles” de madera, para hacer un pasillo por el que se movía el “cómitre”, que dirigía la boga.

    La cámara de boga se complementaba con “voladizos” transversales por las bandas, unidos por “postizas” o maderos longitudinales para apoyar los remos. Por las bandas había “corredores” para uso de los soldados. Por el interior de las postizas iban “batayolas”, o tablas verticales a modo de parapetos. En la banda diestra se arranchaba el bote auxiliar o “esquife”, y en la banda siniestra iba el “fogón” para preparar las comidas. En combate, los lugares del bote y el fogón se solían fortificar con empavesaduras, para usarlos como bastiones.

    La popa comenzaba por la “espalda”, o plataforma con dos “portalones” laterales con escalas de embarque. Seguía la “carroza”, con un gran “arrufo” o curvatura hacia arriba, que le daba cierto aire altanero y elegante. Iba cubierta con un “tendal” con forma de techo de carreta, soportado por un listón longitudinal o “flecha”, que por proa se sujetaba a una columna central o “estanterol”. En el extremo de popa iba el codaste con un “timón” de orejera. Para el gobierno, en unos casos se usaba una “caña” o barra longitudinal, y en otros un “freno” transversal con guardines, que era lo más corriente.

    De proa a popa, una típica distribución interior de una galera, podía ser la siguiente: carbonera bajo la tamboreta, enfermería, cámara del cirujano, pañol de jarcias, cámara del sotocómitre, pañol de velas, cámara del cómitre, taberna, pañol de pólvora, pañol de pan y galleta, cámara del escribano, pañol de agua y víveres, despensa, cámara del mayordomo, pañol de armas portátiles, pañol de agujas e instrumentos náuticos, y cámara del capitán bajo la carroza.  Y a proa del palo mayor, sobre cubierta, iba el pañol de proyectiles.

O    Aparejo y armamento.

    Podían navegar a vela para descanso de los remeros. Solían contar con dos palos o “árboles” – “trinquete” y “mayor” o “maestro” -, con largas “entenas” inclinadas, divididas en dos partes: “pena” la alta y “car” la baja, para velas triangulares o “latinas”.

    El trinquete iba a proa, sobre la arrumbada y la corulla, ligeramente desplazado a la derecha para dejar libre el retroceso del cañón central. De unos 18 m de alto y 45 cm de diámetro, su entena medía unos 36 m, y su escota iba firme al espolón. El palo mayor o maestro, iba en el tercio proel de la cámara de boga. Medía unos 25 m de alto y 65 cm de diámetro, y su entena era de unos 42 m. En la parte alta del mayor, y a veces del trinquete, iba una “gata” o media cesta, para que el serviola pudiera tener más horizonte.

    Armaban artillería, armas portátiles de fuego, blancas y defensivas. La artillería principal, era de tres a cinco piezas en la corulla, que se orientaban girando la galera. Sus tiempos de carga eran largos, y en combates, normalmente, solo podían hacer un disparo antes del abordaje.

    Generalmente, las galeras cristianas llevaban cinco piezas: un cañón al centro, con una culebrina y un pedrero a cada lado. El cañón, de mayor calibre, tenía un alcance máximo de 1.500 m. Las culebrinas eran de mayor precisión, pero de menor calibre, con un alcance de 2.000 m. Los pedreros disparaban bolaños de piedra con un alcance de 600 m. La principal función de la artillería principal, era barrer la mayor cantidad posible de personal del barco enemigo antes del abordaje. La artillería secundaria podía ser de esmeriles y falconetes por las bandas. La artillería ligera contaba con mosquetes de posta por las bandas. Y la portátil era a base de arcabuces. 

    Las galeras otomanas, solían llevar a proa tres piezas de artillería principal: un cañón, con una lombarda o pedrero a cada lado. Y por las bandas, también podían armar esmeriles y falconetes.

    En el combate de Lepanto las galeras cristianas no llevaban ni arcos ni ballestas, que habían sido sustituidos por arcabuces. En cambio, las otomanas contaban con dichas armas, además de algunos arcabuces.

    El resto del armamento era a base de armas blancas, además de piñatas, líquidos incendiarios, cal viva y otras. Y los cristianos usaban armas defensivas como yelmos, petos, rodelas, protecciones de cuero, etc., en tanto que los musulmanes podían llevar sólo una cota de malla.

    Las galeras turcas, no tenían empavesaduras, y eran más ligeras, rápidas y maniobreras que las cristianas, lo que les permitía efectuar despliegues rápidos y envolventes. Pero en Lepanto la mayor fortaleza de las galeras cristianas, unido al hecho de que contaran con más armas de fuego y mejor protección de la gente, hicieron que tuvieran ventajas sobre las turcas, y terminaron ganando el combate.

O    Dotación:

    La dotación la formaban el capitán, la “gente de cabo” y la “gente de remo”, que a su vez se repartía en “gente de mar” o tripulantes, y “gente de guerra” o guarnición.

    La gente de mar la componían oficiales como: capitán, patrón, cómitre, sotocómitre, piloto, consejeros y otros, que formaban el “consejo de la galera”, además de marineros, artilleros, maestranza, alguaciles, capellanes, médicos, cirujanos, barberos, etc. La gente de guerra era la Infantería, embarcada para el combate o como guarnición, y la formaban oficiales y soldados. Todos tenían asignado sueldo y raciones, que a modo de ejemplo eran por día: 7 ducados y 5 raciones el capitán; 3 ducados y 2 raciones el cómitre; y 2 escudos y 1 ración el marinero y el soldado.

    La gente de remo o “chusma”, formada por los remeros para el manejo de remos, palos y entenas, se encuadraba en tres grupos. “Esclavos” - que eran la categoría más baja -, procedentes de apresamientos en combates o en territorios enemigos, compra o donaciones. Su precio medio era de unos 100 ducados, y permanecían amarrados a los bancos; “Forzados” o “Penados” de la Justicia, con penas de dos años a toda la vida, aunque no solían sobrepasar los 10 años, y también permanecían amarrados a los bancos; Y “Buenas Boyas”, que eran voluntarios, o cogidos en levas, o retenidos por falta de personal. Solían tener una ración y podían cobrar un ducado al mes. A veces, al cumplir sus penas, los forzados podían continuar como buenas boyas para cubrir vacantes, unas veces voluntarios y otras veces por la fuerza, cobrando ración y sueldo. Si eran por la fuerza, permanecían a marrados a los bancos.

    A modo de ejemplo, una galera ordinaria de 1568 tenía una dotación total de 254 hombres: 90 de cabo (50 de mar y 40 de guerra), y 164 de remo.

O    Remeros y remos:

    Una galera ordinaria de mediados del siglo XVIII tenía unos 24 bancos por banda, una bastarda 26 o 28 y una real sobre 30. Una ordinaria solía tener tres remeros por banco, y una real podía llegar a siete. Los remeros iban sentados en “bancos” transversales.  A popa de los bancos tenían “banquetas” para ponerse de pie y “peañas” para apoyar un pie y hacer fuerza.

    En una galera ordinaria con tres remeros por banco, en la primera mitad del siglo XVI cada remero tenía su propio remo, con un sistema llamado a la “sensile”. Pero hacia la segunda mitad del siglo los tres remeros empezaron a manejar un solo remo, más largo y grueso que los anteriores, con un sistema que se llamó a la “galocha”, con el que se perdía maniobrabilidad, pero se ganaba en logística, espacio y disponibilidad a bordo.

    Un remo de una galera ordinaria, podía medir unos 11 metros de largo y 25 cm de diámetro. Se dividía en tres partes: “pala”, o parte achatada para impulsar el barco; “caña” entre la pala y la galera; y “guion”, dentro de la galera y manejado por los remeros, con contrapesos para equilibrar el remo y facilitar la boga, y con “manetas” para permitir su agarre, menos en su extremo, donde se hacía más fino, para ser agarrado por el remero más cercano a crujía, llamado “bogavante”.

    Los remos normalmente eran de madera de haya, y se armaban con fuertes anillos de cabo o “estrobos” a piezas verticales situadas en las postizas, llamadas “toletes” o “escálamos”.

    Atendiendo al número de remos utilizados, la boga podía ser de “toda la palamenta” o “por cuarteles”. En toda la palamenta, bogaban todos, y se utilizaba en ataques, retiradas y circunstancias en las que se necesitaba el mayor esfuerzo. Por cuarteles, solo bogaba una parte de los remeros para que la otra descansase; era una boga tranquila, en tránsitos normales.

    Dependiendo del ritmo, había boga “viva” de tres a cuatro paladas por minuto, que era rápida y con toda la palamenta para conseguir la máxima velocidad; y boga “normal”, de una a dos paladas por minuto para bogas pausadas.

    La ejecución de la boga era marcada por pitadas del cómitre. A la primera pitada, los remeros se ponían de pie en las banquetas, y se echaban hacia adelante con los brazos extendidos y los remos hacia proa, fuera del agua. A la segunda pitada, metían las palas en el agua, apoyaban un pie en las peañas, y se echaban hacia atrás, llevando los guiones hacia proa con los brazos extendidos. Según los casos, se podían quedar de pie en el impulso hacia atrás o podían caer sentados en sus bancos, para lo que iban acolchados. A la tercera pitada repetían los movimientos de la primera. Y continuaban con la boga al ritmo que marcaba el cómitre, pudiendo acompañarla de una salmodia o cántico repetitivo, conocido por los genoveses como “ciusma”, palabra que en castellano degeneró a “chusma”.

    Había tres estilos. “A pasar banco”, cuando el bogavante llevaba el guion a pasar el banco de delante; era una boga lanzada y de ataque. “Por dentro del banco”, cuando el guion no llegaba a la altura del banco de delante; era una boga lenta y descansada. Y “a tocar banco”, era cuando el bogavante tocaba con el guion del remo en el banco de delante, y el remo hacía un mariposeo muy vistoso, utilizado en desfiles y paradas, pero muy cansado.

O    Vida a bordo.

    La vida a bordo de una galera era de hacinamiento, al ir cargada de hombres, en su mayoría viviendo a la intemperie, sin higiene ni intimidad. Una galera en la mar, a vista de pájaro mostraba un montón de cabezas de las que salían los remos, que al moverse adelante y atrás, recordaban a un gigantesco ciempiés.

    Los remeros vivían encadenados a sus puestos, y allí comían, sudaban, descansaban, dormían y hacían sus necesidades, con lo que el mal olor era terrible. Se llegó a decir que se sabía de la presencia de una galera antes por el olor que por la vista. Y también se decía: “La vida en la galera, Dios la de a quien la quiera”. Los contrastes a bordo eran enormes, desde el tufo de la chusma a los perfumes del mando en la carroza.

    La higiene brillaba por su ausencia. Podían aparecer enfermedades e infecciones que se podían convertir en plagas. En cambio, por las cortas estancias en la mar, no había escorbuto, que era la plaga de los veleros.

    La dieta de los remeros era a base de bizcocho o galleta, agua, habas, arroz, aceite y sal, y en navegaciones difíciles o antes de los combates, se solía reforzar con bizcocho mojado en vino. La gente de cabo comía mejor, ya que su dieta incluía además carne salada, tocino, queso, pescado, garbanzos y vino.

    El personal alojaba de acuerdo con su categoría o donde podía, lo que, en espacios tan reducidos, daba origen a roces y hasta duelos. Lógicas consecuencias de vivir en un ambiente de hacinamiento, regido por un montón de normas de protocolo y etiqueta difíciles de entender.

    Todos pasaban el tiempo libre como mejor podían. Solían jugar a las cartas, dados o lo que fuera. Y les gustaba jugar dinero, aunque estaba prohibido.

O    La galera en el combate:

    En combate, las galeras evolucionaban en formaciones en líneas de frente, con unos barcos al lado de otros, navegando hacia el enemigo para embestirlo. A la voz de “al arma” (de donde viene la palabra “alarma”) la gente acudía rápidamente a sus puestos, alistaba la artillería, arriaba el aparejo, mojaba las superestructuras, ponía a punto el barco, y se preparaban los grupos de reparaciones y enfermería.

    En lo posible, cada unidad o formación, trataba de ocupar una posición ventajosa a barlovento, a favor de corriente, con el sol a la espalda, o por la parte de mar si estaba cerca de tierra. El combate tenía dos fases: a distancia y abordaje, seguido del cuerpo a cuerpo. A distancia consistía en el empleo de artillería y armas arrojadizas, y podía ser a vela o remo, dependiendo de las circunstancias, mientras las galeras se aproximaban a toda vela o a boga lanzada, para la embestida.

    De ser posible, una galera atacante, embestía a su contraria por la amura con un ángulo de 45º, con el espolón le rompía los remos y la obra muerta, y se unía a ella con ganchos. A continuación su gente pasaba por el espolón a la atacada, para llegar al cuerpo a cuerpo.

    Además de las armas de fuego portátiles, en el cuerpo a cuerpo, entraban en acción las armas blancas, luchando como si la acción fuera en tierra, con la diferencia de que era en la mar sobre plataformas inestables, con poco espacio, y con la posibilidad de caer al agua y morir ahogado.

    En la galera atacante, la “gente de cabo” se repartía en dos grupos: “grupo de a bordo”, que con el capitán se quedaba en la galera; y “grupo de asalto”, repartido en dos núcleos. El “núcleo de abordaje” pasaba a la galera atacada y continuaba hacia popa. Y el “núcleo de socorro o defensa” saltaba a continuación a la galera atacada para consolidar la posición ganada por el grupo de abordaje.

    En la galera atacada la “gente de cabo” se repartía en cuatro cuerpos: “vanguardia”, que defendía desde la proa al palo mayor; “batalla”, que defendía desde el palo mayor hasta la espalda; “retaguardia”, que defendía desde la espalda hasta el timón; y “socorro”, que permanecía a cubierto, listo para actuar donde hiciera falta.

    Dependiendo de las circunstancias, en cualquier momento del combate, la situación podía dar un vuelco, en el que la galera asaltada podía reaccionar y convertirse en asaltante, obligando a la asaltante a pasar a la defensa.

Inicie sesión con su cuenta de suscriptor para comentar.-

Comentarios