- Fecha de publicación: 01/02/2015.
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Ciencia y Tecnología
INTENSIFICACIÓN DE IMAGEN, CONOCIENDO A UN
DESCONOCIDO
Jorge Soffia Fernández*
A
comienzos de la década de los noventa, el
entonces Comandante de la 24th Infantry
Division del U.S. Army, General Barry McCaffrey
citó: “Nuestra capacidad de visión nocturna
proporcionó la única gran diferencia de toda la
guerra.” Así lo dejó claro, al ser preguntado sobre
las diferencias entre sus tropas y las del enemigo
iraquí en la reciente finiquitada Operación
Tormenta del Desierto.
El dominio de la oscuridad se ha vuelto una
anhelada capacidad por quienes participan en
operaciones de combate, y a su vez, representa
una ventaja indiscutible en función de la sorpresa
y seguridad de las mismas.
La luz y el hombre
Desde los inicios de nuestra existencia la
oscuridad o ausencia de luz ha sido interpretada
como un patrón impeditivo a las capacidades del
ser humano. Incluso en el marco de la mitología,
antes de los inicios del cristianismo y en tiempos
del gnosticismo, la oscuridad se asociaba al mal, la
luz al bien, y que la existencia del mundo terrenal
resultó producto de la batalla entre ambos.
Los seres humanos son sustancialmente “diurnos”.
A diferencia de otros mamíferos vertebrados, el
hombre carece del Tapetum Lucidum, el cual se
ubica en la parte posterior del ojo y actúa como
reflector de los rayos luminosos, incrementando
el flujo de luz hacia los fotorreceptores. Esto, en el
caso de quienes lo poseen, como los gatos, perros,
murciélagos, entre otros, otorga comparativamente,
una desarrollada visión nocturna.
Estudios sobre la luz
Algunos de los primeros estudios científicos que
aportaron bases para posteriores investigaciones
sobre la luz, datan del siglo XIII, atribuidos al
gran científico y filósofo de la época Roger
* Teniente 1º IM.
La evolución de tecnologías y procedimientos empleados en las acciones tácticas aplicadas
en el marco de operaciones de guerra y de no guerra, tienden a explotar la sorpresa e
incertidumbre del oponente y a reducir el daño colateral mediante su ejecución en horas
de oscuridad. Es en este escenario donde la confiabilidad y nivel de desarrollo alcanzado
por los intensificadores de imagen permiten niveles de coordinación y sincronización
esenciales para el éxito de las operaciones.
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Bacon. Posteriormente, uno de los más grandes
científicos de la historia, Isaac Newton efectuó,
a mediados del siglo XVII, estudios sobre óptica
y naturaleza de la luz, postulando que la luz se
propaga en línea recta y no por medio de ondas. 1
Esta teoría, si bien inicialmente fue aceptada
por la comunidad científica debido a la autoría
intelectual de Isaac Newton, se contraponía
a la teoría ondulatoria 2 de Christian Huygens
que en 1678 postulaba a la luz como ondas y
no partículas.
Bien es sabido que a comienzos del siglo pasado
la comunidad científica estaba en una posición
incómoda respecto a las propiedades de la luz,
puesto que en algunas instancias respondía
como onda y en otras como partícula.
El tema fue resuelto en el año 1925 por Luis de
Broglie, 3 quien propuso que el movimiento de todo
corpúsculo viene regido
por una onda asociada.
La mecánica cuántica se
basa en la confirmación
experimental de dicha
teoría.
Nace así, lo que
actualmente considera
que, la dualidad onda-
partícula es un “concepto
de la mecánica cuántica,
según el cual no hay diferencias fundamentales
entre partículas y ondas: las partículas pueden
comportarse como ondas y viceversa”. 4 Esto
dio paso a un masivo interés en explotar las
propiedades de la luz por parte de la comunidad
científica y militar. Si bien, fueron muchos los intentos en vano de
científicos por desarrollar un dispositivo aplicable
al ámbito de las operaciones militares, que llevara
a la práctica todo el conocimiento adquirido hasta
esa fecha, los primeros en tener éxito fueron G.
Holst y H. De Boer (Países Bajos), quienes en el año
1928 propusieron la idea de aplicar el concepto
de intensificación de luz en un sistema óptico.
Recién en el año 1934 logran desarrollar con éxito
el primer dispositivo, el que se componía de un
fotocátodo, y mediante el proceso de fotoemisión
remitía electrones, los cuales absorben la energía
de los fotones captados por el mismo, hacia una
pantalla fluorescente ubicada a estrecha distancia
del fotocátodo.
La evolución de los estudios relacionados con la
luz, permitieron poco antes de mitad del siglo XX,
experimentar en el desarrollo de tecnología que
CIENCIA Y TECNOLOGÍA: Intensificación de imagen, conociendo a un desconocido
1. Isaac Newton, Opticks (1704) Teoría Corpuscular.
2. Christian Huygens, Tratado de la Luz (1690).
3. Príncipe Louis-Victor Pierre Raymond de Broglie (Francia; 15 de agosto de 1892-París, 19 de marzo de 1987), Premio Nobel de Física, por su descubrimiento de
la naturaleza ondulatoria del electrón, conocida como hipótesis de De Broglie.
4. Stephen Hawking, 2001.
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permitiera mejorar las capacidades de observación
en horas de poca luz u oscuridad. Ya era sabido
a esa altura que nuestra retina actuaba como un
sensor que detectaba la luz, la cual en su condición
de radiación electromagnética, es detectable por
el ojo humano cuando su longitud de onda varía
en un espectro de 0.36 μm a 0.8 μm.
Así nace el concepto de Visión Nocturna, el cual
alude al desarrollo de tecnología que permite al
hombre ver en condiciones de poca luz, captando
luz residual en ambientes de cuasi-oscuridad
(Tubos Intensificadores de Imagen) o detectando
radiaciones no visibles (Sensores Térmicos).
Desarrollo en Defensa
Inmediatamente posterior al éxito de G. Holst
y H. De Boer, a mediados de la década de los 30´,
los Estados más poderosos a la fecha, vieron un
gran potencial estratégico en la aplicación militar
de dicha tecnología. La Segunda Guerra Mundial
fue un campo experimental para los británicos,
alemanes, rusos y norteamericanos, en lograr
consolidar el avance científico en la materia, y se
limitaba a lo que posteriormente se llamó “visión
nocturna activa”, puesto que la observación se
lograba únicamente si se apoyaba con iluminación
infrarroja, proveniente de algún foco de alta
potencia. En la actualidad se les llama “Generación
0”, ya que lograban una fotosensibilidad cercana
a los 60 uA/lm y su principal falencia, fue que
la resolución de la imagen era poco nítida, y se
evidenciaba fácilmente ante oponentes con la
misma tecnología de observación.
Existen antecedentes que hablan de pruebas
experimentales avanzadas por parte de los rusos a
fines de la década de los 30´y comienzos de los 40´.
Poco se sabe de lo avanzado que se encontraban
los estudios de los institutos de investigación rusa,
quienes enfocaron su esfuerzo, a petición de la
Marina y Fuerza Aérea, en desarrollar dispositivos
infrarrojo que permitieran al Ejército Rojo guiar
a los buques de guerra en zarpes, recaladas y
navegaciones cercanas a costa, y guiar a los
aviones en aterrizajes con malas condiciones
climáticas. Todo esto durante la “Gran Guerra
Patriótica” contra la Alemania Nazi (1941-1945).
Posterior a la Segunda Guerra Mundial, se
consolida el modelo de visor nocturno como lo
conocemos al día de hoy. Se compone de una
carcasa, un conjunto óptico, una fuente de poder
y un tubo intensificador. El tubo intensificador
representa el motor del sistema, puesto que
en él se procesa la energía lumínica captada
y se materializa el propósito elemental. Así
mismo, es en el tubo en donde se han aplicado
los principales avances tecnológicos a lo largo
del tiempo.
Los tubos, en términos muy generales, se
componen de: Un fotocátodo, el cual transforma
energía lumínica en energía eléctrica, y permite
la conductividad de electrones (fotoemisión)
hacia una pantalla de fósforo. Una placa micro
canal (tubos generación II o superior), la cual
multiplica hasta en 80.000 veces el flujo de
electrones hacia la pantalla de fósforo. Y esta
última, sobre la cual se proyectan los fotones
emitidos, generando la imagen electrónica
observada a través del lente ocular. Los tubos
se clasifican en tres generaciones que, si bien
en lo básico y funcional son similares, poseen
diferencias elementales en su composición.
Generación I
El resultado de la guerra permitió al bloque
aliado prolongar el impulso en la carrera de
desarrollo, y muchas de las falencias observadas a
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este estado de tecnología fueron perfeccionadas
y posteriormente evaluadas por EE. UU. durante
la guerra con Corea.
Previo a la Guerra de Corea, los norteamericanos
experimentaron perfeccionar el rendimiento
de los visores nocturnos probando diferentes
materiales en el fotocátodo para aumentar la
sensibilidad y eficiencia cuántica. Fue AH Sommer,
con su fotocátodo de antimonio bialcalino y
posteriormente su fotocátodo S20 de multialcalino,
descubierto por accidente en el año 1956, quien
lograra el desarrollo de equipos con parámetros
de sensibilidad infrarroja y amplificación del
espectro visible adecuado para uso militar. Esto
marcó un punto de inflexión en las operaciones
nocturnas, puesto que el rendimiento de los
equipos con este nuevo fotocátodo, permitió en
ocasiones dispensar de un foco infrarrojo, cuando
las condiciones de luz ambiental eran adecuadas,
como por ejemplo, una noche despejada con luz
de luna llena.
Este tipo de fotocátodo logró una fotosensibilidad
levemente inferior a los 200 uA/lm, empleándose
principalmente en labores de ingeniería de
combate para el levantamiento y desactivación
de campos minados en el campo de batalla y
tiradores de precisión o francotiradores, los que
montados en sus fusiles les permitía detectar
movimiento sin mucho detalle o claridad y en
el mejor de los casos, a distancias cercanas a
los 300 metros.
Generación II
Esta generación, con la inclusión de un multiplicador
de electrones, llamado “Placa Micro Canal (PMC)”
entre el fotocátodo y la pantalla de fósforo, marcó
lo que hasta hoy es el avance más importante de la
tecnología de intensificación de imagen en términos
de rendimiento. Los electrones, al ser emitidos
desde el fotocátodo en dirección a la pantalla de
fósforo, atraviesan esta placa de 16 mm de diámetro,
constituida por millones de canales con paredes
interiores anguladas (más de 6 millones de micro
canales) y confeccionada de un cristal procesado a
altas temperaturas y de propiedades especiales que
permite la multiplicación exponencial de electrones,
al rebotar en sus paredes interiores, resultando en
una emisión secundaria. A la fecha, la tecnología
de desarrollo de la placa micro canal, representa
un secreto industrial, y en la mayoría de los casos
es de clasificación militar y gubernamental, puesto
que gran parte del rendimiento de los equipos de
intensificación de imagen, recaen en el proceso
de perfeccionamiento del fotocátodo y la PMC. El
diámetro de un cabello humano puede llegar a ser
equivalente al diámetro de más de 10.000 micro
canales de una PMC.
Con la integración de este tipo de multiplicador
de electrones, la capacidad de amplificación
de la luz varía desde 30.000 a 80.000 veces
en aplicaciones militares, pudiendo llegar a
amplificarse hasta 1.000.000 de veces. En la
actualidad estos tubos logran una fotosensibilidad
cercana a los 700 uA/lm.
Los primeros sistemas de segunda generación
empleados en combate se estrenan en la segunda
mitad de la guerra de Vietnam y con el pasar del
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tiempo se va perfeccionando la ergonomía de los
equipos, haciéndolos cada vez más compactos
y livianos, adecuados para el combatiente en
situaciones tácticas dinámicas. Con esta tecnología, sumado a la mejora en la
calidad de los componentes ópticos, la amplificación
permitía observar a distancias similares, pero con
un notable aumento de resolución y en condiciones
de luz limitadas a una noche estrellada sin luna.
Los tubos de segunda generación mantienen el
fotocátodo de material multialcalino y se utilizan
masivamente en la actualidad. Si bien poseen
una disminuida sensibilidad en el fotocátodo
respecto a los de tercera generación, actualmente
existen restricciones en algunos parámetros de
rendimiento en tubos de tercera generación para
su exportación, impuestas por los gobiernos
fabricantes de la tecnología. Esto mantiene a
los tubos de segunda generación vigentes, y los
hace una interesante alternativa en el mercado
militar actual.
Generación III
La tercera generación de tubos intensificadores
centra su diferenciación en el material componente
del fotocátodo, para mejorar la conductividad y así
aumentar la fotosensibilidad. Aquí se reemplaza
el multialcalino por el arseniuro de galio (GaAs),
un semiconductor compuesto de galio y arsénico
que permite una mayor aceleración de los
electrones, desarrollando una mayor ganancia
de luz que los tubos de segunda generación y
una fotosensibilidad superior a los 1.300 uA/lm,
y en algunos casos cercana a los 2.000 uA/lm.
Sin embargo, el excesivo volumen de
electrones en el flujo conductor generó un
inconveniente que debió ser solucionado, y si
bien no es de conocimiento público, y sólo se
encuentra en alguna referencia bibliográfica
técnica de dominio de los fabricantes, quien
domina la tecnología podría llegar a deducirlo.
Esto es, que el flujo excesivo de electrones
sobre la PMC, si bien permite una mayor
ganancia, genera un importante incremento
en el Factor Ruido, determinado en parte
por el efecto “rebote” de electrones sobre
la superficie entre microcanales de la PMC.
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Dicho efecto genera una serie de fenómenos
negativos en el rendimiento, como aumento
en el diámetro del halo alrededor de luces y
disminución de la vida útil del tubo, ya que el
rebote de electrones impacta nuevamente en el
fotocátodo, dañándolo con el uso y el tiempo.
Para solucionar este problema, en primer lugar,
se debió aumentar el número de microcanales,
para reducir la superficie de rebote, sin llegar
a comprometer la resistencia estructural de la
placa, y posteriormente angular los bordes
de entrada de los mismos, para incidir en la
dirección del rebote y captar más electrones.
Adicionalmente se agregó una barrera de iones
entre el fotocátodo y la PMC con el objeto de
retener los electrones que rebotaban. Esto tuvo
un efecto positivo en términos de vida útil, ya
que protegía al fotocátodo, disminuyendo a la
vez el rendimiento del equipo en un porcentaje
cercano al 20% en relación al tubo sin barrera
de iones.
Estos tubos fueron empleados a comienzos de
la década pasada en la reciente invasión a Irak y
Afganistán. Con el tiempo los desarrolladores de
la tecnología encontraron la forma de disminuir el
grosor de la barrera de iones e incluso dispensar
de ella, mediante la regulación de la conductividad
del fotocátodo, sin afectar mayormente la vida
útil del tubo.Actualmente la tercera generación de tubos
desarrolla parámetros de rendimientos superiores
a los de segunda generación. Sin embargo, dichos
parámetros de rendimiento no son accesibles
por nuestras FF.AA., puesto que como Estado
de Chile, estamos sometidos a restricciones
gubernamentales 5 por parte del país desarrollador
de la tecnología, quienes nos clasifican en el tercero
de tres grados de permisividad de exportación,
por lo que actualmente los tubos de tercera
generación importables por Chile, no superan
muchos de los parámetros de rendimiento de un
tubo de segunda generación, y dichos parámetros
deben ser claramente identificados en el marco
de procesos de adquisición en la actualidad.
También en los últimos 15 años, tanto en
segunda como en tercera generación, se ha
experimentado con diferentes tipos de fósforo
en las pantallas, dándole una mayor variedad de
opciones al usuario. Se han efectuado estudios 6
relacionados con la eficacia de cada uno, y si bien
no arroja importantes diferencias al respecto, se
ha logrado determinar que existe una tendencia,
por parte de los usuarios, a preferir el fósforo
blanco (P45). Otra diferencia técnica entre el
fósforo P22 y P43, es la fotoconductividad.
CIENCIA Y TECNOLOGÍA: Intensificación de imagen, conociendo a un desconocido
5. Restricciones ITAR (International Traffic in Arms Regulations). Part 120.10.
6. Grayson V., Merrit J., Bender E., Wright-Hector L. (2000) “Object recognition and contrast sensivity with image intensification employing with phosphor versus
green phosphor displays”.
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Aparentemente el fósforo P43, presenta una
mayor sensibilidad, y por ende, podría ser más
efectivo en cuanto al desarrollo de la imagen
electrónica a altas velocidades, adecuado para
pilotos de helicóptero, conductores de vehículos
o cualquier tipo de observación desde o hacia
elementos en desplazamiento a altas velocidades.
Aplicación actual
En el caso de los visores nocturnos, es
recomendable no confundirse con la terminología
“generacional”. Las generaciones de los diferentes
tipos de tubos de intensificación de imagen,
obedece a un tipo determinado de tecnología
funcional, y el rendimiento del sistema no está
determinado sólo por el tipo de generación, sino
más bien a la integración de una serie de parámetros
de rendimiento y factores externos, entre los
que se destacan, las condiciones de luz residual
ambiente y el tipo de entorno físico en el que se
esté operando. Por ejemplo, un visor de tercera
generación (tecnología norteamericana, que emplea
un fotocátodo de arseniuro de galio AsGa de mayor
conductividad de fotones) posee mayor sensibilidad,
y por ende, el volumen de energía eléctrica que
ingresa al tubo será mayor. Esto incide en una serie
de parámetros de rendimiento, como por ejemplo,
la relación señal/ruido. Este parámetro permite
una mayor capacidad de resolución de contornos
a baja luz ambiente, lo que es ideal para entornos
excesivamente oscuros, con escasa luz residual y
abundantes contornos por resolver, como selvas,
bosques frondosos, y zonas urbanas sin luz. Sin
embargo, cuando los parámetros de rendimiento,
sobre los cuales incide la sensibilidad del fotocátodo
se ven restringidos de manera intencional por el
fabricante, el rendimiento del sistema como un
todo, amerita ser evaluado, independiente de la
generación del tubo que porte.
En el caso específico del norte de nuestro país,
zona desértica, en donde los contornos geográficos
son escasos y planos, con pocos obstáculos que
dificulten la captación de la luz residual, los tubos
de segunda generación obtienen similar y en
algunos casos mejor rendimiento que los de
tercera generación “restringidos”, diferencias que
se podrían acentuar a medida que disminuye la
cantidad de luz residual en el ambiente. La configuración del entorno geográfico juega
un papel preponderante en el rendimiento de los
equipos. Muchas veces, en el marco de procesos de
adquisición, nos enfocamos en algunos parámetros
de rendimiento del sistema, y no analizamos el
impacto que tiene sobre ello la caracterización del
lugar geográfico en donde se pretenden emplear.
Los diferentes entornos geográficos, para efecto
de la intensificación de imagen, se traducen en
una serie de patrones a definir y sobre los cuales el
sistema deberá exigirse para lograr su reproducción.
En otras palabras, una selva presenta condiciones
totalmente opuestas al desierto en cuanto a
contornos y disponibilidad de luz residual, por lo
que son muchos los parámetros de rendimiento
de un tubo que se deben analizar en función de
la geografía en donde se pretenda emplear.
La Figura de Mérito (FOM), es uno de los
principales parámetros de rendimiento del tubo,
y corresponde al producto entre la resolución del
tubo (lp/mm) y la señal/ruido. En este sentido, es
sabido que los tubos de tercera generación, de
fabricación norteamericana, poseen una mayor
sensibilidad y por ende una mayor ganancia, lo
que incide en la resolución y señal/ruido del tubo.
Durante mucho tiempo, y hasta mediados del
año 2014, el FOM de tubos norteamericanos se
encontraba restringido a un máximo de 1.400, para
ser exportados a las FF.AA. de Chile. Esto impedía
alcanzar los valores mínimos recomendables
para acciones tácticas en la actualidad. En el caso
de la resolución de imagen, normalmente se
determina en 64 lp/mm y en el caso de la señal/
ruido, considerando que, independiente de si
se use o no, es un parámetro que en el tiempo
sufre una degradación congénita inevitable.
Para esto se recomienda dejarlo en un valor no
menor a 25, todo lo cual fija un FOM mínimo
recomendable de 1.600.
Asimismo, el sistema de protección y control
de voltaje del fotocátodo, llamado “Auto-Gating”,
permite regular el volumen de ingreso de fotones,
permitiendo al equipo trabajar en ambientes de
excesivas fuentes dinámicas de luz, como una zona
urbana, y que eventualmente, sin este sistema,
saturarían la imagen por exceso de electrones.
Este sistema también se encontraba restringido
hasta hace poco por parte de la industria de
defensa norteamericana hacia Chile.
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Sin embargo, estos dos parámetros incidentes
en el rendimiento del equipo, fueron levantados
de restricción por el Departamento de Defensa del
Gobierno de los EE. UU. Esto último, concretado en
el mes de agosto recién pasado, permite importar
visores nocturnos con tubos de intensificación
de imagen con un FOM de hasta 1.600 y Auto-
Gating integrado.
Otros parámetros, restringidos por la industria
norteamericana, y de vital importancia a la hora
de evaluar, son el diámetro del Halo (tipo de
“Blooming” generado en el contorno de fuentes
luminosas y que entorpece la visión), y la Función
de Transferencia Modular (parámetro que define
la capacidad del tubo de definir los contrastes
entre diferentes objetos de la imagen). Ejemplo de un Halo excesivo (sobre 1,0 mm
de diámetro). El gobierno de los EE. UU. prohíbe
a sus empresas exportar a Chile, tubos que
generen Halo menor a 1,0 mm.
La evolución de tecnologías y procedimientos,
empleados en las actuales acciones tácticas
aplicadas en el marco de operaciones de guerra
y de no guerra, tienden a explotar la sorpresa e
incertidumbre del oponente, y a reducir el daño
colateral mediante su ejecución en horas de
oscuridad. La confiabilidad y nivel de desarrollo
que ha alcanzado en la actualidad la tecnología
de intensificación de imagen, permiten avalar el
concepto popular de “adueñarse de la noche”, y
lograr niveles de coordinación y sincronización
similares a las posibles en horas diurnas.
Las herramientas electro ópticas, en apoyo a la
ejecución de este tipo de operaciones, requiere en
la actualidad de una familiarización y adaptación
óptima por parte del usuario, en respuesta a
un acabado y extenso entrenamiento, siendo
ésta, la única vía para explotar las verdaderas
capacidades de cada equipo. Independiente
de ello, se debe tener presente que nuestro
cerebro nunca dejará de percibir la noche como
un entorno ajeno a nuestra esencia, y la forma
más práctica de mitigar dicha percepción, es la
constante iteración del entrenamiento.
La utilización de la tecnología de intensificadores
de imagen ha permitido, entre otras cosas, reducir
los índices de fratricidio y daño colateral a civiles en
conflictos armados, pudiendo aportar su empleo
bien explotado ventajas importantes a un bando
específico. Dos décadas después, en nuestro país,
se está materializando una masificación de esta
tecnología en el ámbito de defensa y seguridad,
siendo de vital importancia la asimilación de las
virtudes que aporta, en caso de ser correctamente
seleccionada y empleada. Sin duda, es un desafío
para las FF.AA., como principales usuarios y
beneficiados de la tecnología, lograr consolidar el
dominio intelectual sobre la materia, que permita
discriminar con certeza las opciones adecuadas
para el cumplimiento de nuestras funciones.
CIENCIA Y TECNOLOGÍA: Intensificación de imagen, conociendo a un desconocido
BIBLIOGRAFÍA
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Grayson V., Merrit J., Bender E., Wright-Hector L. (2000) “Object recognition and contrast sensivity
with image intensification employing with phosphor versus green phosphor displays”. * * *
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