Hace unos meses, vagando por internet, me topé con el video de una persona en el que exhibía su hogar. Cuando cruzó por el librero de su escritorio, el sugerente título de uno de los libros llamó mi atención: “Después del Muro”. Debo reconocer que el contenido de ese tipo de textos me cautiva ya que después de haber leído las notables aventuras de Roberto Ampuero, adentrarse a conocer un poco más de los escalofriantes contrastes de las Alemanias de la posguerra se ha transformado en un curioso interés.

¡No me equivoqué! Lo llamativo de esta obra es que la autora, con lujo de detalles, pormenoriza los ingredientes políticos, económicos y sociales que estructuraron el orbe durante los turbulentos años finales de la Guerra Fría y que son la base de lo que es hoy la humanidad.

Con una habilidad literaria muy particular, Kristina Spohr nos hace deambular entre océanos, nos pasea vertiginosamente de un lado al otro del muro, circula entre reinados, naciones y potencias y nos sumerge en las privaciones, ambiciones y aprehensiones de cada uno de los gobernantes europeos, asiáticos y norteamericanos de la época. Especial atención le otorga al periodo de la caída del muro de Berlín y posterior desmembramiento de la URSS, confiriendo al lector un asiento de primera fila para advertir las circunstancias que hicieron que finalmente las dos Alemanias se reunificaran y las terribles secuelas del desplome del bloque soviético. Detalla espléndidamente el sorprendente despegue de la República Popular China y sus particulares relaciones con el mundo, para finalmente deshacerse en los detalles sobre cómo se produjo la caída del socialismo, el entierro del comunismo y el fin de las ruinosas economías planificadas.

La política, la economía, los intereses, las necesidades, como también los errores y anécdotas son lo que realmente hacen de este libro un extraordinario y apasionante compendio para todo aquel que le seduzca este sustancial periodo de la historia en el cual gigantescas poblaciones de Alemania del Este, no pudiendo sufragar en su tierra, terminaron finalmente votando con los pies, arrancando de una utopía que en definitiva los estaba matando. Habían recorrido setenta y dos años en la senda hacia ninguna parte.

Una simple pero profunda reflexión me quedó después de devorar el libro:

“Es increíble de lo que es capaz la gente para poder vivir como nosotros”