Por SEBASTIÁN GUTIÉRREZ SEPÚLVEDA
¿Los océanos serán transparentes? Los avances tecnológicos en la detección antisubmarina han tenido una vertiginosa evolución tanto en tipos de plataformas (tripuladas y no tripuladas) como en sensores, llegando a establecerse en la teoría -por ahora- el concepto de océanos transparentes para un futuro no lejano, haciendo prever que los submarinos (sobre todo nucleares) ya no contarán con la invulnerabilidad hegemónica actual. En el presente artículo se presentarán argumentos para ambas respuestas a la tesis planteada.
Will the oceans be transparent? Technological advances in anti-submarine detection have had a blistering evolution both in types of platforms (manned and unmanned) and in sensors, establishing, in theory for now, the concept of transparent oceans in a not-so-distant future, making it foreseeable that submarines (especially nuclear) will no longer have the current hegemonic invulnerability. This article presents argumentation points for both answers to this thesis.
¿Los océanos serán transparentes? Algunos reportes1 relacionados con el análisis sobre la renovación de la flota de submarinos de grandes potencias como Reino Unido, para el recambio de 4 SSBN clase “Vanguard”; y Australia, con la construcción de sus primeros submarinos nucleares de ataque clase AUKUS en el marco de la alianza estratégica y militar del mismo nombre2, en un horizonte de 20 años, han sacado a la luz una disyuntiva que toma como hipótesis una eventual mayor vulnerabilidad de estas plataformas estratégicas, a raíz de los avances tecnológicos en el área de la guerra antisubmarina previstos para las próximas décadas. ¿Serán los océanos transparentes? Sin duda un tema relevante a la hora de comprender cómo podría cambiar el paradigma estratégico y la capacidad de algunos actores de disuadir y/o asegurar la “capacidad del segundo ataque"3 llevada a cabo por el arma submarina principalmente. A continuación, se expondrán algunos argumentos que fundamentarán ambas posturas, y que servirán de base para comprender los siguientes temas a analizar.
Para Brixey-Williams (2016), desde la postura negativa de la respuesta se pueden destacar tres razones por la cual los océanos no serán transparentes en el futuro, al menos en forma absoluta: primero, el concepto en sí es utópico y debe ser entendido desde una perspectiva relativa; segundo, la interrogante se basa en la asunción -del tipo Guerra Fría- de que redes como SOSUS4 se extenderán por todo el océano en el futuro; en tercer lugar, estima que la transparencia de todo el océano es tácticamente innecesaria, ya que los submarinos pueden ser localizados al salir de puerto o al pasar por áreas de confluencia, para luego mantener su rastreo durante las patrullas, lo que podría ser denominado como “transparencia selectiva”. En la Figura 1 se puede ver una representación gráfica del sistema de vigilancia submarina “US-JAPAN SOSUS Fish Hook” (B), del cual estaría también participando India según algunas fuentes, utilizada principalmente para el monitoreo de submarinos chinos. Otro ejemplo es el de la llamada puerta GIUK (A), zona que debían atravesar los submarinos soviéticos para operar en el Atlántico, donde Estados Unidos mantuvo por tal motivo una base permanente en Islandia, la que fue desactivada en el año 2006, pero que dada las condiciones actuales del entorno de seguridad llevaron a que se reactivara, no de forma permanente, pero con capacidades actualizadas para operaciones con el avión de patrulla P-8, entre otras.
En relación a estas redes de vigilancia similares a SOSUS, existen otros ejemplos actuales como el de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, que con once estaciones posicionadas en todo el planeta han detectado, por ejemplo, el accidente aéreo del vuelo Sriwijaya 182 que se precipitó al mar en el año 2021 y fue posicionado a una distancia de 4.694 km de la estación H08S, o el caso del submarino ARA San Juan, donde la red de vigilancia tuvo una anomalía sísmica posicionada 20 km al noroeste de la ubicación del naufragio. Otro ejemplo es el del proyecto de la “Gran muralla china submarina (UGM por sus siglas en inglés)”, que tiene como propósito potenciar la vigilancia de los espacios marítimos adyacentes al territorio chino.
Volviendo a la pregunta inicial, los argumentos favorables a la postura de que los océanos serán transparentes se basan principalmente en que los avances tecnológicos referentes a las áreas de detección, comunicaciones, proliferación de medios no tripulados, procesamiento de datos, imágenes satelitales, entre otras, permitirán en un futuro no muy lejano lograr contar con una arquitectura integrada de medios, cuya gran cantidad de datos podrán ser analizados en cantidades sustancialmente mayores a las actuales utilizando la inteligencia artificial, para así determinar o predecir las posiciones de submarinos cada vez más silenciosos. Sin el afán de profundizar o abarcar en detalle los avances tecnológicos mencionados, a continuación se indicarán algunos aspectos generales que apoyan la tesis planteada. Conceptualmente, el sistema integrado que permitiría lograr un océano transparente contendría dos elementos principales: medios no tripulados (aéreos, submarinos y de superficie) y sistemas fijos de vigilancia submarina. Ambos, integrados de manera tal que concentrarían una gran cantidad de información de flujo constante, cuyo análisis sería llevado a cabo con sistemas de inteligencia artificial y machine learning. Como elementos secundarios se encuentran los medios tradicionales (aéreos, submarinos y de superficie) con sistemas de detección poco convencionales en cuanto al estado del arte contemporáneo y que serán mencionados en parte más adelante.
Las plataformas
Como uno de los elementos principales, los medios no tripulados vienen hace ya un tiempo desarrollándose de manera exponencial, logrando alcanzar una gran variedad de formas, capacidades y áreas de desempeño, pasando a ser “multiplicadores de fuerza”, logrando así posicionarse con ventaja versus su contraparte convencional tripulada. Según Perkins (2018), los UAS (Unmanned Air Systems) tienen: autonomía mejorada, capacidad de operar en ambientes degradados o negados y con un mayor umbral de riesgo, una mayor proporción de plataforma dedicada a carga útil, características modulares y, por último, menor costo unitario en relación con una plataforma tripulada de similares capacidades. Una de las ventajas en la guerra antisubmarina que resulta de lo anterior es la alta permanencia y la capacidad de patrullar áreas marítimas por un largo periodo de tiempo, como fuente inicial de detección de submarinos, sin las repercusiones que tiene para el material y personal en el caso contrario. Al respecto, a modo de ejemplificar en términos de costos, una hora de vuelo de un MQ-8 Fire Scout (Figura 2) tiene un valor de USD$12.500 y un valor unitario de USD$12 millones, versus una hora de vuelo de casi USD$20.000 para el caso de los helicópteros Seahawk y Merlin, con valores de USD$37 millones y USD$49 millones de valor unitario respectivamente.
Variadas fuentes utilizan el concepto de “enjambre"5 como una posibilidad de empleo para los UAS de menor tamaño, permitiendo así abarcar grandes áreas de rebusca con medios de bajo costo y guiados entre sí a través de inteligencia artificial. En este apartado destaca el caso del “Aqua-quad” (Figura 3), un cuadricóptero no tripulado de tamaño medio, de bajo costo (cercano a USD$10.000) y de alta autonomía que utiliza energía solar. Puede estar en patrulla por hasta 200 días, efectuando rebusca pasiva posándose en el mar y desplegando un sensor acústico similar a una sonoboya -recuperable- en distintas posiciones, y en caso de ser necesario, efectuar un seguimiento de un contacto de interés de manera individual o en enjambre. En el caso de UAS de mayor capacidad de carga, existen actualmente una gran cantidad de modelos capaces de desplegar sonoboyas, portar torpedos livianos o efectuar vigilancia con sensores optrónicos y radar (Figura 4).
Habiendo hecho mención a algunos casos de medios aéreos no tripulados, pasamos a indicar algunos casos asociados a los de superficie (ver Figura 5). Sin duda, para este tipo de medios destaca el caso del USV (Unmanned Surface Vehicle) norteamericano “Sea Hunter” (A), diseñado para patrullar o perseguir submarinos por hasta 90 días, con velocidades que van desde los 4 a los 27 nudos de velocidad. Su costo unitario es de USD$20 millones, en comparación con los USD$1,4 billones de una Fragata tipo 26 inglesa, por ejemplo, y está diseñado para llevar carga táctica, sonar, detector de minas o ISR, según sea la misión. Existen otros de menor tamaño, diseños y características, incluyendo sistemas de armas ASW (torpedos, minas, cohetes), sonares remolcados y sensores optrónicos (B), además de potenciar sistemas modulares6 que pueden ser instalados tanto en medios tripulados como no tripulados (C y D).
En el caso submarino, los UUV (Unmanned Underwater Vehicle) también han tenido un auge en los últimos años. Existen los del tipo planeador (Gliders) con una alta permanencia a bajas velocidades, diseñados especialmente para tareas de investigación científica7otros de mayor tamaño orientados a mantener una patrulla táctica como es el caso del proyecto “Manta Raya” (Figura 6 A) de 12 metros de largo, que ya se encuentra en fase de pruebas y que permitirá contar con extraordinarias capacidades de rebusca por periodos muy prolongados, incluyendo la capacidad de hibernar en el fondo del mar para ahorrar energía. También está el caso de los extra grandes -XLUUV- con capacidad de ejecutar misiones de guerra antisuperficie o antisubmarina, guerra electrónica, guerra de minas, ISR, entre otras, a través de la instalación de distintos módulos. Su ícono es el XLUUV “Orca” (Figura 6 B), con 26 metros de eslora, 80 toneladas de desplazamiento y 8 toneladas de capacidad de carga útil para torpedos, misiles o UAS. Tiene un sistema de propulsión diésel-eléctrico que le permite operar a 3 nudos de velocidad por hasta 10.500 kilómetros y cuyas baterías pueden ser recargadas a través de un snorkel de igual forma que lo hacen los submarinos convencionales. El costo unitario asciende a USD$115 millones.
Sensores
En el caso de los sensores, los principales avances van de la mano con la disrupción de nuevas tecnologías de detección que se encuentran en fase de desarrollo, más que en mejoras sustanciales en los sistemas convencionales como el sonar o el radar. Un área que se debe tener en consideración es la cuántica; “El desarrollo de estas tecnologías está desencadenando una nueva carrera armamentística entre Estados Unidos. y China, que ven a la emergente era cuántica como una oportunidad única para ganar ventaja sobre su rival en la tecnología militar” (Giles, 2019). En este campo resalta el uso de un tipo de magnetómetro extremadamente sensible denominado SQUID8, y que vendría a revolucionar el empleo del MAD para la detección de anomalías magnéticas generadas por la estructura metálica de los submarinos -o minas- en el campo terrestre. Este equipamiento sería mucho más preciso y contaría con un alcance sustancialmente mayor9 a los logrados actualmente con los MAD instalados en aeronaves, además de poder emplearlo desde mayores altitudes. En relación con el mismo sensor y a raíz de que el avión de patrulla ASW de la USNAVY P-8 “Poseidón” fue concebido para operar a grandes altitudes10, por ende sin MAD, se encargó a la empresa BAE el desarrollo de un UAV desplegable desde los mismos lanzadores de sonoboyas (a 30.000 pies) y con la capacidad de efectuar mediciones por un tiempo cercano a 1 hora de vuelo a una velocidad de 90 nudos. El MAD-XR desarrollado por CAE, por ejemplo, pesa solo 2 kilogramos. Otro aspecto que tiene ya un buen estado de avance en términos de desarrollo es el de la navegación cuántica, cuya precisión permite lograr errores muy bajos en la posición estimada un submarino durante largos periodos sumergidos. Las áreas de las comunicaciones y del radar cuántico aún no tienen un desarrollo tal que permita un buen uso en la guerra antisubmarina.
Existen otras tecnologías asociadas a un eventual uso en la guerra antisubmarina, pero de menor desarrollo en la actualidad por limitantes prácticas. La mayoría parecieran ser utópicas, aunque dada la vertiginosa curva tecnológica de estas últimas décadas hacen prever lo contrario. Son ejemplos de lo anterior: detección de la radiación emanada por la propulsión de submarinos nucleares a través del uso de detectores anti-neutrinos; el uso de radares de apertura sintética y RORSAT11 para detectar variaciones en el nivel del mar producidos por el desplazamiento de un submarino; detección de rastros electromagnéticos o diferencias de calor en profundidad mediante el uso de sensores optrónicos o termales hiperespectrales; empleo de sensores fotoacústicos que utilizarían una mezcla de radar láser (LIDAR, Laser Imaging Detection and Ranging) y sensores ultrasensibles para percibir la variación mecánica del agua producida por el láser; detección de gases producidos durante la fase de snorkel de un submarino diésel mediante un DIAL (Differential Absorption LIDAR) cuyo láser estaría configurado para reaccionar ante una composición química específica; con el uso de satélites de órbita baja y tecnología SAR12, detectar la estela generada por un algún mástil o estructura del submarino utilizando inteligencia artificial para automatizar el proceso; entre otros.
Un equilibrio aceptable
¿Los océanos serán transparentes? De lo visto hasta ahora se pueden rescatar algunas ideas generales que de alguna forma aportan en la definición de conclusiones de cada lector. Como la mayoría de los fenómenos, la cuestión sobre si los océanos serán transparentes en un futuro cercano no tiene una resolución absoluta. Para Kallenborn (2019) incluso en un océano transparente los Estados tendrán dificultades en las tres etapas de la guerra contra submarinos. Primero: “encontrar”. La magnitud del océano no es un factor trivial y lograr abarcar grandes áreas, coordinar medios, alcanzar la persistencia y procesar tal cantidad de data requerirá entrenamiento, doctrina y organización de alta complejidad operacional. Segundo: “perseguir”. Llevar un arma a la posición del blanco requerirá de igual forma contar con unidades lanzadoras -tripuladas o no- en una posición cercana, o no será útil, salvo la detección sea en áreas costeras. Tercero: “destruir”; usar sistemas de armas capaces de destruir o neutralizar un submarino, en especial uno con armamento estratégico, antes de que sea capaz de lograr su ataque, algo fundamental para evitar el ya mencionado second-strike.
Si bien existen grandes avances tecnológicos que tientan con el concepto de transparencia absoluta, aún quedan áreas relevantes que no han logrado llegar a un nivel adecuado y se mantienen como teoría. La comunicación submarina (Mando y Control) para recibir información o dar órdenes a UUV´s no permite la velocidad y ancho de banda requerido en un sistema integrado. Además, contar con tal diversidad de medios e información, algunos actuando en enjambre, requerirá capacidades de procesamiento que limitan a una infraestructura terrestre que la soporte. De lo anterior se desprende un dilema ético a la hora de considerar sistemas no tripulados con carga táctica e inteligencia artificial, y quizás se deba considerar incluir en el Derecho Internacional Humanitario. Así como también deberán ser revisados eventualmente la CONVEMAR13 y el RIPA14 en cuanto a su relación con USV y UUV´s.
La proliferación de medios no tripulados en la guerra antisubmarina del futuro no solo abarcará buscar accionar sobre submarinos, sino que también sobre las plataformas que estos podrán transportar (UAV, ROV15, UUV´s). No solo se protegerán medios tradicionales o el transporte marítimo, se sumará la infraestructura crítica submarina materializada por los cables submarinos o plataformas energéticas. Si un XLUUV equipado con torpedos o misiles es desplegado por un submarino nodriza para atacar infraestructura o medios propios, ¿las acciones contra este pueden ser consideradas como guerra antisubmarina? En efecto sí, ya que su objetivo principal es negar el empleo efectivo de los submarinos al enemigo, y los submarinos del futuro contarán con tal configuración.
A juicio del autor, difícilmente los océanos serán transparentes en su totalidad, por lo que el concepto de “transparencia selectiva” es más adecuado. Un sistema integrado o colaborativo (Figura 7) de vigilancia submarina que incluya: sistemas fijos pasivos/activos, patrullas de UUV´s con estaciones submarinas de recarga de energía y entrega de información, USV´s y UAV´s patrullando desde tierra o desplegados desde buques o aeronaves, además del monitoreo satelital, en complemento con los medios tradicionales, lograrán mantener áreas o infraestructuras “transparentes”, monitoreadas desde estaciones terrestres apoyadas por sistemas de inteligencia artificial. De igual forma, probablemente también será selectiva en términos de su acceso dado los recursos involucrados. Solo el tiempo nos dará la respuesta correcta.
Bibliografía
La fiscalización pesquera es una tarea crítica para el mantenimiento de los ecosistemas marinos y la sostenibilidad de l...
Los recientes sucesos ocurridos con motivo del conflicto bélico en Rusia y Ucrania, nuevamente han puesto en primer plan...
Durante las últimas décadas, casi superando las predicciones de la ficción, como sociedad hemos podido presenciar una no...
Versión PDF
Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1003
Noviembre - Diciembre 2024
Inicie sesión con su cuenta de suscriptor para comentar.-