Por GASTÓN ARRIAGADA RODRÍGUEZ
En el manejo y conducción de la crisis con Argentina 1978, la Brigada de Infantería de Marina tuvo un rol protagónico en la defensa de las islas del Martillo y Wollaston, pero se desconocen las acciones del Batallón IM N° 21, Unidad de Combate que se mantuvo en un alto grado de alistamiento en Isla Dawson. Las vivencias de la Compañía de fusileros IM N° 213 reflejan la mística, cohesión y espíritu de cuerpo de los Soldados del Mar del Batallón 21.
During the crisis management with Argentina in 1978, the Marine Infantry Brigade played a leading role in the defense of the “Martillo” and “Wollaston” Islands; however, the operations conducted by the 21st Marine Battalion, a combat unit that held a high degree of readiness on Dawson Island, are unknown. The experiences lived by the 213th Marine Rifle Company reflects the mystique, cohesion, and esprit de corps of the 21st Battalion´s “Soldiers of the Sea”.
El año 1978 me desempeñaba como Comandante de la Compañía de Fusileros IM N° 213, la que junto a las compañías 211, 212 y 214 conformaban el Batallón IM Nº 21, unidad de combate que permaneció desplegada en Isla Dawson desde el mes de junio de 1978 hasta febrero de 1979. Arribamos a Dawson en el mes de julio y nos mantuvimos junto al Batallón 21 en el campamento Río Chico hasta el mes de septiembre, fecha en que nos instalamos en el Campamento Pitinani. En dicho campamento, bajo el mando del Capitán de corbeta IM Eduardo Beeche Reitler (Q.E.P.D.), éramos la única Compañía de fusileros, el resto sólo unidades de apoyo de combate, Baterías de artillería de campaña 155/38, Batería de Morteros 4.2, Batería de carros Lanzacohetes de 81mm., Batería AA de 20 mm., etc. Fue muy estimulante mantenernos alejados e independientes del Batallón IM 21, ello generaba un gran desafío y responsabilidad dado que debíamos estar siempre en condiciones de integrarnos al Batallón y listos para operar eficientemente.
Por la cercanía del campamento Pitinani a Puerto Harris, la Compañía 213 era la encargada de mostrar las capacidades operativas y el alistamiento para el combate de las Fuerzas IM a los buques de la Escuadra que nos visitaban frecuentemente, mediante un ejercicio de ataque a una posición fortificada con empleo real de munición de guerra de todas las armas orgánicas. Esta actividad proporcionaba muchas satisfacciones. Aparte de tener la oportunidad de dar a conocer nuestra verdadera potencia de combate, el compromiso de hacerlo bien requería entrenar intensamente, lo cual mejoraba la destreza en la conducción táctica, la coordinación de los fuegos de apoyo y la eficiencia en el empleo del armamento. “Nunca habíamos disparado tanta munición y el hecho de optimizar el empleo de las armas, tanto individuales como colectivas, proporcionaba una seguridad increíble”, era el comentario de los oficiales de la Compañía de subtenientes IM Oscar Franchi Valdés, subteniente Alejandro Riquelme, subteniente Marcos Nicolini y subteniente Sergio Cabero Valencia.
El BIM 21 entrenaba ocupando todas las áreas disponibles en la isla. Nos desplazábamos desde San Valentín a Bahía Willes, de Stubenrauch a Bahía Fox, de Bahía Lomas a Bahía Harris y a diferentes áreas al interior de la isla con un plan de maniobra establecido y siempre con dotación completa de munición de todas las armas orgánicas, factor que restringía notablemente el desplazamiento a pie. Transportar una dotación básica de morteros de 60mm., de ametralladoras Browning .30 y de lanzacohetes 3.5 hacía que la Compañía bajara sensiblemente su velocidad de marcha debido al incremento del peso de la munición, lo cual afectaba la capacidad de maniobra. Esta limitante fue resuelta parcialmente con carros de circunstancia denominados CUMI (Carro de Uso Múltiple de Infantería), que eran una simple plataforma de 60 cm x 160 cm y 80 cm de alto, montada en dos ruedas de bicicleta que permitían transportar munición, raciones y agua, como asimismo facilitar la evacuación de heridos, todo lo cual era muy complicado por la configuración, cubierta y consistencia del terreno. Los CUMI prestaron un eficiente apoyo logístico a nivel Compañía de Fusileros, justificando la necesidad de contar con un medio de transporte orgánico de mejores condiciones, lo cual fue resuelto a partir del año 2000 en que esta importante función la cumplen motos todoterreno todoterreno de 6 ruedas con capacidad de 500 kg. de carga.
El prolongado tiempo que duró el despliegue permitió ir superando variados factores de nuestro alistamiento para el combate, muchos de logística operativa, como la adecuada solución que le dimos a la evacuación de heridos. Las bajas serían una realidad y por principio no podíamos dejar un camarada abandonado, por lo que toda medida adoptada al respecto era de la mayor relevancia. Consecuentemente el elemento funcional sanidad cumplía a cabalidad su cometido; contábamos con un hospital de campaña de más de 30 camas, con 8 médicos, 3 dentistas más todo el personal paramédico y enfermeros necesarios para mantenerlo activo; esto generaba mucha tranquilidad y seguridad para las operaciones futuras. El flujo de evacuación de heridos estaba muy bien resuelto, cada Compañía contaba con 4 camilleros de combate y un enfermero, quienes tenían la misión de trasladar los heridos en camilla desde las primeras líneas de combate al nido de heridos de Unidad, luego desde allí serían llevados en ambulancia a la estación médica del Batallón donde una vez evaluado por un médico, el herido podía permanecer en ese punto o ser derivado al hospital de campaña. Lamentablemente la totalidad de la infraestructura de ese extraordinario hospital de campaña desapareció en un incendio en Puerto Williams el año 1984, cuando se quemó completamente un galpón destinado exclusivamente para su cuidado. Recuerdo que en Dawson el equipo médico del hospital realizó varias intervenciones quirúrgicas, principalmente extirpación de hernias, apendicetomías y muchas otras de menor complejidad.
En el mes de septiembre y a medida que se completaban las distintas Unidades, fue llegando el nuevo equipo militar; lo primero que recibimos fueron tenidas de combate, tenidas, parcas, botas procedentes de Corea. Luego llegó nuevo armamento; ametralladoras Rheinmetall que reemplazaron las legendarias Browning.30, lanzacohetes españoles Instalaza que reemplazaron a los antiquísimos LC 3.5 NA, morteros de 60 y 81 mm Tampella, un Jeep Mahindra para los cañones CSR 106mm., pero lo más impresionante fue la llegada de los botes de asalto anfibio Zodiac; estos constituyeron nuestro sello de identidad, era imposible sentirse guerrero anfibio si no emergíamos desde mar. Los botes de asalto anfibio (BAA) fueron la gran solución para el movimiento buque-playa dado que no contábamos con embarcaciones para desembarcar, tanto así que el año 1977 entrenábamos desembarcando en bongos pesqueros de las caletas Portales y El Membrillo. Con los BAA recuperamos la motivación y nuestra identidad de soldados del mar. Nuestra esencia naval y naturaleza eminentemente anfibia que nos impone operar desde el mar estuvo siempre en la mente de todos los Infantes de Marina; Isla Dawson era considerada como una gran plataforma naval de la cual irrumpiríamos cruzando el canal Whiteside para desembarcar en Puerto Yartou y desde allí iniciar una acción ofensiva a través de la Isla Grande de Tierra del Fuego.
A mediados de octubre 1978, mientras el nivel de la crisis se agudizaba, se tensionaban las relaciones con Argentina y las dotaciones terminaban de completarse, asumió como Comandante de BIM 21 el Capitán de fragata IM. Gabriel Sánchez Buzeta, (Q.E.P.D.), quien implementó varios cambios en el entrenamiento y conducción operativa del BIM 21, lo que apreciamos como muy necesario y positivo. Así, fue notable ver cómo los campamentos que a la fecha permanecían muy limpios y ordenados desaparecieron de la observación aérea producto del intenso y laborioso trabajo que hicieron las unidades para lograr su ocultamiento.
Comandantes de compañía fusileros IM del BIM 21
La estructura orgánica de una compañía de fusileros era de 6 oficiales y 206 gente de mar IM., las que se encontraban completas según TOE y organizadas en una Plana Mayor (1 – 6), una sección de armas de apoyo (1-74) con 6 ametralladoras Browning .30, 6 lanzacohetes NA 3.5 y 3 morteros NA 60 mm. y 3 secciones de fusileros IM (1- 43), lo cual garantizaba su rol de Unidad Fundamental, es decir, ser capaz de comprometerse en combate en forma independiente; por tal razón el perfil y atributos profesionales de los Comandantes de Compañía de Fusileros IM tenía una connotación especial.
Los cuatro Comandantes de Compañía éramos compañeros de curso de la Escuela Naval, promoción 1970 (“sieteceros”) y del crucero de instrucción en el BE. Esmeralda, en el Curso aplicación de Guardiamarinas y en el Curso de especialidad de Infantería de Marina. Todos éramos Tenientes primero, conocíamos muy bien el estilo Cosaco, teníamos mucho tiempo en unidades operativas, factor que avalaba nuestra competencia frente a los subordinados. Competíamos lealmente siempre dispuestos a ayudarnos mutuamente. Éramos combatientes muy profesionales, responsables y esforzados muy cercanos a nuestra gente e intentábamos ser un ejemplo en forma permanente.
Como Subtenientes todos fuimos dotación del Destacamento IM N°4 Cochrane, unidad que nos formó bajo el patrón común del mismo Comandante, Capitán de navío IM Ariel González Cornejo. Tuvimos idéntica escuela de liderazgo que consistía en conducir las pequeñas unidades IM en sucesivos periodos de campaña en terrenos siempre desconocidos del teatro de operaciones austral y en reiterados periodos de aislamiento en las Islas del Martillo, Navarino y Wollaston. En la década del 70, el promedio de tiempo en campaña por persona al mes era superior a 10 días, es decir, aproximadamente 120 días al año. Esto daba solidez y seguridad en el conocimiento del terreno, factor muy relevante principalmente para organizar su defensa. La capacidad de nuestra gente para adaptarse al terreno y al clima invernal en isla Dawson fue una respuesta clara y evidente del riguroso y efectivo entrenamiento recibido en el Destacamento Cochrane; los Infantes de Marina del BIM 21, en su gran mayoría, conocíamos a cabalidad cada rincón del teatro de operaciones austral, lo cual constituía un factor de fuerza desequilibrante frente al adversario.
Estrecha relación y cercanía con el personal
Nuestro personal estuvo siempre cerca de sus líderes viviendo el día a día. No era difícil lograr esa empatía, cuando el viento, la nieve y el rigor del clima afectaban por igual a oficiales y gente de mar; nuestro equipo y alimentación era el mismo, por ende, la adversidad se vivía y se compartía con optimismo. Esta es una de las grandes razones del éxito en la cohesión y fortaleza demostrado en el despliegue y en el manejo de la crisis. Las Compañías de Fusileros IM tenían identidad propia, gran sentido de pertenencia, y espíritu de cuerpo.
El tiempo libre después de la jornada diaria y todos los fines de semana se aprovechaba para compartir, hacer deportes, lavar ropa, jugar al truco y a la brisca. Siempre en un afán sano y de grata convivencia hacíamos fogatas en las que surgían espontáneamente artistas que promocionábamos para las veladas estelares de fin de mes, en que el Batallón 21 organizaba un gran circo de campaña. Todas las unidades tenían sus propios artistas, cantantes, humoristas, payasos, acróbatas, músicos, quienes amenizaban las tertulias de cada unidad y la representaban en el circo de campaña. Tengo un feliz recuerdo del payaso Jerry Lewis, un cabo panadero quien en su personaje era una verdadera estrella de circo, genial e imperdible en todas sus presentaciones.
Este ambiente facilitaba la excelente relación y comunicación entre superiores y subalternos. La escala jerárquica se acortaba, el personal veía a sus oficiales mucho más cercanos y de fácil acceso, lo cual generaba mucha confianza y por ende el compromiso de no fallarle al líder y a su propia unidad. La sana convivencia y el aislamiento incrementaron el espíritu de cuerpo, despertando el patriotismo y la convicción de defender a Chile y los intereses nacionales. Estuvimos siempre convencidos de que un Infante de Marina no podía defraudar a otro.
Evacuación desde el interior de la isla
Uno de los años que mayor impacto tuvo en mi vida profesional y personal fue precisamente 1978. En lo profesional por haber sido un año extraordinariamente motivador, intenso y desgastante dadas las exigencias operativas que imponía la evolución y el manejo de la crisis vigente con Argentina que nos mantuvo al borde de la guerra. En lo personal, muy duro, por la pena de haber perdido un hermano, el subteniente IM RN Ernesto Arriagada Rodríguez (Q.E.P.D.), quien el día 1 de diciembre 1978, motivado por la convicción y el compromiso de cumplir con su deber perdió trágicamente su vida en el polígono del Fuerte Vergara salvando a sus compañeros de un accidente fatal, por lo cual posteriormente le otorgaron la medalla al valor Post mortem.
El día 1 de diciembre a las 15.00 hrs., aproximadamente, mientras nos encontrábamos operando con el BIM 21 al interior de la isla Dawson, llegó un mensaje ultra urgente en que el Comandante de la Brigada IM ordenaba mi evacuación inmediata de la Isla disponiendo que me presentara a la brevedad en el aeropuerto San Valentín para ser trasladado a Punta Arenas. El Comandante del BIM 21 no contaba con otra información que aportar, pero todo hacía suponer que no era una buena noticia. Llegué al aeropuerto justo cuando aterrizaba un avión naval del que descendió el Jefe del estado mayor de la Brigada IM, capitán de navío IM Lorenzo Linderman García, quien exhortándome a embarcar rápidamente me informó que mi hermano Ernesto había fallecido en una acción del servicio y que en Punta Arenas me darían más detalles. Efectivamente al aterrizar en el aeropuerto Presidente Ibáñez me estaba esperando el Comandante de la Brigada IM, capitán de navío IM Pablo Wunderlich Piderit (Q.E.P.D.), quien me indicó que mientras probaban un trípode para una ametralladora Browning.50 ocurrió un accidente que le costó la vida a mi hermano Ernesto. Él era subteniente IM de reserva llamado al servicio activo y prestando servicios en el Centro de Apoyo Logístico del Cuerpo IM (CALCIM). Allí, en su condición de ingeniero mecánico, tenía a su cargo proyectos de revisión, adaptación y activación de armamento para las Fuerzas IM desplegadas en el TOAC. Había participado en el diseño y construcción de un lanzador múltiple de cohetes NA 3.5 pulgadas, creado con el fin de aprovechar la gran cantidad de cohetes disponibles en los arsenales navales, esta no era un arma de gran impacto, pero podía disparar 16 cohetes simultáneamente, lo cual permitía saturar un área con gran volumen de fuego. Lo más relevante fue el ingenio aplicado para aprovechar la munición disponible.
En esa línea de trabajo le correspondió diseñar un trípode para adaptar una ametralladora de avión para ser usada en tierra. Terminado el prototipo, el día 1 de diciembre en la mañana fueron hasta el polígono del Fuerte Vergara a probar el sistema con munición real. Lamentablemente al disparar la ametralladora esta tuvo una falla que le impidió detener el tiro, el apuntador inexperto se desesperó y soltó el arma, la cual siguió disparando sin control girando en circulo. Ante la inminencia que el arma diera de baja a toda la dotación el Subteniente Arriagada se adelantó a controlarla, logró detenerla, pero al hacerlo la ráfaga impactó su cuerpo falleciendo en el mismo instante. Me correspondió venir a su funeral en Valparaíso, al que asistió el Comandante en Jefe de la Armada Almirante José Toribio Merino, lo sepultamos en el Mausoleo Naval y diez años después junto con mi hermana María Gema trasladamos sus restos al cementerio de San Carlos, su ciudad natal. La investigación sumaria correspondiente resolvió otorgarle la condecoración “Medalla al valor post mortem” por su acto de arrojo al salvar la vida de sus compañeros, la cual fue impuesta en ceremonia pública en el monumento a los héroes de Iquique el día 9 de septiembre de 1979. Emotivo recuerdo de un gran Infante de Marina que dio su vida convencido de que la patria se ama y se defiende no solo en la primera línea de combate. El presente año se cumplirán 45 años de la crisis del 78 y también 45 años del fallecimiento de mi hermano.
Reflexión final
Como resumen y conclusiones de mi experiencia como comandante de unidad fundamental en condiciones de máximo alistamiento para enfrentar la guerra puedo señalar que la exitosa gestión de los Comandantes de Compañía de Fusileros del Batallón IM N° 21, durante la crisis de 1978, fue producto de su sólida formación profesional, basada en la experiencia en terreno en prolongados períodos de entrenamiento en campaña y en la escuela de liderazgo de los aislamientos en las islas del Martillo y Wollaston, sitios desde donde surgía y se imponía el verdadero líder.
Las Compañías de Fusileros IM se comportaron como verdaderos equipos de alto rendimiento, tenían objetivos comunes, doctrina común, líderes competentes y muy conectados con su gente que aprovecharon muy bien las habilidades de los Infantes de Marina bajo su mando, permitiéndoles identificar, conocer y resolver sus inquietudes.
Finalmente, el profesionalismo de los Infantes de Marina fue un factor relevante que contribuyó a la disuasión y exitoso manejo de la crisis de 1978, dejando como gran aporte e incentivo para las nuevas generaciones que el soldado de mar, el guerrero anfibio, constituye el factor de fuerza más relevante de toda organización IM.
Bibliografía
ARRIAGADA 2024
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1006
Mayo - Junio 2025
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