Revista de Marina
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  • Fecha de publicación: 01/12/1977. Visto 63 veces.
Comentario de Libros LA G UE RRA Y LA PAZ Por Ladislao D'HAINAUT F. Capitán de navío, Armada de Chile 1:::- ~'!¡, A GUERRA y la Paz" =~~ ~-~=de León Tolstoy , ge­ ==- neralmente es leída en sus versiones tcsumi· das de un tomo . La nov ela en realidad consta de seis, y una excelente versión de ella es la de Flo rentino M. Torner. Colección Mála¡;a, Mé xico , 19 43. Par a qui e n conozca la obra comp leta, cua l quiera de las resumidas pasa a ccr como la ca1icatura de aquélla , así como quien sólo lea la br eve, no podrá darse cuenta de lo magistral de este li­ bro . En el Tomo VI y a partir del segundo epilogo, Tolstoy formula interesantes conce ptos sobre el poder. Este artículo tra ta de despertar inte­ rés !obre lo que reflexionó el gran escri­ tor en relación a la gu erra , que tan bien desc r ibe, y espe .cialmente la campaña que culminó con Austerlitz y la invasión de Ruoia en 1812 por el Gran Ejército. No he tenido oportunidad de leer que algún esc rit or milita r haya incluido a Tolo­ toy entre los pensadores sobre la guerra; más aún, sob re lo seña lado pr ecedente­ mente, esto es el Pode r, su consti tución, su forma de ejercerse, sus mis terios, lo 682 REVISTA DE MAnil'IJ (NOVIC~mni:-01cn:MORE que impulsa a las nacione•, etc. Obvia· mente, él se remite en particular al caso de Napoleón y al zar Alejandro l, pero mucho de lo que allí infiere puede ser de aplicación gene ral. Conviene recordar que T olstoy fue mi­ litar y ¡participó en la guerra de Crimea. Basta l~er su novela "Sebastopol", para darse cuenta que vivió la guerra, no sólo la vio u observó. Analizar en profundidad el pensamien· to de T olstoy sobre la Guerra, la Paz y d Poder. sería tal vez motivo de cuidadosa reflexión al intentar juzgar o !iquiera pro­ nunciarse sobre la validez o falacia, o errores de sus conceptos. No es eso lo que me anima, y en consecuencia, y rci· terando la idea inicial, de más bien des­ pertar curiosidad por su lectura, es que procuraré verter algunos a•pectos de la materia que señalo, convencido, además, que la ob ra original es de utilidad para todos los hombres de a rmas, y más toda­ vía , cuando se está en el difícil Arte de gobernar. So s tiene Tolstoy que "Napoleón hizo la guerra a Rusia porque no pudo resistir la tentación de ir a Dresde, ni evitar que se le subieran a la cabeza los homenajes que allí se le hicieron, ni reprimir el de­ seo de vestir un uniforme polaco, ni ce­ der a la estimulante influ e ncia de una rnañana de junio ... "Que Alejandro se opuso a toda clase de negociaciones porque se sentía per s o­ nalmente in!ultado. Que Barclay de To­ lly !·e esforzó en dirigir las tropas en la mejor forma po•ible, para cumplir a•Í con su deber y conquistar fama de gran es­ !-:>tega. (Pág. 123, Tomo IV, Cap. 1). Oue todos, emperadores y súbditos supo­ n ían que tabían lo que estaban haciendo, y que lo hacían por sí mismos; pero, en realidad, eran instrumentos irrespon•a· bles de la historia y ejecutaban un traba­ jo que ellos mi!mos no podían compren· der. pero comprensible para nosotros ' . "Tal es el inevitable destino de los hombres de acción, que son tanto menos libres cuanto más altos se hallan situados en la jerarquía social". Tolstoy admite que todos los ejércitos de Europa "tenían"' que hundirse en las profundidades de Rusia y perecer allí. Bajo e ste ase rto, todas las contradiccio­ nes, insensateces y atroces hazañas de los que tomaron parte en la guer ra se hacen así comprensibles. El r esultado final fue el menos espe­ rado por todos, pues "nadie" en aquel tiempo previó lo que "ahora" parece tan evidente. Nadie intentará discutir que la cau!a de la destrucción de las tropas fue, por una parte, su avance hasta el cora· zón de Rusia estando muy avanzado d verano, y sin preparación suficiente para una campaña de invierno, y por otra par­ te, el "carácter" que imprimió a la gue­ rra el incendio de las ciudades rusas y d consiguiente odio que esto desper tó en el "pueblo" con tr a el enemigo. Pero nadie entonces previó lo que aho­ ra parece tan claro; que era aquél el úni· co en que el mejor ejército del mundo, mandado po r el mejor general. podía ser destruido por un ejército bisoño, la mi· tad en número, y dirigido por jefes in­ expertos. No eólo no vio esto nadie , ~í­ no que, "del lado ru so, se hizo todo lo posible por impedir lo único" que podía salvar a Rusia, mientras que del lado francés, a pesar de la experiencia de Na­ poleón. todos los esfuerzos tendieron :.1 avance sobre Moscú a fines del verano, es decir , "a hacer lo más indicado" para que tu ejército "pudiera ser destruido". La batalla de Borodino ofreció la po· dbilidad del aniquilamien to de los ejér­ citos rusos y por ende l a victoria. Sin em­ bergo sostiene T olstoy que no fue error de juicio de Napoleón no ordenar el empleo de la guardia , que habría re­ suelto a su favor decisivamente la bata­ llz., sino más bien, que dada la carnicería de tan sangrienta lucha, ni uno ni otro ejército eran ya capace s de hacer ningún esfuerzo final. Luego de los breves comentarios ante­ riore s hechos someramente para ilustrar en parte el punto de vista de Tolstoy •o­ bre as pectos de la lucha, nos remitiremo s ahora al Poder. (C6mo se puede contestar la pregunta e•encial de la historia: <Qué es el Pode r ? Sobre el tema, Tolstoy se extiende por todo el epílogo. Sin perjuicio de ello, es· ta preocupación aparece a travé s de toda la obra, tal como aparecen conceptos so­ bre la filosofía tic la conquista, la guerra irregular, la guerra de guerrillas, las ins· tancias en torno a los altos mandos, los roces y fricciones, las sorpresas, la moral, etc. 1971) COMENTARIO DE LIBROS 683 Aquí sólo me permitir é indicar. sucin· tamente y en forma no metódica , algu· na s de las reflexiones o conceptos verti· dos por el autor so bre estos temas. Los historiadores clásicos, tratando de describir la vida de una nación que es en sí misma evasiva. o parece evasiva, han centrado particularmente su atención so­ bre los actos de los i ndividuos que la han gobernado, suponiendo que aquellos ac ­ tos representaban la actividad de la na ­ ción entera. Cuando a la persona del gobernante se le atribufo un poder proveniente de una voluntad divina, esto es. como ungidos o consagrados, tend ría cierta explicación lógica que la voluntad de aque l hombre pudiera imperar sobre sus súbditos . Ven· drla a ser algo así como que por dicho origen divino los individuos quedaban sometidos a su voluntad. La historia moder na abandonó las creencias de los antiguos. llegándose por lógica a las mism'as conclusiones, pero por caminos diferentes; esto es: Admitir: 1 ) Que las naciones está n guiadas por los individuos y, 2) Que existe "un fin conocido" hacia el cual "tienden" las naciones y la hu· manidad. Este fin, evidentemente puede ser. por ejemplo: engrandecimiento, para otro. libertad. para otros, igualdad o determi· nada impo sición religiosa. Lo cierto es que el mundo ha vivido presenciando movimientos pacíficos o ar· mados de multitudes que van de un le· rti torio a otro y viceversa; . como es t:1 mismo ca•o del agitadísimo período com· prendido entre 1789 • 1 81 S. Pero <qué significa todo esto? <Cuál es la causa? <Qué es lo que obliga a es· tos hombres a incendiar y matar a sus !emejantes? El sentido común trata de encontrar 13 respuesta a estas preguntas; desde el pun­ to de vista an tiguo la explicación scrí n: La divinidad, para premiar o castig.u a su pueblo, dio el poder a Napoleón y dio su vo lunt ad para la realización de los divinos propósitos. Lo anterior haría muy inteligible y •in contradicciones esta respuesta, "pero en absoluto lo explica, para quienes dejaron de lad o la cue stión de la divinidad". Una y otra vez en el deS1urollo del epi· logo, Tolstoy va repitiendo la pregunta: l Qué es el Poder? y lo analiza desde uno Y otro punto de vista, sin lograr algo que le sa tisfaga. En una parte expone esto: "Napoleón ordenó reclutar un ejército e ir a la guerra. Es tan familiar esta idea y parece tan lógica, que la pregunta de por qué tenían que ir a la guerra 600 mil hombres, era solamente porque Napoleón pronunciara ciertas palabras. Eso parece una estupidez. Napoleón "tenía el Po­ der" y, p or consiguiente , "se hizo lo que ordenó". Esta respuesta es perfectamente satisfactoria "si creemos que es Dios quien le otorgó el poder". Pero tan pron to "como lo negamos", es necesario decidir "qué es" ese poder que "un hombre" tiene sobre los demás . No puede ser un poder físico directo de un hombre fuerte sobre otro débil. No puede fundarse tampoco en el efecto de una fuerza moral que algunos autores a tri · huyen al al ma o inte lecto de ciertos hé· roes o seres espec iales que se llaman ge· nios. Tampoco es una fuerza moral espe· cial. puesto que individuos sin ninguna fuerza moral, o más débiles que cualquie­ ra de los hombres a quienes gobernaban, lo consiguieron. Si "la fuente" del poder "no está" ni en las cua lidade s físicas ni morales de los individuos que lo ejercen, "habrá enton­ ces que buscarla fuera del individuo", "n las relaciones existentes entre las ma sas gobernadas y los poseedores del Poder. Desde un punto de vista del Derecho, el Poder viene a ser la voluntad "colecti· va del pueblo, transferida" tácita o ex­ prernmcnte a los gobernantes elegidos po; él. Pero ap licada a la h is toria, esa defini· ción necesita !U explicación. El De recho puede decir en detalle cÓ· mo en su opinión "debe o puede estar" constituido el poder, y lo que éste, inmu· tab le o temporal "es"; pero acerca de lo que significan las "mutaciones" del poder en e .l tiempo no puede responder a "na· da". Hay tres formas como los historiado· res explican las relaciones del pueblo con sus gobernantes: 684 nEVlSTA DE MARINA 1 ) O bien reconociendo que la volun· tad de las masas se transfiere incondicio­ nalmente al gobernante o gobernantes de su elección y que, por consiguiente, debe eonsideraroe como una infracción al po· der verdadero toda aparición de un po­ der nuevo, toda lucha contra el poder constituido. 2) O aceptando que la voluntad de las masas se transfiere a los gobernante• "ºcondicionalmen te"'. bajo condiciones "conocidas y definidas", y demostrando que to das las limitaciones. conflictos e in­ cluso la destrucción de los poderes pro­ ceden del "no cumplimiento'" po r parte de los gobernantes de las condiciones ba­ jo las cuales les fue otor~ado el Poder. 3) O admitiendo que te transfiere condicionalmente la voluntad de las ma· .as a los gobernantes, pero bajo "'conr!i­ ciones desconocidas e indefinidas'', y que la apa 1ici6n cle varios poderes, como su! luchas y caídas, su rgen solamente del cumplimiento más o menos completo por los gobernantes de aquellas condiciones desconocidas bajo las cuales se transfirió la voluntad de las ma•as de unos indivi­ duos a otros. Sea como sea, y de acuerdo a las me­ ditacines que formula León T olstoy, '"estas transfe ren cias' de la voluntad co­ lectiva a los personajes históricos '"no es satisfactoria"' para contestar a la eterna cuestión: (Qué es el Poder} Sin embargo, para el conocimiento de los fenómenos. el hombre dispone, además del razona­ miento abstracto, de la experiencia, ipor la cual comprueba lo s resultados del razonamiento. Y el poder '"no es una me­ ra palabra, sino que realmente existe'". Cuando se produce un acontecimiento, '"siempre aparece un hombre o varios'", por "cuya voluntad'" se realiza aparente­ mente el mismo. El Poder, desde el pun­ to de vista de la experiencia, es la rela­ ción existente entre la expresión de la vo­ luntad de algún individuo y la ejecución de esa voluntad por otro hombre. La relación del que manda a los que son mandados es precisamente lo que se llama poder. De todas las agrupaciones en que los hombres se unen para una acci6n colecti­ va, una de las más sorprendentes y defi­ nidas es el ejército. Los más numerosos, los to ldado s, y que más toman parte di­ recta en las acciones, hasta los muy esca· sos en lo s niveles supremos --que son los que toman parte más indirecta- y :;e­ neralmente concentrados en una sola pe r­ sona. El soldado raso no da ninguna orden porque no tiene a quién dársela, mientras el g eneral '"cr ee que las da todas'', pero solo da algunas, ya que en el intermedio del cono jer árquico hay muchfsimos que la s van recibiendo y a su vez impartiendo. Todo cuanto ocurre coincide inevita­ blemente con algún deseo expreso y apa­ rece como el cumplimiento de la volun­ tad de uno o varios hombres. De sus innumerables deducciones. con­ sideraciones y análisis del acontecer his­ tórico, Tolstoy llega a las siguien t es res­ puestas respecto a qué es el Poder y qué fuerza produce el movimiento de las na· cioncs: El Poder es la relación ent r e una per· tona determinada y otras en virtud de la cua l, cuanto más expre!e aquella persona opiniones, predicciones y justificaciones de l a acción colectiva realizada, menos participa en toda la acción. El movimiento de las naciones se de­ be principalmente a la actividad de to· do s lo s hombres que toman parte en los acon tecimientos. que siempre se combi­ nan en tal forma, que aquellos que tienen mayor participación directa en el aconte­ cimiento, asumen la menor respon sa bili­ dad y viceversa. Mora lmente el que tiene el Poder pa­ rece se r la causa del acontecimiento. Fí­ ticame nte lo son aquellos que se someten al Poder. Pero, como la actividad moral es inconceb ible sin la física, la causa de un acontecimiento no se puede encontrar ni en la una ni en la otra, sino en la com· bina ción de las dos. El hombre cree ser libre y este senti· miento de libertad o libre albedr ío se nd­ vie r te a través de toda la historia, pero !i la voluntad de todos lo s hombres fue­ ra libre, es decir, si cada uno hiciera lo que se le ocurriera. en tonces la historia habría sido una serie de accidentes sin re­ lación entre sí. Este aspecto de la libertad del hom· bre, desde el punto de vista moral y en relación al Poder, es de una importancia trascendental, y particu larmente intere­ &ante en la disciplina militar en que pae­ de. y se ha dado muchas veces el caso. verse confrontado a ejecutar acciones 1917) C0•1EITTARIO DE LIOROS 685 que se oponen netamente a au conciencia, derivada de órdenes intrínsecamente ma­ las o p~rversa.s. En relación al Pode r, la libertad del hombre puede nítidamente establecerse que ca de dos clases, reiterando que el vínculo más fuerte , más indisoluble, mu oneroso con otros hombr ea, es aquél que re designa con esa palabra Pode r sobre los demás, que en su signif i cado real es sólo la mayor dependencia de ellos. Pue­ do dejar de esc r ibir si quiero, puedo lc­ vantcr el brazo, dejar de leer. puedo pen­ sar libremente en lo que se me ocu rra y puedo probar que puedo hace r estas co­ sas. "Si un per ro ataca un niño no puedo evitar levantar la mano contra el perro; en una acción bélica no puedo dejar de atecar junto con los demás com pañero s". "No puedo evitar ce rrar los ojos si me dirigen un golpe, etc.", Por lo ta nto hay "dos clases" de acciones, unas que de · penden de mi volun t ad y otras que no dependen de ella", Observando las condiciones en que se manifiesta nuest ra mayor libertad, y nues­ tra mayor dependencia, ndvcrtimos que "cuanto más abst racta" es nu es tra act ivi­ dad, y "por lo tanto" menos relaciona­ da con la actividad de ot r os suje tos. "más libre es", y por el contrario, cuanto más relacionada está nuest ra actividad con la de otras personas, menos libre cs. A modo de conclusión y derivado par­ cialmente de lo escrito, nparecc de enor ­ me interés 'Profundi za r el estudio de la constitución íntima del Poder, a fin de determina r y procurar que éste corres­ ponda lo más exactament e posible con las fin a lidades deseadas por la voluntad general colec tiva de los gobernados, de sue rte tal que se produzca de la manera más perfecta po sibl e la coincidencia de la voluntad del gobernante con la volunta d colectiva de los que deben obedecerlo. GUERRA Y SOCIEDAD EN CHILE de Alvaro Jara Po r Francisco Javier CUADRA Lizana STE LI BRO fue escrito en 195 7 y publicado cuatro años más tarde en francés po r el Ins tituto de Altos Es­ tudios sobre América Lati ­ na de la Universidad de Parí a. Recién en 197 1 sa lie ron d e la s prensas de la Edi ­ torial Unive rsitaria de nue stro país tres mil ejemplares d e él en castellano. H ay doble motivo, pu es, para lamentar la es­ caaa difusión y poco conocimiento q ue los chil eno s tenemos de esta obra. El nombre del autor no figura entre los clásicos de nuestra historia porque perle· nece a la ge ne ración de nuevos historia­ dores a que ya he mos hecho referencia en anteriores artículos, caracte rizada por una mayor disposición de antecedentes y sis­ temas metodológicos de análisis muy d~­ arrollados, especialmente por el enrique­ cimiento de la actividad interdisciplina­ ria de las diferentes cieneios sociales. El tema que aborda, tratado hasta hace po· co desde otras perspectivas, es uno inelu­ dible para quienes se hayan interiorizado un m!nimo en el conocimiento de l pasa­ do nacional. En la introducción a la edición francc­ !a, Jara decfa que "en el Chile de los si­ glos XVI y XVII se r ía difícil no percibir la absorbente temática bélica que parece dominar toda la sociedad. La 11:uerra está pre sente en las crónicas, en los poemas, en las relaciones y en los documr.ntos. Es 686 REVISTA DE MARINA (NOVJ EM!lltt:.-DICI F.~1 Dltf: un motivo constante dentro de esa soc ie­ dad ... ·•. Así explica la razón de dedi­ car tanto tiempo y estudio al punto. El acierto que en ellos lo gra reside en la orí· ginalidad de su visión. propia de las co­ rrientes más actualizadas a nivel mundial. El mismo nos dice que la idea central de su investigación ººe stá informada po r la búsqueda de la evolución en el tiempo de las formas bélicas, consideradas en una mayor amplitud que su solo aspecto ma­ terial externo, en las cuales se reflejan las transformaciones que experimenta la so ­ ciedad. pero no un a •ociedad genérica, sino concreta y particularizada, con ~u• nece•idades y exigencias propies". De esta manera, fija determinadas vi· gencias que se constituyen en la clave :n· terpretativa, según él, de tal pctiodo his­ tórico. De ahí que las grandes lineas que dc•cubre adquieran cierto carácter de petmanencia que difícilmente te alterará con futuras inve stigacione! . Por el con­ trario, ellas pueden se rvir ¡>ara comple­ tar y profundizar lo ya elaborado. Se po­ dría admitir, incluso, que variaran el sen­ tido tomado, pero sólo accidentalmente. Un primer tema importante tratado por Jara es lo que ha denominado la implan­ tación del régimen señorial español en te· rritorio chileno. Se efectúa principalmen · te a través de la encomienda y sat isface las aspiraciones del español del siglo XVI, que formaba parte de l pueblo que escaso tiempo atrás había logrado libet ar !U sucio patrio de la dominación árabe, período en el cual se asentaron institucio­ nes que lue go se trasplantaron a Améri- ca. Es muy claro para probar que gran parte de los primero s poblado res ci­ vilizedos eran hidalgos de regular situa· ción en España, por lo que al busc:ir me· jores rumbos en estas t"ierra s realizaron también sus sueños señoriales no fructí­ feros en Europa. Sin duda ése es un apo r ­ te bastante valio!o y de proyecciones im· portantes porque cambia la creencia-no conocimiento, nótese- existente incluso hasta nuest ros días. Lue g o entra al estudio de las "partes' de la gue rra chilena. Por sepa rado trat a el ejército indígena y el español. Se de­ tiene mucho más en é ! te, tanto por la mayor importancia real que tuvo como por la abundancia de material al respec­ to. Por ello se extiende detenidamente en puntos tales como la conformación de la oficialidad y tropas: su grado de prepa­ r:ición y apoyo de abastecimiento: movi­ lización. armamento y fortificaciones: y financiamiento de las operaciones milita- 1es. De sumo int erés es la detención que hace en el progresivo fracaso del sistema bélico privado, forma inicial de la pene­ tración y conquista de América, y la ne­ cesidad creciente de su reemplazo por el aporte estatal, traducido en la remesa del "real situadoºº desde el Perú y la adop­ ción de la calidad del ejército nacional y permanente. Finalmente, estudia el problema de la esclavitud con mu cha pr ofundidad, des­ tacándose su situación real. la presión Je la doctrina por legali zarla y. terminando, !U legalización a comienzos del sig lo XVII. SIGMUND FREUD El Ma es tro de la Sic o log ía Por Rodrigo SERRANO Bomba! Teniente 29 RN Armada de Chi le A OBRA extraordina­ ria de Sigmund Freud es -sin lu ga r a du­ da s- tema de es t udio · obligatorio para quien =---· se adentra en el cono- cimie nto del hombre, en su más amplio sentido. Al talento indi scutido del célebre mae s­ tro de la Sicología, se agrega su particu­ lar agudeza y sensibilidad en la captación del acontecer vital del individuo. capaci· Jtl1) COMEZ>.'TAnJO D& LIBflOS 687 dad que le permitió est ructurar magistral­ mente su formulación personal del fun• cionamiento del aparato síquico, las re­ laciones de éste con au medio y l as nece­ sarias interconexiones entre los mundos sicológicos de los distintos acres. ya nor­ males o enfermos. Largos años de paciente y rigu roso es­ tudio, en los que no estuvo ausente el Fracato o la desilusión, hicieron posible el nacimiento de la teoría sicoanalítica, una de las cscaaas visiones globoles, co­ herentes y científicas en materia de sico­ logía individual. El genio freudiano hizo po sible una concepción de la vida intrasíquica en la .¡ue todos los elementos encajan plena­ mente, en una suerte de rompecabezas con varias soluciones correc tas y en cuya construcción intervienen los más diversos factores, ya provenientes del individuo mismo, como de su ambiente temprano, y en cuyo desarrollo el hombre va ejer­ citando variados y complejos mecanis­ mos adaptativos, siempre tendiendo a la cunservación de un equilibrio interno de contornos muy personales, pleno de ma­ tices y semitonos. original e irrepetible. Por encima de la.s consideracion es cs.­ pecificamente técnicas, en las que -por motivos evidentes- no podemos ent~r en un comentario b r eve, se des taca con par ticula r brillo el hecho mismo del tipo de enfoque que Freud plantea para el rs­ tudi o del ser hum ano. Es la suya una vi­ s ión trascendente del acr, ajena y supe­ rio r o la limitante corporal o ~n senti­ do más amplio- a lo solamente material. En este aspecto la teoría aicoanalítica se halla infinitamente distante de modernas Formulaciones mecanici stas que reducen la actividad sicológica humana al apren­ dizaje automático de conductas pro ve- nientes de complejas y sofisticadas cade ­ noa de estímulos y respuestas . La contem ­ plación del mundo de nuestros días, in· merso en el materialismo y lll tecnocra­ cia, nos hará, ain duda, mirar con com ­ pren sión a quienes impedidos, por cual­ quier motivo, de liberarse de au instru· mentalización, han adoptado tales con· cepciones sobre la vida del homb re. Los postulados del sicoanálisis, en cam­ bio, han dotado a la individualidad de prolongaciones y proyecciones que, sur· giendo de las profundidades del ser -desde sus primeras horas de vida­ atraviesan toda sue rte de obstácu los , na­ tural es y prefabricados, para continuar un desarrollo que siempre está sometido a la posibilidad del enriquecimiento y, eventualmente, el quiebre. En ese trans• cu rri r vital, el hombre elabora sus deF en­ aas, busca salida a los impulsos instinti­ vos, canaliza la energía de su Yo . repri­ me, se identifica o sublima. en suma, des­ pliega de modo original aus potencialida­ des en el ejercicio pleno de su libertad personal, dentro de los marcos naturales aceptados y com partid os por la sociedad en que vive. L os escritos de Sigmund Freud, ya los propiamente teóricos como los derivados de su práctica clínica, son un fiel reflejo de toda uno vida dedicada , con seriedad, a la inve•tigación del aparato síquico. Su posición, por ello, es de una auténtica con1ecuencia, sólidamente enclavada en una visión del ser humano que otorga ~u justa importancia a lo espiritual y a lo material, a la vez que irrenunciablemente comprometida con la ortodoxia científica . Su obra ha pasado a la posteridad co· mo un hito principal en la marcha por el complejo mundo de la Sicología, camino a una cada vez mejor comprens ión del hombre y sus problemas.

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