- Fecha de publicación: 01/04/1977.
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Comentario de Libros
EN TORNO A
" HISPANOAMERICA DEL DOLOR "
de Ja ime Ey zag u irre
Por
Rodrigo SERRANO Bomba!
del In sti tu to Histórico José Miguel Carrera
BORDO de viejos ve
leros de leyenda, so
metidos a lo descono
cido, hombre s de Es
paña surcaron los ma
res llevando consigo un ·particular bagaje
de ilusiones y nostalgias, de estremeci
mientos y esperanzas.
Su generosa entrega navegó a la par
de sus secretos deseos de aventura y un
enternecimiento singular los fue invadien
do, en tanto sus naves ra sgaban el vien to
y besaban reverentes la espuma, en rít
micas genuflexiones de madera y sal.
Quizás, en sus horas silenciosas de re
cogimiento y meditación, la añoranza do
lorosa de la Península madre fue piado -
samente mitigada por la in~uición de
aquellas nuevas tierras que habrían de
fecundar con sus lágrimas y sus sueño3 .
Tal vez entonces -en la inmensidad de
la noche - el espíriu encont ró la paz en
su tribulación , al pa sear <por cubierta s us
íntimas aspiraciones de perpetuidad: bien
valía un do'.or la magna tarea de fundar
una raza.
Y se soñaban artífices de una nueva
vida. Se veían ya prolongados en su fe,
acogidos en su ilusión, comprendidos en
su inquietud.
No aguardaban retribución alguna en
su jornada y alimentaban su corazón del
gozo que proporciona el saberse parte de
una misión hermosa y definitiva .
COMENTARIO DE LIBROS 227
Y !in embargo esa añoranza no cono
ció la plenitud.
La palpitación original fue desdibuján
dose con los siglos, del mismo modo co
mo se esfuma en el aire la palabra vana .
Una suerte de maléfico encantamiento
invadió el alma de las gentes y agregando
ignominia a la ingratitud. se avergonza
ron de su pasado despreciándolo por .. vi
llano'",
para abrazar con c a lo r curiosas
costumbres de la América del Norte en
infamante parodia. '
Así
na ció '"Hispanoamérica del dolor'".
Detdc sus páginas llenas de poesía. in
mersas en una mística que penetra y deja
huellas, se eleva a nue stra conc iencia el
mensaje
revelado r de esa defección más
que sesquicentenari a .
(Cómo ha podido el alma atesorar tan
prolongada infidelidad}
Con firmeza en el ac ent o, altivez en el
lenguaje y avasailador a fuerza .en la in
tención, este inspirado ensayo nos condu
ce al campo mismo de la afrenta. a l sitio
exacto
del agravio, al instante pre ciso del
mezquino e Ímpetdon able olvido.
Y nos lo repite descarnadamente. sin
figuras alambicadas, sin rehuir el impacto.
aunque con infinita belleza, queriendo
-aún en medio de la monstruosidad de
nuestra culpa- decírno slo co n serenidad
no exenta de desilusión. Con aquella me-
eura que pone aún más al descubierto un
arrebato, un exabrupto o una traición; con
aquella decepción que ensombrec .e el ce
ño y desata - súbitas- las tinieblas de
la duda, la incertidumbre y la zozobra.
In sospec hados se nderos han conocido
las pisadas del traidor, que -!oco en su
extravío- ha maldecido su origen, ne
gado su estirpe, violentado su cu na .
En
su crue l desvarío no ha trepidado
en acoger lo peregrino, cuando temprano
ya abrigó lo ajeno, dando cabida a un
sentimiento de tan advenediza proceden
cia. como distante se halla la nobleza de
la deserción.
El drama. sin embargo, no ha termi
nado. Ya llega el instante supremo de la
reconquista o de la muerte.
Porque creemos en nuestro destino,
firmemente atado al velamen de aquellas
naves tantas veces centenarias, desplega·
mos al viento nue stras mejores esperan
za s: anhelantes, ansiosos, exp ectan tes.
De noche, hemo s buscado la soledad
de la .playa para sa lir al encuentro de
esos veleros que, enarb olando en el palo
mayor la señal del Apóstol, nos ofrezcan
la oportunidad de rei vindicar nuestro
nombre; allí donde los antiguos enveje
cie ron para fecundar una raza joven. allá
donde murieron para cr ear la vida, en
fin, donde nos enseñaron a no doblar
nuestra rodilla sino ante el Altísimo.
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