Estando en Valparaíso, los oficiales del buque efectuamos un vuelo demostrativo en la aviación naval.
A esa hora, el presidente de la República, visitaba la Esmeralda. En ese contexto, uno de sus amigos
consulta la factibilidad de visitar el submarino. Se comienzan a suceder los llamados al comandante quien no contestó, los jefes de servicio comienzan una frenética búsqueda por contactar algún oficial del buque, mientras se le informó al oficial de guardia para que se preparara.
El presidente se desembarca del velero e ingresa al submarino ante la incrédula mirada del oficial de
guardia, que hasta ese entonces pensaba que se trataba de una broma del resto de los oficiales.
Afortunadamente, el submarino había sido sometido a un profundo plan de limpieza, el presidente se encontró con un buque amantillado, con todos sus bronces relucientes, piso encerado y equipos con sus mejores fundas.
El presidente se sacó Selfie, probó el rancho y se fue muy agradecido.
Finalizado el vuelo, en el teléfono del comandante se leía el siguiente mensaje: “Visita del presidente sin novedad, probó el rancho y le gustó, se sacó una selfie con la guardia, agradeció y se fue. El almirante pide que lo llame.”
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