By RONALD VON DER WETH FISCHER
El cultivo del hábito de la lectura requiere perseverancia y disciplina. Lo importante es buscar una rutina que acomode al lector y seguirla, comenzando con 15 minutos diarios; idealmente en la mañana, a la misma hora y lugar, desde un libro, de tal forma de involucrar los sentidos. Es necesario subrayar que el valor de la lectura no reside en el hecho de llegar al punto final, sino en el camino que se sigue hacia él desde la primera palabra.
Developing a reading habit requires persistence and discipline. The important thing is to find a routine that suits the reader and stick to it, ideally beginning daily in the morning for 15 minutes, from a book, at the same time and place, to engage your senses. It is important to emphasize that the value of reading does not lie in the fact of reaching the ending, but in the path that leads to it from the first word.
"El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho."
Miguel de Cervantes.
En el mes de enero de 2021, hice una consulta, muy sencilla, en redes sociales: ¿Cuántos libros leyó el año anterior? Mayúscula fue mi sorpresa, pues muy pocos respondieron, y aquellos que lo hicieron comentaron entre 3 y 4. Me di cuenta de que sobre un 90% que leyó la pregunta, no la contestó. Consecuentemente, podría especular que la mayoría no leyó ningún libro.
Mientras estaba reflexionando al respecto, llegó a mis manos un interesante artículo titulado Sobre la lectura académica profesional, de los autores Christopher Green Vacarezza y Evan Wilson, en el cual analizan el tema de la lectura, dando respuesta a dos interrogantes: ¿por qué leer?, y ¿cómo hacerlo?, siendo el foco del artículo la lectura profesional académica.
Del texto subrayé: “leer es una actividad fundamental para la formación profesional de los marinos de todos los grados; la lectura es probablemente la forma más eficaz para que un líder se desarrolle”. Sin embargo, además del interés requiere de tiempo y tranquilidad, dos recursos que podrían ser escasos en nuestros días. Al respecto, recomienda, citando al almirante Stavridis, leer en tramos breves, como por ejemplo 15 min. “Lo importante es buscar una rutina que acomode y seguirla (Green & Wilson, 2021).
En efecto, al no leer, el individuo podría llegar a ser dominado y/o manipulado por la influencia de otros, es decir, un comportamiento de masa, lo que restringe la libertad, por no haber desarrollado el pensamiento crítico que la lectura conduce. Adicionalmente, privarse de la lectura puede llevar a deshumanizar a la persona, pues se restringe de nutrirse de las experiencias de otros para labrarse un mejor futuro.
Por otra parte, en el Mercurio de Santiago del 4 de junio de 2022 encontré una interesante reflexión acerca de la lectura, titulada Tiempo para leer, demostrando el autor que una lectura de 20 minutos diarios, en textos de formato estándar, garantizan, en forma realista, completar un libro al mes y, consecuentemente, en forma razonable, 11 libros al año. El artículo señala que “un chileno medio lee solo 11 libros durante ¡toda su vida!, conforme a las estadísticas más auspiciosas”.
En un colegio, cuyos alumnos se han destacado en el tiempo por el alto rendimiento en la prueba de transición universitaria y en evaluaciones similares, el tiempo dedicado a la lectura diaria fue media hora, llegando algunos alumnos a completar más de 30 libros al año.
Por lo anterior, podemos percibir que, dedicando diariamente entre 15 y 30 minutos a dicha actividad, podremos lograr la lectura de, a lo menos, media docena de libros al año. La actitud frente a este desafío debiera ser un autorregalo que nos hacemos a nosotros mismos, y que en la medida que se adquiera el hábito, seguramente los tiempos dedicados se irán expandiendo en forma natural. De esta forma, podremos disfrutar de aquellos clásicos que, sin poseer dicho hábito, serían una empresa, probablemente, inverosímil. El libro nos da la comprensión de la herencia cultural, la tradición, esa mediación esencial por la que recibimos de otro lo que necesitamos para reunirnos con nuestra propia naturaleza.
Al artículo antes señalado, podemos añadir que la OCDE incorporó en la prueba PISA la evaluación que mide las habilidades de lectura de los alumnos de 15 años en soportes tecnológicos. Se abordó a 19 países miembros de dicha organización y, de acuerdo con los resultados entregados en junio del 2011, Chile obtuvo el penúltimo lugar de la lista con 435 puntos, logrando el 2018 un leve incremento alcanzando 452 puntos, siendo la media en torno a los 500 puntos. Estos resultados reflejan una realidad poco auspiciosa y refleja la carencia del hábito de lectura.
¿Cómo enfrentar esta realidad?
Todo cultivo de un hábito requiere de repetición de actos sostenidos en el tiempo, hasta que se transforme la acción en algo que resulte connatural a la persona. Frente a esta realidad, me permito sugerir comenzar con una lectura diaria de 15 minutos, idealmente a la misma hora y en el mismo lugar, de tal forma de facilitar y asegurar el desarrollo del hábito. La lectura debe ser silenciosa, sin distractores, sostenida y, sobre todo, placentera. Si no logra hacerlo en forma silenciosa, hágalo en voz alta, hasta que logre realizarlo en forma callada.
Como se trata de desarrollar un hábito, debiera ser preferentemente desde un libro y no de una aplicación, con la finalidad de involucrar los cinco sentidos; recomendando, idealmente, la lectura matutina, en forma individual o grupal. Grupal, por ejemplo, en familia, en que padres e hijos la desarrollen en conjunto; otra forma podría ser en la sala de clases con el profesor a la cabeza, o en el lugar de trabajo. Acá, el ejemplo de los mayores es relevante para el éxito de esta actividad. Al término de la lectura se sugiere hacer un breve comentario, de algo que llamó la atención y sea digno de compartir por algún integrante del grupo o su encargado.
De lo señalado precedentemente, el autor lo llevó a la práctica en la Academia Politécnica Naval, con un curso de grumetes. En efecto, los primeros quince minutos de la clase fueron destinados a la lectura silenciosa, logrando a la fecha completar dos libros e iniciando la lectura de un tercero. Los dos primeros textos fueron comunes para el curso: El Principito, seguido de la Apología de Sócrates. El tercer libro, a petición de los alumnos, fue escogido por ellos. De los dos primeros textos, la tarea fue transcribir una docena de frases relacionadas con la asignatura.
De esta experiencia, aún en pleno desarrollo, pude constatar preliminarmente que el cultivo del hábito es un proceso lento, pues, durante los tres meses de esta actividad, los alumnos solo leyeron los textos en los tiempos asignados por el profesor, es decir, solo 15 minutos semanales. Con el propósito de buscar incrementar el placer lector, el tercer libro fue escogido por ellos, pensando en algún título postergado por falta de tiempo y hábito.
Si bien es cierto que el segundo texto parece ser complejo, los alumnos, al haber culminado esta tarea, manifestaron sentirse destacados entre sus pares, pues fueron capaces de completar la lectura del libro, logrando, adicionalmente, comprenderlo, seleccionar y transcribir la cantidad de frases solicitadas, conforme a la regla antes señalada. Cabe destacar que algunas de estas frases y su sentido han sido incorporadas en la verbalización de sus argumentos y reflexiones, tanto en forma oral como escrita. Lo alcanzado hasta el momento son pasos incipientes en el esfuerzo por desarrollar este itinerario, que no es otra cosa que navegar en sentido contrario, a la lógica de la inmediatez de nuestros días.
La lectura es una actividad fundamental para la persona. Contribuye a desarrollar su imaginación y permite el gran placer de disfrutar un buen libro. Pero también es clave para mejorar competencias, incrementar habilidades y, finalmente, elevar la calidad de vida de las personas de manera integral.
Un libro, en efecto, es un itinerario: requiere tiempo para ser recorrido… Para recibir lo que podemos encontrar en un texto hay que seguirlo línea a línea. La lectura se encuentra, de hecho, en el opuesto exacto de la lógica informática. La práctica del presente es la descarga de datos, cuya duración querríamos reducir a la nada con el fin de alcanzar, finalmente, esa inmediatez que nos obsesiona por la velocidad, no cesamos de acelerar cada vez más el acceso a la información por medio del mayor rendimiento de las redes disponibles en todo lugar. (Bellamy, 2018).
Es necesario subrayar que el valor de la lectura no reside en el hecho de llegar al punto final, sino en el camino que se sigue hacia él desde la primera palabra. Es al leer lo que otros han escrito cuando podemos desarrollar un pensamiento personal.
Después de estudiar a Pascal, Nietzsche y Kierkegaard, llegamos a ser más libres en relación con la cuestión de la fe. Ganamos en madurez e independencia respecto a la política al haber leído a Platón y Aristóteles, Maquiavelo y Hobbes. Smith no nos hace obligatoriamente liberales, ni Marx comunistas; pero cada uno de nosotros puede descubrir, al encontrarlos en nuestras investigaciones, la ocasión de un pensamiento más personal sobre el trabajo y el dinero, de una reflexión más original y, al mismo tiempo, menos susceptible de ser manipulado. (Bellamy, 2018)
Escuchar y leer
Leer, como escuchar, es un valor esencial para ensanchar nuestro horizonte, de por sí limitado; para madurar nuestras perspectivas; para comprender la complejidad y, a la vez, la simplicidad de lo real. El libro es un camino que nos obliga a salir de nosotros mismos; el signo es el trabajo que nos exige. Pero si somos conducidos de este modo fuera de nosotros mismos es para que nos encontremos mejor con nosotros mismos (Bellamy, 2018). Pues, la definición de nuestra identidad queda definida siempre en diálogo y a veces en lucha, con las identidades que nuestros otros significativos quieren reconocer en nosotros (Taylor, 1994).
Cuando la humanidad comenzó a poner por escrito las máximas de sus sabios, los códigos que recogían las costumbre y las leyes, los relatos de los acontecimientos en los que se había forjado cada pueblo, nació la lectura. Hasta entonces la cultura –cultivo del alma- solo se escuchaba: únicamente lo que los hombres y las mujeres retenían en la memoria y se transmitía a las siguientes generaciones, como un valioso mapa del mundo, como una antorcha en medio de la oscuridad. La tragedia retrataba las dimensiones heroicas de las vidas de excelsas figuras en el estilo apropiado. La tradición cristiana, mediante los Evangelios, tratan los hechos de personas sencillas y humildes, y la novela moderna narra las vidas de personas particulares con toda clase de detalles.
Sin embargo, escuchar sigue siendo hoy fundamental en nuestra vida: encauza nuestro primer acceso al lenguaje, le da forma mientras vivimos y, sobre todo, hace posible el diálogo, que es una de las fibras del tejido mismo de la vida. A la vez, para escuchar y dialogar de verdad, se hace necesario leer. La lectura ocupa por eso un lugar irremplazable en la cultura: la memoria de la humanidad es hoy también, en una medida importante, palabra escrita, letra que espera el diálogo con un lector.
Escuchar y leer suponen uno y otro capacidad de prestar atención. Los medios de comunicación, las redes sociales, el exceso de información se disputan precisamente nuestra atención, como su capital más preciado. Es fácil que la abundancia de mensajes la fragmenten, como sucede a alguien que está siendo constantemente interrumpido. Esa atención fragmentada no deja de ser útil para los beneficios del Big Data, para los gigantes de la comunicación; pero a nosotros nos empobrece, quizá porque tiende a volcarnos hacia afuera: nos puede dejar sin dentro. Frente a esa dinámica de dispersión, la capacidad de prestar atención a una cosa, a un libro, a una conversación, encierra un gran potencial.
Los invito a asumir el desafío del cultivo de la lectura, que al comienzo es muy probable será cuesta arriba, pero con perseverancia y dedicación, seguro que se saldrá adelante. ¿Qué lograremos?: visión de mundo, perspectiva, conocimiento humano, ejercicio intelectual, uso de la lengua materna, mejorar las relaciones interpersonales y la capacidad de inspirar a los seguidores; en resumen, ser mejores personas y, por ende, una mejor sociedad. La lectura es el más decisivo de los viajes, el camino más favorable para quien quiere progresar hacia su propia libertad y la ocasión de vivir la única aventura verdadera de la existencia: la que consiste en llegar a ser uno mismo ¡Ser más y aparentar menos!
En nuestra Institución el cultivo y promoción del hábito de la lectura debiera ser una tarea de la mayor importancia, en toda la escala de mando, para comprender el pasado, enfrentar el presente y labrarse y proyectar un mejor futuro.
Bibliografía
“Un lector vive mil vidas antes de morir… Aquel que no lee sólo vive una” - George R.R. Martin. “Si no te gusta leer ...
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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