By Leonardo Quijarro Santibáñez
Durante el desarrollo de la historia universal, la presencia de civiles en los campos de batalla ha sido un elemento a considerar por los comandantes; sin embargo, su relevancia ha ido creciendo durante el tiempo. En la actualidad no solo están los habitantes del territorio, sino que muchos otros civiles pertenecientes a múltiples entidades y organizaciones, con las que se debe interactuar, buscando lograr una asociación que contribuya al cumplimiento de los objetivos del Comandante Militar.
Throughout world history, an element to be considered by military commanders has been the presence of civilians in the battlefields; however, its relevance has been increasing over time. Nowadays, there are not only the inhabitants of the territory, but also many other non-military actors belonging to multiple entities and organizations with which they must interact, seeking to reach a partnership that contributes to the fulfillment of the objectives of the military commander.
“La falta de acción en asegurar la inmunidad de los no combatientes puede prolongar un conflicto, hacer estallar una contienda en la próxima generación o atraer a otros beligerantes a una guerra”. (Kurt Müller, 1999)
El conflicto entre Rusia y Ucrania, a diario nos muestra cómo las operaciones militares están afectando a civiles en las diferentes áreas de operaciones, realidad que grafica lo vivido en la historia mundial reciente con mayor intensidad. Lo antes referido, ha obligado a las fuerzas militares a tenerlos en cuenta, cada vez más, en el planeamiento y ejecución de operaciones militares.
Hasta la Segunda Guerra Mundial, las operaciones militares se ejecutaban sin considerar sus efectos sobre los civiles; sin embargo, la realidad post conflicto, en que las fuerzas militares tuvieron que hacerse cargo de los más diversos aspectos de esos civiles en los territorios ocupados obligó a derivar fuerzas para organizar y recuperar esas poblaciones. Esta necesidad es la que fundamentó la aparición de la función de Asuntos Civiles.
Sin embargo, con el avance de las comunicaciones y otros elementos, los civiles presentes en el área de operaciones militar, se transformaron a actores activos con los que había que relacionarse de una manera diferente. Ahora, esa relación debía ser coordinada, apareciendo el concepto de Coordinación Civil-Militar (CIMIC), que complementa la precedente. Esa coordinación está particularmente referida a la coordinación de ayuda, ahora proveniente de diferentes fuentes, así como entregada por otras tantas personas u organizaciones en beneficio de los civiles, objeto de este apoyo.
Por último, la aparición activa, ya no sólo de civiles, sino que también organizaciones, nacionales e internacionales, gubernamentales y no gubernamentales (ONG), en el mismo territorio, incluyendo el territorio marítimo, donde las fuerzas militares actúan, en búsqueda de objetivos similares en beneficio de los civiles, hace necesaria una mayor integración e interacción entre las fuerzas militares y todas estas organizaciones civiles, dando pie a la Interacción Civil-Militar (CMI). El poder avanzar y alcanzar un adecuado nivel de entendimiento entre tantos y diferentes actores hace que este tipo de operaciones sea de gran complejidad, incorpore personal con competencias particulares y cuyo resultado deberá ir siendo seguido con atención para el real éxito de la operación militar en ejecución.
Contexto
El siglo XXI ha visto cómo se han multiplicado las amenazas, cuyo origen conforma nuevos fenómenos y otros que se mantienen en el tiempo, manifestándose de diferentes formas y en los más variados ámbitos, existiendo en algunos casos relación entre ellos y en otras complementándose, lo que los hace complejos y difícilmente predecibles, pero todos con efectos sobre la población civil, directos o indirectos, en diversos campos y en dimensiones no antes consideradas, que a su vez muestran grados de interconexión e interdependencia, complementariedad e impredecibles, las que no solo se combinan, sino que se potencian, con graves consecuencias para la población civil, pudiendo ser sintetizadas en algunos tipos genéricos de amenaza (Ministerio de Defensa Nacional, Chile, 2018):
1. Amenazas de orden social y económico (migraciones, enfermedades, corrupción, drogas, tráfico de personas, disputa por intereses económicos, pesca ilegal, contaminación al medio ambiente).
2. Conflictos entre estados (reclamos territoriales y limítrofes, violaciones de soberanía).
3. Conflictos intraestados (étnicos, insurgencia, religiosos, guerrilla).
4. Amenazas derivadas del accionar de nuevos actores no estatales (crimen organizado, narcotráfico, piratería, terrorismo, ciberataques).
5. Amenazas derivadas de fenómenos naturales y aspectos medioambientales (terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, inundaciones, sequías, degradación de recursos).
Es así como, la evolución de la presencia de civiles en las áreas de operación de fuerzas militares ha generado la necesaria adaptación en el modo en que éstas desarrollan su relación con ellos, desde el gobierno militar de los territorios ocupados en la IIª Guerra Mundial hasta la participación en actividades de estados fallidos o semi-fallidos en la actualidad. (Ruiz, 2015) Esta evolución y adaptación se ha traducido en la forma cómo estas fuerzas militares se organizan y operan con la población civil, siendo de una diversidad especial las tareas desarrolladas en los teatros marítimos, que son esencialmente de uso internacional y de límites apenas convencionales.
Los asuntos civiles
La planificación y desarrollo de conflictos, históricamente, ha sido pensado en torno a la forma y el empleo de recursos para obtener los objetivos trazados respecto del adversario, en el menor tiempo posible. Es así como, desde la antigüedad hasta la Edad Media, se llevó la guerra a toda el área y/o territorios a conquistar, sometiendo por la fuerza a la población que se encontraba en éstos, pasando a ser súbditos del vencedor, conceptos originalmente aplicables, principalmente, al ámbito solamente terrestre.
Con el devenir de la era industrial, la conquista y destrucción de todo lo que se interponía a la marcha de los ejércitos, fue cediendo su espacio a los intereses comerciales, ya que los territorios conquistados podían aportar, no sólo por el suelo incorporado, sino que en términos productivos también. Simultáneamente, aparecen las primeras manifestaciones teóricas de la estrategia naval y la protección a las líneas de comunicaciones marítimas; expresión de una realidad presente en siglos anteriores en las acciones de piratas y corsarios, y la protección de naves y puertos, pero que llevada a la realidad del siglo XX manifestaba la necesaria interrelación entre las fuerzas navales y las embarcaciones civiles dedicadas al comercio.
En la Segunda Guerra Mundial, la guerra en sí se extendió a áreas geográficas que no se encontraban en conflicto con ninguno de los contendientes, como el norte de África y el extremo Oriente. Lo anterior obligó a la creación de una división al interior de los Estados Mayores denominada “Asuntos Civiles”, con el propósito de tratar con las autoridades locales y disminuir en lo posible los efectos de las acciones bélicas en aquellas poblaciones. (Department of Army, USA, 2019) En los mares, los efectos actuaron sobre las cargas que trasladaban los convoyes en apoyo tanto de las fuerzas como de los civiles en el teatro de la guerra, y a su vez, sobre los puertos de zarpe o destino de este material o personas.
Este ejercicio y organización se mantuvo durante buena parte del siglo XX, en particular en épocas post II Guerra Mundial, donde los territorios ocupados sufrían del desabastecimiento y el desgobierno, pasando a ser responsabilidad de las fuerzas de ocupación el reorganizar esos territorios y sus poblaciones para que el restablecimiento social, económico-productivo y político fuese coherente con el propósito que la intervención militar había tenido en sus orígenes.
La Europa de la post-guerra da cuenta de una forma de enfrentar el problema, con un ejercicio de actividades de Asuntos Civiles y Gobierno Militar prácticamente en todos los territorios que estuvieron bajo el control de la Alemania nazi, dado la desaparición de todas las organizaciones y aparato estatal. Un caso diferente es el que planteó Japón, dado que en estos territorios se mantuvo la existencia de organizaciones administrativas locales, las que apoyaron se pudiera avanzar en el logro de los objetivos trazados por la autoridad de ocupación.
En el ambiente marítimo, en la década de los sesenta, fue la Organización de las Naciones Unidas la que asumió la tarea de clarificar y normar los espacios y actividades que se realizan en el mar, incluyendo la participación de naves de guerra estatales, en la Convención sobre el Derecho del Mar de Jamaica en 1972, pese a que en dicho acuerdo no se considera la casuística de guerra.
En la actualidad, los Asuntos Civiles en el ámbito marítimo, no existiendo una definición formal, se entiende como “aquellas operaciones militares que permiten incrementar las relaciones entre fuerzas navales y autoridades civiles en localidades donde estas fuerzas están presentes, incluyendo a los diferentes actores marítimos; organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, población e instituciones locales asociadas al ámbito marítimo y el sector privado; implicando la aplicación de las habilidades y normas asociadas a la función naval para la resolución de problemas que normalmente son de responsabilidad de las autoridades civiles en beneficio de las operaciones militares”. (Taylor, 2017)
Cooperación civil-militar (CIMIC)
Sin embargo, la segunda mitad del siglo XX vio cómo aumentó la preocupación en torno a aquellos civiles presentes en los espacios geográficos donde se está produciendo la crisis o conflicto, planteando difíciles y cada vez más complejos escenarios a los comandantes que deben planificar las acciones, incluso en el ámbito de operaciones asociadas a la imposición, mantenimiento y conservación de la paz, ayuda humanitaria y/o reconstrucción de un país, amenazas emergentes en el mar, siendo observados por organismos de diversa índole y la comunidad internacional, respecto de la injerencia que estas acciones podrían estar teniendo en las comunidades, los no combatientes, lo cual supuso que las fronteras definidas para la gestión tradicional de Asuntos Civiles era traspasada o implicaba restricciones al accionar tradicional de las fuerzas militares y su relación con los civiles.
Es así como la necesidad de cooperación da pie a una componente diferente en esta relación de civiles y militares, que en su definición establecida por la OTAN indica que CIMIC es
“la cooperación, en apoyo de la misión, entre el comandante (OTAN) y los actores civiles, población y autoridades locales, como también con organizaciones y agencias, nacionales e internacionales, gubernamentales y no gubernamentales, siendo su resultante crucial para el éxito de la operación.” (OTAN, 2003).
Interesante es destacar que en la definición anteriormente citada aparece la presencia de actores No Gubernamentales en escena, que participan en el mismo territorio y, al menos en el marco teórico, también, en acciones que buscan aportar a solucionar problemas en los mismos territorios en que operan las fuerzas militares, pero a diferencia de cómo se gestionaban los Asuntos Civiles, en este caso no siempre con la misma intensidad o con la misma visión de los objetivos del Comandante Militar.
Cabe señalar que, la aparición de estos nuevos actores en la escena, que adoptan particular relevancia cuando se trata de operaciones de carácter humanitario, su interrelación y búsqueda de mejor coordinación para lograr una efectiva cooperación no considera lo relativo a la administración territorial en la cual los Asuntos Civiles sí lo hacen, por lo que, en ese sentido, son funciones complementarias, y la función de Asuntos Civiles sigue siendo una componente relevante al momento de la planificación de operaciones, Operaciones Civil-Militar (CMO). (US Department of Defense, 2018)
Interacción civil-militar (CMI)
Como se viera, en el avance del siglo XXI, la aparición de nuevos actores en la escena, con intereses no necesariamente alineados con aquellos de las fuerzas militares, al que se puede agregar además, empleando formas diferentes de gestión e interrelación como lo pueden ser la redes sociales, mediante las cuales se levantan, difunden y logran adhesiones a los problemas que se presentan en los territorios, incorporando una variada gama de actores, desde personas individuales, pasando por organizaciones no gubernamentales de diferentes orígenes e intereses hasta las propias organizaciones gubernamentales, que pueden ser parte de un estado fallido o no, imponen una realidad en que la cooperación directa, como fuera presentada en el punto anterior es difícil de planificar e implementar.
De esta forma, en la actualidad, las diferentes situaciones de crisis a nivel mundial y el logro de condiciones favorables para su resolución normalmente están supeditadas a una variedad de consideraciones, principalmente políticas, en donde, las fuerzas militares necesariamente deberán interactuar en la búsqueda de la generación de relaciones para el restablecimiento de la confianza y entendimiento entre los actores, que, como se ha visto, son de los más diversos orígenes, naciendo de esta forma la Interacción Civil-Militar. Este es el sentido que tiene el reemplazo de la cooperación por la interacción.
Es así como la NATO establece diferencias entre CIMIC y CMI en el actual ambiente de seguridad internacional:
O CMI es un conjunto de actividades para dar respuesta a situaciones de crisis, basadas en la comunicación, planificación y coordinación entre las autoridades militares y actores civiles, tanto locales como internacionales durante el desarrollo de una operación, incrementando de esta forma su eficiencia y eficacia. (Kisyov, 2015)
O CIMIC es una función conjunta, que incluye una serie de capacidades integradas para el cumplimiento de una misión, permitiendo a las fuerzas militares participar en una variada gama de Interacciones Civil-Militar con variados actores no combatientes en un territorio en los niveles operacional y táctico. (Kisyov P. M., 2015)
Por lo anteriormente mencionado, tanto la planificación como la ejecución de las operaciones militares, necesariamente debe dedicar tiempo, muchas veces con antelación, para el conocimiento de los actores que estarán o podrían hacerse presentes en el área de operaciones, buscando crear lazos que permitan la mejor asociación, entendiendo sus propósitos particulares y de esta forma, viendo como canalizar este esfuerzo para que, al igual que en la función de Asuntos Civiles y en la Coordinación Civil-Militar, se logre la sinergia que permita dar solución a los problemas que puedan tener los habitantes en los territorios afectados por la crisis o conflicto, que en definitiva sean un apoyo en el logro de las tareas dispuestas al Comandante Militar.
Conclusiones
O La presencia de civiles en el campo de batalla ha sido una realidad desde el inicio de los conflictos en la historia mundial; sin embargo, los efectos de las operaciones militares sobre éstos y sus repercusiones ha ido mutando en el tiempo incrementando la importancia de tenerlos presentes e influyendo en el resultado final, no solo desde el punto de vista sólo militar, sino político también.
O La realidad de ocupación territorial de la Segunda Guerra Mundial y la necesaria preocupación por las poblaciones que habitaban esos territorios dio pie a la necesaria preocupación para asegurar su supervivencia, tanto durante como después de terminado el conflicto, viendo la aparición de la función de Asuntos Civiles y Gobierno Militar, implementada por las fuerzas militares aliadas, cuya mirada sigue vigente hasta nuestros días, en particular en territorios donde el conflicto produce efectos en el normal desarrollo de los estados involucrados.
O La Cooperación Civil-Militar da cuenta de la necesaria interacción de las fuerzas militares con civiles y organizaciones en el propósito de contribuir al adecuado y oportuno apoyo de los civiles afectados por diferentes crisis o conflictos, buscando la cooperación para el logro de estas tareas, las que se han replicado con cada vez mayor intensidad en la medida que avanza la historia, abordando ya, no solo problemas asociados a conflictos armados, sino también, a desastres naturales, hambrunas y otro tipo de situaciones que afectan a civiles.
O La realidad del mundo actual, en que en respuesta a las crisis de la más diversa índole, actúan ya no solo las fuerzas militares, sino un sin número de organismos, grupos o civiles en forma independiente, ha obligado a los Comandantes Militares a considerar en la planificación de las operaciones la Interacción Civil-Militar como una prioritaria función conjunta en la que se debe emplear fuerzas de tal suerte de generar la adecuada y oportuna sinergia de todos estos civiles que estarán presente en el teatro de operaciones.
O En la guerra en el mar, dadas las particularidades con que se tratan los espacios marítimos de acuerdo a la convención sobre el derecho del mar, las relaciones entre las fuerzas navales y los civiles que usan estos espacios, se deben tratar de una manera diferente, con una intensidad incremental en la medida que las operaciones se aproximan a las costas, donde la autoridad del Estado ribereño será más clara y fuerte y donde la variedad de los intereses marítimos será mayor, por lo tanto, su gestión y coordinación incorporará a más actores civiles.
O El no dar la relevancia que tiene la presencia de civiles en el teatro de operaciones, en sus más diversas aproximaciones, sea como la población afectada y a apoyar, o aquellos que individual u organizadamente se hacen presentes para dar algún tipo de apoyo, no sólo puede afectar las tareas del Comandante Militar, sino que puede hacer fracasar la operación como tal e incluso tener repercusiones en el nivel político y sus objetivos respecto del conflicto.
Bibliografía
La tarea inicial se preveía compleja, la comuna de San Pedro de la Paz, en la región del Bío Bío, había entrado en cuare...
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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