La lectura es una actividad esencial para mantenerse al día en temas de actualidad, aumentar el conocimiento profesional, y mejorar el pensamiento crítico. Sin embargo, considerando el poco tiempo disponible, también es importante saber elegir un título, y comprender cómo poder leer en forma más eficiente.
Puede que una las actividades más demandantes para los marinos sea leer; aunque inicialmente sencilla, esta actividad requiere más decisiones de lo que comúnmente creemos.; tanto desde la perspectiva del tiempo -encontrar el minuto cuándo leer- como desde la temática -elegir qué leer- la actividad requiere tomar decisiones. Además, en la medida que pasa el tiempo el dilema se profundiza, ya que no solamente hay cada vez más libros, sino que estos compiten con revistas, blogs de interés, podcasts y un sinfín de elementos que obligan a dedicar más esfuerzos en determinar qué leer. Sin embargo, este no es un problema nuevo; Voltaire, en el siglo XVIII, decía que, si una persona intentaba leer a lo largo de su vida los libros de la biblioteca de París, difícilmente llegaría a la segunda estantería (Stravidis & Ancell, 2017). Y eso era considerando que se dedicara completamente a esta actividad, que no es el caso.
El presente artículo pretende dar luces de cómo enfrentar este dilema. Leer es una actividad fundamental para la formación profesional de los marinos de todos los grados; especialmente para el caso particular de nuestra institución, donde la gran mayoría realizamos nuestros estudios superiores en ella, siendo nuestra base intelectual más científica que humanista. Como consecuencia, los libros pueden parecer como elementos ajenos o, en algunos casos, simples elementos de decoración. También es cierto que, desde una dimensión más juvenil, convertirse en un ávido lector puede significar ser catalogado como un ratón de biblioteca; en una comunidad donde el conocimiento adquirido por la experiencia operativa es la regla. Pero esta dialéctica entre la educación académica y la experiencia operativa no es sólo un fenómeno nacional; el destacado profesor Geoffrey Till nos advierte que en el pasado, la cultura organizacional de la Royal Navy asumía que el sólo hecho de tener oficiales en puestos operativos durante la mayoría de su servicio, era sinónimo de que este comprendería en forma inmediata y a cabalidad las complejidades de la guerra en el mar, como si esta “descendiera a su mente por obra del Espíritu Santo” (Till, 1982). Afortunadamente existen soluciones mixtas. Para contribuir a esta discusión el presente artículo propone algunas sugerencias; en primer lugar, sugeriremos por qué leer y en segundo, cómo hacerlo, con foco en la lectura profesional académica.
Estante con libros seleccionados de la lista de lectura del CNO, en una librería local de Estados Unidos
Se quiera o no, si realmente se busca dominar cualquier profesión es necesario leer. Dada la cantidad de información disponible y la rapidez con que diversos temas se desarrollan, es indispensable mantenerse al día si se busca progresar. Es casi ingenuo pensar que cualquier instituto de educación superior pueda entregar todos los puntos de vista sobre los temas que imparten, existiendo, en consecuencia, muchos ámbitos que quedarán para el auto aprendizaje. Este último se puede lograr por dos vías; la experiencia práctica de un trabajo; y/o a través de la asimilación de experiencias de terceros. Otto von Bismark, a propósito de lo anterior, comentaba que sólo los tontos aprenden de sus propios errores, mientras que los sabios aprenden de los errores de otros. Entonces, podríamos sugerir que la lectura es un instrumento que permite acceder a esas experiencias y, preferiblemente, ayudar a no repetirlas.
La lectura permite obtener herramientas para solucionar problemas, ya que, si lo pensamos, es bastante probable que no seamos los primeros en enfrentar ciertas dificultades, sino que estas han aparecido -y sido solucionadas- muchas veces en el pasado. Entonces, podemos decir que el estudio del pasado nos permitirá tener una mejor comprensión del problema al que nos vemos enfrentados, y que, si bien es probable que no obtendremos exactamente la respuesta requerida, al menos nos ayudará a hacernos las preguntas correctas.
En la misma línea, pero desde la perspectiva del liderazgo -aptitud esencial para la marina actual- la lectura de temas profesionales permite el desarrollarse tanto profesional como personalmente. El almirante James Stavridis, quien justamente es reconocido por combinar su capacidad académica con la operativa, entrega su visión sobre la importancia de la lectura en su libro The Leader´s Bookshelf. En él señala que la lectura es probablemente la forma más eficaz para que un líder se desarrolle (Stravidis & Ancell, 2017), al internalizar las experiencias de terceros, sin necesariamente salir de la casa o, en este caso, del buque. Y su argumento tiene lógica, por ejemplo, ¿cómo podremos dimensionar las reales tensiones del mando en combate sin haber estado en uno? ¿cómo saber a qué presiones se ve sometida una persona en situaciones, extremas? Es aquí donde la lectura permite empaparse de experiencias, buenas y malas, sin necesariamente haberlas experimentado en primera persona. En este sentido, las biografías permiten responder las interrogantes del complejo proceso de toma de decisiones, desde diferentes perspectivas. Por ejemplo, en su clásico One Hundred Days, el almirante Sandy Woodward, en su rol de comandante del grupo de tareas, describe y justifica las decisiones que tomó durante el conflicto. Para el lector, el proceso que iluminó sus decisiones parece haber sido lógico y asertivo; sin embargo, tiempo después apareció el libro Amphibious Assault Falklands donde Michael Clapp y Ewen Southby-Tailyour, el primero comandante del grupo de anfibio durante la campaña y el segundo parte del Estado Mayor del mismo grupo, cuestionan en diferentes oportunidades algunas de las decisiones tomadas por el almirante, demostrando que no sólo existe un punto de vista correcto en este tipo de situaciones. Conocer ambas visiones, permitirá al lector obtener valiosas experiencias de situaciones complejas que podrían ser de utilidad en el futuro.
Tanto los libros como los artículos académicos permiten desarrollar el pensamiento crítico. Cuando un autor escribe un libro, está planteando una tesis y argumentando a su favor. Para lograrlo, se podrá basar en ejemplos, otros autores, investigaciones, etc. Su principal interés será validar esa postura con el lector, a través de una argumentación sólida y disuasiva; sin embargo, será responsabilidad de este último determinar si efectivamente sus planteamientos son válidos o si existen otros puntos de vista que los complementen o difieran. Considerando que muchos de estos libros buscan explicar fenómenos complejos, como por ejemplo las causas de los conflictos, guerras, la efectividad de nuevos sistemas de combate y un sinfín de otros temas, es importante entender que existirá más de una explicación. Un libro o un artículo especializado permite, justamente, construir una idea fundamentada, desarrollar argumentos y determinar si estos sustentan dicho estudio y finalmente, adquirir conocimiento. Por ende, mientras más se lea, más puntos de vista se tendrán, lo que se traducirá en el desarrollo de un pensamiento crítico propio.
Pero también la lectura ofrece algunas complejidades. En primer lugar, requiere de tiempo y tranquilidad, dos factores difíciles de encontrar en la actualidad. Dentro de la cantidad de actividades diarias, personales y profesionales, el límite natural de las 24 horas va dejando poco tiempo a la práctica de la lectura. Pero existen alternativas, y aun cuando la administración es personal, el almirante Stavridis da algunos consejos. Acostumbrarse a leer en tramos cortos, como por ejemplo 15 min, o leer por capítulos; buscar tiempos muertos, como el tránsito entre la casa y el trabajo, o antes de acostarse. Lo importante, es buscar una rutina que acomode y seguirla. Otra posible dificultad es el acceso a la información, ya que, en general, la mayoría de los libros y revistas especializadas se encuentran en inglés y, se quiera o no, ese idioma lidera el estado del arte de la gran mayoría de las áreas de investigación. Dominar esta lengua significa acceder a la gran mayoría de la información mundial. Sólo como ejemplo, el portal de Wikipedia muestra que por cada artículo en español, hay casi cuatro artículos en inglés, lo que también se traduce a libros y artículos. Finalmente, existe el problema de la selección, ¿qué escoger? Considerando la cantidad de libros disponibles en el mercado y el poco tiempo disponible, esto es un problema en sí mismo, pero también tiene solución. Marinas angloparlantes, como la australiana (Royal Australian Navy) y la norteamericana (DoD Reads, 2020) , ofrecen listados de títulos para su personal, donde un equipo de especialistas acota la selección y las distribuye por temas, actualizando sus contenidos periódicamente. Estos listados ofrecen títulos que aportan a la cultura profesional, desarrollan el pensamiento crítico y balancean entre los clásicos y el estado del arte, entre otras ventajas.
Ahora bien, es importante comprender que la lectura académica no es como leer una novela. Acá no se trata de tomar el libro y comenzar a leer en la primera página para finalizar en la última (por lógico que suene). En general las publicaciones especializadas tienen una estructura definida que permite al lector obtener el máximo de información de ella, sin necesariamente comenzar en la A y terminar en la Z. En esta sección, intentaremos explicar esa estructura general, al menos de los trabajos académicos; el propósito que tiene cada sección y algunas sugerencias para enfrentar el proceso.
La primera pregunta, y quizá la más importante que uno debe hacerse al elegir un libro es por qué fue elegido. Tomando como ejemplo el listado que recurrentemente ofrece el Chief of Naval Operations de la Armada de Estados Unidos (CNO), existe una gran cantidad y variedad de libros escritos por autores tan diferentes como Tucídides, Alfred T. Mahan, Julian Corbett, Geoffrey Till e Ian Toll, entre otros. Entonces, la consideración más importante a la hora de elegir un libro es que el tema sea interesante y que, además, pueda ayudar significativamente a nuestro desarrollo profesional. Evidentemente, esto dependerá de los intereses personales, del tema investigado o, en algunos casos, de las necesidades institucionales, como por ejemplo las lecturas previas al curso de Estado Mayor.
Sea cual sea el libro elegido, para que éste sea efectivamente un aporte, es esencial leerlo activamente. No bastará sólo con pasar los ojos por sobre las líneas, como en una novela, sino que requerirá de concentración que, a su vez, requerirá energía. Es por esto que este tipo de lectura es denominada lectura activa. Como el tiempo nunca será suficiente, es importante aprovecharlo centrándose al máximo en su tesis y en los argumentos que el autor usa para justificarla. Tomar notas es una buena manera de forzarse a interactuar con el material, ya sea usando algún lector de documentos, en caso de textos digitales; tomando notas en los márgenes de los libros (¡siempre que sea su copia!), o escribiendo notas en un documento de Word o cuaderno. En esto prima la comodidad del lector. Lo importante es resaltar de alguna manera los puntos principales, ya que, en general, la memoria es frágil.
Todos los libros y artículos en los cuales este trabajo se enfoca, poseen un argumento central. Cada vez que se elija un texto, el objetivo debe ser descubrir ese argumento. A veces este es fácil de encontrar; como por ejemplo en la obra de Paul Kennedy, The Raise and Fall of British Naval Mastery, donde al final de la primera propone que: "De los muchos argumentos y conclusiones que se presentan en las páginas siguientes, tres pueden ser considerados como los principales". Y luego señala cuáles son esos tres argumentos. Como sugerencia, para aumentar la compresión del libro, es bueno entender por adelantado qué es lo que el autor quiere argumentar; anotar estos argumentos en palabras propias, es decir, cómo uno entiende el planteamiento, ayuda a comprender el contexto. Piense en esos argumentos. ¿Estás de acuerdo con ellos? ¿Habrá autores que no estén de acuerdo con ellos? ¿Qué tipo de pruebas presenta el autor para apoyar sus argumentos?
Pero no siempre el argumento es tan obvio o es presentado con anterioridad por el autor. James Hornfischer, por ejemplo, en su libro The Fleet at Flood Tide, presenta una narrativa histórica de los dos últimos años de la campaña del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial. Justamente, por ser un relato histórico, no presenta una tesis explícita; sin embargo, en ausencia de esta, el autor sugiere en el prefacio que su intención es que el lector considere la moralidad del asalto a las islas Marianas y el bombardeo atómico de Japón. Si bien no es una tesis como tal, sí proporciona un hilo central para su narrativa y que permite de alguna manera que el lector se pregunte si está de acuerdo con esta postura.
Como esbozamos en la sección anterior, la mayoría de los libros y artículos académicos, además de indicar su propósito en sus primeras páginas, poseen una estructura básica, similar a la de los cinco párrafos que aprendimos en el colegio:
Y al igual que en el ejemplo anterior, utilice la mayor parte de su energía en el prefacio o introducción. Y es que, en el mundo académico, los autores utilizan esas secciones iniciales para proporcionar mapas de ruta a los lectores. Lea atentamente, piense críticamente y tome notas sobre esas primeras secciones: dará frutos más tarde.
A veces los autores utilizan un prefacio o incluso usan la sección de reconocimientos para explicar cómo se llegó a escribir el libro, lo que también puede ayudar a iluminar el valor de éste. El historiador Marc Bloch escribió: "Todo libro histórico digno de ese nombre debería incluir un capítulo, o si lo prefiere, algunos párrafos insertados en los puntos de inflexión históricos, que podrían tener por título '¿Cómo puedo saber lo que voy a decir?'" Refiriéndose a la necesidad de explicar el por qué analiza ese punto desde la perspectiva seleccionada. Pero no todos los libros tienen una sección de este tipo; sin embargo, una búsqueda rápida de pistas sobre cómo el autor se le ocurrió la idea del libro, el contexto en el que fue escrito y el público objetivo, mejorará su capacidad para lidiar con el argumento que presenta. Incluso una búsqueda rápida de Google podrá ayudar a proporcionar información sobre el autor o el libro.
Como mencionamos, la introducción o prefacio suelen ser la parte más valiosa de un libro. Lo mismo puede decirse de los capítulos individuales. Lea los párrafos introductorios con mayor cuidado, ya que por lo general proporcionarán pistas sobre el propósito del capítulo y su papel en el apoyo a los argumentos más amplios. Al comenzar a leer un capítulo, piense críticamente sobre su rol en el argumento central. ¿Es posible, con la información en su inicio, entender de qué se trata? ¿Necesito leerlo cuidadosamente o puedo entender el contexto general con sólo una lectura rápida de él? No todos los capítulos requieren de la misma atención que se dio a la introducción, lo importante es comprender cuáles son importantes y cuáles no tanto.
¡Cuidado con las conclusiones!, tanto de los capítulos como las generales del libro. A diferencia de los ensayos del colegio, muchas veces los autores utilizan estas secciones para sugerir áreas dónde se debe continuar con más investigaciones, o bien establecen conexiones con temáticas que van más allá del alcance del libro. Esto no quiere decir que las conclusiones no sean útiles; es sólo que las conclusiones no siempre son un resumen en bloque de los argumentos del libro.
A continuación, describiremos en forma más detallada la estructura general de un libro académico, de manera que se pueda aprovechar este patrón en forma más eficiente. La mayoría de los libros no tienen todas estas secciones, pero comprender lo que en teoría cada una de ellas debería contener, puede ayudar a leer de manera más eficiente:
Prólogo: Por lo general está escrito por una persona distinguida. Puede proporcionar contexto y a veces un resumen en maceta de los temas del libro.
Prefacio: A menudo se utiliza para establecer los temas principales del libro. Lectura esencial.
Agradecimientos: Vale la pena leer someramente para ver si proporciona alguna pista sobre la respuesta a la pregunta de Marc Bloch señalada anteriormente.
Palabras iniciales: Por lo general, un escrito ilustrativo de los temas del libro. Rara vez contiene explícitamente el argumento principal.
Introducción: Sitúa el libro en relación con otros libros. Indica el argumento o, al menos, las preguntas claves que el libro aborda. A menudo acá se establece la estructura del libro. Su lectura es esencial.
Capítulos: Mire la tabla de contenidos para tener una idea de cómo estos se organizan. ¿Son largos o cortos? ¿Son cronológico o temáticos? ¿Los títulos le dan pistas sobre su contenido?
Epílogo: Sirve para agregar más información del tema, pero no directamente relacionado con el argumento principal. Si bien su lectura aporta, no es fundamental.
Conclusión: Puede resumir los argumentos clave. Puede sugerir áreas para más investigación. Pueden conectar los argumentos del libro con temas contemporáneos.
Palabras finales: Por lo general, escrito por alguien que no sea el autor. Pueden extender el argumento o explicar el contexto de cómo llegó a escribirse el libro.
Notas: Las notas dan cuenta de cómo el autor escribió el libro. Los historiadores profesionales extraen de estas notas información para apoyar pruebas y buscar pistas para más investigaciones. Algunas notas al final contienen comentarios del autor.
Bibliografía: Es una lista de las fuentes consultadas por el autor, normalmente ordenadas por tipo. Dan cuenta del tipo de investigación que realizó el autor e incluso su profundidad. Utilícelo en conjunto con el índice y notas para encontrar nuevos libros para leer sobre temas de interés.
Índice: Si usted está interesado en temas particulares, proporciona una gran guía para la lectura dirigida.
Dado que los libros argumentan, o al menos plantean preguntas, idealmente al final usted debe tener una respuesta a la tesis planteada. Mire hacia atrás sobre sus notas o anotaciones y piense. Si puede, discuta el libro con otros. Si bien los clubes de lectura no son muy populares en Chile, pregunte a otras personas que sí hayan leído el libro. Se sorprenderá de cómo diferentes personas obtienen diferentes respuestas que le ayudarán a entender mejor el problema.
Finalmente, lo más importante, use el índice, las notas y la bibliografía para encontrar su próximo libro. No se sienta limitado por la lista antes mencionada. Nuevamente, leer es una actividad importante para el desarrollo profesional y personal. Piense finalmente que muchas de las ideas que desarrolle, podrán ser utilizadas para argumentar a favor de una opinión o simplemente entender el contexto de todos los sucesos que están ocurriendo en la actualidad. Incluso, quizá más de algún lector de este artículo, deberá en el futuro convencer a la sociedad y gobierno de la importancia de la Marina; y si bien los libros no le entregarán todas las respuestas, al menos permitirá realizar las preguntas correctas y aprovechar la vasta experiencia de otros en el área.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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