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Sesenta años de los guerreros de las botas mojadas

Sesenta años de los guerreros de las botas mojadas

El 5 de agosto se cumplieron 60 años de la creación nde la especialidad de buceo táctico en la Armada. Uno de ellos hace un recuento histórico de esa actividad en el mundo y en Chile, y detalla el proceso de formación al que son sometidos en el día de hoy.

Celebramos el sexagésimo aniversario de la creación de la especialidad de Buceo Táctico en nuestra Armada, selecto grupo de hombres que deben recorrer un largo y tortuoso camino, desarrollando uno de los programas de instrucción más intensos y exigentes de las fuerzas armadas en Chile, para llegar a convertirse en un guerrero de las botas mojadas. Este artículo contiene algo de historia y una breve descripción de las actividades del programa de entrenamiento que forma parte de la vida de un Buzo Táctico (BT); no pretende ser un referente técnico en ninguno de los temas tratados, mencionando solo algunas particularidades propias de su vida profesional. El espíritu aventurero joven y alta motivación personal son parte de los ingredientes básicos que permiten a un marino optar por este selecto grupo de élite, encendiendo la pasión por la constante superación personal que permite al buzo táctico sobreponerse a los escenarios más diversos y complejos, lo que los convierte, sin lugar a dudas, en alguien especial.

Algo de historia

El buceo, sin ayudas mecánicas, se practica desde tiempos antiguos para la recolección de perlas o esponjas; desde hace siglos se han probado diversos mecanismos para proveer de aire al buceador y así permitir una permanencia más prolongada bajo el agua.

La participación del hombre rana en acciones de combate se hizo operacional en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial, cuando fueron hundidos los acorazados ingleses HMS Queen Elizabeth y HMS Valiant, de 30.000 ton, el petrolero noruego Sagona y el destructor HMS Jervis, por parte de seis hombres rana de la marina italiana, hecho ocurrido el 19 de diciembre de 1941 en el puerto de Alejandría.

En 1943 los estadounidenses comenzaron el proyecto del grupo de demoliciones submarinas; su principal misión fue la limpieza de playas empleando a personal del servicio naval para formar este grupo. Por su parte, los británicos, usando nadadores, buceadores, mini submarinos y canoas sumergibles tuvieron un éxito considerable: hundieron o neutralizaron sobre 100.000 ton de buques, incluyendo al acorazado alemán Tirpitz, además de destruir el baluarte de la armada imperial japonesa, el crucero Takao.

Este tipo de acciones tácticas fueron muy rentable, ya que con un mínimo grupo de hombres altamente entrenados y fuertemente equipados, se podían alcanzar blancos de interés para su destrucción o neutralización.

En 1943, el oficial de la marina francesa y oceanógrafo Jacques Yves Cousteau y el ingeniero francés Émile Gagnan perfeccionaron el equipo de respiración de los buzos con un cilindro de aire comprimido conectado a la máscara de la cara a través de una válvula que regulaba la presión; este equipo permitía al buzo estar por un tiempo bajo el agua sin depender del apoyo desde la superficie, siendo el primer dispositivo de buceo autónomo con aplicaciones prácticas, manteniéndose vigente hasta nuestros días.

Los orígenes del buceo de combate o táctico en la Armada de Chile se remontan al año 1958, cuando el teniente 1° Arturo Araya Peters* presentó su memoria profesional de ascenso titulada “El buceo como arma ofensiva.”

Posteriormente, el 5 de agosto del 1959, el comandante en jefe de la Armada vicealmirante Leopoldo Fontaine Nakin, decretó la creación de la subespecialidad de buceo táctico. En el decreto de creación se establecieron las características que debían poseer los integrantes de esta subespecialidad: ser buen nadador, poseer gran iniciativa y tener una resistencia física y psíquica especial. Estos requisitos eran suficientes para cumplir la misión que ese decreto había establecido: “La demolición submarina de carácter ofensivo y defensivo.”

El impulso decisivo para consolidar esta naciente especialidad se vio materializado en 1962 con el envío de oficiales a los Estados Unidos, para efectuar el curso de demoliciones submarinas Underwater Demolition Team (UDT).

El programa BUD/S (por su sigla del inglés Basic Underwater Demolition/SEAL), es el curso más difícil dentro de las fuerzas armadas de los EE.UU. y los SEAL (Acrónimo de SEa Air Land, correspondiente a los buzos tácticos de la Marina de los EE.UU.) y UDT se sienten orgullosos de ello; dentro de las consignas que los inspiran destaca “el único día fácil fue ayer,” lo que indica la permanente presión sicológica a la que se ven enfrentados los alumnos durante todo el entrenamiento. Desde el mar, aire o tierra los buzos tácticos alcanzan sus objetivos. De estas capacidades de inserción se deriva el nombre de los Navy SEAL; curiosamente los traductores de películas hollywoodenses relativas a los SEAL los denominan focas, que se aleja del real significado de este acrónimo.

En el año 1963 se efectúo el primer curso de buceo táctico en Chile, integrado por oficiales y gente de mar, naval e infante de marina, en las dependencias de la Escuela de Abastecimientos y Servicios, graduándose 13 alumnos.

La conformación como una unidad permanente se establece en 1967 con la creación del Grupo de Buzos Tácticos, bajo el mando del director de la Escuela de Grumetes y teniendo como base la isla Quiriquina. Esta situación se mantuvo hasta 1970, año en que el Grupo de Buzos Tácticos es trasladado a la Primera Zona Naval, pasando a depender del Sub Departamento de Municiones e instalándose donde funciona en la actualidad el Comando de Fuerzas Especiales, por cierto con instalaciones bastante más modestas de lo que se puede apreciar hoy en día.

En 1976 se crea la Agrupación de Buzos Tácticos, como una unidad independiente y con un comandante. Esa unidad dependió operativa y militarmente del Comando de Submarinos hasta 1981; es durante ese período cuando los buzos tácticos llegaron a su mayor grado de alistamiento para el combate, siendo desplegados en el teatro de operaciones austral listos para entrar en acción. En 1981 se crea el Comando de Buzos Tácticos y nuevamente cambian de dependencia, pasando a subordinarse al comandante en jefe de la Primera Zona Naval, situación que se mantuvo por 20 años.

Después de un largo camino bajo mandos y ubicaciones diferentes, el 26 de diciembre del año 2001 el Comando de Buzos Tácticos pasó a depender del comandante de Operaciones Navales y, a contar del 5 de noviembre del año 2005, pasa a depender del comando de Fuerzas Especiales, organización que concentra a los buzos tácticos y a los comandos IM bajo un mando único.

Es en este escenario donde la especialidad de buceo táctico llega a sus 60 años, lleno de historia y tradiciones, y con marinos comprometidos con su institución y la patria. Es en esta oportunidad donde los hombres que forman parte de esta especialidad de élite se detienen a reflexionar, observando con admiración el camino recorrido por sus antecesores, buzos tácticos igual que los de hoy, esforzándose por mantener a los guerreros de las botas mojadas en el sitial que con esfuerzo y sacrificio han alcanzado.

Programa de entrenamiento

El buzo táctico es un hombre más especial de lo que a simple vista parece: su forma de trabajar es individual dentro de un equipo, lo que significa que aunque quede un solo buzo táctico en pie, la misión se puede completar, siendo una amenaza real para el adversario. Los buzo táctico no son los mejores deportistas en un área específica ni récords olímpicos; sin embargo, me atrevería a decir que son los más constantes y esforzados.

Dentro de las pruebas que deben rendir los marinos menores de 30 años, que deseen llegar a ser un buceador de combate: apnea, natación 500 m, barras, sentadillas, flexiones de brazos, abdominales y carrera de 2.400 m, en una prueba física continua, con mínimo descanso entre ejercicios, orientado a producir un desgaste físico en forma progresiva; además de todo eso, los postulantes deben enfrentar una entrevista personal y tener salud compatible. Posterior a aprobar los exámenes físicos y enfrentar uno de los chequeos médicos más completos de la Armada, el postulante estará en condiciones de iniciar uno de los programas de entrenamiento más intensos y rigurosos de las fuerzas armadas en Chile.

Para llegar al final del camino, el marino alumno deberá haber superado diversas exigencias físicas, completando poco más de 1.500 km de trote, más de 72 millas náuticas de nado en el mar, trepar poco más de 1.000 m de cuerda, haber retenido la respiración por más de 1.000 m bajo agua, hacer más de 4.000 flexiones de brazos y abdominales, completar cerca de 70 h de buceo diurno y nocturno, disparar más de 4.000 tiros con munición de combate, entre otras varias actividades, todo esto en 41 semanas de instrucción. Si tiene éxito en estos desafíos físicos, tendrá aprobado el 10% del curso y una oportunidad de ser parte del 18% de los que llegarán al final del camino, lo que dependerá solo de él. El curso de buceo táctico es 10% físico y 90% sicológico; no se requieren súper hombres.

Recuerde, usted es voluntario para entrar y voluntario para irse

Esta breve frase que recibe a los alumnos cuando se presentan a la unidad por primera vez, contiene la esencia del curso, es voluntario, y el marino puede optar por abandonarlo en cualquier momento sin ninguna consecuencia disciplinaria para su carrera naval; pero es ahí donde está el verdadero desafío y fortaleza del alumno: deben sobreponerse a la fatiga, temores, frío y otros tantos desgastes, físicos y sicológicos, sabiendo que al alcance de su mano está la posibilidad de pasar a una vida de mayor confort. Lo riguroso del entrenamiento permite a los futuros buzos tácticos desarrollar el carácter y el estado físico necesario para realizar a futuro operaciones especiales de alta complejidad.

La estructura del programa de instrucción está diseñada para que aquellos que superaron los exámenes médicos, físicos y sicológicos, se replanteen su existencia y vocación en las primeras cinco semanas de instrucción. El programa cuenta con un filtro natural, que deja fuera a todos aquellos que siendo físicamente aptos, no cumplen con el perfil sicológico para un buceador de combate; el agua; es en este medio donde el hombre está solo frente a sus temores; no puede detenerse y desvanecerse ya que se ahoga; no puede pedir ayuda mientras está en la oscuridad y profundidad del mar; tiene que ser capaz de superar muchas variables que pueden desencadenar en un final fatal para su integridad física.

Cualquier marino físicamente apto podría superar un día de curso, pero 41 semanas de entrenamiento, día tras día, es otra cosa, que supera sólo un bajo porcentaje en cada promoción (aproximadamente el 18%). El alto nivel de retiros del curso, particularmente en las primeras cinco semanas, ha sido materia de preocupación en la institución, al igual que en la marina de los EE.UU. respecto del programa BUD/S; sin embargo, se reconoce que es uno de los riesgos de este exigente curso.

La base de la formación física de un buzo táctico es la gimnasia BT, correspondiente a la ejecución diaria de 42 ejercicios que van aumentando su repetición día a día; por ejemplo, la primera semana comienza con 30 flexiones de brazos y 20 abdominales; en la semana 41, los alumnos hacen 180 flexiones y 300 abdominales. El alumno consume cerca de 3.400 calorías diariamente, las que son recuperadas por cuatro ejercicios de rancho* cada día. Toda esta actividad física permite fortalecer el cuerpo hasta convertirlo en roca; fortalecer el espíritu hasta ser imbatible; superar el frío y la fatiga hasta convertirse en un guerrero de las botas mojadas.

Ser un buen y eficaz nadador es una aptitud que todo buzo táctico tiene, permitiéndole alcanzar objetivos en o desde el mar a largas distancias. La natación de emergencia, esto es, mantenerse a flote y realizar una serie de rutinas en el agua amarrados de pies y manos, permite al alumno sellar a fuego la primera regla de oro: “controle sus reacciones, recuerde que usted es un buzo táctico”. Por otra parte, las técnicas de patrullaje son indispensables para alcanzar los objetivos costeros o marítimos, o dirigirse al punto de extracción una vez completada la misión; además, desde los albores de la especialidad se vio en el paracaidismo un eficiente método de inserción, por lo que todo buzo táctico debe ser un experto paracaidista libre militar.

La estructura del programa de instrucción de buceo táctico es en base a cinco módulos: módulo 1, nivelación física (cuatro semanas – pre curso); módulo 2, habilidades básicas BT (seis semanas); la quinta semana es la semana de fortaleza y liderazgo (cinco días), antes conocida como semana del infierno; módulo 3, buceo de combate (10 semanas), donde se aprenden las técnicas de buceo de circuito abierto y cerrado; módulo 4, guerra terrestre (siete semanas); módulo 5, operacional avanzado (14 semanas), correspondiente a entrenamiento e instrucción modular, donde cada sub módulo es requisito para iniciar el siguiente.

La etapa más compleja y demandante es la correspondiente al buceo con circuito cerrado; todo el programa de instrucción, desde la primera semana de entrenamiento hasta el momento de ponerse un equipo de buceo de circuito cerrado, va orientado a preparar física y sicológicamente a los alumnos para minimizar los riesgos en esta compleja técnica; a esta altura, el alumno bucea de día o de noche por largas horas, sin aumentar sus pulsaciones más allá de las que cualquier persona tiene cuando efectúa un paseo a pie.

Semana de fortaleza y liderazgo

El contraalmirante de la Marina de los EE.UU. Draper Laurence Kauffman,* experto en demoliciones submarinas, concibió la idea de que un hombre puede dar físicamente diez veces más de lo que cree si tiene un entrenamiento apropiado, adoctrinamiento y espíritu; siendo el espíritu lo principal.

Tomada del programa norteamericano BUD/SEAL, denominada Hell Week (semana del infierno), corresponde a un período de 120 h de permanente actividad física, con descansos temporales que no completan más allá de 4 h de sueño en total, donde se somete a los alumnos a un escenario de fuerte estrés y presión sicológica.

El objetivo de esta semana es llevar al alumno más allá de los límites físicos que creía tener, lo que se ve facilitado al trabajar con personas con un cuerpo y mente cansados, poniendo a prueba su espíritu.

Aquel marino que se da cuenta que no es capaz de superar esta exigencia extrema y opta por abandonar el programa de instrucción, corresponde al hombre racional que prefiere una vida profesional y familiar convencional, sin mayores riesgos que el propio que demanda la vida de cualquier hombre de armas; en cambio los que siguen, son aquellos que están dispuestos a enfrentar los riesgos a pesar de sus consecuencias, en un juego de aventura extrema y desafiante. Los que superan la semana del infierno tienen una alta probabilidad de ser buzo táctico; el resto es más sencillo: completar las 36 semanas de instrucción faltantes sin permanecer más de 48 horas con baja médica.

Aquellos que aprueban el curso saben que son de los pocos que pueden ser considerados en un momento de conflicto, y que todo aquel que lo haya aprobado tiene sus mismas capacidades y atributos.

Por otra parte, la contribución que hace el buzo táctico al servicio a bordo es transversal, pudiendo desempeñarse en todos los departamentos y actividades de una unidad de superficie; muy reconocido ha sido ese aporte por parte de las dotaciones que han tenido algún buzo táctico entre ellos.

Un justo homenaje y reconocimiento hacemos a nuestros caídos en este 60° aniversario de la especialidad de buceo táctico; aquellos buzos tácticos que nos precedieron y murieron en actos del servicio, dejando familias, sueños y amigos que los extrañamos y agradecemos todo lo que dieron por nuestra institución. Sabemos que nuestra actividad es de alto riesgo, pero estamos convencidos que nuestra Patria nos necesita y tenemos que estar permanentemente preparados para cumplir, en caso que se requiera, el juramento que un día, siendo jóvenes, hicimos ante Dios y nuestra bandera: “…hasta rendir la vida si fuese necesario.”

Finalmente, podemos darnos cuenta que estos hombres, marinos comunes y corrientes, de diversas especialidades, que corresponden al 20% del total de postulantes que anualmente se presentan al proceso de selección y que aprueban todos los exámenes; son parte del 18% del total de marinos que inicia el programa de entrenamiento de 41 semanas; deben recorrer un largo proceso de entrenamiento, sometidos a una constante y progresiva presión física y sicológica que les exige superarse día a día, desarrollando uno de los programas de instrucción más riguroso y severo de todas las fuerzas especiales en Chile; y una vez en servicio, deben mantener el entrenamiento que los lleva a desarrollar operaciones especiales de alta complejidad y riesgo, manteniendo su amor y atención permanente hacia su familia; sin duda que eso los convierte en alguien especial.

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