By CENTRO DE LIDERAZGO DE LA ARMADA
Se da a conocer el Modelo de Liderazgo de la Armada de Chile en proceso de implementación, tanto para Oficiales como Gente de Mar, como una “herramienta para el ejercicio del mando”, el cual integra y sistematiza, por niveles, diversas materias que caracterizan al líder naval y que dan sustento y orientan a las dotaciones para enfrentar los desafíos actuales y venideros.
This article elaborates on the “Leadership Role Model” that the Chilean Navy will soon implement, both for officers and enlisted, as a “tool for the exercise of command”. This initiative integrates and arranges, by tiers, various topics that characterize a naval leader and provides support and guidance to their men and women to face current and future challenges.
La Armada, consciente del entorno cambiante, los desafíos actuales y futuros, las problemáticas que sus dotaciones deben y deberán enfrentar en escenarios que se presentarán cada vez más volátiles, inciertos, complejos y ambiguos (VUCA por sus siglas en inglés)1, ha visualizado la necesidad de fortalecer a todos sus integrantes en aspectos tan fundamentales e inherentes a la función militar como lo son el ejercicio del mando con liderazgo y gestión, no por el hecho que no se encuentren presentes, sino como forma de adaptarlos a la realidad presente y venidera, inculcándolos de una manera más sistemática e integral.
Esto, se estima, le permitirá a cada integrante ser capaz de desenvolverse de mejor forma, conforme a la responsabilidad que a cada cual le corresponde acorde a la jerarquía y tareas que deba realizar, satisfaciendo las expectativas que, como miembro de la Institución, genera hacia el exterior e interior de esta, agregando de paso, valor a su propio crecimiento personal y al de la Marina como un todo.
Ciertamente, ejercer el mando en el amplio espectro de las distintas áreas de misión previstas para la Defensa2 y, en este entorno VUCA, requiere la capacidad de adaptarse a las condiciones imperantes, recurrir a determinados atributos previamente desarrollados y cumplir una serie de tareas, propias de los líderes, que permitirán un mejor desempeño.
Asimismo, este entorno nos presenta como desafío fundamental el preservar nuestro ethos y formación valórica que nos caracteriza como institución y que constituyen la base esencial para el fortalecimiento de la cohesión y cumplimiento de la misión.
La alineación e internalización del propósito y su enfoque en la misión, los valores fundamentales puestos en acción, el pensamiento reflexivo y el trabajo en equipo, solo por nombrar algunos atributos, deberán estar más presentes que nunca y nos permitirán avanzar, en todos los niveles, hacia una nueva base de competencias y habilidades de liderazgo, y ejercer así un mando eminentemente efectivo en un contexto operativo que seguramente será variante, enmarcado en un conjunto ampliado de misiones tradicionales y no tradicionales.
El ejercicio del mando, en cualquier nivel, requiere cada vez mayor capacidad intuitiva, en un entorno operativo híbrido y multidominio3 en todos los escenarios: estratégico, operacional y táctico. Esto se hace extensivo también a la labor diaria que cada uno realiza en su cargo o área de trabajo donde también se debe asumir la responsabilidad de mando. Ya, en las condiciones actuales, los mandos necesitan: tomar decisiones en situaciones de complejidad, incertidumbre y disrupción; impulsar el cambio, la innovación y la integración de tecnología ya sea para operaciones en tiempo de paz o en combate; hacer más con menos recursos; y motivar e influir positivamente en sus subordinados o a diversos grupos de personas. Mandos más competentes y mejor capacitados, en estas áreas, serán un factor relevante para generar el efecto disuasivo inmanente a la razón de ser institucional, pudiendo responder eficazmente en la zona gris e integrarse plenamente al ámbito conjunto, combinado e interagencial, ya sea para operaciones de guerra o distintas a esta.
Es en este contexto, donde se ha visualizado la conveniencia de sistematizar la formación en liderazgo como una herramienta para ejercer el mando, en todos los niveles de la cadena jerárquica, aplicable a Oficiales y Gente de Mar.
Consecuentemente, la Institución ha determinado la necesidad de establecer un Modelo de Liderazgo que reconoce, por una parte, la trayectoria formativa y práctica de la Armada, a lo largo de su historia en esta área y, por otra, sienta la base conceptual y metodológica de lo que la Marina visualiza a futuro, respecto a lo que sus integrantes requieren para un efectivo ejercicio del mando y óptimo cumplimiento de sus funciones en pos de enfrentar eficazmente los desafíos actuales y venideros.
Todo lo anterior, se complementará con el reforzamiento de la filosofía del Mando tipo Misión (Mission Command) la que, debidamente internalizada, permitirá descentralizar la toma de decisiones, otorgando libertad de acción a los subordinados en el bien entendido que estos actuarán con un claro propósito, aplicando iniciativa disciplinada, habida cuenta de la confianza mutua ya forjada y el profesionalismo que nos caracteriza.
Fundamentos del liderazgo en la Armada de Chile
Hablar de liderazgo en nuestros días constituye ciertamente un interesante desafío, más aún si se trata de liderazgo en la Marina. En sus ya más de doscientos años de existencia, la Armada ha contado con Oficiales y Gente de Mar de excepción, quienes han cumplido un importante rol como líderes institucionales, tanto en tiempo de paz como en la guerra, asimilando probadamente las exigencias a las que han sido sometidos, adaptándose a las circunstancias y al complejo entorno naval y marítimo, dejando una estela indeleble, una impronta a las futuras generaciones y un “deber ser” que se traduce en un particular ethos.
Hoy en día, este ethos naval y la conjugación de sus elementos distintivos (Historia, Tradición, Familia, Doctrina y Patriotismo) orientan el pensamiento de las dotaciones y sus líderes, su forma de actuar, de cómo cumplir las tareas y visualizar el futuro, otorgando especial sentido al quehacer diario e inspirando especialmente al momento de enfrentar situaciones complejas.
Por otra parte, los valores institucionales continúan siendo uno de los pilares fundamentales para la carrera naval. Cuando estos se unen con el ethos naval, el resultado es una cultura institucional sólida, que permite iluminar las acciones tanto en tiempo de paz, como en caso de conflicto. Parte de estos valores son el honor, la lealtad, la valentía, la integridad y el deber, que, en conjunto con el sentido de justicia, templanza, fortaleza y caridad, entre otros, deben ser cultivados por cada marino, en todas las tareas diarias, tanto dentro como fuera de la Institución.
Particularidades del liderazgo naval
El mar no es el medio natural por excelencia para el ser humano, impone desafíos y dificultades, requiere de habilidades, conocimiento, capacitación y carácter para poder emplear adecuadamente sus enormes potencialidades. El líder naval debe comprender cabalmente esta exigencia y conducir a las personas que conforman su equipo de trabajo, de manera que el buen ejemplo y la integridad personal sean siempre una guía en su actuar.
El medio en que se desenvuelve el marino es demandante, cambiante, cansador; habitualmente hay que enfrentar las inclemencias climáticas y mar embravecido, lo que conlleva riesgos y degrada la calidad de vida a bordo, donde los espacios de convivencia son reducidos. Asimismo, las Operaciones Navales y Marítimas exigen concentración incesante y esfuerzo permanente, principalmente en escenarios de conflicto en los que se deben realizar largos periodos de patrulla y vigilancia, seguidos por cortos estallidos de intensa y destructiva violencia de combate y que, en la guerra anfibia, resultan ser más prolongados en el tiempo, con sus consecuentes efectos.
Los desafíos del Liderazgo dentro del contexto operacional de nuestra Armada, en cada caso varían principalmente en términos de importancia y urgencia; la variedad de operaciones con que se enfrenta un líder en el mundo naval es casi ilimitada, existiendo un sinnúmero de situaciones en las que equipos humanos, ya sea en mar, tierra o aire, que conforman equipos de trabajo interdependientes, deben enfrentar situaciones límite y las resoluciones del líder deben ser bien entendidas, internalizadas, interpretadas y llevadas a la práctica, eficaz y eficientemente.
En situaciones de emergencia o combate, los líderes navales deben tomar decisiones rápidas y efectivas, a menudo con información limitada. La capacidad de mantener la mente fría, evaluando las distintas alternativas, con sus pros y contras, para manejar la presión y la incertidumbre, es crucial.
El Liderazgo Naval implica desafíos específicos, que no son excluyentes para ningún miembro de la Institución, ya que todos contribuyen al cumplimiento de la misión, en cualquier función que realicen, requiriendo habilidades únicas para abordar situaciones complejas y mantener la eficacia en misiones críticas, especialmente en combate.
Mando, liderazgo, gestión y mando efectivo
El mando, el liderazgo y la gestión están estrechamente interrelacionados. Las habilidades y competencias requeridas de cada uno son ampliamente complementarias y algunas se combinan entre ellas.
El mando es la autoridad que un servidor (Oficial o Gente de Mar) ostenta para la dirección, coordinación y control de los medios humanos y materiales, bajo su responsabilidad. Es la autoridad conferida por el rango, posición jerárquica, experiencia o pericia, que coloca a un individuo a cargo de una determinada acción.
El liderazgo se asocia a la capacidad de influir positivamente en un grupo de personas, motivando su compromiso y entrega en pos del cumplimiento de objetivos o de una misión en particular.
Por otra parte, la gestión es la habilidad de lograr objetivos con los recursos disponibles (humanos, materiales, financieros, tiempo), aplicando las medidas necesarias para lograr sus objetivos.
El mando constituye autoridad, el liderazgo es el arte necesario para hacer que las cosas se hagan y gestión es la ciencia de administrar.
Tal como ya fue mencionado, el Mando, el Liderazgo y la Gestión se encuentran estrechamente interrelacionados. Conocer y comprender claramente su conceptualización permite identificar al Mando como un aspecto esencial para el cumplimiento de las funciones de los miembros de las Fuerzas Armadas. Este posee tres elementos constitutivos sobre los cuales se sustenta (Poder, Autoridad y Legitimidad) y dispone de dos herramientas (Liderazgo y Gestión) que, al ser debidamente empleadas, permitirán seguramente alcanzar los objetivos trazados y/o cumplir con la misión que sea encomendada. Cuando esto se produce, se puede afirmar que se ha logrado alcanzar lo que se denomina Mando Efectivo.
El Mando Efectivo, entonces, puede entenderse como la convergencia y perfecto equilibrio del ejercicio del Mando con Gestión y Liderazgo.
Alcanzar el Mando Efectivo y ejercerlo, constituye una meta para Oficiales y Gente de Mar, independientemente del grado que se invista o puesto que se desempeñe.
Mando tipo Misión (Mission Command)
El Mando tipo Misión consiste en una “filosofía de mando” caracterizada por la confianza entre el superior y sus subordinados e independencia o libertad de acción otorgada para la ejecución de órdenes sobre la base de una clara comprensión del propósito e intención. Se enfoca en hacer que el subordinado comprenda el propósito o el sentido de lo que se quiere lograr, dejando el cómo hacerlo bajo su responsabilidad, pero enmarcado en una base doctrinaria entendida como iniciativa disciplinada, que les permite actuar y explotar su propia iniciativa en ausencia de órdenes en pro del cumplimiento de la misión otorgada.
Esta filosofía es aplicable no solo en actividades de tipo operativas, sino que también en toda otra que se realice en el cumplimiento de las tareas y funciones propias en cualquier ámbito de gestión. Se trata de construir equipos cohesionados que confíen unos de otros y que puedan actuar de forma descentralizada, fomentando y desarrollando la iniciativa y proactividad en todos los niveles de la cadena de mando.
Su aplicación se fundamenta en lo que se conoce actualmente como “accountability”, es decir, hacerse responsable de lo que las personas ejecutan, su capacidad y la confianza mutua entre ellos, lo cual permite una toma de decisiones más oportuna y eficaz que evita la inacción y permite enfrentar en mejor forma las situaciones, incertidumbres y fricciones en el mundo del siglo XXI. Fortalece el compromiso y la cohesión, además del desarrollo y crecimiento personal, siendo este último aspecto trascendental para los líderes, quienes deben además brindar a su gente las oportunidades de intentar, fallar y aprender de sus errores.
Para desarrollar el Mando tipo Misión se distinguen 8 elementos esenciales para liderar personas:
O Con un ¿Por qué?, ¿Cómo? y ¿Qué?, que opera tanto como herramienta inspiradora como también la manera de expresar una clara intención del superior que oriente el accionar de todo un equipo.
O Con una autonomía, que se incrementa en forma paulatina en la medida que se logra confianza y conocimiento mutuo.
O Con un control, que se compromete y no se impone ni se desarrolla en demasía.
O Con un alineamiento, que, una vez entendido, nos lleva a nuestro objetivo en base a la intención del superior.
O Con la confianza, como elemento base del entendimiento mutuo, la discusión franca y sincera y el trabajo en equipo.
O Con la iniciativa, empoderamiento y libertad de pensamiento de los subordinados, que, siempre guiados por la intención del superior, les permite alcanzar el objetivo.
O Con la aceptación de los errores pero que exige transparencia en éstos, hacerse cargo, aprender de ellos y corregirlos.
O Con un comportamiento “accountable” que se necesita y exige en todos y cada uno de los niveles de la organización.
Teniendo en consideración lo anteriormente señalado, entendiendo la Institución que es necesario otorgar mayor flexibilidad y agilidad a los distintos procesos de conducción en los diferentes niveles de liderazgo, para avanzar eficaz y eficientemente en el logro de las metas y objetivos a alcanzar se ha buscado la forma de fortalecer y orientar el liderazgo para lograr un mejor compromiso, mediante la comprensión del sentido que tiene la tarea a ejecutar y la adhesión voluntaria, diseñando un modelo que permita, en la teoría y en la práctica, potenciar a todo su personal sin excepción.
Modelo de Liderazgo de la Armada (MLA)
Los agentes de cambios que circundan el entorno donde se desempeñará el personal Institucional y los desafíos que eso conlleva, han corroborado la inmanente necesidad de salir de la pasividad de lo netamente teórico o de lo que el sentido común pretenda hacernos ver y avanzar hacia un modelo que, en la práctica, aborde el liderazgo y lo sistematice, durante toda la carrera.
Para lograr lo anterior, es importante tener en cuenta que la formación del personal de la Armada es un proceso sistemático y acumulativo que se desarrolla durante toda la carrera; el ejercicio del Mando con Liderazgo no aflora producto de la casualidad sino de una constante capacitación, aspecto que el modelo que se ha previsto pretende instaurar en todos y cada uno de sus integrantes, aportándoles herramientas que buscan que el ejercicio de la función primordial de los miembros de la Marina tienda a la mayor efectividad posible a medida que se va ascendiendo y asumiendo mayores responsabilidades durante la carrera profesional.
Los esfuerzos que este modelo demanda se orientan, inicialmente, a lograr el conocimiento intrapersonal y dominio de sí mismo para luego paulatinamente ir desarrollando habilidades y competencias, como también potenciando talentos, durante toda la carrera, acorde al grado, de manera de cumplir con las expectativas de desarrollo personal, buscando un eficiente desempeño colectivo.
El MLA contempla un marco conceptual y una metodología determinada para su implementación.
El Marco conceptual constituye la base del modelo y está representado gráficamente por seis pentágonos aplicados al ser humano, centrados en el Ethos Naval (primer pentágono), sustentado por los valores fundamentales de la Institución (segundo pentágono) y en cada una de los lados restantes del Ethos Naval se conectan otros 4 polígonos que representan los siguientes aspectos:
Todos estos aspectos pudiesen parecer obvios y cotidianos y hasta repetitivos en nuestra Armada, sin embargo, orientan la implementación práctica del desarrollo del liderazgo y dan cuenta de la preservación de factores que la Institución debe mantener en el tiempo como el ethos y los valores y que sirven como guía permanente para todos los integrantes de la Institución. La formación militar, la capacitación profesional, el desarrollo personal y la habilidad social son elementos constitutivos más dinámicos que pueden ir variando y que dan cuenta de la capacidad institucional de adaptación a los cambios.
Como forma de llevar lo conceptual a lo eminentemente práctico, se exploraron modelos de diferentes marinas e incluso ejércitos de países referentes, de tal forma de extraer factores comunes que permitiesen vislumbrar la mejor manera de sistematizar nuestro propio modelo y agregar así valor al fortalecimiento del liderazgo previsto.
Teniendo en cuenta los antecedentes analizados, se logró estructurar un modelo práctico de liderazgo Institucional, cuyo objetivo principal radica en mejorar esta importante cualidad y mantener el espíritu guerrero de sus integrantes y que se caracteriza por lo siguiente:
Atributos y Tareas
Consecuente con los seis (6) aspectos fundamentales que contempla el marco conceptual (Ethos, Valores, Formación Militar, Capacitación Profesional, Desarrollo Personal y Habilidad Social), se determinaron seis (6) atributos esenciales que debe poseer el líder naval, que lo deben acompañar durante toda la carrera, independientemente del cargo y grado que se invista, y que deben ser reforzados durante la misma. Estos seis atributos van aparejados y se sostienen en veintiséis (26) tareas clave que describen lo que se espera que cada líder, sin distinción, sea capaz de cumplir.
Sin embargo, entendiéndose que existen distintas dimensiones y complejidades que se deben enfrentar conforme al grado jerárquico en que se ejerce el mando y funciones, y que de cada líder se espera su contribución a cada una de las tareas, subyacen para cada nivel agregaciones de valor diferenciadas, diseñadas en forma específica para satisfacer los requerimientos que se vayan demandando las que, a su vez, determinan también el grado de crecimiento personal y profesional esperado.
Los seis (6) atributos esenciales y las veintiséis (26) tareas clave describen expectativas de liderazgo que son consistentes con la jerarquía y “momento” de la carrera, pero mantienen un continuo en toda la misma. A medida que los servidores pasan de un nivel de liderazgo al siguiente, se reforzarán algunas materias y a otras, probablemente, se les otorgue mayor énfasis. Sin embargo, como el nombre lo indica, cada tarea sigue siendo clave y, como tal, dispone de una descripción detallada, enmarcada en agregaciones de valor específicas que orientan precisamente el énfasis en comento.
En concreto, este proceso de aprendizaje se desarrolla durante todas las etapas de la carrera en forma secuencial, preparando a los servidores para enfrentar los distintos desafíos que se le presentarán en cada uno de los grados, niveles de mando y responsabilidad, a medida que vaya ascendiendo, permitiéndole una mejora continua sistemática en cada uno de los ciclos. Todo esto bajo la premisa de que los líderes deben poder adaptar su liderazgo, dependiendo del nivel dentro del cual estén prestando servicios en la organización. La idea es agregar el valor específico que la organización requiere de ellos a su nivel.
En ese sentido, es importante tener presente que el liderazgo no se internaliza solamente a través del autoaprendizaje o de la experiencia adquirida durante la carrera, sino que los líderes necesitan ser apoyados sistemáticamente para desarrollar una excelencia individual y organizacional, que permita una mejora continua en esta área.
Para su implementación, la metodología se fundamentará en el “Método de Aprendizaje 10:20:70”, donde el 10% corresponde a la capacitación formal (cursos), 20% proviene de tutorías, “coaching” y “mentoring”, entre otras, y el 70% es experiencial, centrado en las experiencias desarrolladas o vividas a bordo de una determinada Unidad o Repartición. Este método permitirá el mínimo de aula y requerirá el compromiso e involucramiento de todos en la cadena de mando.
Breve descripción de los atributos determinados para el Líder Naval:
O Hacer propio el Ethos Naval y Valores Institucionales: Constituye la base de la formación como marinos. El ethos y los valores entregan principios sólidos, refrendados en un código de honor que caracteriza el desempeño de los miembros de la Institución y otorga el elemento diferenciador respecto a cualquier otra profesión u organización, donde el compromiso de servicio y defensa a la patria, hasta rendir la vida si fuese necesario, debe estar siempre presente en cada uno y regir el quehacer diario.
O Pensar en forma reflexiva: Los líderes deben desarrollar la capacidad de análisis y respuesta clara ante situaciones complejas que deban enfrentar con sus equipos de trabajo. Deben centrarse en lo relevante, ser prudentes y sistémicos en cuanto a su análisis, de forma tal que esto les permita investigar y establecer soluciones y sus posibles efectos, evitando dejarse llevar por sus emociones.
Pensar en forma reflexiva requiere aplicar los conceptos de pensamiento crítico, pensamiento sistémico y razonamiento ético, como así también de prudencia en la toma de decisiones.
O Influir positivamente: Para lograr influir positivamente se requiere conocerse a sí mismo, y desarrollar habilidades, tanto personales como profesionales y sociales, que permitan al líder ser reconocido como referente y respetado, produciendo a través del ejemplo empatía, enseñanza e inspiración positiva en su gente que facilite cumplir tareas y alcanzar objetivos comunes. Requiere también contar con una buena comunicación superior – subalterno y construir confianza mutua para generar credibilidad, adhesión y sinergia.
O Trabajar en equipo: Para lograr el trabajo en equipo se requiere, en primer lugar, el compromiso que permita dejar de lado los intereses personales y lograr la supremacía del interés del equipo; se hace necesario también el actuar bajo una determinada y ordenada disciplina. En ese sentido, se requiere que todo líder desarrolle la capacidad de liderar equipos de trabajo de acuerdo con el nivel en que se encuentre y que cada integrante aprenda a trabajar en equipo, valorando la importancia de aceptar ser liderado. Las acciones del equipo se orientan al cumplimiento del deber, requieren resiliencia y espíritu de cuerpo, lo cual permite funcionar como un todo.
O Conocer y preocuparse del personal: El personal es el recurso más importante y valioso para la Institución, a través del cual se cumple la misión. Se debe promover una cultura organizacional centrada en la genuina preocupación de los líderes por los integrantes de sus equipos de trabajo y de su bienestar personal y familiar, que lleven a conocer de todos y cada uno sus habilidades, debilidades, capacidades y también sus problemas y expectativas, propiciando su desarrollo individual. El líder debe tratar a sus subordinados de forma respetuosa, generando instancias para establecer una relación interpersonal, procurando una comunicación fluida en ambos sentidos.
O Enfocarse en la misión: La misión contiene el propósito y fundamenta el cumplimiento de las tareas. Requiere por parte de los líderes, dentro de la libertad de acción que entregan al personal, desarrollar la capacidad de dar una clara y comprensible dirección, lograr que se hagan dueños de la tarea delegada, resuelvan y tomen decisiones en su nivel, asuman la inherente responsabilidad (accountability) y actúen con iniciativa disciplinada, bajo una doctrina común, alineada con la intención de su superior, basada en la filosofía del Mando tipo Misión (Mission Command). El líder debe establecer metas individuales y colectivas y conectarlas con las metas y objetivos de nivel superior. Asimismo, debe revisar periódicamente el avance y corregir cuando se produzcan desviaciones o desajustes. Para ello, es importante su capacidad de anticiparse al cambio y predecir sus consecuencias.
Estos seis atributos abarcan una serie de aspectos y elementos claves que permiten caracterizar al líder en la Institución, sirviendo de base y fundamento para desarrollar los programas de formación y fortalecimiento del liderazgo que entregarán las capacidades requeridas, de acuerdo con el nivel al que vaya accediendo cada servidor durante la carrera.
Tareas correspondientes a cada atributo esencial
Las distintas tareas expresan lo que se espera en el comportamiento del líder a medida que va ascendiendo en la Institución y asumiendo nuevas responsabilidades junto con mayores niveles de liderazgo. Constituyen el fundamento de los conocimientos comunes, de este ámbito, que debe tener todo integrante de la Institución y que se utilizan con diversos énfasis a lo largo de su carrera.
Cada tarea o habilidad se constituirá como una línea de acción continua y para su cumplimiento se deberá desarrollar un programa correspondiente a cada nivel, de forma tal de entregar las capacidades distintivas como líder que se ajusten a las agregaciones de valor determinadas y que a cada cual le correspondan.
Tipos, etapas y niveles de liderazgo para Oficiales y Gente de Mar
Como ya se ha mencionado, el MLA es un proceso de carácter evolutivo, es decir, se va desarrollando a lo largo de toda la carrera de Oficiales y Gente de Mar, abarcando desde la formación matriz hasta instancias en que se alcanzan las mayores responsabilidades en la Institución y en el ámbito de la Defensa.
Contempla siete niveles para Oficiales y cinco para Gente de Mar, que se circunscriben en tres y cuatro etapas respectivamente (Esencial, Media/Media Avanzada y Superior), donde se distribuyen todos los grados jerárquicos, correlacionándose con cuatro tipos de liderazgo cuya puesta en práctica depende del entorno y el ámbito en que se ejerce el mando. Estos son: Directo, Organizacional, Organizacional Avanzado y Estratégico.
Liderazgo Directo: Es el que se realiza en la mayoría de las Unidades y Reparticiones de la Institución. Se caracteriza por el trato cercano, estrecho y continuo de los mandos con sus subordinados, a los que debe llegar a conocer profundamente. Los superiores interactúan con sus subordinados y subalternos en todas las actividades del servicio de forma habitual, dirigiendo directamente el desempeño de sus respectivas organizaciones. En ese sentido, deben estar conscientes de la gran influencia que ejercen sobre el personal, que será conformado, en muchas ocasiones, por jóvenes e inexpertos, y para los que constituirá un referente. Los efectos del ejercicio del mando, con este tipo de liderazgo, se ven amplificados, tanto en sentido positivo, si se ejerce de forma adecuada, como negativo, si estos se desvían del modelo. De ahí la importancia de ir forjando cualidades, conducir y desarrollar actitudes desde el primer día.
Liderazgo Organizacional: Se caracteriza porque el contacto con el personal es más esporádico, materializándose este, principalmente, a través de mandos subordinados. Las principales diferencias con relación al liderazgo directo derivan de la distinta forma en que se materializa la relación entre superior y subordinado como consecuencia de factores fundamentalmente físicos: dispersión y número. Puede decirse que la relación entre superior y subordinado se traslada de la corta a la media distancia. Al igual que en el liderazgo directo, el ejemplo personal de los superiores es relevante, ya que proyecta una imagen profesional a un número amplio de personas que no necesariamente están en contacto directo con él. Por ello, también necesita demostrar presencia, carácter y cercanía, cada vez que le sea posible, de manera tal de generar confianza, adhesión y seguridad en el conjunto.
La confianza y su principal exponente, la delegación, cobran una nueva dimensión al no ser posible, en muchos casos, la supervisión continua y cercana. En ese sentido, los mandos deben hacer partícipes de su visión e intención a sus subordinados, procurar directrices claras, asegurarse de que han sido comprendidas, confiar en la capacidad, competencia profesional e iniciativa de sus subordinados y aceptar ciertos riesgos y naturalmente errores involuntarios.
Liderazgo Organizacional Avanzado: Mantiene los mismos preceptos de lo definido para el liderazgo de índole organizacional, focalizándose en la capacidad y competencias que han alcanzado los líderes que se desempeñan en este ámbito. Esto les permite ver el panorama general, comprender los procesos o pasos para hacer que sucedan los cambios en su propia Unidad o Repartición y, por ende, contribuir a quienes ejercen el liderazgo estratégico de la Institución. Es decir, se lidera, en sus respectivos niveles, a sus subalternos y/o subordinados en pos de los logros de su organización y consecuentemente, se contribuye en la consecución de los objetivos de carácter Institucional.
Liderazgo Estratégico: El liderazgo estratégico es una habilidad que involucra la toma de decisiones visionaria y orientada al futuro; de ahí que esté circunscrito a aquel personal de mayor experiencia y competencia profesional, lo que va aparejado a un mayor nivel de responsabilidad. En este nivel, se requiere la capacidad para potenciar y unificar los esfuerzos de todos los elementos constitutivos de la Institución, es decir, grandes grupos de personas, algunas veces dispersos o desplegados en distintas áreas. Por definición, el líder estratégico sirve a toda la organización, y las personas a las que sirve deben sentirlo próximo y accesible. La amplitud y magnitud de la Marina requieren que esta tarea se apoye en buena medida en los mandos intermedios y en las nuevas tecnologías. No obstante, el líder estratégico debe esforzarse por complementar este conocimiento con el contacto directo, para lo cual debe generar adecuados y ágiles canales de comunicación. Especial relevancia cobra, en este nivel, la habilidad para comunicar claramente las ideas e intenciones a las que deben traspasar numerosas “capas” de mando que, de por sí, ejercen cierta restricción sobre la eficacia de la comunicación. Otro aspecto significativo lo constituye el hecho de poder establecer un clima de cohesión en toda la organización, debiéndose confiar en los escalones subordinados con quienes se debe desarrollar un entendimiento mutuo. La confianza, entonces, constituye un elemento clave y, por lo mismo, la capacidad de delegación adquiere una dimensión especial, pues ésta determina en gran medida el funcionamiento global de la Institución.
Por otra parte, el contacto al exterior de la Institución con organizaciones afines o de otra naturaleza, tanto en el ámbito conjunto, combinado e incluso político, implican poseer la habilidad para comunicar y generar consensos, preservando siempre los valores, ethos y misión Institucional.
Etapas y niveles de liderazgo
Las etapas que se han determinado obedecen a la necesidad de agrupar los distintos grados conforme a las competencias y responsabilidades que cada cual debe asumir en la Institución y en otras organizaciones afines.
En los niveles de desarrollo de liderazgo que se han previsto, se considera la impartición de materias relacionadas con los atributos de liderazgo, ya definidos, y aquellas tareas que se espera le permitan a todo el personal cumplir con el efectivo ejercicio del mando en el grado que se invista.
Para cada nivel, se han visualizado “agregaciones de valor” que marcan la diferenciación de unos y otros y que van asociadas principalmente al área de liderazgo en que se ejercerán funciones.
Los tres primeros niveles, tanto de Oficiales como de Gente de Mar, contemplan idénticas agregaciones de valor las que pueden matizarse con distintos énfasis conforme a la jerarquía que se inviste y funciones que se cumplan.
Del nivel cuatro en adelante, se han determinado agregaciones de valor diferenciadas para Oficiales y Gente de Mar, habida consideración de las distintas funciones y las áreas en que se ejercen los cargos y responsabilidades.
En síntesis, podemos afirmar que la implementación del MLA agregará valor al desarrollo personal y profesional de cada uno de los integrantes de nuestra Institución, fortalecerá el mando y contribuirá efectivamente a que la Marina continúe aportando a la seguridad, prosperidad y bienestar de Chile a través del mar y desde el mar; tarea que ha cumplido desde hace más de doscientos años y que, sin lugar a duda, sabrá adaptarse y esforzarse para continuar realizándolo con la misma eficacia, eficiencia y flexibilidad en el futuro.
Bibliografía
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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