Para entender el por qué en un país latinoamericano surgió un conflicto interno tan profundo como la guerra contra las FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo) podríamos hacer una lectura histórica completa de cómo Colombia ha logrado ser la República que es hoy, lo que claramente no es el tema que se quiere llegar a entender en este artículo, pero por nombrar algunos hechos históricos, Colombia sólo en el siglo XIX tuvo 10 grandes guerras civiles y 51 guerras regionales, pasando al siglo XX con la denominada Guerra de los 1.000 días. Así se fue formando su patria y su pueblo se vio, lamentablemente acostumbrado, a saber que por todos los departamentos del país sucedían asesinatos o masacres, como por ejemplo, la masacre de las bananeras (1928) donde el Ejército de Colombia masacró a los trabajadores de las bananeras en el municipio de Ciénaga, departamento de Magdalena, o el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán (1948), quien era el líder del partido liberal y se encaminaba a ganar las elecciones presidenciales. Este hecho anteriormente nombrado desató un conflicto social y político llamado el Bogotazo, materializado en una escalada de protestas y violencia que tendría su fin 10 años después.
Sólo dando una ínfima mirada a la historia colombiana, se puede ver que desde sus inicios el uso de la violencia de todos los sectores ha sido extrema y durante la década de los 50 del siglo XX, hubo una mayor escalada de violencia, dando nacimiento a guerrillas y a grupos de violencia de derecha, dejando 200.000 muertos y más de 2.000.000 de desplazados, derivando en una urbanización caótica y migraciones forzadas de todo tipo, naciendo dentro de todo este conflicto social y político las FARC-EP.
El nacimiento de las FARC-EP se debe principalmente a un conflicto de tierras, la falta de una reforma agraria adecuada para los campesinos y este contexto de violencia, dio facilidades para que un grupo armado al margen de la ley se organizara y tuviera tanta popularidad y apoyo. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia, los ejes principales que iniciaron la guerra fueron los siguientes:
Un factor que se debe considerar, que posiblemente se podría efectuar un estudio sociológico, es el daño moral que sufrió la sociedad derivado del narcotráfico, el dinero fácil y la violencia que esto trajo, sumado a la ausencia del Estado, dejó esa brecha valórica en algunas personas que llegaban a aceptar de buena forma que la guerrilla controlara determinada localidad.
Luego que las conversaciones de paz entre el Estado de Colombia y las FARC-EP, que se realizaran en Oslo y en La Habana, se firmó el acuerdo de paz el 24 de noviembre de 2016 en Bogotá.
La primera misión de la ONU en Colombia, nombrada como Misión de Verificación de Naciones Unidas en Colombia (UNVMC), comenzó su funcionamiento el 27 de septiembre de 2016 y una vez firmado el acuerdo empezó a realizar las acciones cooperando con el desarme de la guerrilla, formando el mecanismo de monitoreo y verificación, un órgano tripartito donde participó el Estado de Colombia con 323 personas, principalmente de las Fuerza Armadas, las FARC-EP también con 323 miembros y más de 490 observadores internacionales de Naciones Unidas.
Esta desmovilización, llamada dejación de armas, duró un año, concluyendo sus actividades el 22 de septiembre de 2017 y según cifras oficiales de Naciones Unidas se desmovilizaron 6.934 miembros de las FARC-EP, entregando armas, municiones y explosivos, cumpliendo el cese al fuego bilateral y definitivo.
Inmediatamente después del término de la primera misión, comenzó la segunda misión que se siguió nombrando como UNVMC, pero con tareas muy diferentes, el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU acotó las tareas de la misión a la verificación de dos puntos del acuerdo específicos, los cuales fueron:
Durante un año me desempeñé como miembro de la segunda misión de la ONU en Colombia, desde agosto de 2018 a agosto de 2019, durante ese tiempo participamos 20 observadores militares chilenos de Ejército, Fuerza Aérea, Carabineros y Policía de Investigaciones, de la Armada de Chile fuimos dos capitanes de corbeta los designados para dicha comisión.
Luego de pasar por un período de inducción a la misión, impartido por la misma misión en Bogotá, fui destinado a una sede local llamada San José de Oriente, que dependía de la oficina regional de Valledupar, ubicada en el departamento del Cesar, junto a la frontera con Venezuela.
En ese lugar viví durante cuatro meses en un pequeño poblado llamado Manaure Balcón del Cesar. Ahí tuve la oportunidad de trabajar todos los días en terreno conociendo las realidades de los excombatiente de las FARC-EP, además de tener constantes reuniones con autoridades locales y líderes de diferentes organizaciones sociales, formando parte de un equipo de trabajo de cuatro personas, compuesto por la líder del equipo una mujer española de 31 años, un voluntario norteamericano de 38 años y una voluntaria uruguaya de 65 años, es aquí donde me despeñaba como el único militar del equipo y mi trabajo en gran parte fue relacionado al punto de garantías de seguridad del acuerdo de paz, además de establecer lazos de confianza entre las instituciones, fuerza pública, policía y ejército de Colombia con la ONU y los excombatientes desmovilizados. En este ámbito muchas de mis actividades estaban relacionadas con las personas objeto del tratado de paz, donde tenía que conocer sus problemas de seguridad y gestionar con las instituciones del Estado para que pudieran reincorporarse a la sociedad colombiana y ser un aporte para ésta. Sus preocupaciones eran muchas, principalmente tenían miedo de ser atacados o asesinados, lo que restringía mucho las actividades normales de cualquier ciudadano, por esto la misión toma un papel importante, no sólo en la verificación de estas seguridades, si no también en la gestión activa para evitar males mayores.
Una vez que se cerró esa sede local, por motivos de una nueva distribución de áreas de responsabilidad de la misión, fui trasladado a la oficina regional en la ciudad de Valledupar, capital del Departamento del Cesar. Ahí me desempeñé como encargado de garantías de seguridad de la oficina, donde dependía directamente de la jefa de oficina, una mujer finlandesa de amplia experiencia en trabajos políticos y sociales en zonas de conflictos armados, supervisando algunos temas de las sedes locales y equipos móviles, además de formar el nexo entre las instituciones armadas regionales y la misión. Este trabajo lo llevaba a cabo junto al asesor militar de la oficina que era un coronel del Ejército de Uruguay.
Los últimos cuatro meses de mi comisión fui trasladado a la oficina regional de Pasto, en el departamento de Nariño, al sur del país junto a la frontera con Ecuador. Allí también me desempeñé en el área de garantías de seguridad de la oficina, principalmente en seguimiento de casos, como lo fueron, homicidios, amenazas, desplazamientos masivos, secuestros, desapariciones, entre otros, tanto de la población de excombatientes como de líderes sociales o comunitarios. Puede ser difícil imaginar, en una realidad como la de nuestro país, este tipo de casos, pero en el departamento de Nariño el promedio de este tipo de situaciones eran un caso al día, esto se daba principalmente porque en esa área existen grandes plantaciones de coca, con lo que se puede entender que debido a esta alta producción derivan muchas situaciones delictuales graves.
Cabe destacar que durante el desempeño en esta comisión nunca tuve a alguien bajo mi cargo y menos bajo mi mando, el trabajo en equipo es diario y en forma paralela junto con civiles de diferentes áreas, principalmente sociales, expertos en derechos humanos o en política internacional, donde la mitad de los equipos y la mayoría de los líderes y jefes de equipo son mujeres, esto para mi fue algo nuevo y extremadamente enriquecedor tanto personal como profesionalmente.
La colaboración internacional fue primordial en el éxito de esta misión, la presencia de Naciones Unidas en un país como Colombia, donde sus instituciones funcionan, pero está tratando de solucionar y dar término a un conflicto que lleva tantos años no es, bajo ningún punto de vista, una tarea fácil. La cooperación de la ONU y la participación y apoyo de múltiples países hace que esta misión logre los objetivos que se propuso y esperemos que la paz sea larga y duradera para el pueblo colombiano.
La oportunidad que me brindó la Armada de Chile y nuestro país, de poder ser un embajador en esta misión de Naciones Unidas forma parte de las mejores experiencias de mi vida y aunque reconozco que es muy duro estar tanto tiempo lejos de la familia, la experiencia que gané conociendo una realidad como la del conflicto colombiano y estableciendo relaciones con autoridades civiles y militares de Colombia, además del trabajo con civiles y militares dentro de la ONU, me dejó muy claro que ahora cuento con otro tipo de herramientas para afrontar el resto de mi carrera profesional y mi vida.
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Se busca entregar una opinión fundamentada respecto a la aplicación del concepto de Responsabilidad de Proteger establecido por la Organización de Naciones Unidas, en lo relacionado con la responsabilidad que le cabe a la comunidad internacional de utilizar los medios que resulten apropiados para proteger a la población de un Estado soberano, cuando éste incumpla este deber, específicamente respecto de la alternativa de una intervención militar no autorizada por ese Estado.
Colombia ha vivido una historia marcada por la violencia política y social. El conflicto entre el Estado y las FARC-EP ha tenido una duración de más de 50 años, generando alrededor de 8 millones de víctimas entre desplazados, secuestrados, torturados y asesinados. Sin embargo, la voluntad de las partes permitió la firma de un Acuerdo de Paz Definitivo, el que verificado por las Naciones Unidas ha logrado desarmar y desmovilizar al grupo guerrillero. Más de 8.000 armas han sido almacenadas por la ONU, lo que significa que este material no será empleado nunca más en contra de un ser humano. En este proceso, la Armada de Chile ha aportado con Observadores Internacionales poniéndolos a disposición de Naciones Unidas para monitorear y verificar el cumplimiento de los acuerdos pactados.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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