A mediados de 1916, luego de tres intentos fallidos por rescatar a su tripulación atrapada en la Isla Elefantes en la Antártica, Ernest Shackleton, a través del gobierno británico, solicitó ayuda a Chile. El 30 de agosto de 1916, la expedición de rescate liderada por el piloto chileno Luis Pardo, bajo condiciones climáticas extremas, constituyó la primera presencia oficial de Chile en la Antártica, posicionándolo como un país antártico.
In mid-1916, after three unsuccessful attempts to rescue his crew trapped on Elephant Island, Ernest Shackleton, via the British government, requested Chile for help. On August 30th, 1916, the rescue expedition, led under extreme weather conditions by Chilean pilot Luis Pardo, constituted Chile’s first official presence in Antarctica, positioning it as an Antarctic country.
El teniente 1° Luis Alberto Pardo Villalón, de la Armada de Chile, comandó la escampavía Yelcho, en cumplimiento de la misión encomendada por el mando de la institución de rescatar a los náufragos de la expedición transantártica británica, liderada por Sir Ernest Shackleton, que se habían refugiado en la antártica isla Elefante.
Este hecho histórico, ocurrido hace 105 años, es considerado uno de los eslabones importantes en la cadena de acontecimientos que a lo largo de la vida republicana del país, jalonan el accionar constante de Chile en el ejercicio de su soberanía en el territorio chileno antártico, y, a la vez, una temprana expresión de la vocación humanitaria del país, que hoy se refleja en las labores de búsqueda y rescate que realiza Chile en la Antártica.
Esto, por la decisión del presidente Juan Luis Sanfuentes de acoger la solicitud de ayuda británica presentada a través de su Embajada en Chile, a mediados de 1916, y la impecable y exitosa ejecución del salvataje realizado por la Armada, después de los tres intentos fallidos liderados por el explorador irlandés, constituyen hechos que produjeron un gran impacto mundial, que posicionó a Chile como un país antártico, por su capacidad para operar en cualquier época del año en el Continente Blanco; y porque dejaron de manifiesto ante el mundo, que los derechos antárticos reclamados por Chile, dados a conocer profusamente en 1906 a las cancillerías de los principales países de la comunidad internacional -de acuerdo con el derecho internacional de la época-, no eran meras declaraciones de intención, sino que se venían ejerciendo mediante actos concretos, para hacer efectivo el dominio sobre los territorios incluidos en la citada proclama.
El salvataje, como la última expedición de la seguidilla de 23 que arribaron a diferentes lugares del continente entre 1892 y 1916, se produce en el período que se conoce como la Edad Heroica de la Expediciones Antárticas, que concentra la mayor actividad en el Continente Blanco registrada hasta ese entonces, superando la frecuencia con que estas actividades se venían realizando en los tres siglos anteriores, desde los primeros avistamientos de territorios subantárticos a finales del siglo XVI.
Diversas motivaciones fueron las que movieron a gobiernos y nacionales de 10 países a financiar estas expediciones: algunas oficiales, con evidentes implicancias geopolíticas, como la expedición transantártica y el salvataje realizado por el piloto Pardo; otras promovidas por privados con fines de exploración y prospección de los recursos naturales existentes en la Antártica, o económicos, principalmente la caza de ballenas y otras especies marinas, todo lo cual evidencia el gran interés que despertaba el Continente Blanco en el período señalado.
Es en este escenario en el que el gobierno de Chile recibe la petición oficial británica de ayuda, que lo obligó a sopesar los riesgos que significaba realizar esta operación en pleno invierno, época del año en que nadie se atrevía a incursionar en las aguas antárticas, por la alta probabilidad de perder a la tripulación y al buque, como lo demostraban las enormes dificultades que enfrentó Shackleton en sus tres infructuosos intentos por salvar a sus compañeros.
Piloto 1º Luis Pardo Villalón.
Cabe recordar, que la única tentativa anterior por marcar la presencia oficial de Chile en la Antártica, la había realizado el presidente Germán Riesco. Lamentablemente, la expedición no pudo concretarse debido a que los fondos contemplados en la ley de presupuesto de 1906 con este propósito, debieron ser desviados para ir en ayuda de los damnificados del terremoto ocurrido en Valparaíso ese mismo año.
Como se puede apreciar, el gobierno de Chile, en sus tratativas con su par del Reino Unido, no adoptó una decisión apresurada, a pesar de la urgencia con que fue plateada la solicitud, arguyendo que los víveres con que contaban los náufragos se habían agotado, según lo informado por Shackleton; sino que tomó en consideración todas las circunstancias descritas antes de acogerla.
Escampavía Yelcho.
Una vez que el Gobierno adoptó esta decisión, le correspondió a la Armada proceder a planificarla, lo cual planteaba un serio desafío, por cuanto en Punta Arenas se encontraban buques que no reunían las mejores condiciones para navegar en las embravecidas aguas antárticas y el hostil e implacable clima de los mares del Continente Blanco. En efecto, los buques de calado y fortaleza que podían navegar en esas aguas con mayor seguridad, estaban alejados de Punta Arenas, por lo que, frente a la urgencia planteada por Shackleton, se debía tomar una urgente y difícil decisión.
Esta realidad puso a la institución en la disyuntiva de definir cuál de los tres buques que se encontraban en Punta Arenas estaba en mejores condiciones para llevar a cabo el salvataje. Estas embarcaciones eran: dos escampavías, la Yelcho y la Yáñez, y el buque Meteoro, este último fuera de servicio. La Yáñez, debía entrar en mantenimiento; sin embargo, la Yelcho lo había efectuado cuatro meses antes, por lo tanto era la que ofrecía la alternativa más adecuada. Esta fue la razón por la que se tomó la decisión de enviar a esta unidad, para cumplir la delicada y compleja misión.
La elección de quién comandaría la expedición, recayó en el piloto 2° Luis Pardo Villalón, que comandaba la escampavía Yáñez, por lo que fue trasladado a la Yelcho, en atención a que el piloto 1° Francisco Miranda, que comandaba esta unidad, se encontraba enfermo.
A Pardo, al ser nominado, se le otorgaron amplias facultades para escoger a la tripulación que lo acompañaría en la empresa, lo que le permitió solicitar voluntarios a los tripulantes de ambas escampavías, entre los que escogió a los más capacitados. Asimismo, se le autorizó para realizar los preparativos necesarios para realizar la misión encomendada, faenas que incluyeron la construcción de una estructura que sirvió de puente de mando y protección del timonel, que cumplía sus funciones a la intemperie.
Los pormenores del desarrollo de la navegación y el rescate de los náufragos son bien conocidos, aunque hay que remarcar el tremendo desafío que representaban: la inclemencia del tiempo, caracterizado por la espesa neblina, que solo permitía la visión pocos metros más allá de la proa del buque, la lluvia y las nevadas copiosas, así como las bajas temperaturas; un mar con fuertes corrientes y alto oleaje; a los que hay que agregar los grandes témpanos, más altos que el puntal de la Yelcho, que rodearon a la embarcación desde antes de alcanzar las cercanías de la isla Elefante, ya en las inmediaciones de esta, las peligrosas rompientes, que amenazaron contantemente a la escampavía de borda baja, sin calefacción, electricidad ni radio, como eran en ese entonces.
La navegación, sin cartografía, tuvo una duración de 10 días, la mayor parte de la travesía en las condiciones descritas, siendo el momento culminante, cuando el piloto Pardo se enfrentó a la barrera de hielos que había impedido a Shackleton sobrepasarla para alcanzar isla Elefante, en las tres ocasiones en las que trató de hacerlo.
Pardo y los británicos rescatados luego de su llegada a Punta Arenas.
Efectivamente, para cruzar este formidable obstáculo, el piloto Pardo debió buscar un canal a través del cual pudiera superarlo, y cuando lo encontró, este se encontraba bloqueado por un témpano menor, que debió envestir con la proa de la Yelcho para quebrarlo y despejar así la estrecha vía escogida, a través de la cual pudo continuar la navegación en demanda de la isla Elefante y rescatar a los náufragos, que los recibieron con vítores y regocijo.
De regreso en Punta Arenas, con la ciudad embanderada, el recibimiento fue multitudinario, y tanto el piloto Pardo como su tripulación y Sir Ernest Shackleton y la suya, fueron homenajeados en numerosos actos organizados por las autoridades y por instituciones representativas de la sociedad puntarenense. Similar apoteósica bienvenida acaeció en Valparaíso, a donde el piloto Pardo, con la misma tripulación que lo acompañó a la Antártica, arribó con Shackleton y los náufragos en la Yelcho, días después. Otro tanto ocurrió en Santiago, donde además de los numerosos homenajes, Pardo y Shackleton fueron recibidos por el presidente de la República.
Monumento al piloto Luis Pardo Villalón, Punta Arenas.
Un aspecto destacable de la decisión adoptada por el presidente Sanfuentes, es el que dice relación con el carácter de la expedición de rescate, cuyo origen obedece a una decisión de Gobierno y se materializa en un buque de la Armada, lo cual la convierte en una expedición nacional y no privada, como fueron las tres comandadas por Shackleton para rescatar a los náufragos: una desde la factoría noruega en las islas Shetland del Sur, donde le facilitaron un buque ballenero, y las otras dos financiadas con recursos aportados por las colonias residentes en Montevideo (Uruguay) y en Punta Arenas.
En consecuencia, esta resolución convierte a la expedición de salvataje en la primera presencia oficial de Chile en la Antártica, y la primera que zarpa desde Punta Arenas, hoy puerta de entrada al Continente Blanco.
Es por las razones expuestas que, un año y medio antes de cumplirse el centenario de la gesta del piloto Pardo, el 30 de agosto de 2016, el Ministerio de Relaciones Exteriores convocó a un comité de conmemoración, en el que participaron representantes de los operadores antárticos, de dos direcciones de la Cancillería, de la Intendencia de la región de Magallanes y Antártica Chilena y de la fundación Piloto Pardo, con el objeto de definir una agenda de actividades que lo visibilizara.
La nutrida agenda aprobada por el Comité, contempló actividades en Santiago, en Punta Arenas y en Londres, siendo las más destacables:
Asimismo, el comité de conmemoración propuso, en 2015, la iniciativa de erigir un monumento en honor al piloto Pardo y la tripulación de la Yelcho, proyecto arquitectónico que posteriormente elaboró la fundación Piloto Pardo y donó a la ciudad de Punta Arenas, que fue acogido por el intendente, Jorge Flies y el alcalde, Emilio Boccazzi, en esa época, pero que no pudo concretarse para el centenario, pero que fue inaugurado el 21 de septiembre de 2021, y que tiene la peculiaridad única de incorporar un monumento nacional, como es la proa de la Yelcho, como uno de sus componentes esenciales.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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