By JAVIER VARGAS GUARATEGÚA
En diplomacia, la sorpresa facilita la reorientación de la política exterior. Eso crea una nueva situación a través de la cual el lado que inicia la sorpresa puede evitar estancamientos y asegurar importantes ventajas. Este es un estudio sobre el trabajo de Michael I. Handel denominado “Sorpresa Diplomática”.
In diplomacy, surprise enables the realignment of foreign policy, by creating a new condition through which the party that sets in motion surprise, can evade stalemates and secure significant advantages. This work analyses Michael I. Handel’s book titled “The Diplomacy of Surprise”.
Si la sorpresa es una parte inherente a los asuntos humanos, la suposición fundamental del pensamiento corriente coloca considerable “fe” en la eficacia, confiabilidad, oportunidad y exactitud de la inteligencia.
La fe en la inteligencia, incluyendo representaciones superiores, es una espada de doble filo: creemos que previene a otros de lograr la sorpresa contra nosotros y creemos que nos abstiene de sorprendernos a nosotros.
Por lo tanto, este sistema de creencias requiere un examen minucioso. El autor compara y examina el rol de la sorpresa diplomática dentro del concepto de la política exterior y la sorpresa militar.
Análisis del trabajo de Handel
El autor se afirma en los conceptos vertidos por Thomas Kuhn y de este modo separa los conceptos de “diplomacia normal” o rutinaria y “diplomacia revolucionaria” o sorpresa diplomática. De hecho, la actividad diplomática se caracteriza en su gran mayoría por la primera, a diferencia de la sorpresa diplomática que engloba los cambios extremos de las políticas “normales” que están establecidas.
Así las cosas, la diplomacia se desenvuelve entre estos dos polos, con un centro de gravedad más inclinado por la no-innovación y la rutina. Entre estos dos puntos el autor sugiere la existencia de varias categorías o subcategorías que van de menos a más en su creación y lo menciona: pequeña innovación, nuevas iniciativas diplomáticas, sorpresas menores, hechos consumados, diplomacia creativa (radical) hasta desembocar en la sorpresa diplomática, la cual es ordenada de acuerdo a su impacto en el sistema internacional conforme a dos fórmulas: sorpresa mayor o bien, sorpresa menor y ello, de acuerdo al número de estados-nación participantes en la sorpresa unilateral o sorpresa bilateral (aquí incluye a la sorpresa multilateral, que es de muy rara ocurrencia).
O Sorpresa menor. El autor nos dice que es un movimiento destinado a cambiar las relaciones entre dos o más estados-nación, sin producir impacto en la relación de poder en el concierto internacional1.
O Sorpresa mayor. Handel menciona que, en poco tiempo, éste si causa impacto en las relaciones entre los estados nacionales. Es inesperada en términos de objetivo y momento. A modo de ejemplo, Handel cita el caso del presidente egipcio Anwar el-Sadat en 1977.
Otros elementos citados por el autor lo constituyen el secreto, la conmoción y el hecho consumado. Siendo el primero el proveedor de la seguridad necesaria para negociar y de esta manera producir cambios favorables en términos políticos. El segundo, es un acto intencionado cuya finalidad es forzar al adversario a realizar cambios en sus políticas internas y/o externas con la finalidad de que, al producir un desbalance, éste me favorezca. Este tercer elemento es definido como cualquier acto unilateral realizado por un estado nacional contra los intereses de otro estado nacional. Como ejemplo, el autor cita el acercamiento de 1971 de la República Popular China con Estados Unidos de Norteamérica, el cual tuvo repercusiones a nivel global.
Modelo de la sorpresa diplomática
Tomando el ejemplo que nos antecede y respecto a la sorpresa diplomática mayor podemos señalar que ésta se subdivide en tres grupos o etapas:
a) Ambos bandos analizan sus intereses básicos y detectan la necesidad de cambio en su política externa.
b) Hay diálogo con la finalidad de alcanzar el acuerdo.
c) Si hay acuerdo, éste se hace de conocimiento público.
Diplomacia de la sorpresa en los diferentes sistemas internacionales
Handel menciona la relación que se desarrolla con frecuencia y tipo de relaciones internacionales ante la sorpresa diplomática mayor. Por ejemplo, en un sistema clásico existe mayor probabilidad de ocurrencia que ante un sistema bipolar relajado. Aunque el primero siempre mantiene el equilibrio.
En cambio, en un sistema revolucionario o heterogéneo, la probabilidad es muy baja por la rutina y la represión de la diplomacia creativa, ella se desarrolla conforme a cánones rígidos. Si hay sorpresa diplomática, el impacto se deja sentir en cuanto a la división de poder. A modo de ejemplo, el autor cita el acuerdo Ribbentrop – Molotov que produjo un efecto muy fuerte en el balance de poder de Europa cuando ya soplaban vientos de guerra que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial.
La teoría de la realpolitik que se viene desarrollando desde Tucídides, pasando por Maquiavelo (El Príncipe) y luego por Morgenthau y otros, plantea la real necesidad de que el estudioso del tema comprenda los intereses básicos de un estado-nación para predecir su accionar. Lamentablemente, la cruda realidad es mucho mas complicada que la teoría. Es el factor humano el que hace que la anticipación de la sorpresa haga muy difícil las relaciones internacionales y sus políticas.
La frecuencia de la sorpresa diplomática contiene la combinación de dos variables, que son “estilo de liderazgo” y los “tipos de sistemas políticos”. Así, el autor las combina, estableciendo cuatro nuevos parámetros:
a) Líder autoritario en un sistema no democrático.
b) Líder autoritario en un sistema democrático.
c) Líder democrático en un sistema democrático.
d) Liderazgo colectivo en un sistema no democrático2.
Una gran sorpresa diplomática no ocurre con frecuencia; los diplomáticos suelen practicar lo que George Liska, en Más allá de Kissinger, llama “diplomacia de rutina”: La diplomacia de rutina suaviza e implementa las relaciones establecidas con la ayuda de solo ajustes marginales (es decir, es lo opuesto a la sorpresa). Su actuación más constructiva está en desarrollar fórmulas de compromiso mutuamente aceptables que permitan perdurar la configuración existente y evitar así los riesgos de convulsiones de cambio radical3.
Los medios para facilitar un cambio radical se encuentran en una gran sorpresa diplomática: la herramienta de lo que Liska llama “diplomacia creativa”.
La diplomacia creativa reorganiza el escenario dentro del cual se llevan a cabo las negociaciones para el compromiso... la expresión suprema de la diplomacia creativa es la “revolución diplomática” (es decir, una gran sorpresa diplomática): una refundición o inversión fundamental de las alineaciones existentes que automáticamente marca una etapa importante (y un raro punto de inflexión) en la evolución de un sistema internacional. Por lo tanto, la revolución diplomática no debe confundirse con la diplomacia revolucionaria. La diplomacia creativa puede tener un propósito estratégico ofensivo o defensivo; y la transformación buscada puede ser tanto para el reposo como para un cambio mayor o continuo.
Sorpresa diplomática y sorpresa militar comparadas
Mientras la sorpresa diplomática entrega resultados inmediatos, es a largo plazo cuando normalmente se ven los efectos de sus consecuencias. En cambio, la sorpresa militar tiene por finalidad alcanzar objetivos inmediatos que le permitan mantener la dirección e iniciativa en el desarrollo de los acontecimientos.
Handel analiza las condiciones favorables y las desfavorables para el desarrollo de cambios radicales en lo político.
Dicho análisis es desarrollado por el autor en base a factores como el tipo de sistema político, el tipo de liderazgo, expectativas de las antiguas políticas y las condiciones de alianza y demás factores externos.
Asimismo, el autor menciona que la diferencia más crítica reside en que en cuestiones militares la sorpresa es un factor siempre presente. Los estudios y la educación militar están basados en el uso constante del factor sorpresa en cualquier nivel de acción. En cambio, en términos diplomáticos las normas aceptadas comúnmente son la continuidad y la estabilidad. En cuanto a la educación de los ejecutivos y de los diplomáticos en cuanto a la sorpresa, ésta prácticamente no existe y, por tanto, su estudio debe ser aproximado por una vía no convencional.
El peso de estos estudios parece colocar el pensamiento militar actual y su doctrina sobre un fundamento sólido. Sin embargo, los teóricos y sus teorías deben ser apoyados por ejemplos prácticos y por ejemplos históricos4.
La explotación de la naturaleza y definición de la sorpresa estratégica, y las razones para su éxito o fracaso, son esenciales para interpretar correctamente los ejemplos históricos en los cuales este fenómeno tiene lugar. Sin embargo, la naturaleza de la sorpresa estratégica es más inescrutable de lo que parece. De acuerdo con Handel, el estudio de la sorpresa militar puede ser algo decepcionante para aquellos que siempre han supuesto que un mejor entendimiento teórico del tema llevaría lógicamente al descubrimiento de medios prácticos más efectivos para anticipar la sorpresa militar y aminorar su impacto.
La sorpresa militar como hemos visto es más compleja que la sorpresa diplomática ya que su nivel de ocurrencia es más alto y puede combinar variados elementos. Así las cosas, la sorpresa diplomática es más predecible por cuanto los cambios en la política exterior son más bien limitados.
Pero, nos comenta el autor, el analista de inteligencia política en términos prácticos comete los mismos errores que su contraparte militar y señala varios ejemplos reales y prácticos.
Ambas sorpresas difieren, también, en el énfasis puesto en la valoración de las capacidades e intenciones de los involucrados. Así, el analista militar debe dedicar igual atención a estos factores y su interacción, a diferencia de la sorpresa diplomática, la cual requiere mayor atención a las intenciones.
Llegar a un entendimiento más claro de la naturaleza y base de la sorpresa militar y de la sorpresa diplomática es el primer paso hacia la producción de una definición que sea consistente con la historia, relevante al presente, y útil para el futuro. Esto debería proveer un fundamento sólido sobre el cual una doctrina coherente pudiera ser construida.
Costos y beneficios de la sorpresa diplomática y sorpresa militar
En términos de costo beneficio, la sorpresa militar sólo nos ofrece ventajas. Los puntos decisivos en la historia y en las batallas a menudo ocurrieron cuando individuos y naciones ingeniosas encontraron los medios de hacer lo que la sabiduría convencional creía “imposible” o “difícil de lograr”. Los beneficios de la sorpresa militar son muchos para que los adversarios futuros abandonen rápidamente la búsqueda de los medios para lograrla. En cambio, su contraparte, la sorpresa diplomática, está instintivamente vinculada a costos o bien a beneficios. A modo de ejemplo, Handel comenta el incidente de la visita del presidente egipcio Anwar El-Sadat a la ciudad de Jerusalén en 1977 y el costo político que tuvo en cuanto al liderazgo en el panarabismo y en el ámbito interno. Esto desembocó en la firma del Tratado de Paz egipcio-israelí firmado en Washington DC el 26 de marzo de 1979. A través de dicho tratado, Egipto fue el primer país árabe en sellar una paz duradera con Israel, lo que fue interpretado dentro de los círculos radicales como una “traición”. Así, tras la firma del tratado, Egipto fue boicoteado por otros Estados árabes y la sede central de la Liga Árabe fue transferida de El Cairo a Túnez. En 1989 fue reinstalada en El Cairo y los países árabes normalizaron las relaciones con Egipto5.
El líder responsable políticamente de los cambios se debe asegurar de que cuenta con el apoyo suficiente y necesario cuando debe implementar una nueva política. Si ese líder está en un sistema político no democrático, debe tener la seguridad de que cuenta con la fuerza necesaria para romper cualquier resistencia. Por ello, es más fácil iniciar una revolución bajo un sistema autoritario que bajo uno democrático porque en este último, la oposición puede “quebrarle la mano” al líder revolucionario.
La sorpresa completa es rara vez posible debido a algún grado de expectación o anticipación adversaria.
Finalmente, aunque sólo periférico al interés de este artículo, la sorpresa militar brota de operaciones de inteligencia bien desarrolladas. En la mayoría de los casos, ejemplos de sorpresa lograda incluyen aspectos de operaciones engañosas, confundiendo a la víctima con ilusiones en medio de la realidad. Líderes políticos y militares no preparados en el arte del engaño -y aun aquellos familiarizados con tales operaciones- encuentran difícil de distinguir entre engaño y la realidad. Por lo tanto, la destreza en estas áreas puede proveer a líderes en los niveles operacionales y estratégicos de las herramientas necesarias para desarrollar planes para lograr sorpresas desde sus respectivas posiciones.
Conclusiones generales
La tesis de este libro es que la sorpresa diplomática es difícil de prevenir, aun a la luz de inteligencia exacta y oportuna (incluyendo representaciones superiores), porque está basada en la explotación de la personalidad y características de un líder o nación, así como de las burocracias que la sirven. La evidencia histórica parece indicar que la sorpresa estratégica en el siglo XX y comienzos de este siglo XXI ha sido rara vez prevenida, a pesar de una plétora de inteligencia disponible. Si la presencia de inteligencia confiable y oportuna no previene la sorpresa, entonces una reevaluación de nuestra corriente de pensamiento sería necesaria. La sorpresa diplomática, en este caso, puede no sólo ser posible, sino también, puede ser inevitable. Esta es una espada que también es de doble filo. Aún cuando no seamos capaces de prevenir la sorpresa diplomática, se espera que podamos usar este principio para nuestra ventaja.
Este libro examina los elementos de la sorpresa diplomática -su fundamento, su naturaleza y potencial- y propone una definición teórica para la sorpresa diplomática que presenta una aplicación más relevante. Adicionalmente, identifica y examina la validez de las suposiciones que forman la base para la doctrina de las relaciones internacionales sobre la sorpresa diplomática. Utiliza estudios de casos históricos para probar suposiciones de doctrina actual que unen la disponibilidad de la inteligencia a la sorpresa diplomática.
La explotación de la naturaleza y la definición de la sorpresa diplomática y las razones para su éxito o fracaso, son esenciales para interpretar correctamente los ejemplos históricos en los cuales este fenómeno tiene lugar. Sin embargo, la naturaleza de la sorpresa estratégica es más inescrutable de lo que aparentemente parece. La sorpresa completa es, rara vez posible, debido a algún grado de expectación o anticipación adversaria.
Tradicionalmente, las naciones más débiles han buscado más diligentemente maximizar su fuerza usando factores multiplicadores. Cualquier actividad que es visualizada como un factor multiplicador (operaciones de inteligencia, de engaño, de sorpresa, etc.) ha sido históricamente despreciada por naciones poderosas.
Junto con salvar vidas y material, la sorpresa diplomática tiene la capacidad de crear algo más intangible e insidioso, una reacción de parálisis.
Así, la naturaleza de la sorpresa diplomática no es tan simple como parece a primera vista. La sorpresa no es una realidad absoluta, sino un concepto relativo, y rara vez una proposición de todo o nada. Más aún, no es unidimensional y puede involucrar diferentes facetas y aspectos. Si sólo una faceta o aspecto tiene éxito, de varios intentos, la condición de sorpresa ha sido creada.
Consecuentemente, es lógico concluir que la doctrina en conjunto reconoce el potencial de sorpresa a todo nivel. Si esto es así, entonces una investigación cabal de la sorpresa diplomática está en vigencia antes de descartar lo que fue creído previamente como “verdadero y relevante”.
Sin embargo, los teóricos y sus hipótesis deben ser apoyados por ejemplos prácticos e históricos. Un examen más minucioso de los ejemplos históricos es entregado en el presente artículo, para determinar si la inteligencia tecnológica y la inteligencia general proveen los medios para prevenir o lograr la sorpresa diplomática.
La doctrina también supone un flujo oportuno y libre de información que alcance los niveles de toma de decisiones. Es un tipo de decisión algebraica. Esto es, si la inteligencia oportuna y precisa está disponible, seguirán las decisiones lógicas y las preparaciones políticas y militares serán adecuadas, y así se impedirá la sorpresa. Si esto es así, entonces, los ejemplos históricos lo apoyarán.
Llegar a un entendimiento más claro de la naturaleza y base de la sorpresa estratégica es el primer paso hacia la producción de una definición que sea consistente con la historia, relevante al presente, y útil para el futuro. Esto, debería proveer un fundamento sólido sobre el cual una doctrina coherente pudiera ser construida.
Hoy, incluso los líderes democráticos fuertes no dudan en emplear medios poco ortodoxos para lograr cambios rápidos en las políticas. La diplomacia de la sorpresa es su herramienta más eficaz. Este trabajo pionero explora las diferencias entre sorpresa diplomática y militar, y examina la teoría, la práctica y las implicaciones internacionales.
Bibliografía
Corría el año 2009 cuando un profesor de historia me comenta “eso fue cuando casi entramos en guerra con ustedes”. Este ...
Se bosquejan los hechos y circunstancias que modulaban las relaciones entre EE.UU. y Japón, los objetivos que los enfrentaban y la gestión política, diplomática y resoluciones militares que condujeron a la sorpresa.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1001
Julio - Agosto 2024
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