Carlos Peña presenta este libro como indica el subtítulo: “un ensayo sobre el espíritu de una generación”, donde para la sociedad chilena ha sido el cambio más notorio en cuanto a brechas, no refiriéndose a económicas, ni salariales, sino que generacionales. Es decir, sin importar el estrato socio-económico, por primera vez se aprecian brechas radicales en formas de pensar y vivir la vida, totalmente diferentes entre padres e hijos.

En las familias los niños reivindican hoy su autonomía y sus derechos frente a los padres al corregirlos o no satisfacer sus demandas. En las escuelas, los adolescentes creen saber mejor que los profesores cómo ocupar el tiempo y reclaman entonces participar en la planificación del día a día. En la universidad muchos jóvenes sostienen que no hay puntos de vista mejores que otros, todas las opiniones son iguales y que incluso los libros que sus profesores consideran parte del canon están infectados de género, clase o etnia y no de la razón.  La antigua forma de definirse a sí mismo ya sea social o lo que definía la orientación sexual, hoy se vive como una elección; lo que antes era tensión propia de un esfuerzo, ahora requiere acompañamiento psicológico, asociado a problemas de salud mental; la dieta alimentaria y/o el medio de transporte no son opciones donde cumplen una función instrumental, sino que confieren identidad. El paternalismo arriesga abuso, el saber del profesor en autoritarismo, la ilustración en dominación, la identidad en límites al discurso ajeno, la tristeza en enfermedad y así entre otros.

Temas como “vivir entre viejos”, la anomia, la resistencia a la autoridad, la hipersensibilidad, “solos y juntos”, el uso y abuso de redes sociales, entre otros, hacen de este texto una herramienta empírica producto de una investigación en Chile, para opinar en forma objetiva, de hechos contemporáneos que afectan temas tan relevantes como la formación de los hijos.