Revista de Marina
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Fortis Atque Fidelis, ha sido el lema del Cuerpo de Infantería de Marina desde sus comienzos. Ha servido de distintivo identificador entre las armas de la defensa nacional y un motivo de orgullo para sus integrantes y para quienes ya dejaron las primeras líneas. Me he propuesto delinear algunos aspectos que estimo relevantes de considerar por tratarse de un elemento espiritual no menor y a veces tan ajeno  a un mundo cada vez más tendiente al materialismo y al alejamiento del espíritu corporativo. Me refiero a Fidelis como virtud característica de un Infante de Marina. No es coincidencia que el Cuerpo de  Infantería de Marina de los Estados Unidos lo lleve también en su emblemático Semper Fidelis. Fidelidad procede de la voz latina fides (fe) emparentada con fidere (fiar), de donde se deriva confiar, confianza, confidente, confidencia. Se es fiel a alguien a quien se ha prometido algo en virtud de la fe que se tiene en él por ser fiable. La fidelidad es la respuesta adecuada a una promesa. Prometer es una actividad propia del hombre, pues sólo él es capaz de proyectar el futuro. Promete hoy para cumplir en adelante, en los momentos en los cuales puede tener sentimientos distintos a los actuales. El acto de prometer implica soberanía de espíritu, capacidad de sobrepasar el espacio tiempo y actuar con independencia de los cambios que uno pudiera experimentar. En las bodas se promete crear con el cónyuge una vida de hogar. Esta unidad no se crea de una vez por todas. Los objetos se producen y quedan así hechos para siempre. La unidad conyugal no se produce, sino se va creando en cada uno de los momentos de la vida. Ser fiel no se reduce a aguantar, sino realizar esa labor creadora. Aguantar es de columnas y muros. El hombre está llamado a prometer y cumplir con fidelidad creadora en cada momento lo que juró o prometió en un momento. El hombre voluble, que actúa por impulsos de sus instintos, de su afán de ganancias inmediatas, no es creativo, no se proyecta a lo largo de los diversos instantes de la vida, sino que queda preso en cada estímulo placentero. La fidelidad es una actitud creativa que le confiere a la persona humana un carácter de autenticidad y consistencia. Mantenerse fiel al ámbito creador de adhesión es lo que constituye la actitud de lealtad. Vemos entonces que esta vital actitud, deseable en todo hombre de armas, es un derivado de la fidelidad cultivada y persistente. El término leal proviene de la voz latina legalis, lo que es conforme a la ley. El hombre leal es un hombre de ley, un ser que asume el deber de cumplir lo prometido y mantener los espacios de realidad que ha creado libremente. Ese deber asumido y convertido en voz interior es fuente de libertad. Al actuar conforme a él, el hombre no obedece a una instancia externa o extraña; obedece a lo mejor de sí mismo, al ideal de su vida. No se aferra a lo prometido por terquedad, por afirmar su propia voluntad y proclamarse hombre de palabra; se adhiere a lo prometido con tanta mayor firmeza cuanto más alto es su valor. La promesa se cumple a lo largo del tiempo en virtud de la calidad de lo prometido. Queda claro que la fidelidad es inspirada, impulsada y sostenida por amor a lo valioso, como lo es Dios, la patria, la familia, la nación, los compañeros de armas. En la hora de la desgracia resaltan los amigos fieles y brilla de modo especial el valor de la lealtad. Ser infiel a otros, no cumplir la palabra dada es ser infiel a sí mismo, privarse de arraigo y por tanto de firmeza, de identidad personal, de peso, madurez y honorabilidad. Se es sujeto moral cuando se es fiel a las convicciones básicas, a los ideales, a las leyes del desarrollo personal. No cabe identificar por ello, la fidelidad con la intransigencia y el afán de dominio. En el estadio de creatividad nadie domina sino se colabora en la creación de un espacio de juego común, tras objetivos comunes. Se privilegia la libertad creativa restringiendo la libertad de actuar arbitrariamente. Podría pensarse que una persona es fiel porque tiene firmeza de carácter, más bien al contrario, se dota la personalidad de solidez y energía cuando crea relaciones, reconociendo la validez de estas y se les guarda lealtad. De ese modo se genera la confianza, tan necesaria cualidad de un líder, junto a la constancia y la consecuencia. Asumir un valor atrae y genera afecto y relaciones humanas: relaciones de justicia, de piedad, de fidelidad, de generosidad… Todo valor es relacional no meramente relativista. Los seres humanos tenemos el privilegio de captar valores, advertir que unos tienen más rango que otros y conceder a éstos la primacía sobre aquellos. Mantenerse fiel a un valor y renunciar a otros, por entrañables que sean, supone una soberanía de espíritu sublime. Ser leal puede implicar sacrificios extremos. Tal es el caso de…”rendir la vida si fuere necesario” explicitado en el juramento a la bandera, como símbolo de un valor superior común, cual es la Patria. Esto se refleja en la mística que se aprecia en la Legión IM, cuyo lema es Unio et Traditio. La fidelidad supone el ejercicio de la memoria, entendida como facultad creadora. Recordar es volver a pasar por el corazón (del latín cor: corazón). Ser fiel es un acto de re-creación de la realidad. El cumplimiento de la promesa otorga suprema dignidad. Al momento de elegir u optar por una carrera castrense se debiera tener en consideración que ésta no es comparable simplemente con otras del mercado laboral, independiente si se cuenta o no con la capacidad física e intelectual para superarla. La componente exclusiva de la carrera militar va más allá de lo formal o económico. Se trata de una componente vocacional que no siempre se comprende porque no siempre se explicita. Tal vez lo relatado en este artículo, sin pretensión de verdad absoluta, puede orientar a quienes ya están en ella como también al joven interesado. Dada la jerarquía de los valores que la sustentan, la carrera militar requiere de fidelidad, que viene siendo la mater de todo el comportamiento de un soldado, marino o aviador. Es una carrera de servicio a la Patria, algo más que el servicio público. Para que los valores se materialicen en conductas y actitudes deben ser encarnados por servidores fieles a ellos, hasta el sacrificio más sublime de amor que es dar la vida por los demás. La Infantería de Marina no es la exclusiva cultora de valores ni de la fidelidad, en particular. Lo son todas las instituciones y cuerpos de la defensa. Tal vez la diferencia radica en el tradicional e imprescindible espíritu de cuerpo que la ha caracterizado y que le ha sido de vital sustento en las sucesivas guerras y crisis de nuestra historia. Para que sea un honor y un privilegio ser un Infante de Marina se debe honrar su lema Fortis Atque Fidelis.

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