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El personalismo: la persona como clave de la antropología filosófica

El personalismo: la persona como clave de la antropología filosófica

  • RODRIGO BRIONES CABALLERO

By RODRIGO BRIONES CABALLERO

  • Received at: 13/03/2023
  • Published at: 30/06/2023. Visto 8007 veces.
  • Abstract (spanish):

    La filosofía personalista constituye una de las grandes corrientes de la antropología surgidas en el siglo XX que, fundándose en el pensamiento cristiano y la filosofía moderna, lee con profundidad al ser humano a la luz de la noción de persona. El artículo propone una síntesis de los elementos indispensables para comprender el origen y la identidad de la antropología personalista, así como las líneas fundamentales de la filosofía de quien se considera su fundador, Emmanuel Mounier.

  • Keywords (spanish): ersonalismo, antropología personalista.
  • Abstract:

    Personalism philosophy is one of the great currents in anthropology that emerged in the twentieth century, which, based on Christian thought and modern philosophy, reads profoundly the human mind in view of the notion of the subject. This article proposes a summary of the key elements for understanding the origin and identity of personalism anthropology, as well as the fundamental lines of philosophy, from the person who is considered its founder, Emmanuel Mounier.

  • Keywords: Personalism, personalist anthropology.

Frente a la unidimensionalidad con que el materialismo, de diversa genealogía filosófica, pretende reducir al ser humano, el personalismo se alza hoy como una visión vigorosa que no descarta ningún factor constitutivo en la persona a priori y que, así como no rechaza una sensibilidad receptiva a la reflexión contemporánea, tampoco considera lo clásico como indigno de ser reexaminado por razón de su antigüedad. Es así como la filosofía personalista constituye una de las grandes corrientes de la antropología surgidas en el siglo XX que, fundándose en el pensamiento cristiano y la filosofía moderna al mismo tiempo, lee con profundidad al hombre a la luz de la noción de persona.

El presente artículo se propone destacar en una síntesis cuáles son los elementos indispensables para comprender el origen y la identidad de la antropología personalista del siglo XX, así como las líneas fundamentales de la filosofía de quien se considera su fundador, Emmanuel Mounier (1905-1950). Tal propósito se origina en el convencimiento de que la tradición naval sustenta, de cierta manera, una antropología congruente con sus principios, en cuyo centro se halla la dignidad de la persona humana como clave interpretativa de toda la antropología. En efecto, el mismo Código de Honor, decálogo fundamental que compendia las máximas éticas inherentes a la profesión naval, establece con fuerza que se ha de respetar “los derechos y la dignidad de las personas, en toda situación y circunstancia”, consagrando así, de modo implícito quizás, una antropología de signo personalista.

Origen histórico del personalismo

Antes de exponer los orígenes del personalismo cristiano del siglo XX, es de importancia aclarar que toda filosofía de inspiración cristiana presenta una orientación personalista, en cuanto entiende a la persona humana como un ser de una naturaleza de dignidad infinita. Siendo el hombre para el cristianismo el centro de la creación y, al mismo tiempo, el principal sujeto de la redención de Cristo, no puede ser sino poseedor de una dignidad singularísima. Piénsese en la célebre aserción de Tomás de Aquino que, en perspectiva metafísica, declara que “persona significat id quod est perfectissimum in tota natura” (S. Th., Ia, q. 29, a. 3 c.), es decir, que la persona significa lo que es más perfecto en toda la naturaleza: el ser subsistente en naturaleza racional.

El personalismo, también llamado usualmente filosofía personalista, nace en Francia con Emmanuel Mounier, desarrollándose en torno a la famosa revista Esprit, fundada por él mismo (1932). El personalismo surge en el período entre guerras europeo, una época en la que se levantaron los regímenes totalitarios del fascismo italiano, el nazismo alemán y estalinismo soviético. Fue también la década en que se aguzó la pugna de los dos sistemas económicos imperantes, el marxismo y el capitalismo, que después de la Segunda Guerra Mundial representarán los dos polos que escindirán el mundo en la Guerra Fría. En este sentido, y como el mismo Mounier expresó con ironía, representó una auténtica protesta intelectual contra el “desorden establecido” (2002, pp. 276-296).

Para Mounier, el evento histórico que lo hizo surgir fue la gran depresión de 1929 que, según él, despertó a Europa de una prosperidad ilusoria. Este hecho trágico, no sólo para Norteamérica sino que para el mundo entero, ayudó a confirmar la convicción de que la crisis no podía tener ni exclusivas causas económicas ni exclusivas causas morales o espirituales. Cualquier tentativa en esos sentidos simplificaría el problema. El mundo, sostiene el personalismo incipiente, requiere más bien de una transformación que considere una solución desde ambos planos, en teoría y praxis. Por ello, las dos grandes respuestas en boga son insuficientes: ni el colectivismo marxista ni el individualismo capitalista y liberal hacen justicia a la centralidad de la persona (Coreth et al., 1997). Se hacía preciso, por tanto, elaborar una respuesta filosóficamente sólida desde el pensamiento cristiano que superara la tentación de ambos extremos. La noción de persona, tal como la entiende la tradición filosófica cristiana, será la categoría fundante de una renovada visión del hombre que supere dichas absolutizaciones reduccionistas y unilaterales.

Definición y grandes líneas

Al ser el personalismo una corriente amplia y heterogénea, no es poco discutido si sea posible dar de él una definición satisfactoria. Algunos incluso llegan a sostener que tendría escasa densidad especulativa, de modo tal que sería imposible reconocerlo como una verdadera filosofía elaborada. Otros, enfatizando su diversidad de planteamientos, consideran que sería más propio hablar de personalismos que de personalismo en singular (Williams y Bengtsson, 2022).

No obstante, se sigue aquí la tesis contrapuesta a dicha visión, conforme a la formulación del filósofo español Juan Manuel Burgos: el personalismo es una corriente amplia y flexible, pero, sin perjuicio de ello, con identidad filosófica propia. Si bien el personalismo nació como fuerza opositora a dos sistemas totalizantes, como una opción negativa, pronto demostró ser portador de una especulación sólida, humanista y con sentido positivo. ¿Qué definiría, pues, al personalismo como corriente identificable y con espíritu propio, no como simple reflexión genérica? En el personalismo, la centralidad de la noción de persona es lo que definiría su perspectiva particular, entendiendo que esta noción no es simplemente temática o inspiradora, sino sobre todo estructural (Burgos, 2012). Así, no se llega a la noción de persona como resultado final de un largo recorrido especulativo, sino que se comienza desde ella para nunca abandonarla en toda la reflexión. Por tanto, podríamos definir el personalismo como aquella corriente antropológica contemporánea que reconoce en la noción de persona humana el centro desde la cual construye todo su andamiaje conceptual, inspirándose tanto en la filosofía tradicional cristiana como en los aportes de la filosofía moderna. Para Mounier, “el personalismo es una filosofía; no es una mera actitud. Es una filosofía, pero no un sistema” (2002, p. 675).

Puesto que el personalismo posee una identidad filosófica propia, como se ha dicho, es posible encontrar en él notas comunes esenciales (Asociación Española de Personalismo, 2021) que intentamos enumerar sumariamente a continuación:

O    La noción de persona: Como se dijo, es la clave fundante de su antropología y que estructura toda la comprensión que se tiene no sólo del hombre, sino incluso del mundo. La noción de persona -según la formulación clásica de la filosofía cristiana- tiene en el personalismo una suerte de categoría de principio, desde el cual toda su reflexión cobra vida y talante propio.

O    Distancia insalvable entre personas y cosas: La filosofía debe aproximarse al hombre con categorías especiales, no con las mismas elaboradas para las cosas. Es, por decir así, consecuencia de tomar en serio el abismo reconocible entre la realidad de la persona humana -y también divina- y las realidades no personales, pero hacia las cuales nos aproximamos siempre por mediación de un espíritu personal.

O    La afectividad como dimensión constitutiva del hombre: La afectividad –y el corazón como su centro espiritual- representa un aspecto del todo personal que no puede seguir en estado de relego. La penetración profunda en las realidades de la vida emocional, tan minusvaloradas por la filosofía cristiana más clásica, se vuelven en el personalismo un tópico esencial, que no teme beber de los aportes lúcidos de la moderna filosofía de la consciencia e incluso de la psicología contemporánea.

O    La corporalidad como plano esencial del compuesto humano: El personalismo ha recuperado la importancia que la filosofía cristiana siempre ha otorgado a la unidad dual de la persona, leyéndola desde claves también modernas e inspirándose principalmente en los desarrollos de la fenomenología. La corporalidad, si bien sigue teniendo en el hombre una dimensión independiente y biológicamente determinada, común con los demás animales, en el hombre adquiere un alcance incomparablemente mayor, al ser medio expresivo principal de la intimidad de un espíritu encarnado.

O    La dualidad sexual varón-mujer: Por mucho tiempo la sexualidad fue abordada como una dimensión marginal dentro del pensamiento antropológico, con graves consecuencias para la integridad del análisis filosófico. Gracias a la renovación personalista, el carácter sexuado del hombre ya no es interpretado como simplemente genital y accidental, sino como una determinación radical que afecta a todo el compuesto humano.

O    La comunión de personas: Persona no es una categoría idéntica a individuo. En efecto, la realización de la persona también depende de sus interacciones con el mundo social y comunitario del nosotros. Y a tal punto que incluso el desarrollo personal del sujeto necesita para ser completo de la interacción social y, en sentido contrario, el cuerpo social requiere, para que cumpla sus funciones, del concurso de cada una de las personas que lo conforman.

O    La persona peregrina hacia el Absoluto: La apertura a la trascendencia de la persona es tan constitutiva como sus demás dimensiones, manifestada en su deseo infinito de plenitud y el cultivo del sentido religioso. La persona humana es un misterio que percibe en sí mismo y en los demás una condición trascendente a sus límites categoriales, pero al mismo tiempo, se reconoce precaria, como un ser indigente de un Absoluto que la colma y al que tiende.

O    Método filosófico abierto y comprometido: En el personalismo, la gran tradición perenne de la filosofía clásica y cristiana se integra en una síntesis vital con la sensibilidad moderna, sin excluirse en bloques. Además, una de sus características de importancia se relaciona con su rechazo al academicismo estéril: no puede reducirse a ser una filosofía encerrada en la academia, también busca transformar el mundo y la cultura.

Fecundidad y amplitud

El personalismo es una filosofía esencialmente abierta: a pesar de haber surgido de un hecho histórico determinado, posee una capacidad interna para desarrollarse con fecundidad dentro de otras corrientes de pensamiento, sin abandonar su savia clásica y cristiana. De hecho, es una filosofía viva y, por tanto, todavía en pleno desarrollo. A pesar de que su casi siglo de existencia no sea significativo en términos de la historia global de la filosofía, ha demostrado ser una corriente antropológica de gran fecundidad, tanto por la variedad de tópicos abordados como por la intensidad de su reflexión y, sobre todo, por el origen diverso de formación en sus exponentes. Como consecuencia, el personalismo, conservando un núcleo común, se ha desarrollado al compás de diversas tendencias filosóficas y tradiciones de pensamiento, tales como el existencialismo, el tomismo, la fenomenología o la hermenéutica (Williams y Bengtsson, 2022).

Tan sólo para ejemplificar, y dada la limitación de este sencillo trabajo, ofrecemos un esquema que reconoce sólo algunas de las muchas orientaciones distintas seguidas por el personalismo, además de algunos de sus exponentes relevantes:

Emmanuel Mounier: revolución personalista y comunitaria

Emmanuel Mounier nace en Grenoble, Francia, en 1905, en el seno de una familia sencilla de campesinos con profunda fe católica. Luego de estudiar medicina un tiempo en París, se decide definitivamente por la filosofía, estudiando en la Sorbona y graduándose con calificaciones brillantes. Algunas influencias relevantes en su formación intelectual fueron Péguy y Marcel, pero sobre todo el espiritualismo francés desde Pascal a Blondel y Bergson. Después de algunas experiencias docentes en colegios, abandona la carrera académica para dedicarse a la escritura y la acción. Funda la célebre revista Esprit en 1932. Muere prematuramente de cáncer al pulmón en 1950, en plena madurez intelectual. Entre sus obras importantes se cuentan: Revolución personalista y comunitaria (1935), El personalismo (1949), El afrontamiento cristiano (1944), Introducción a los existencialismos (1946).

La corriente de pensamiento fundada por Mounier fue denominada por él mismo personalismo, expresando con justicia su propuesta. Su pensamiento es profundo, rico en ideas y de intensa retórica, pero muy asistemático. Incluso muchas de sus obras fueron publicadas por entregas en la revista o se editaron a partir de compilaciones de artículos. Intentaremos exponer sintéticamente el núcleo del pensamiento de Mounier usando los tres conceptos del título de una de sus primeras obras: Revolución personalista y comunitaria.

El personalismo de Mounier es revolucionario

El personalismo de Mounier, si bien es verdadera filosofía teórica, posee una dinámica interna tendiente a transformar la cultura y las estructuras sociopolíticas, pues él nunca se consideró un filósofo teórico (Grevillot, 1973). Entiende al personalismo como una filosofía comprometida con causas sociales y funda la revista Esprit también como plataforma de apoyo a causas políticas, como la independencia africana, el republicanismo español o la resistencia francesa.

Mounier es agudo y categórico en criticar las pretensiones del individualismo capitalista, de los fascismos y totalitarismos de su tiempo. En alternativa a estos sistemas, propone lo que él llama una democracia personalista, que es una verdadera síntesis de los elementos de verdad presentes en dichos modelos, en la que todo sirve a la realización libre y real de la persona. En efecto, hay que reconocer que su doctrina sociopolítica, aunque no acepta los presupuestos teóricos anarquistas ni marxistas –pues es un católico convencido-, contiene muchos elementos de dichas filosofías en la práctica. De hecho, Mounier apoyó con cierta ambigüedad movimientos declaradamente marxistas (Urdanoz, 1985).

El personalismo de Mounier es personalista

Toda la reflexión de Mounier se articula alrededor del concepto rico y pluridimensional de persona, que siempre tiene la primacía. Aunque la persona no es totalmente definible, pues nunca debe dejar de ser supuesto en ella un misterio indescifrable, la entiende como un ser espiritual encarnado y, a la vez, independiente, en el que todos los grandes valores humanos tienen lugar, especialmente la libertad. En las líneas básicas, Mounier no se aleja de la doctrina clásica sobre la persona, que sólo renueva en sus modos de expresión a través de su estilo brillante de escritura. Reconoce siempre que es el cristianismo el que aporta la noción completa y decisiva de persona, superando los atisbos parciales e insuficientes del pensamiento griego.

Además, describe fenomenológicamente las dimensiones de la persona, reconociendo en ella tres planos principales: vocación, que designa la cualidad unitaria de la persona espiritual; encarnación, que equivale a su condición de espíritu que informa un cuerpo sometido a las condiciones categoriales; y comunión, que se refiere a la vocación constitutiva del hombre vivir con otros. En razón de su valor fundamental, para Mounier “la persona es un absoluto respecto de cualquier otra realidad material o social y de cualquier otra persona humana. Jamás puede ser considerada como mera parte de un todo” (2002, p. 410).

El personalismo de Mounier es comunitario

La singularidad de la persona no hace de ella un simple individuo, que es una categoría propia de las cosas: la persona posee una vocación constitutiva a la comunión. Con su visión de comunidad, Mounier realiza una suerte de síntesis superadora del colectivismo y del individualismo. La comunidad no se identifica con la sociedad; muy por el contrario, el mundo tiende a ser despersonalizante precisamente porque falta en él el predominio de la comunidad. Una comunidad es, pues, un cuerpo social formado por personas que no pierden su singularidad en la expresión del nosotros. Así, el nosotros orgánico, como realidad espiritual adecuada al yo, no nace por el olvido de la persona, sino, muy por el contrario, por su plena conciencia (Coreth et al., 1997).

Conclusión

El personalismo, por más que suponga una precomprensión cristiana del mundo en su origen, es genuina reflexión filosófica, pues se aproxima a la verdad antropológica con las fuerzas naturales de la razón humana. Al mismo tiempo, parece ser una antropología adecuada a las exigencias del presente: integrando las nociones clásicas y los enriquecimientos nacidos de la filosofía moderna y contemporánea, el personalismo afronta con un vigor nuevo las discusiones antropológicas que suscita nuestra época, evidenciando cómo la categoría de persona sigue mostrándose fecunda para comprender el misterio del hombre y su verdad.

En el contexto de una sociedad que se despersonaliza progresivamente al ir abandonando conquistas básicas de la civilización cristiano-occidental, tales como la dignidad inalienable de la persona, el sentido comunitario y relacional del encuentro con otros o la apertura a la trascendencia y la búsqueda del Absoluto, el personalismo se propone como una antropología apropiada para devolver al hombre contemporáneo su rostro verdaderamente humano (Mortensen, 2017).

Lista de referencias

  1. Asociación Española de Personalismo (2021). ¿Qué es el personalismo? Recuperado de http://www.personalismo.org.
  2. Burgos, J. M. (2012). Introducción al personalismo. Madrid, España: Palabra.
  3. Coreth, E., Neidl, W., Pfligersdorffer, G. (1997). Filosofía cristiana en el pensamiento católico de los siglos XIX y XX, t. 3. Madrid, España: Encuentro.
  4. Grevillot, J. M. (1993). Las grandes corrientes del pensamiento contemporáneo: existencialismo, marxismo, personalismo. Santiago-Madrid, Chile-España: Zig-Zag y Rodas.
  5. Mortensen, J. N. (2017). The Common Good: An Introduction to Personalism. Wilmington, EE. UU: Vernon Press.
  6. Mounier, E. (2002). El personalismo: antología esencial. Salamanca, España: Sígueme.
  7. Reale, G., Antiseri, D. (2005). Historia del pensamiento filosófico y científico, t. 3. Barcelona, España: Herder.
  8. Tomás de Aquino (2019). Summa theologiae. Pamplona, España: Fundación Tomás de Aquino. Recuperado de https://www.corpusthomisticum.org.
  9. Urdanoz, T. (1985). Historia de la filosofía, t. 8. Madrid, España: Biblioteca de Autores Cristianos.
  10. Williams, Th. y Bengtsson, J. (2022). “Personalism”. The Stanford Encyclopaedia of Philosophy. Recuperado de https://plato.stanford.edu.

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