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El espíritu Torpedero en 1978

El espíritu Torpedero en 1978

  • GALO GUILLERMO BARROS URZÚA

By GALO GUILLERMO BARROS URZÚA

  • Received at: 15/07/2024
  • Published at: 24/10/2024. Visto 323 veces.
  • Abstract (spanish):

    Resaltar el espíritu de los tripulantes de las Lanchas Torpederas durante el conflicto del Beagle el año 1978, provocado por Argentina al desconocer unilateralmente el Laudo Arbitral Británico. También describir el alistamiento, preparación y conocimiento del área marítima al sur del canal Beagle por la Flotilla de Torpederas. Reconocer el apoyo de la Base Naval de Puerto Williams y de las familias en particular cuando la situación bélica era inminente.

  • Keywords (spanish): conflicto, Torpederos, espíritu, deber.

Para quienes tuvimos el privilegio de ser tripulantes de la Flotilla de Torpederas, el año 1978 fue de gran tensión. En ese período, la situación vecinal con Argentina fue empeorando desde que las autoridades de dicho país desconocieron el fallo del árbitro británico que ratificaba la permanente soberanía chilena sobre el área que comprendía las islas Picton, Nueva y Lennox y su proyección marítimo-terrestre hacia el sur, declarándolo “insanablemente nulo”.

Este hecho unilateral del Gobierno argentino marcó el inicio de un aumento de tensión en las relaciones diplomáticas entre ambos países que culminaría en diciembre de ese año, con el despliegue de fuerzas navales argentinas hacia nuestra área austral con la intención de invadirla, en particular en lo que se refiere a las islas Picton, Nueva y Lennox habitadas por pobladores chilenos y reforzados por Infantes de Marina.

La tensión de relaciones, en el área austral ya se había iniciado en el año 1977, cuando las fuerzas navales argentinas instalaron sorpresivamente una baliza luminosa en nuestro islote Barnevelt, ubicado al sur de las islas Picton, Nueva y Lennox y a la cuadra del archipiélago de las islas Wollaston. Baliza, desmontada pronto por una unidad naval de la Tercera Zona Naval y luego destruida completamente.

Sobre el alistamiento y motivación de las unidades navales de superficie y submarinas, de los efectivos de Infantería de Marina y de la Aviación Naval y la excelente motivación y preparación de ellas, se han escrito diversas publicaciones que resaltan su gran espíritu de preparación y patriotismo. Ese mismo espíritu es el que inspiraba a los tripulantes de los buques dependientes de la Tercera Zona Naval cuya misión era hacer y defender la soberanía nacional en toda el área marítima de su jurisdicción. Entre tales Unidades, la Flotilla de Torpederas, por sus características bélicas, era una verdadera “punta de lanza” en la defensa de dicha soberanía, en particular en el área del Beagle.

La Flotilla de Torpederas estaba constituida por las lanchas torpederas Fresia, Guacolda, Tegualda y Quidora. Su mando era ejercido por un Capitán de Fragata, con experiencia de mando en Torpedera. Cada lancha era comandada por un Capitán de Corbeta antiguo, en este caso de la promoción de Guardiamarinas de 1961. 

Los tripulantes de las Torpederas eran, en su mayor parte, especialistas con acabado conocimiento profesional y con vasta experiencia de la geografía y en las duras condiciones de vida del área austral. La dotación, estaba compuesta por tres oficiales, un Capitán de corbeta, comandante; un teniente segundo, segundo comandante; y un subteniente, Oficial Piloto. El cargo de Ingeniero era ejercido por un Suboficial Mecánico de Máquinas. Cabe destacar que lo más valioso de nuestras dotaciones era el espíritu de cuerpo, el patriotismo, la lealtad y el buen ánimo que prevalecía aún en medio de las difíciles circunstancias de ese año. Tan buen ánimo y disposición para estar dispuestos a defender la patria caló muy hondo en nuestros corazones, de tal modo que pasados los años y estando todos en condición de retiro de la Armada, periódicamente nos reunimos socialmente los “torpederos”: personal y oficiales.

Las características de las Torpederas: su aceleración de velocidad, su armamento y su capacidad de ocultamiento, sumado el acabado conocimiento de las posibilidades de que ofrecía la geografía e hidrografía de dicho teatro de operaciones hacían que, hábilmente dirigidas y situadas, fueran aptas para atacar por sorpresa a unidades mayores de superficie que intentaran violar nuestra soberanía.

El área al sur del canal Beagle era el área de entrenamiento de la Flotilla de Torpederas. Las aguas interiores de Picton, Nueva y Lennox, del archipiélago Wollaston hasta el cabo de Hornos, y las del canal Murray hasta Bahía Nassau, eran el escenario normal del desplazamiento y entrenamiento permanente en que hacíamos soberanía y nos ejercitábamos.

El puerto base y logístico de la Flotilla era Puerto Williams, en la rivera norte de la isla Navarino. En él, los tripulantes casados tenían sus hogares, mientras los solteros pernoctaban en los casinos navales, según sus grados. También este puerto era la base del Gobernador Provincial, cargo que ejercía el comandante de la Base Naval, con grado de Capitán de fragata, y en cuya jurisdicción estaba incluida la Antártica chilena.

Los residentes de Puerto Williams, en ese entonces vivíamos relativamente aislados de Punta Arenas y más aún del resto del país. Las comunicaciones por voz eran solo por canales de H.F. No se contaba con la telefonía móvil ni se recibían señales de algún canal de Televisión nacional, todavía. De ahí que la correspondencia postal con el resto del país era el medio de comunicación más empleado. El transporte de personas era ofrecido por una avioneta civil, regularmente cada semana según lo permitían las condiciones climatológicas. La Armada por su parte, comunicaba Punta Arenas y Puerto Williams con vuelos de un avión naval de transporte “CASA” y con abastecimientos por medio de Barcazas y Patrulleros zonales. Sin embargo, esta situación de relativo aislamiento fue un factor de fuerza para mantener la unión y el buen espíritu de nuestras tripulaciones y familias durante todo el año 1978 y en particular durante el tiempo de la máxima tensión vecinal, a fines de ese año. Se puede destacar que nuestras familias permanecieron en todo dicho período en Puerto Williams, siendo esto un apoyo moral invaluable para los tripulantes con familia en la Base.

Del importante rol que cumplieron nuestras Torpederas en el patrullaje y defensa de la soberanía chilena en los canales australes queda actualmente como monumento para la posteridad el emplazamiento de la Torpedera Fresia en la Plaza de la Soberanía, ubicada en Punta Arenas. De este modo, las futuras generaciones pueden vislumbrar el importante rol que cumplió por décadas la Flotilla de Torpederas en el área marítima austral, en la defensa de nuestros justos derechos territoriales.

Transcurridos 45 años del llamado “conflicto del Beagle” hemos estimado de justicia recordar y resaltar el espíritu profesional que guiaba a los tripulantes “torpederos”, dispuestos a defender hasta las últimas consecuencias la soberanía nacional. La satisfacción de haber cumplido nuestro deber patrio por una causa justa quedó confirmada con la firma del Tratado de Paz y Amistad entre ambos países en noviembre de 1984, bajo el arbitraje del Papa Juan Pablo II.

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