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El aporte de marinos al desarrollo de Chile en el siglo XIX

El aporte de marinos al desarrollo de Chile en el siglo XIX

Al cumplirse el bicentenario de la institución, el autor ha querido hacer una reseña de la contribución al país que hicieron nueve oficiales de marina en ámbitos distintos al propiamente profesional, desde la historia hasta la política, durante el siglo XIX y comienzos del siglo XX.

Tantas veces se ha mencionado que Chile es un país que vive de espaldas al mar, que teniendo ese enorme “maritorio” no lo ha sabido apreciar ni aprovechar para su progreso y crecimiento. Esto, en gran medida es cierto, pero no totalmente. Existe y ha existido un pequeño grupo del estrato social de Chile que siempre ha tenido la conciencia de la importancia de utilizar el mar, de recorrerlo, de aprovechar sus recursos, de hacer presencia y establecer soberanía en él. Ese estrato es desde luego, el que incluye a los hombres de mar, sean marinos de guerra, marinos mercantes, empresarios pesqueros o pescadores artesanales. Todos ellos, desde su ámbito de acción, hacen realidad el que Chile tiene un destino marítimo y que sin su mar, mal podría preciarse de ser una potencia de Sudamérica y América Latina.

Ahora bien, es nuestra intención centrarnos en aquellos hombres de mar que pertenecieron a la Marina de Guerra, pero que no obstante su profesión de armas, tuvieron una fuerte inquietud por el desarrollo de las letras, ya sea en el área más científica de sus respectivas especialidades, o en áreas más alejadas de su profesión, como la historia, la ciencia política, la política misma o incluso la literatura. Al cumplir la Armada de Chile 200 años de existencia, queremos hacer un recuento de algunos de esos marinos ilustrados que no sólo dieron lo mejor de ellos en pos de la paz y seguridad de la nación, sino que también quisieron entregar una contribución a esos otros aspectos de la vida de un hombre, los que transitan por el mundo de las ideas, del saber, del conocimiento o del actuar en la civilidad, para difundir mejor el quehacer de la institución naval, de sus diversas áreas o también para ayudar a organizar y ordenar la vida pública y así hacer de Chile una gran nación. Como los marinos que se destacaron en este ámbito conforman una pléyade no escasa, se ha ideado la redacción de dos artículos, éste primero con aquellos ilustres del siglo XIX y posteriormente otro con los destacados finiseculares y del siglo XX.

Lord Thomas Alexander Cochrane

Si nos remontamos a los inicios de la vida republicana de Chile y al nacimiento de la Armada Nacional (1818-1824), ya en aquellos años tenemos un marino que destacó en el mundo intelectual de la época, como es el caso del vicealmirante Thomas Alexander Cochrane, marino ejemplar, de extraordinarias capacidades militares, estratégicas, administrativas, científicas e incluso literarias, que, aunque no fue chileno de origen, adoptó esta nación como su segunda patria. Aparte de su indiscutible capacidad organizativa y de gestión en la conformación de nuestro primer poder naval, gestando, ideando y llevando a cabo los miles de detalles que conformaban el conseguir los buques, armarlos, aparejarlos, abarrotarlos, tripularlos, etc., asimismo fue importante su aporte en los adelantos tecnológicos. Sus dotes de inventor no fueron menos destacados, creando entre otras cosas una lámpara para evitar que los buques de la escuadra se dispersaran y alejaran del buque guía durante la noche o en días nebulosos. Pero, así como se destacó en el ámbito naval, no fue menos en el civil, siendo un activo precursor del desarrollo agrícola, introduciendo en el país algunos vegetales desconocidos hasta entonces y maquinaria para la labranza, en su fundo en Concón. En lo industrial, tampoco fue menos, desarrollando una ingente manufactura de láminas de cobre en conjunto con John Miers en una fundición instalada en el mismo Concón. En este sentido, es muy notable su gestión para traer a Chile el primer buque de guerra a vapor, el Rising Star o Estrella Naciente (nombre dado en honor a la estrella de Chile). Buque que el mismo financió en parte y que además preparó en lo concerniente a las calderas y las ruedas, junto al ingeniero Alexander Galloway, las que diseñó dentro del casco, de manera que no molestasen para la instalación de cañones a los costados y fueran menos vulnerables. Cabe señalar que dicha nave era mixta, es decir a vela y vapor, ya que como esta fuente de energía era todavía muy incipiente, faltaba aún mucho tiempo para que se abandonase el velamen. El Rising Star, ideado y diseñado en gran parte por Cochrane, fue el primer vapor en cruzar el Atlántico y el Pacífico, entre fines de 1821 y comienzos de 1822, y también el primer vapor de guerra en el mundo.1 En suma, las dotes de Cochrane en el campo de las letras fueron igualmente notable, formando sus cartas, informes, partes, memorias y tratados un corpus documental de extraordinario interés en campos tan diversos como la mecánica, la química, la política, la ciencia naval y por cierto la historia naval de Chile y universal, de la que es uno de sus más ilustres personajes.2

Manuel Blanco Encalada

Avanzando un poco más en el siglo XIX, vemos que los marinos chilenos están inmersos en la vida nacional, no solo en su campo de acción, que es el mar y los buques de guerra, sino también en otros ámbitos, siendo activos colaboradores del gobierno en su tarea de formar y desarrollar el complejo aparato estatal y las numerosas estructuras de gobierno de una nación en crecimiento. Este es el caso de Manuel Blanco Encalada, quien participando de esta tarea gubernativa aceptó el cargo en 1826 de ser el primer mandatario de la nación, convirtiéndose de esta manera en el primer gobernante en ostentar el título de presidente de la República, puesto que los anteriores a él habían sido Directores Supremos. A pesar de que su labor como gobernante duró sólo dos meses, debido a la compleja situación política y económica por la que pasaba el país, su interés y preocupación por los asuntos de Estado marcó un precedente en la historia nacional con respecto a los marinos. Durante su gestión se gestionaron una serie de leyes de carácter federal, siendo estas el primer y único intento de organizar el país según ese sistema de gobierno, las que fueron prontamente rechazadas por considerarlas poco prácticas y que, junto al desastroso estado del erario nacional y el nulo apoyo del Congreso al Ejecutivo, llevaron finalmente a la renuncia de Blanco Encalada en septiembre del mismo año.3 Por otra parte, en 1821 mientras se hallaba residiendo en Santiago, hizo renacer en su casa la Sociedad Económica de Amigos del País, entidad creada en 1813 pero de corta vida, en la que se discutían problemas nacionales y otras iniciativas de tipo filantrópicas en pro del desarrollo. De manera similar, en 1847 es nombrado intendente de Valparaíso, período en el cual el puerto conoció un desarrollo urbano extraordinario, pavimentándose la mayoría de las calles, y ensanchando y mejorando importantes avenidas como Victoria, Cochrane y Yungay. De igual modo, abrió una nueva vía que se hacía muy necesaria y a la cual en su honor se nombró Blanco Encalada, canalizó el estero del cerro Barón, construyó una cárcel, un hospicio, los almacenes fiscales, un liceo y dio inicio a la red de alumbrado a gas y agua potable, entre otras muchas obras de adelanto. Además, ejerció brillantemente las labores de embajador y ministro plenipotenciario en Europa.

Roberto Simpson Simpson y Enrique Simpson Baeza

Roberto Simpson Simpson.

El vicealmirante Roberto Simpson Simpson se distinguió por ser el primer hidrógrafo que tuvo Chile, desarrollando una vasta labor de exploración y reconocimiento de las zonas más recónditas del Chile austral, a la vez que fue el autor del primer levantamiento hidrográfico realizado en nuestro país en 1834, llevado a cabo en la desembocadura del río Bueno. La Armada, por estas actividades y por sus más de 50 años de dilatados servicios les ha dado su nombre a seis buques en distintos períodos. Otro Simpson, su hijo Enrique fue como su padre, un hidrógrafo destacado, haciendo levantamiento de cartas y planos de la

Enrique Simpson Baeza

región de Aysén y los archipiélagos de Chonos y las Guaitecas, entre 1870 y 1874. Y luego, entre 1874 y 1875 de los canales occidentales de la Patagonia, región de Magallanes y el río Santa Cruz. En otro plano, es muy interesante su publicación del Manual de Artillería Armstrong en 1894, el cual fue profusamente utilizado por la Armada en esos años, así como también varios artículos en la Revista de Marina, entre los que destacó el titulado “Proyecto de dique seco en el bajo Marinao, bahia de Talcahuano”, el cual incluía planos de su ubicación y diseño, demostrando así la preocupación por dotar a la Marina de esta tan importante herramienta de reparación y mantención de los buques.

Francisco Vidal Gormaz

No podemos dejar de mencionar aquí al padre de la hidrografía nacional, quien si bien no fue el primero, sus méritos en pro del desarrollo del descubrimiento y exploración de los territorios chilenos lo destacan sobradamente. Nos referimos por cierto a Francisco Vidal Gormaz, quien desde joven comenzó a destacarse por su erudición científica. Es así como en 1865 se encuentra trabajando en el Observatorio Astronómico Nacional en Santiago y con ocasión del eclipse de sol ocurrido en abril de aquel año, fija por medio de éste, la longitud geográfica de la Escuela Naval en Valparaíso. A lo largo de su dilatada carrera publicó muchos trabajos de la especialidad hidrográfica, entre otros, “Constitución de los trabajos de exploración del río Valdivia y sus afluentes”, cuyo plano respectivo es notable por su precisión y detalle, “Exploración de la costa de Llanquihue y río Puelo”, “Ercilla y su descubrimiento de Chiloé”, “Algunos datos relativos al terremoto del 9 de mayo de 1877”, todos ellos publicados en diversos órganos de prensa y publicaciones especializadas. Pero, de todos ellos, su más importante obra es el conocido “Algunos naufragios ocurridos en las costas chilenas”, que comprende desde el año 1520 hasta el 1900 y es el compendio más completo publicado en Chile sobre siniestros marítimos del período y referencia obligada para la consulta de estos. Cuando Chile se vio enfrentado a la Guerra del Pacífico, se hizo necesario conocer el territorio nortino para las diversas campañas por venir, pues allí el trabajo de Vidal Gormaz en el estudio de la zona fue fundamental, plasmado en sus trabajos “Noticias del desierto y sus recursos”, “Geografía Náutica y Derrotero de las costas del Perú” y “Estudios sobre el puerto de Iquique”, los cuales merecieron elogiosos comentarios del ministro de Guerra en campaña y del General en Jefe del Ejército. Empero, sin lugar a dudas su mayor contribución fue la formación y organización de la Oficina Hidrográfica, dependiente del Ministerio de Guerra y Marina en 1874, donde fue su primer director y el encargado de la redacción del Derrotero de la Costa de Chile, el Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile y el Aviso a los Navegantes, publicaciones de enorme relevancia y trascendencia en el estudio y análisis científico y práctico del mar y la costa chilenos y que se publican hasta nuestros días. En palabras de su biógrafo Enrique Cordovez:

…su obra no sólo es extensa en abundante expansión horizontal, sino que a la vez es profunda en el plano vertical hasta agotar los fondos mismos de la materia investigada… consagrado al mar y a la hidrografía, su obra se perpetuará sin límite sirviendo de base y cimiento a todo el grandioso edificio que depare el progreso.4

Juan José Latorre Benavente

Juan José Latorre Benavente

Otro ilustre marino fue Juan José Latorre Benavente, gran gestor de la victoria de Angamos, de Chipana y del segundo combate de Iquique el 10 de julio de 1879.5 Pero nos interesa destacar en este artículo su aporte al desarrollo nacional en el ámbito intelectual y político. En cuanto al primero, es interesante mencionar su trabajo titulado “Proyecto de reforma da la ley de montepío militar”, publicado en 1903 y que fuera muy considerado en su momento para estudiar y finalmente redactar la nueva ley de montepío militar. Como lo corrobora el siguiente comentario de la Revista de Marina de diciembre de 1909:

…el proyecto Latorre, de Montepío Militar, habría sido ley hace ya tiempo, sino fuera por el recargo de la labor parlamentaria de fines de año. Dicho proyecto, que como se sabe, no irroga desembolso alguno al erario…, recomienda y encarece su pronto despacho…pues se trata de encontrar un momento oportuno para dar remate a este asunto, que viene tramitándose laboriosamente desde hace nueve años.6

El proyecto, era de esperar, fue aprobado por el Congreso y promulgado como ley en septiembre de 1910, beneficiando así a muchas familias de marinos y militares. Posteriormente, sus estudios fueron la base para la creación de la Caja de Retiros y Montepíos de las Fuerzas Armadas. Por otra parte, fue también relevante su aporte a la hidrografía y geografía nacional con la publicación de su “Exploración de las aguas del Skyring o del espejo y de la parte austral de la Patagonia”, publicado tanto en el Anuario Hidrográfico como en los Anales de la Universidad de Chile. Y como diplomático fue muy importante su actuación en Europa durante casi siete años, supervisando la reparación del blindado Blanco Encalada y encargándose de la adquisición y renovación de buques y de la artillería costera, como fue la compra del acorazado Capitán Prat, los cruceros Pinto y Errázuriz y los cazatorpederos Condell y Lynch. Asimismo, fue importante su gestión como canciller en 1898, llevando a cabo la firma del tratado Billinghurst-Latorre con el Perú por la zona de Tacna y Arica y el protocolo Piñero-Latorre, referido a una solución pacífica respecto del diferendo austral con Argentina. El presidente Federico Errázuriz Echaurren aseveró, respecto de su gestión que “la conquista de la paz había sido posible esta vez gracias al tino con que dirigió el debate y al prestigio americano de su nombre.”7 Finalmente, recordamos su actuación como senador por Valparaíso, en donde su lucha por el mejoramiento de la situación obrera fue notable, cuando en el primer fallo arbitral por el Tribunal de Conciliación y Arbitraje entre patrones y obreros que hubo en Chile en 1903, el almirante Latorre “defendió con absoluto sentido de justicia y ecuanimidad a los obreros,8 y en el cual se sentó un precedente para las futuras prácticas de arbitraje en cuanto a legitimar las aspiraciones obreras al establecer aumento en los salarios, reformas en las condiciones de trabajo, mejoras en los contratos de trabajo, tarifas y jornadas labores.9

Luis Uribe Orrego

No podemos dejar de incluir en esta revisión al vicealmirante Luis Uribe Orrego, héroe del Combate Naval de Iquique que sucediera en el mando de la Esmeralda al comandante Prat y actuara tan dignamente como su antecesor, camarada y amigo. Poseedor de un intelecto superior y de probadas aptitudes literarias, heredadas de su ilustre madre, doña Rosario Orrego,10 fue el autor de un amplísimo trabajo de relación histórica de la Armada chilena, que abarcó desde los comienzos de nuestra Marina en la Independencia (1817) y hasta la Guerra con España (1865), el que publicó por partes y con distintos títulos desde 1892 hasta 1913. Asimismo, redactó una completa relación de los combates navales en la Guerra del Pacífico, entregando muy interesantes datos, especialmente del ocurrido en Iquique el 21 de mayo y del cual fue principalísimo protagonista. Esta obra, tal como Uribe lo expresa en sus primeras páginas, tuvo la novedad de tratar todos los enfrentamientos navales en conjunto y con el prisma técnico y crítico del especialista, logrando un pormenorizado análisis que ha sido consulta obligada de los historiadores del período. Por otra parte, redactó un tratado de hidrografía muy utilizado en su época en la Escuela Naval y una “Cartilla de Táctica Naval para el uso de los guardiamarinas”. También escribió acerca de la Marina Mercante, publicando el texto “Nuestra marina mercante, 1810-1904” en 1904, cuando se estaba tramitando el proyecto de ley sobre protección a dicha marina y como apoyo a su pronta tramitación, y “Fomento de la Marina Mercante Nacional: establecimiento de compañías americanas de vapores” en 1908. Incluso tuvo comentarios de análisis para el futuro Canal de Panamá con un pequeño opúsculo “Modificaciones que en el comercio del continente producirá el Canal de Panamá”, publicado ese mismo año y seis antes de su apertura, demostrando su perspicacia para prever las problemáticas y cambios en las rutas de navegación mundiales. Entre 1892 y 1895 fue director de la Escuela Naval y en su rectorado le cupo la distinción de inaugurar el nuevo y flamante edificio del Cerro Artillería, conocido como la “Blanca Casona”, sede de la escuela por más de 70 años y nombrado oficialmente “Luis Uribe Orrego” en su honor. Más tarde, cumplió labores como ministro de Guerra y Marina, intendente de Valparaíso y formando parte de la Comisión de Puertos dedicada al estudio del mejoramiento de las obras portuarias de Valparaíso.

Arturo Prat Chacón

Si bien nuestro máximo héroe naval no fue estrictamente un literato, quizás lo hubiese sido si no fuera porque el destino o la providencia lo llamó a superiores empresas a muy temprana edad, es necesario incluirlo como un aporte intelectual, considerando varios esfuerzos suyos, tales como su memoria para obtener el título de Licenciado en Leyes y sus brillantes defensas en varios casos judiciales en los que participó, siendo ellos interesantes y dignos de estudio para la jurisprudencia nacional.11 No deja de tener valor, por demás, el hecho de que haya sido a su vez el primer oficial de marina chileno en ostentar adicionalmente el título de abogado y ejercer ambas carreras simultáneamente, con todos los sacrificios que ello implicaba. Su labor pedagógica es igualmente encomiable, impartiendo clases en la Escuela Naval y en la Escuela Nocturna Benjamín Franklin de Valparaíso. Siendo ayudante de la Gobernación Marítima se le pidió que estudiara el proyecto de ley de navegación, estudio que plasmó en sólidos comentarios a 152 artículos y que sentó las bases para la formulación de dicha ley, la que estuvo vigente durante 100 años. Su tío Jacinto Chacón, le comentaba a Vicuña Mackenna sobre Prat y su capacidad para el estudio:

Y en este ramo debo decir a Ud. que yo tenía un verdadero placer de conferenciar con él sobre puntos obscuros e importantes de la legislación,

…y descubría en él una gran sagacidad y rectitud de juicio que proyectaba luz sobre mi inteligencia y hacía en mí el efecto de una revelación.12

Con dotes de buen orador, como es dable en un jurisconsulto, la marina lo escoge para pronunciar los discursos fúnebres de dos significativos marinos, el almirante Blanco Encalada en 1876 y el almirante Roberto Simpson en 1877. Hombre inteligente y sagaz, a la vez que muy culto, fue designado por el gobierno para desempeñarse como agente confidencial en Uruguay y Argentina, a fines de 1878, para formarse una idea fidedigna de la real situación política, económica y de defensa de esta nación, en un delicado momento en las relaciones con el país trasandino en disputa por la Patagonia. Solo cinco meses después, Arturo Prat se inmolaba en la rada de Iquique, dando el postrer corolario a esta verdadera vida de héroe, donde también se reflejó que Prat fue un hijo de su tiempo y no un marino atípico, como a veces se le ha clasificado, sino que un oficial de marina como algunos otros, en cuanto su preparación y profesionalismo. En palabras de Castagneto y Lascano:

Mas bien es, junto con otros pocos como Luis Uribe o los pioneros de la hidrografía en Chile, un adelantado en esa época de transición, en la que los oficiales de la vieja escuela, forjados en la dureza de la disciplina, dan lugar a una generación más profesional e instruida, acorde con los avances que se están produciendo en la ciencia y tecnología navales.13

Alberto Silva Palma

Alberto Silva Palma

El contraalmirante Alberto Silva Palma pertenece a este pequeño grupo de marinos literatos que una vez concluida su carrera naval, optaron por plasmar en las páginas de un libro sus múltiples vivencias, experiencias, conflictos, esfuerzos y desafíos vividos en el cotidiano trafago de la agitada vida de un marino. Así, en el año 1913, ocho años después de su retiro de la Armada, salen a la luz dos interesantes publicaciones de relatos marineros: “Crónicas de la Marina Chilena“ y “Reminiscencias de un viaje al Mediterráneo.” La primera se trata de memorias o narraciones históricas que el almirante había publicado en el diario El Mercurio y ahora las presenta recopiladas en un volumen, varias de ellas son relatadas de primera mano al haber sido testigo de lo narrado. En sus páginas se pueden leer vívidos relatos de personalidades tales como George Slight, el proverbial Ño Brito, el teniente Avelino Rodríguez o el bravo capitán Orella, así como sucesos tan trascendentes como el desembarco en Ite, el combate naval de Iquique, la toma de Pisagua o el bloqueo del Callao. En el segundo texto “Reminiscencias de un viaje al Mediterráneo”, Silva Palma se explaya en la narración del viaje de instrucción realizado por la corbeta Abtao en 1890 por aguas del Atlántico y el Mediterráneo, siendo él su comandante. Cuando regresaron a Chile, los primeros días de enero de 1891, reciben la noticia de los sucesos políticos que ocurrían y Silva Palma relata la decisión unánime de la oficialidad de plegarse al bando congresista, así como la de la gente de mar, la que al ser consultada sobre el tenor, emotivamente responde en la voz de un cabo de mar: “Mi comandante, a nombre mío y de mis compañeros, digo a Ud. que los tripulantes del Abtao seguirán a sus jefes y oficiales a donde quieran llevarlos, aunque sea a la muerte.”14 Publicó, por otro lado, dos interesantes estudios profesionales: “Defensa contra los ataques de torpedos” en el Anuario Hidrográfico Nº 6 de 1880 y “Noticias del crucero Esmeralda” en la Revista de Marina de agosto y octubre de 1886, en los que vierte sus agudas observaciones sobre la operatividad de estas modernas armas de combate.

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