Revista de Marina
Última edición
Última edición

Discurso del 131° Aniversario del Combate Naval de Iquique y día de las Glorias Navales

Discurso del 131° Aniversario del Combate Naval de Iquique y día de las Glorias Navales

  • Published at: 01/08/2010. Visto 330 veces.

El 21 de mayo de 1879, Chile vivió una de las más trascendentales jornadas de su historia. Historia en la que, por lo demás, no han sido escasas las ocasiones de sentir hondo y legítimo orgullo nacional. Aquel día, unida a la victoria de Punta Gruesa, se consumó el sublime sacrificio del Comandante Arturo Prat Chacón, al mando de la gloriosa corbeta “Esmeralda”, en las aguas de Iquique. Estas acciones originaron la efeméride con que, honrando a sus héroes del mar, Chile entero celebra el día de sus Glorias Navales; al ser Prat y sus hombres – y por cierto, la Armada de Chile, privilegiada custodia de sus épicas herencias – exponentes paradigmáticos de la Nación, integrantes de su nobleza ancestral e inspiradores fundamentales que la guían hacia sus mejores destinos. Dado que “la nobleza obliga”, nuestra Patria está comprometida con su entidad original, con sus hijos más preclaros – los reconocidos públicamente por la trascendencia de sus virtudes o el conjunto anónimo de mujeres y hombres que, en sacrificado y austero quehacer existencial, contribuyen a solventar la suma de las cualidades de la Nación – y desde luego, con la responsabilidad de proyectarse a un porvenir congruente con su legendario origen, su valerosa trayectoria histórica y su ancestral orgullo de raza. La verdadera y auténtica nobleza de Chile nace de la reunión de los valores de su linaje, presente éste tanto en las características con que nuestros aborígenes consagraron sus cualidades atávicas, como en las de quienes, entrañando el ideal de la fe en los misterios de la eternidad, vinieron a estos mares y tierras remotas a expandir la civilización occidental y cristiana. Su ensamblaje, dio entonces origen a una entidad nacional que se sustenta en las virtudes de la raza y en los valores del espíritu, basados ambos, granítica e irrenunciablemente, en el concepto superior de la libertad; condición indisolublemente vinculada, por lo demás, a la íntima convicción y práctica solemne del HONOR y la VERDAD; ya que sólo ellos nos harán libres como pueblo. La Armada de Chile, institución fundamental y originaria de la República - y garante permanente de su libertad - ha entrañado, como sello indeleble de su alma corporativa, tanto el culto permanente como el ejercicio irrestricto del HONOR y la VERDAD, esenciales en la construcción de la férrea confianza entre sus miembros. Ello, en consecuencia natural y lógica del ejemplo de sus héroes que, sin vacilación alguna, hicieron del sagrado juramento de “servir fielmente a la Patria, hasta rendir la vida si fuese necesario”, la demostración inequívoca Edmundo González Robles** DISCURSO DEL 131° ANIVERSARIO DEL COMBATE NAVAL DE IQUIQUE Y DÍA DE LAS GLORIAS NAVALES* * Discurso efectuado por el Comandante en Jefe de la Armada, Almirante Edmundo González Robles, con motivo de la celebración del 131° aniversario del Combate Naval de Iquique y día de las Glorias Navales, el día 21 de mayo de 2010. ** Comandante en Jefe de la Armada. Oficial de Estado Mayor. Graduado del U.S. Naval War College (NCC-97). Magíster en Ciencias, mención Administración, de la Universidad Salve Regina, Newport, R.I., y Magíster en Ciencias Navales y Marítimas, mención Geopolítica, de la Academia de Guerra Naval. Preclaro Colaborador de Revista de Marina, desde 2003.  Edmundo González Robles de la suprema honra y veracidad de sus conciencias, la absoluta certeza de sus convicciones y el compromiso sagrado de sus disposiciones humanas. No es posible entonces, para integrante alguno de su entidad institucional, apartarse del HONOR y la VERDAD sin no sólo vulnerar la íntima e intrínseca realidad de su propio ser, sino y más allá, sin traicionar el sacrosanto legado de sus héroes. Entendemos y asumimos clara y definitivamente en nuestra ética, que sólo así podemos fundamentar nuestros esfuerzos para cumplir la delicada misión que nos ha sido encomendada por la Patria, de contribuir a asegurar su integridad soberana y su libertad integral. Hoy, como heredera de la impronta marítima de Chile y de sus glorias, responsable de la gravitación de sus intereses nacionales en los mares del mundo y gestora de su destino oceánico, la Armada de Chile renueva su compromiso inclaudicable con sus valores - que son los más excelsos de la Patria - y proyecta, muy especialmente en la juventud actual y en las futuras generaciones, el tributo a los héroes de Chile, formados en su siempre sobria y austera entidad institucional. Estos valores y formación se han evidenciado, recientemente y una vez más, en concreta, inequívoca y plena adhesión al sentido del deber. Algunas de las más importantes unidades de la Armada, en la madrugada del 27 de febrero pasado, se encontraban atracadas a los muelles de Talcahuano a cargo de sus guardias, las propias de las condiciones normales existentes. Pero tan sólo minutos después del terremoto, cientos de marinos de todos los grados y jerarquías estuvieron embarcados en sus buques para enfrentar el tsunami que, por la vio - lenta intensidad del sismo reciente, previeron acertada y profesionalmente que sobrevendría muy pronto. Cubrieron así sus puestos en plena conciencia del inminente peligro que se cernía sobre sus embarcaciones y ellos mismos, con el coraje propio de las convicciones éticas del oficio naval, salvaron sus naves. Y así, tanto las avezadas dotaciones de los submarinos como las de pequeños remolcadores tripulados por jóvenes marineros, todos, sin excepción alguna, fueron fieles a su deber, y gracias a ellos, la capacidad operativa de la Institución, crucial para la seguridad nacional, se mantiene hoy intacta y plenamente vigente. La cabal “doctrina”, la oportuna noción de celeridad y urgencia y el profesionalismo con que entonces actuaron, caracterizan sus cualidades éticas, intelectuales y físicas, garantizando la permanencia incólume de su aporte fundamental a la soberanía moral y estructural de la Patria. Esta conducta ejemplar, que sin duda refleja el alma misma de los marinos de Chile, configura nuestro compromiso existencial, y es parte del nobilísimo legado heredado de Arturo Prat y sus hombres que, transmitido y validado generación tras generación, también en este trance reciente, ha iluminado los espíritus y orientado las acciones en momentos decisivos, más allá de toda Su Excelencia el Presidente de la República Sr. Sebastián Piñera E., en el monumento a los héroes de Iquique.  Consideración ajena a la generosidad integral y trascendente. Así es como su ejemplo tutelar constituye atributo y símbolo inalterado de la Marina de Chile. En su momento y circunstancia, Prat fue hijo, estudiante, servidor público, subalterno, jefe, esposo, padre y héroe ejemplar. Su vida toda estuvo enmarcada en la escasez material, en el esfuerzo constante por realizarla en dignidad y en la frugalidad que la presidió. El cumplimiento de sus deberes como marino lo pusieron en trance de muerte con singular frecuencia cuando debió arrostrar, conscientemente, los peligros de su oficio. Amó a Dios con profunda devoción religiosa. Cultivó sólidamente la sabiduría y el conocimiento. Restó tiempo al descanso, para estudiar y concretar su vocación paralela por la justicia, la ley y el derecho, y para enseñar a los obreros en la escuela nocturna de Valparaíso. Cumplió funciones de máxima responsabilidad en el extranjero, en tiempos cruciales para el País. Cauteló, hasta el extremo, los recursos fiscales puestos a su disposición. Definió su camino en la vida y lo recorrió sin desviarse un ápice de su sentido inequívoco. La morbosa compulsión a encontrar sombras en la trayectoria humana de los grandes líderes de la sociedad, se ha frustrado definitivamente en Prat. No hay absolutamente ninguna mancha que empañe la diáfana presencia de su individualidad sobre el horizonte terreno de la vida, ya que abrazó siempre como conductas de vida, “El Honor” y “La Verdad”, alcanzando en su inmolación sublime, y sin desearlo, hasta la gloria misma. Sus amores fueron trascendentes e intensos, pero por sobretodo, VERDA- DEROS y HONESTOS. A ellos se consagró sin vacilaciones, debilidades ni condicionamientos, en íntimo equilibrio de humanidad. Su estructura espiritual le preservó de los atractivos azarosos de la contingencia de su época y le permitió reservar los alientos de su vida para los más altos valores del hombre cristiano y occidental. Tal vez nadie fue más fuerte que él, ni más virtuoso. Fue paradigma del valor en trance permanente de generosidad. Estamos ciertos que Prat jamás albergó duda alguna que “la nobleza obliga”. Y vivió y murió en consecuencia. ¡¡Señoras y señores!! Los críticos momentos que - como a muchos compatriotas y a vastos sectores del país - le han tocado vivir últimamente a nuestra Armada, han sido aprovechados por algunos para intentar cuestionar su HONOR y VERACIDAD, valores sagrados, arraigados y trascendentes de la estructura e identidad de su alma; pero nuevamente el espíritu de Prat, como en Iquique a sus héroes, reaparece guiándonos en un navegar que surca mares hoy más tormentosos, pero siempre imprimiéndonos la fortaleza anímica para mantener, sin debilidad alguna, el rumbo seguro de la nave que el Estado ha puesto bajo nuestra dirección y mando. Y en esta solemne oportunidad de homenaje a sus glorias, consolidación de sus valores y ejecutoria de su des- Su Excelencia el Sr. Presidente de la República, visita la cripta de los héroes. La Armada de Chile hace propia la ocasión para renovar inequívocamente su ya explícito compromiso de apoyo a la reconstrucción nacional. En particular digo que ni ahora, ni nunca, dejaremos de acompañar en su esfuerzo de ponerse nueva y orgullosamente en pie a la ciudad de Talcahuano y a las comunidades afectadas de las Islas Mocha y Santa María, como tampoco a nuestros compatriotas de Juan Fernández. Tengan por seguro que no descansa- remos hasta lograr que estas queridas localidades vuelvan a levantarse aún mejores que antes, pese a sus pérdidas (algunas irreparables) y a otras duras y dolorosas pruebas que les ha tocado soportar. Termino expresando mi gratitud a Dios y a la Virgen del Carmen; Madre, Patrona y Generala de las FF.AA. - Reina de Chile - por concedernos esta amada Patria nuestra, sus héroes y por las glorias que nos legaron; como también les ruego que nos sigan prodigando la fuerza y salud necesarias para apoyar incondicionalmente a la reconstrucción de nuestro querido Chile; única actitud comprensible para todos sus hijos, en socorro de nuestros compatriotas hoy más cruelmente afectados. Y me comprometo, solemnemente, ante las máximas autoridades del país aquí presentes y la Nación toda, a que como Institución, proseguiremos en el empeño de custodiar, cautelar y acrecentar nuestros sagrados valores del HONOR, la VERDAD y de ser necesario como a Prat, la GLORIA, que han de demandar, por siempre, nuestras mejo- res causas y supremos compromisos con nuestra querida Patria. ¡¡Muchas Gracias!!

Inicie sesión con su cuenta de suscriptor para comentar.-

Comentarios