Revista de Marina
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  • Fecha de publicación: 25/06/2019. Visto 219 veces.
Un viernes recalamos con la Escuadra a Punta Arenas y habían dado franco muy temprano. Bajé a tierra y me dirigí rápidamente a buscar a mi gemelo, a la sazón, el segundo comandante de un pequeño buque independiente. Ingresé de paisa por el portalón, me saludaron, pero no me exigieron identificación. Al entrar al camarote de mi hermano, el hombre estaba “débil”. La celebración de cumpleaños la noche anterior había sido intensa y él no estaba en condiciones de atender la lista de víveres. En mi desesperación solo atiné a hacerme pasar por mi hermano. Así, me vestí con el uniforme de mi gemelo y atendí no solo la lista de víveres, sino también a proveedores, peticiones y probé el rancho. Como a medio día, se me acercó un suboficial, a quien no conocía, preguntándome por el régimen para la tarde, y no dudé en dar franco a toda la dotación. El comandante había tenido reuniones fuera del buque y después, como había franco, se fue a su casa. Al despertar mi gemelo, se encontró que todos estaban fuera y me dijo: - ¡qué hiciste! - Querido hermano, solo te “relevé sobre la marcha”…

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