- Fecha de publicación: 01/12/1977.
Visto 63 veces.
Comentario de Libros
LA G UE RRA Y LA PAZ
Por
Ladislao D'HAINAUT F.
Capitán de navío, Armada de Chile
1:::- ~'!¡, A GUERRA y la Paz"
=~~ ~-~=de León Tolstoy , ge
==- neralmente es leída en
sus versiones tcsumi·
das de un tomo .
La nov ela en realidad consta de seis,
y una excelente versión de ella es la de
Flo rentino M. Torner. Colección Mála¡;a,
Mé xico , 19 43.
Par a qui e n conozca la obra comp leta,
cua l quiera de las resumidas pasa a ccr
como la ca1icatura de aquélla , así como
quien sólo lea la br eve, no podrá
darse cuenta de lo magistral de este li
bro .
En el Tomo VI y a partir del segundo
epilogo, Tolstoy formula interesantes
conce ptos sobre el poder.
Este artículo tra ta de despertar inte
rés !obre lo que reflexionó el gran escri
tor en relación a la gu erra , que tan bien
desc r ibe, y espe .cialmente la campaña que
culminó con Austerlitz y la invasión de
Ruoia en 1812 por el Gran Ejército.
No he tenido oportunidad de leer que
algún esc rit or milita r haya incluido a Tolo
toy entre los pensadores sobre la guerra;
más aún, sob re lo seña lado pr ecedente
mente, esto es el Pode r, su consti tución,
su forma de ejercerse, sus mis terios, lo
682 REVISTA DE MAnil'IJ (NOVIC~mni:-01cn:MORE
que impulsa a las nacione•, etc. Obvia·
mente, él se remite en particular al caso
de Napoleón y al zar Alejandro l, pero
mucho de lo que allí infiere puede ser de
aplicación gene ral.
Conviene recordar que T olstoy fue mi
litar y ¡participó en la guerra de Crimea.
Basta l~er su novela "Sebastopol", para
darse cuenta que vivió la guerra, no sólo
la vio u observó.
Analizar en profundidad el pensamien·
to de T olstoy sobre la Guerra, la Paz y d
Poder. sería tal vez motivo de cuidadosa
reflexión al intentar juzgar o !iquiera pro
nunciarse sobre la validez o falacia, o
errores de sus conceptos. No es eso lo
que me anima, y en consecuencia, y rci·
terando la idea inicial, de más bien des
pertar curiosidad por su lectura, es que
procuraré verter algunos a•pectos de la
materia que señalo, convencido, además,
que la ob ra original es de utilidad para
todos los hombres de a rmas, y más toda
vía , cuando se está en el difícil Arte de
gobernar.
So s tiene Tolstoy que "Napoleón hizo
la guerra a Rusia porque no pudo resistir
la tentación de ir a Dresde, ni evitar que
se le subieran a la cabeza los homenajes
que allí se le hicieron, ni reprimir el de
seo de vestir un uniforme polaco, ni ce
der a la estimulante influ e ncia de una
rnañana de junio ...
"Que Alejandro se opuso a toda clase
de negociaciones porque se sentía per s o
nalmente in!ultado. Que Barclay de To
lly !·e esforzó en dirigir las tropas en la
mejor forma po•ible, para cumplir a•Í con
su deber y conquistar fama de gran es
!-:>tega.
(Pág. 123, Tomo IV, Cap. 1).
Oue todos, emperadores y súbditos supo
n ían que tabían lo que estaban haciendo,
y que lo hacían por sí mismos; pero, en
realidad, eran instrumentos irrespon•a·
bles de la historia y ejecutaban un traba
jo que ellos mi!mos no podían compren·
der. pero comprensible para nosotros ' .
"Tal es el inevitable destino de los
hombres de acción, que son tanto menos
libres cuanto más altos se hallan situados
en la jerarquía social".
Tolstoy admite que todos los ejércitos
de Europa "tenían"' que hundirse en las
profundidades de Rusia y perecer allí.
Bajo e ste ase rto, todas las contradiccio
nes, insensateces y atroces hazañas de los
que tomaron parte en la guer ra se hacen
así comprensibles.
El r esultado final fue el menos espe
rado por todos, pues "nadie" en aquel
tiempo previó lo que "ahora" parece tan
evidente. Nadie intentará discutir que la
cau!a de la destrucción de las tropas fue,
por una parte, su avance hasta el cora·
zón de Rusia estando muy avanzado d
verano, y sin preparación suficiente para
una campaña de invierno, y por otra par
te, el "carácter" que imprimió a la gue
rra el incendio de las ciudades rusas y d
consiguiente odio que esto desper tó en el
"pueblo" con tr a el enemigo.
Pero nadie entonces previó lo que aho
ra parece tan claro; que era aquél el úni·
co en que el mejor ejército del mundo,
mandado po r el mejor general. podía ser
destruido por un ejército bisoño, la mi·
tad en número, y dirigido por jefes in
expertos. No eólo no vio esto nadie , ~í
no que, "del lado ru so, se hizo todo lo
posible por impedir lo único" que podía
salvar a Rusia, mientras que del lado
francés, a pesar de la experiencia de Na
poleón. todos los esfuerzos tendieron :.1
avance sobre Moscú a fines del verano,
es decir , "a hacer lo más indicado" para
que tu ejército "pudiera ser destruido".
La batalla de Borodino ofreció la po·
dbilidad del aniquilamien to de los ejér
citos rusos y por ende l a victoria. Sin em
bergo sostiene T olstoy que no fue
error de juicio de Napoleón no ordenar
el empleo de la guardia , que habría re
suelto a su favor decisivamente la bata
llz., sino más bien, que dada la carnicería
de tan sangrienta lucha, ni uno ni otro
ejército eran ya capace s de hacer ningún
esfuerzo final.
Luego de los breves comentarios ante
riore s hechos someramente para ilustrar
en parte el punto de vista de Tolstoy •o
bre as pectos de la lucha, nos remitiremo s
ahora al Poder.
(C6mo se puede contestar la pregunta
e•encial de la historia: <Qué es el Pode r ?
Sobre el tema, Tolstoy se extiende por
todo el epílogo. Sin perjuicio de ello, es·
ta preocupación aparece a travé s de toda
la obra, tal como aparecen conceptos so
bre la filosofía tic la conquista, la guerra
irregular, la guerra de guerrillas, las ins·
tancias en torno a los altos mandos, los
roces y fricciones, las sorpresas, la moral,
etc.
1971) COMENTARIO DE LIBROS 683
Aquí sólo me permitir é indicar. sucin·
tamente y en forma no metódica , algu·
na s de las reflexiones o conceptos verti·
dos por el autor so bre estos temas.
Los historiadores clásicos, tratando de
describir la vida de una nación que es en
sí misma evasiva. o parece evasiva, han
centrado particularmente su atención so
bre los actos de los i ndividuos que la han
gobernado, suponiendo que aquellos ac
tos representaban la actividad de la na
ción entera.
Cuando a la persona del gobernante
se le atribufo un poder proveniente de una
voluntad divina, esto es. como ungidos
o consagrados, tend ría cierta explicación
lógica que la voluntad de aque l hombre
pudiera imperar sobre sus súbditos . Ven·
drla a ser algo así como que por dicho
origen divino los individuos quedaban
sometidos a su voluntad.
La historia moder na abandonó las
creencias de los antiguos. llegándose por
lógica a las mism'as conclusiones, pero
por caminos diferentes; esto es:
Admitir:
1 ) Que las naciones está n guiadas por
los individuos y,
2) Que existe "un fin conocido" hacia el
cual "tienden" las naciones y la hu·
manidad.
Este fin, evidentemente puede ser. por
ejemplo: engrandecimiento, para otro.
libertad. para otros, igualdad o determi·
nada impo sición religiosa.
Lo cierto es que el mundo ha vivido
presenciando movimientos pacíficos o ar·
mados de multitudes que van de un le·
rti torio a otro y viceversa; . como es t:1
mismo ca•o del agitadísimo período com·
prendido entre 1789 • 1 81 S.
Pero <qué significa todo esto? <Cuál
es la causa? <Qué es lo que obliga a es·
tos hombres a incendiar y matar a sus
!emejantes?
El sentido común trata de encontrar 13
respuesta a estas preguntas; desde el pun
to de vista an tiguo la explicación scrí n:
La divinidad, para premiar o castig.u
a su pueblo, dio el poder a Napoleón y
dio su vo lunt ad para la realización de los
divinos propósitos.
Lo anterior haría muy inteligible y •in
contradicciones esta respuesta, "pero en
absoluto lo explica, para quienes dejaron
de lad o la cue stión de la divinidad".
Una y otra vez en el deS1urollo del epi·
logo, Tolstoy va repitiendo la pregunta:
l Qué es el Poder? y lo analiza desde uno
Y otro punto de vista, sin lograr algo que
le sa tisfaga.
En una parte expone esto:
"Napoleón ordenó reclutar un ejército e
ir a la guerra. Es tan familiar esta idea
y parece tan lógica, que la pregunta de
por qué tenían que ir a la guerra 600 mil
hombres, era solamente porque Napoleón
pronunciara ciertas palabras. Eso parece
una estupidez. Napoleón "tenía el Po
der" y, p or consiguiente , "se hizo lo que
ordenó". Esta respuesta es perfectamente
satisfactoria "si creemos que es Dios quien
le otorgó el poder".
Pero tan pron to "como lo negamos",
es necesario decidir "qué es" ese poder
que "un hombre" tiene sobre los demás .
No puede ser un poder físico directo
de un hombre fuerte sobre otro débil. No
puede fundarse tampoco en el efecto de
una fuerza moral que algunos autores a tri ·
huyen al al ma o inte lecto de ciertos hé·
roes o seres espec iales que se llaman ge·
nios. Tampoco es una fuerza moral espe·
cial. puesto que individuos sin ninguna
fuerza moral, o más débiles que cualquie
ra de los hombres a quienes gobernaban,
lo consiguieron.
Si "la fuente" del poder "no está" ni
en las cua lidade s físicas ni morales de los
individuos que lo ejercen, "habrá enton
ces que buscarla fuera del individuo", "n
las relaciones existentes entre las ma sas
gobernadas y los poseedores del Poder.
Desde un punto de vista del Derecho,
el Poder viene a ser la voluntad "colecti·
va del pueblo, transferida" tácita o ex
prernmcnte a los gobernantes elegidos po;
él. Pero ap licada a la h is toria, esa defini·
ción necesita !U explicación.
El De recho puede decir en detalle cÓ·
mo en su opinión "debe o puede estar"
constituido el poder, y lo que éste, inmu·
tab le o temporal "es"; pero acerca de lo
que significan las "mutaciones" del poder
en e .l tiempo no puede responder a "na·
da".
Hay tres formas como los historiado·
res explican las relaciones del pueblo con
sus gobernantes:
684 nEVlSTA DE MARINA
1 ) O bien reconociendo que la volun·
tad de las masas se transfiere incondicio
nalmente al gobernante o gobernantes de
su elección y que, por consiguiente, debe
eonsideraroe como una infracción al po·
der verdadero toda aparición de un po
der nuevo, toda lucha contra el poder
constituido.
2) O aceptando que la voluntad de
las masas se transfiere a los gobernante•
"ºcondicionalmen te"'. bajo condiciones
"conocidas y definidas", y demostrando
que to das las limitaciones. conflictos e in
cluso la destrucción de los poderes pro
ceden del "no cumplimiento'" po r parte
de los gobernantes de las condiciones ba
jo las cuales les fue otor~ado el Poder.
3) O admitiendo que te transfiere
condicionalmente la voluntad de las ma·
.as a los gobernantes, pero bajo "'conr!i
ciones desconocidas e indefinidas'', y que
la apa 1ici6n cle varios poderes, como su!
luchas y caídas, su rgen solamente del
cumplimiento más o menos completo por
los gobernantes de aquellas condiciones
desconocidas bajo las cuales se transfirió
la voluntad de las ma•as de unos indivi
duos a otros.
Sea como sea, y de acuerdo a las me
ditacines
que formula León T olstoy,
'"estas transfe ren cias' de la voluntad co
lectiva a los personajes históricos '"no es
satisfactoria"' para contestar a la eterna
cuestión: (Qué es el Poder} Sin embargo,
para el conocimiento de los fenómenos.
el hombre dispone, además del razona
miento abstracto, de la experiencia,
ipor la cual comprueba lo s resultados del
razonamiento. Y el poder '"no es una me
ra palabra, sino que realmente existe'".
Cuando se produce un acontecimiento,
'"siempre aparece un hombre o varios'",
por "cuya voluntad'" se realiza aparente
mente el mismo. El Poder, desde el pun
to de vista de la experiencia, es la rela
ción existente entre la expresión de la vo
luntad de algún individuo y la ejecución
de esa voluntad por otro hombre.
La relación del que manda a los que
son mandados es precisamente lo que se
llama poder.
De todas las agrupaciones en que los
hombres se unen para una acci6n colecti
va, una de las más sorprendentes y defi
nidas es el ejército. Los más numerosos,
los to ldado s, y que más toman parte di
recta en las acciones, hasta los muy esca·
sos en lo s niveles supremos --que son los
que toman parte más indirecta- y :;e
neralmente concentrados en una sola pe r
sona.
El soldado raso no da ninguna orden
porque no tiene a quién dársela, mientras
el g eneral '"cr ee que las da todas'', pero
solo da algunas, ya que en el intermedio
del cono jer árquico hay muchfsimos que
la s van recibiendo y a su vez impartiendo.
Todo cuanto ocurre coincide inevita
blemente con algún deseo expreso y apa
rece como el cumplimiento de la volun
tad de uno o varios hombres.
De sus innumerables deducciones. con
sideraciones y análisis del acontecer his
tórico, Tolstoy llega a las siguien t es res
puestas respecto a qué es el Poder y qué
fuerza produce el movimiento de las na·
cioncs:
El Poder es la relación ent r e una per·
tona determinada y otras en virtud de la
cua l, cuanto más expre!e aquella persona
opiniones, predicciones y justificaciones
de l a acción colectiva realizada, menos
participa en toda la acción.
El
movimiento de las naciones se de
be principalmente a la actividad de to·
do s lo s hombres que toman parte en los
acon tecimientos. que siempre se combi
nan en tal forma, que aquellos que tienen
mayor participación directa en el aconte
cimiento, asumen la menor respon sa bili
dad y viceversa.
Mora lmente el que tiene el Poder pa
rece se r la causa del acontecimiento. Fí
ticame nte lo son aquellos que se someten
al Poder. Pero, como la actividad moral
es inconceb ible sin la física, la causa de
un acontecimiento no se puede encontrar
ni en la una ni en la otra, sino en la com·
bina ción de las dos.
El hombre cree ser libre y este senti·
miento de libertad o libre albedr ío se nd
vie r te a través de toda la historia, pero
!i la voluntad de todos lo s hombres fue
ra libre, es decir, si cada uno hiciera lo
que se le ocurriera. en tonces la historia
habría sido una serie de accidentes sin re
lación entre sí.
Este aspecto de la libertad del hom·
bre, desde el punto de vista moral y en
relación al Poder, es de una importancia
trascendental, y particu larmente intere
&ante en la disciplina militar en que pae
de. y se ha dado muchas veces el caso.
verse confrontado a ejecutar acciones
1917) C0•1EITTARIO DE LIOROS 685
que se oponen netamente a au conciencia,
derivada de órdenes intrínsecamente ma
las o p~rversa.s.
En relación al Pode r, la libertad del
hombre puede nítidamente establecerse
que ca de dos clases, reiterando que el
vínculo más fuerte , más indisoluble, mu
oneroso con otros hombr ea, es aquél que
re designa con esa palabra Pode r sobre
los demás, que en su signif i cado real es
sólo la mayor dependencia de ellos. Pue
do dejar de esc r ibir si quiero, puedo lc
vantcr el brazo, dejar de leer. puedo pen
sar libremente en lo que se me ocu rra y
puedo probar que puedo hace r estas co
sas.
"Si un per ro ataca un niño no puedo
evitar levantar la mano contra el perro;
en una acción bélica no puedo dejar de
atecar junto con los demás com pañero s".
"No puedo evitar ce rrar los ojos si me
dirigen un golpe, etc.", Por lo ta nto hay
"dos clases" de acciones, unas que de ·
penden de mi volun t ad y otras que no
dependen de ella",
Observando las condiciones en que se
manifiesta nuest ra mayor libertad, y nues
tra mayor dependencia, ndvcrtimos que
"cuanto más abst racta" es nu es tra act ivi
dad, y "por lo tanto" menos relaciona
da con la actividad de ot r os suje tos. "más
libre es", y por el contrario, cuanto más
relacionada está nuest ra actividad con la
de otras personas, menos libre cs.
A
modo de conclusión y derivado par
cialmente de lo escrito, nparecc de enor
me interés 'Profundi za r el estudio de la
constitución íntima del Poder, a fin de
determina r y procurar que éste corres
ponda lo más exactament e posible con
las fin a lidades deseadas por la voluntad
general colec tiva de los gobernados, de
sue rte tal que se produzca de la manera
más perfecta po sibl e la coincidencia de la
voluntad del gobernante con la volunta d
colectiva
de los que deben obedecerlo.
GUERRA Y SOCIEDAD EN CHILE
de Alvaro Jara
Po r
Francisco Javier CUADRA Lizana
STE LI BRO fue escrito en
195 7 y publicado cuatro
años más tarde en francés
po r el Ins tituto de Altos Es
tudios sobre América Lati
na de la Universidad de Parí a. Recién en
197 1 sa lie ron d e la s prensas de la Edi
torial Unive rsitaria de nue stro país tres
mil ejemplares d e él en castellano. H ay
doble motivo, pu es, para lamentar la es
caaa difusión y poco conocimiento q ue
los chil eno s tenemos de esta obra.
El nombre del autor no figura entre los
clásicos de nuestra historia porque perle·
nece a la ge ne ración de nuevos historia
dores a que ya he mos hecho referencia en
anteriores artículos, caracte rizada por una
mayor disposición de antecedentes y sis
temas metodológicos de análisis muy d~
arrollados, especialmente por el enrique
cimiento de la actividad interdisciplina
ria de las diferentes cieneios sociales. El
tema que aborda, tratado hasta hace po·
co desde otras perspectivas, es uno inelu
dible para quienes se hayan interiorizado
un m!nimo en el conocimiento de l pasa
do nacional.
En la introducción a la edición francc
!a, Jara decfa que "en el Chile de los si
glos XVI y XVII se r ía difícil no percibir
la absorbente temática bélica que parece
dominar toda la sociedad. La 11:uerra está
pre sente en las crónicas, en los poemas,
en las relaciones y en los documr.ntos. Es
686 REVISTA DE MARINA (NOVJ EM!lltt:.-DICI F.~1 Dltf:
un motivo constante dentro de esa soc ie
dad ... ·•. Así explica la razón de dedi
car tanto tiempo y estudio al punto. El
acierto que en ellos lo gra reside en la orí·
ginalidad de su visión. propia de las co
rrientes más actualizadas a nivel mundial.
El mismo nos dice que la idea central de
su investigación ººe stá informada po r la
búsqueda de la evolución en el tiempo
de las formas bélicas, consideradas en una
mayor amplitud que su solo aspecto ma
terial externo, en las cuales se reflejan las
transformaciones que experimenta la so
ciedad. pero no un a •ociedad genérica,
sino concreta y particularizada, con ~u•
nece•idades y exigencias propies".
De esta manera, fija determinadas vi·
gencias que se constituyen en la clave :n·
terpretativa, según él, de tal pctiodo his
tórico. De ahí que las grandes lineas que
dc•cubre adquieran cierto carácter de
petmanencia que difícilmente te alterará
con futuras inve stigacione! . Por el con
trario, ellas pueden se rvir ¡>ara comple
tar y profundizar lo ya elaborado. Se po
dría admitir, incluso, que variaran el sen
tido tomado, pero sólo accidentalmente.
Un primer tema importante tratado por
Jara es lo que ha denominado la implan
tación del régimen señorial español en te·
rritorio chileno. Se efectúa principalmen ·
te a través de la encomienda y sat isface
las aspiraciones del español del siglo
XVI, que formaba parte de l pueblo que
escaso tiempo atrás había logrado libet ar
!U sucio patrio de la dominación árabe,
período en el cual se asentaron institucio
nes que lue go se trasplantaron a Améri-
ca. Es muy claro para probar que
gran parte de los primero s poblado res ci
vilizedos eran hidalgos de regular situa·
ción en España, por lo que al busc:ir me·
jores rumbos en estas t"ierra s realizaron
también sus sueños señoriales no fructí
feros en Europa. Sin duda ése es un apo r
te bastante valio!o y de proyecciones im·
portantes porque cambia la creencia-no
conocimiento, nótese- existente incluso
hasta nuest ros días.
Lue g o entra al estudio de las "partes'
de la gue rra chilena. Por sepa rado trat a
el
ejército indígena y el español. Se de
tiene mucho más en é ! te, tanto por la
mayor importancia real que tuvo como
por la abundancia de material al respec
to. Por ello se extiende detenidamente en
puntos tales como la conformación de la
oficialidad y tropas: su grado de prepa
r:ición y apoyo de abastecimiento: movi
lización. armamento y fortificaciones: y
financiamiento de las operaciones milita-
1es. De sumo int erés es la detención que
hace en el progresivo fracaso del sistema
bélico privado, forma inicial de la pene
tración y conquista de América, y la ne
cesidad creciente de su reemplazo por el
aporte estatal, traducido en la remesa del
"real situadoºº desde el Perú y la adop
ción de la calidad del ejército nacional y
permanente.
Finalmente, estudia el problema de la
esclavitud con mu cha pr ofundidad, des
tacándose su situación real. la presión Je
la doctrina por legali zarla y. terminando,
!U legalización a comienzos del sig lo XVII.
SIGMUND FREUD
El Ma es tro de la Sic o log ía
Por
Rodrigo SERRANO Bomba!
Teniente 29 RN Armada de Chi le
A
OBRA extraordina
ria de Sigmund Freud
es -sin lu ga r a du
da s- tema de es t udio
· obligatorio para quien
=---· se adentra en el cono-
cimie nto del hombre, en su más amplio
sentido.
Al talento indi scutido del célebre mae s
tro de la Sicología, se agrega su particu
lar agudeza y sensibilidad en la captación
del acontecer vital del individuo. capaci·
Jtl1) COMEZ>.'TAnJO D& LIBflOS 687
dad que le permitió est ructurar magistral
mente su formulación personal del fun•
cionamiento del aparato síquico, las re
laciones de éste con au medio y l as nece
sarias interconexiones entre los mundos
sicológicos de los distintos acres. ya nor
males o enfermos.
Largos años de paciente y rigu roso es
tudio, en los que no estuvo ausente el
Fracato o la desilusión, hicieron posible
el nacimiento de la teoría sicoanalítica,
una de las cscaaas visiones globoles, co
herentes y científicas en materia de sico
logía individual.
El genio freudiano hizo po sible una
concepción de la vida intrasíquica en la
.¡ue todos los elementos encajan plena
mente, en una suerte de rompecabezas
con varias soluciones correc tas y en cuya
construcción intervienen los más diversos
factores, ya provenientes del individuo
mismo, como de su ambiente temprano,
y en cuyo desarrollo el hombre va ejer
citando variados y complejos mecanis
mos adaptativos, siempre tendiendo a la
cunservación de un equilibrio interno de
contornos muy personales, pleno de ma
tices y semitonos. original e irrepetible.
Por encima de la.s consideracion es cs.
pecificamente técnicas, en las que -por
motivos evidentes- no podemos ent~r
en un comentario b r eve, se des taca con
par ticula r brillo el hecho mismo del tipo
de enfoque que Freud plantea para el rs
tudi o del ser hum ano. Es la suya una vi
s
ión trascendente del acr, ajena y supe
rio r o la limitante corporal o ~n senti
do más amplio- a lo solamente material.
En este aspecto la teoría aicoanalítica se
halla infinitamente distante de modernas
Formulaciones mecanici stas que reducen
la actividad sicológica humana al apren
dizaje automático de conductas pro ve-
nientes de complejas y sofisticadas cade
noa de estímulos y respuestas . La contem
plación del mundo de nuestros días, in·
merso en el materialismo y lll tecnocra
cia,
nos hará, ain duda, mirar con com
pren sión a quienes impedidos, por cual
quier motivo, de liberarse de au instru·
mentalización, han adoptado tales con·
cepciones sobre la vida del homb re.
Los postulados del sicoanálisis, en cam
bio, han dotado a la individualidad de
prolongaciones y proyecciones que, sur·
giendo de las profundidades del ser
-desde sus primeras horas de vida
atraviesan toda sue rte de obstácu los , na
tural
es y prefabricados, para continuar
un desarrollo que siempre está sometido
a la posibilidad del enriquecimiento y,
eventualmente, el quiebre. En ese trans•
cu rri r vital, el hombre elabora sus deF en
aas, busca salida a los impulsos instinti
vos,
canaliza la energía de su Yo . repri
me, se identifica o sublima. en suma, des
pliega de modo original aus potencialida
des en el ejercicio pleno de su libertad
personal, dentro de los marcos naturales
aceptados y com partid os por la sociedad
en que vive.
L
os escritos de Sigmund Freud, ya los
propiamente teóricos como los derivados
de su práctica clínica, son un fiel reflejo
de toda uno vida dedicada , con seriedad,
a la inve•tigación del aparato síquico. Su
posición, por ello, es de una auténtica
con1ecuencia, sólidamente enclavada en
una visión del ser humano que otorga ~u
justa importancia a lo espiritual y a lo
material, a la vez que irrenunciablemente
comprometida con la ortodoxia científica .
Su obra ha pasado a la posteridad co·
mo un hito principal en la marcha por el
complejo mundo de la Sicología, camino
a una cada vez mejor comprens ión del
hombre y sus problemas.
Inicie sesión con su cuenta de suscriptor para comentar.-