- Fecha de publicación: 01/06/2005.
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La OEA y sus Orígenes como Actor de
Poder.
– Introducción.
A
nalizar la Organización de Estados
Americanos (OEA), como actor
internacional de poder, nos sitúa
frente a una doble perspectiva.
Por un lado, analizarla ajustándose
a una referencia histórica, puesto que
se trata de una organización regional de
más de cien años.
La segunda perspectiva, es el rol
absolutamente relacionado con los
acontecimientos regionales y mundiales.
En este plano cabe preguntarse: ¿Cuál
es el rol de la OEA y el de los Estados
miembros en el presente?, ¿Cuál es el rol
de este Organismo durante el siglo XXI?,
¿Es la OEA un actor de poder eficaz en
el concierto internacional?, ¿Qué cambio
le ocasiona el fin de la guerra fría y la
globalización?
Independiente de la doble perspec -
tiva, la OEA, aparentemente ha sido el
instrumento jurídico mediante el cual los
EE.UU. trató de enrolar formalmente a
América Latina en su estrategia durante
la guerra Fría.
El sistema interamericano y sus insti -
tuciones, 1 es el más antiguo y elaborado
sistema de gobierno regional. Sus oríge -
nes se remontan a 1889 y 1890 cuando
se reúne en Washington DC la “Primera
Conferencia Internacional de Repúblicas
Americanas” que estableció la “Unión
Internacional de Repúblicas Americanas”
para promover el comercio, y la “Oficina
Comercial de Repúblicas Americanas”,
más tarde “Unión Panamericana”.
El sistema institucional moderno y su
estructura datan de 1948 con la creación
de la OEA en respuesta a la formación
de otras instituciones en los albores de la
Guerra Fría y la bipolaridad. En este con -
texto, la Carta de creación, expresa los
objetivos fundacionales de cooperación
hemisférica y procedimientos para solu -
ción de conflictos y seguridad colectiva.
Entre 1948 y mediados de la década
de los 60, la organización obtuvo gran -
des logros. En esa época, ya se pensaba
en la inclusión del desarrollo económico
en su Carta, se crea el Banco Interameri -
cano de Desarrollo (BID) y los programas
de asistencia técnica.
Es así como se destacan tres momen -
tos claves en la historia de la OEA; 1948
con su creación, 1991 con la XXI Asamblea
General, donde se reformula la estructura
y se decide darle un nuevo impulso, y por
último, el momento que vivimos hoy, en
que enfrentamos un mundo globalizado
con nuevos desafíos, riesgos, oportunida -
des y amenazas emergentes.
EL ROL DE LA ORGANIZACIÓN
DE ESTADOS AMERICANOS
EN EL ÁMBITO REGIONAL Y
SUBREGIONAL
Luis Hernández Soto *
* Capitán de Corbeta. EM-A. 1. Muñoz Heraldo and Viron Vaky, “The Future of the Organization of American States” A Twentieth Century Fund Paper. Essays. The Twentieth Century Fund Press, New York City, 1993.
ESCENARIOS DE ACTUALIDAD
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– La gestación de la OEA.
Las tentativas de estructurar un orga -
nismo multilateral panamericano (salvo el
lírico y fallido intento de Bolívar en 1826)
partieron de Washington, pero los prime -
ros organismos interamericanos creados
a instancias del Secretario de Estado
“Blaine”, a partir del Congreso de Was -
hington (1889), tenían un carácter más
bien práctico y técnico, y sus objetivos
se limitaban al ámbito de la cooperación
en materia comercial, agrícola y sanitaria.
Paralelamente, la estrategia expansiva de
la gran potencia en gestación, revelaba su
verdadero cariz con la anexión de Texas
y de parte de México, con la conquista
de Cuba y Puerto Rico, con las interven -
ciones en el Caribe y Centroamérica, con
la segregación forzada de Panamá y en
general, con la creciente penetración eco -
nómica, que con los distintos matices de
intensidad y modalidad constituyó el tras -
fondo material de la política del garrote
recomendada por Theodore Roosevelt
(“Speak softly and carry a big stick”).
Posteriormente Franklin D. Roose -
velt, inauguró una etapa más acorde con
el estilo de “new deal” y con la altura
de los tiempos. Con su propensión a los
slogans evangelizadores, los americanos
lanzaron la “política del buen vecino”
con la que se procuró aliviar algunas de
las contusiones causadas por el garrote,
pero al mismo tiempo imprimir una
fisonomía más sutilmente coercitiva a
la política interamericana. En efecto, se
intentaba ahora asociar a las naciones
latinoamericanas, de manera activa, a la
estrategia del Departamento de Estado,
en lugar de manejarlas como peones.
Fue así como, al estallar la Segunda
Guerra Mundial, los países latinoameri -
canos, bajo la presión de EE.UU., decla -
raron la guerra a las potencias del Eje. De
este modo el llamado sistema interame -
ricano, adquirió un novedoso matiz mili -
tar que fue el antecedente lógico de la
etapa inaugurada en 1947 con el Tratado
Interamericano de Asistencia Reciproca
– TIAR (Río de Janeiro) y en 1948 con la
Carta de la OEA (Bogotá).
- La OEA y
el Sistema
Interamericano. 2
No ha existido
nunca ninguna
estructura formal
que pueda ser lla -
mada Sistema Inte -
ramericano. Sólo
un conjunto de
instituciones con
orígenes comunes
y con algunas coincidencias en sus pro -
pósitos y en sus acciones. El Sistema en
efecto, es conceptual, no operativo.
En las etapas iniciales de la OEA, se
procuró formalizar el Sistema y se adopta -
ron mecanismos para coordinar y progra -
mar la acción de las diversas entidades,
bajo la dirección de la Secretaría General.
La OEA en sí, es la organización cen -
tral del “Sistema Interamericano” y la que
tiene a su cargo los asuntos políticos y
jurídicos del mismo, así que su evolución
determina la trayectoria de la interacción
entre los Estados de América. Otras tres
instituciones del Sistema tienen vida
propia independiente: el Banco Interameri -
cano de Desarrollo (BID), que es el órgano
de financiamiento oficial para América
Latina y el Caribe y se ha convertido en
fuente principal de la llamada cooperación
técnica, llenando el vacío que ha dejado la
menor importancia progresiva de la OEA
en este campo; el “Instituto Interameri -
cano de Cooperación para la Agricultura”
y la “Organización Panamericana de la
Salud”, que cubren sectores a los cuales
2. Sistema Interamericano: Informalmente se entiende por “Sistema Interamericano”, a la totalidad de las organizaciones, instru - mentos legales y normas operables dentro del marco de referencias del continente americano, establecidas para satisfacer los requerimientos políticos, económicos, psicosociales y militares de los países que integran el sistema. Sus pilares fundamentales son la Carta de la OEA y el TIAR, y en mucho menor medida el Pacto de Bogotá.
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los gobiernos asignan prioridad, lo que
les ha ayudado a mantener su jerarquía
a medida que la organización central ha
perdido presencia.
Hay también ciertos organismos o
entidades con jurisdicción temática que
dependen en mayor o menor grado de
la Secretaría General; entre ellos se des -
tacan los que se encargan del sistema de
derechos humanos, del control del abuso
de drogas, de las telecomunicaciones y
de los asuntos de la mujer; otros atien -
den temas relacionados con la infancia,
los intereses indigenistas, la geografía y
la historia. Sin embargo, la relevancia del
Sistema Interamericano en el nuevo siglo
dependerá del impacto de la OEA en el
quehacer político y jurídico de la región.
– Los auspiciosos primeros años.
Es posible plantear ciertas hipótesis
que puedan explicar la etapa relevante
de la OEA y el gradual decaimiento pos -
terior, sugiriendo por ejemplo que las
instituciones son producto de la época
en que se las establece y tienen éxito en
la medida en que logren adaptarse a los
cambios históricos.
En el contexto de la posguerra e
inicio de la guerra fría, la OEA fue conce -
bida con la misión idealista del manteni -
miento de la paz y como un medio para
afianzar la seguridad del hemisferio, que
había sido amenazada durante la guerra
por el fascismo y se percibía de nuevo en
peligro por la expansión del comunismo.
Se le asignó también el propósito de pro -
mover, mediante acción cooperativa, el
desarrollo económico, social y cultural.
La importancia del papel de la seguri -
dad hemisférica como uno de los motivos
que indujeron a los gobiernos de América
para establecer la OEA es evidente. En
1951, con motivo de la guerra de Corea,
la reunión de consulta reafirmó en Was -
hington los principios del Tratado de Río y
de la Carta como reacción ante la política
expansionista de la Unión Soviética y sus
aliados, criterio que afectaría a muchas
decisiones posteriores en la OEA.
Los Estados americanos destacaron
la importancia de la paz cuando apro -
baron el Tratado Americano de Solu -
ciones Pacíficas, o Pacto de Bogotá. Sin
embargo, por falta de respaldo efectivo
de los gobiernos, ese documento se con -
virtió en una curiosidad de biblioteca sin
aplicación práctica.
En 1949, el presidente Truman, plan -
teó la meta de hacer más accesibles a los
países menos avanzados los beneficios del
progreso económico y tecnológico. Esa
declaración impulsó el primer programa
de Cooperación Técnica de la OEA.
La OEA, registró avances importan -
tes a fines de los 50, cuando las rela -
ciones entre EE.UU. y América Latina
fueron constructivas. Las declaraciones
Eisenhower en la reunión de Panamá
en 1956 y la política de cooperación
que propició, facilitaron establecer un
programa de becas, e iniciar acciones de
cooperación directa en 1958.
– ¿Un actor de poder independiente?
El sistema político-militar que se
intentó forjar mediante instrumentos jurí -
dicos, era una adecuación de la vieja doc -
trina Monroe 3 al esquema posbélico de la
bipolaridad. La OEA significó un intento de
regionalizar bajo el patrocinio de EE.UU.,
a todo el hemisferio occidental, sustrayén -
dolo incluso, en la mayor medida posible,
de la jurisdicción de la ONU.
La OEA se fundó en la tácita premisa
de que América Latina era la más directa
zona de influencia de EE.UU., su “patio
trasero”, en el cual tenían prohibido el
acceso los archienemigos soviéticos, y
restringidas para las potencias europeas.
3. DOCTRINA MONROE 1823: Principio de la política exterior de Estados Unidos de no permitir la intervención de las potencias euro - peas en los asuntos internos de los países del hemisferio occidental; formulado el 2 XII 1823 por el presidente de Estados Unidos, James Monroe (1758-1823) en los párrafos 7, 48 y 49 de su mensaje al Congreso.
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La independencia de su política y de
sus actuaciones y el peso de sus resolu -
ciones, han demostrado históricamente
una marcada influencia o indiferencia de
Washington.
– Desconfianza en la relación de poder
entre EE.UU. y los demás actores de poder
regional: ¿Cuál es el rol de la OEA?
Desde que EE.UU. inició relaciones
diplomáticas con las repúblicas ameri -
canas, términos similares al de “Buen
Vecino” aparecen. Aun antes de la inde -
pendencia de los países latinoamerica -
nos, ya aparece la idea de vecindad. El
presidente Monroe 4 afirmó que “las pro -
vincias que pertenecen a este hemisferio
son nuestros vecinos”.
El sistema interamericano se consti -
tuyó en el eslabón más acabado (aunque
no el más sólido) de la cadena de con -
tención de EE.UU. para rodear a la Unión
Soviética, antes de que las transforma -
ciones político-militares destruyeran el
esquema bipolar de la guerra fría.
Elio Root, dentro del esquema
“imperialista” de T. Roosevelt, tipificó en
la época, los propósitos panamericanos,
apoyando la Enmienda “Platt”, 5 porque
para él, ésta era la expresión de deberes
que un país fuerte y organizado tenía
para con sus débiles vecinos.
Los ejemplos de mutua desconfianza
entre el poder de EE.UU. y los países
miembros de la OEA, o de la OEA con la
potencia del norte son centenares, no sólo
en los planos diplomáticos, políticos y eco -
nómicos, sino que también en el militar.
Durante el período presidencial de
Hoover, se sancionó la Ley “Smoot-
Hawley”, 6 que elevó las tarifas aduane -
ras de EE.UU. a los niveles más altos de
la historia, perjudicando a los países lati -
noamericanos. Debemos recordar que
estaban en la crisis del 29-30.
En contradicción, los efectos que
provocó Hoover por el alza de tarifas,
condujeron a F. Roosevelt a defender,
como punto fundamental en su cam -
paña de 1932, su reducción y el aumento
del comercio internacional. Esta política,
formaba parte del “New Deal” de Roo -
sevelt, quien buscó conciliación con
Latinoamérica por medio de esquemas
de asociación, a fin de solucionar los
problemas, en vez de intervenir unilate -
ralmente.
En rigor, la dudosa utilidad de la
OEA como organismo de defensa con -
tinental nunca se puso a prueba, ya que
jamás se concretó la temida agresión
extracontinental, y cuando se produjo la
crisis de los misiles soviéticos en Cuba,
el gobierno estadounidense se abstuvo
de dar intervención en el asunto al ino -
perante organismo interamericano. Apa -
rentemente ha servido para aumentar la
desconfianza regional con EE.UU.
EE.UU. realizó centenares de inter -
venciones económicas o militares en
decenas de países latinoamericanos. Hoy
mantiene un bloqueo económico contra
Cuba por más de 30 años; destituyó al
presidente Arbenz cuando éste desapro -
pió tierras de la United Fruit en Guate -
mala; envió tropas a Santo Domingo
para impedir la toma de posesión del
presidente electo Juan Bosch y mantuvo
dictaduras en El Salvador y Guatemala
entre otras acciones.
Muchas iniciativas de apoyo e integra -
ción, han caído en desgracia por la política
4. Mensaje al Congreso del 8 de marzo de 1822. 5. ENMIENDA PLATT: Impuesta a los cubanos en la Constitución de 1901, derogada en 1934, era una disposición legal que convertía a Cuba en un virtual protectorado de Estados Unidos. La “Enmienda Platt” fue una muestra de la voluntad de Estados Unidos de influir en los asuntos cubanos. 6. LEY SMOOT HAWLEY: EE.UU. tuvo que sufrir la gran depresión que se extendió por todo el mundo en los años 20 y 30, como pro - ducto de las políticas proteccionistas de Hoover - quien siendo Secretario de Comercio en la administración de Harding - trató de resolver un problema que se había creado por la estrategia del Fondo de la Reserva Federal, de inflar la oferta de dólares en su esfuerzo para ayudar a Inglaterra. El futuro presidente con una muy miope visión, utilizando la vieja estrategia mercantilista, de que es pecado tener más importaciones que exportaciones, estableció una serie de barreras al comercio mundial, repre - sentadas por la ley Smoot Hawley, que vinieron a dar el tiro de gracia a la economía mundial.
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unilateral e intervensionista de EE.UU.
y a la falta de apoyo de ese país para la
OEA como foro de discusión y acuerdos.
En este espectro, la Organización busca
visibilidad en el panorama regional, bus -
cando la anhelada integración y recono -
cimiento como actor de poder regional,
sin embargo se mantiene la desconfianza
entre los actores regionales y EE.UU.
La OEA y el Ámbito de Seguridad.
– El Escenario de la Seguridad
Hemisférica.
La debilidad intrínseca de la OEA
ha sido la incapacidad de elaborar un
proyecto de seguridad regional frente a
las modernas amenazas. El presidente
mexicano Fox, al denunciar al TIAR,
por obsolescencia e inutilidad en estos
tiempos, cuestionó a la OEA como actor
eficaz para actuar y decidir en temas de
seguridad y defensa. 7
A partir de 1959, y ante la presencia
de un régimen marxista en Cuba, EE.UU.
y algunos países latinoamericanos,
cometieron una sucesión de despropó -
sitos, cuyo resultado neto fue fortalecer
y ahondar la revolución cubana, forzar
su dependencia de la Unión Soviética y
detonar una crisis en la OEA, de la cual
aún no ha podido recuperarse.
Los EE.UU., en lugar de utilizar su
fuerza militar para eliminar lo que con -
sideraban una amenaza a su seguridad,
procuró lograr el aislamiento de Cuba
por medio del Tratado de Río de Janeiro,
desplegando previamente una ofensiva
diplomática en punta del Este (1962).
A fin de abonar el terreno para estas
maniobras, creyó necesario sacrificar a
Trujillo (San José, 1959), hasta entonces
protegido del Departamento de Estado
y lanzó la operación de seducción conti -
nental conocida como la “Alianza para el
Progreso”.
Formalmente el objetivo se logró;
Cuba quedó excluida de la OEA y los
gobiernos latinoamericanos (con la
excepción de México) rompieron relacio -
nes con la isla. Pero al mismo tiempo, esta
primera y última tentativa seria, de utilizar
a la OEA como instrumento coercitivo
internacional al servicio de la estrategia
norteamericana, demostró la inoperan -
cia política del organismo y le quebró su
estructura de manera irreparable.
En lo sucesivo, la OEA ignoró la inter -
vención de la CIA en el derrocamiento
de Arbenz en Guatemala; se abstuvo de
apoyar las reivindicaciones territoriales
de Guatemala, Honduras, Venezuela y
México; nada hizo por acelerar la inde -
pendencia de las colonias británicas,
holandesas y francesas en el Caribe; nada
hizo por apoyar a Cuba y Panamá en sus
profundas disputas con EE.UU.; no se dio
por enterada del fermento nacionalista
de Puerto Rico y en general se limitó a
ignorar los problemas fundamentales de
los países de América Latina y de su con -
flictiva relación con EE.UU.
La percepción de la OEA como un
mecanismo del Departamento de Estado
del gobierno de EE.UU. se hizo más
patente en 1965, cuando un conflicto
armado en la República Dominicana dio
7. Pero, tres días después, el 11 de septiembre, nadie imaginaría el cambio tan radical del que el mundo entero sería testigo. México tuvo que detener las gestiones de denuncia, pues el TIAR fue invocado inmediatamente después de los atentados terroristas, al ser el único documento existente que resguarda a la zona en materia de seguridad.
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Manifestación callejera vitoreando a Urrutia y a Fidel Castro en la Habana.
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origen a una invasión de ese país por
una Fuerza Interamericana de Paz, que
era en efecto una misión militar estado -
unidense con países del hemisferio.
Después de los fiascos de Cuba y la
República Dominicana, la OEA se limitó a
intervenir, hasta 1959 en dos o tres epi -
sodios menores que se habrían resuelto
por el agotamiento de uno de sus dos
contendores o por la mediación de cual -
quier cancillería regional. A finales de la
década de los 60, la OEA logró el mayor
triunfo que ha tenido como ente de paz.
En 1969 se consiguió el alto al fuego en
la Guerra del Fútbol entre Honduras y
El Salvador. Una misión interamericana
de observadores militares contribuyó a
facilitar el proceso de negociación, que
se condujo fuera de la OEA, pero cuyo
acuerdo de paz se firmó en la sede de la
organización.
Siempre en el plano de la defensa,
las reuniones de la Junta Interameri -
cana de Defensa y las Conferencias de
Comandantes en Jefe, han quedado
reducidas sólo a ejercicios académicos
desde que EE.UU. abandonó por impo -
sible el proyecto de constituir una fuerza
militar interamericana.
– El TIAR y su inoperancia.
La crisis de las Malvinas, es otro
episodio que señala la inoperancia de la
OEA. Los Estados parte del TIAR aproba -
ron por mayoría apoyar en la coyuntura
argentina en su enfrentamiento con
Inglaterra. Sin embargo, EE.UU. en lugar
de acoger la decisión de la mayoría,
declaró en forma unilateral su apoyo
a Gran Bretaña. Con esta actitud, que
reflejó la validez secundaria que ese país
otorga a los compromisos con los demás
Estados del hemisferio, en contraste con
la alta consideración que tiene sus alian -
zas extra-continentales. En sí, se negó el
sustento del Tratado de Río. 8
A pesar del cuestionamiento ante -
rior, el TIAR ha mostrado, en opinión de
los propios signatarios, una seria ino -
perancia. Actualmente existe un debate
sobre la necesidad de actualizarlo en
virtud del nuevo escenario internacional.
Pero aún, en los viejos esquemas de
las relaciones internacionales vigentes
durante la Guerra Fría, el TIAR fue una
herramienta poco útil e inflexible, que no
dio cuenta de las amenazas a la paz que
se materializaron. El TIAR responde a un
orden mundial pasado, que dentro de
ese orden, se amoldaba a una amenaza
específica. Demostró ser ineficaz cuando
se le intentó aplicar para hacer frente a
otra amenaza vigente en ese antiguo
orden. En síntesis, este mecanismo no
ha representado las instancias para solu -
cionar situaciones de crisis y conflictos
en los último 60 años.
Sin embargo, la invocación del TIAR
por parte de EE.UU. en búsqueda de
apoyo para enfrentar la amenaza del
terrorismo internacional y el respaldo
americano, que ha encontrado tal lla -
mado en el marco del TIAR, permite
apreciar que un Tratado que se apreciaba
obsoleto, ha resultado en la práctica, y
en la ausencia de otro instrumento, el
único válido y vigente para asistir, al
menos diplomáticamente, a un Estado
americano que ha sufrido una agresión
en su territorio por parte de una organi -
zación terrorista internacional.
Más allá de los diferentes instrumen -
tos, lo más importante es la voluntad de
los Estados de adherir a metas coheren -
tes. La herramienta es un aspecto menor,
lo importante es quizás, la voluntad de
integración.
– La alianza para el progreso y la
revolución cubana.
En 1958 el presidente de Brasil,
Kubistcheck lanzó un esquema de coope -
ración, “la Operación Panamericana”.
Con el apoyo del presidente Kennedy,
8. Sin embargo, es razonable deducir la inaplicabilidad del tratado en cuestión, ya que Argentina fue el Estado agresor.
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que comprometió a su país a brindar el
financiamiento necesario, esas iniciativas
contribuyeron a generar un programa
cooperativo de desarrollo. Ese programa,
aprobado en Punta del Este en 1961, se
denominó “Alianza para el Progreso”.
Nació así la Alianza con aportes de todos
los Estados miembros de la OEA y no es
aventurado afirmar que fue el único pro -
grama consensual de cooperación hemis -
férica, cuyos objetivos e instrumentos no
fueron impuestos por ningún gobierno ni
requirieron ningún proselitismo.
La OEA tuvo una participación directa
y activa en la ejecución de la Alianza. Se
le encomendaron tareas que exigieron la
revisión de la manera de accionar y fun -
cionar de la organización, expandieron
su campo de acción, diversificaron sus
funciones y provocaron la contratación y
cooperación de destacados profesionales
del continente, en especial en cuestiones
económicas. Sin embargo, en 1962 los
gobiernos acordaron suspender a Cuba
en las actividades de la OEA.
La decisión de marginar a Cuba,
careció de base legal firme, fue contra -
dictoria, y contraria a los principios del
sistema. La suspensión fue inconse -
cuente, porque los mismos gobiernos
que decidieron sacarla de la OEA, deci -
dieron mantenerla en la ONU.
En 1972, Sanz de Santamaría 9 pro -
clamaba “la necesidad de establecer las
bases para crear una verdadera coope -
ración económica que corresponda a
los requerimientos del futuro”. En el
informe que preparó por solicitud del
Consejo Interamericano Económico y
Social, puso énfasis en la necesidad de
separar los temas político-técnicos de los
puramente políticos. Pareciera que una
de las incapacidades permanentes de la
OEA, ha sido el de no poder separar las
agendas políticas de las técnicas.
En este contexto, la Alianza siguió
rumbo al ocaso. El asesinato del J.F.
Kennedy puso de hecho punto final al
programa, ya que L. Johnson, no tuvo
interés en mantenerlo y sólo se con -
servó por algunos años la estructura
formal que se había establecido para
ejecutarlo.
El colapso de la Alianza para el Pro -
greso fue un tercer golpe contra la OEA.
La organización no fue capaz de seguir
operando el sistema y perdió el liderazgo
que ejerció en cuanto a la orientación y
magnitud de la cooperación para el
desarrollo de América Latina.
La OEA y el escenario regional y
subregional.
– Relación con la Organización de
las Naciones Unidas (ONU).
Si bien la Carta incorporó muchos
elementos del sistema interamericano ya
en vigor, cabe señalar que también trató
algunos temas nuevos y delicados en el
mundo de la posguerra. Uno de éstos fue
la relación de la Organización como actor
de poder regional con uno de carácter
9. A la sazón, presidente renunciado del Comité Interamericano de la Alianza para el Progreso (CIAP).
El asesinato del presidente J.F. Kennedy.
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mundial, como es la ONU. Es así como en
el artículo 1 de la Carta de la OEA, define
a la Organización como “un organismo
regional” 10 dentro del sistema de la ONU.
Las actas de la reunión de Bogotá
y los politólogos en general, dejan bien
en claro que esto no significa que la
OEA sea una dependencia de la ONU. El
término “organismo regional” se refiere
específicamente al artículo 52 de la Carta
de la ONU, que a su vez se refiere al
papel de los “organismos regionales”
dentro del sistema de la ONU respecto
al mantenimiento de la paz y la segu -
ridad internacional. La Organización y
sus Estados miembros deben acatar
las normas de Artículo VIII de la Carta
de la ONU sobre estos organismos. Sin
embargo, con respecto a todas sus otras
actividades, la OEA es independiente de
la organización mundial.
Durante su gestión, el ex Secretario
General de la OEA, Joao Baena Soares,
insistió en que las dos organizaciones
fueran consideradas iguales, y que la
insistencia de una Organización en una
posición superior sobre la otra entorpe -
cería las posibilidades de cooperación
verdadera y efectiva. 11
– El escenario político, jurídico y
diplomático.
Como foro de discusión y análisis, la
OEA ofrece la oportunidad de un debate
en un plano de igualdad entre sus miem -
bros. Es el lugar de reunión de los Estados
más pequeños junto a los más grandes de
la región. Cada uno de ellos representa un
voto en el momento de tomar decisiones.
Opera como una pequeña democracia en
el ámbito regional.
Desde el punto de vista político, jurí -
dico y diplomático, hay una natural rela -
ción entre los Estados miembros, pero
también se producen alianzas que tienen
como eje intereses recíprocos ya sea por
vecindad, por identidad política, o por
convergencia de intereses políticos. Es un
ámbito multilateral para expresar sus rela -
ciones bilaterales, regionales y multilate -
rales. Muy a pesar de la gran diversidad
de países, en la OEA podríamos señalar la
existencia de ciertas tendencias diplomá -
ticas diferenciadas desde el punto de vista
regional, político o nacional: por ejemplo
la de los países del Caribe, la de EE.UU.,
Canadá, Grupo de Río, Grupo Centroame -
ricano, países Andinos, etc.
Sin embargo, los países han encon -
trado serias dificultades para ejercer
acciones colectivas en el marco Interame -
ricano, especialmente en el plano diplo -
mático y jurídico, afectado esencialmente
por la relación de poder con EE.UU.
Un caso de análisis es la intervención
de EE.UU. en Panamá. En esta ocasión,
los países latinoamericanos y la OEA
insistieron rigurosamente en la aplicación
del “principio de no-intervención”, pero
no bastó. La OEA como organización, no
pudo cumplir su rol de foro interameri -
cano, menos aún solucionar el conflicto
y las controversias que allí se plantearon.
Asimismo, en el tema Cuba no existe
consenso en la OEA, la cual expresó su
descontento con referencia a la aproba -
ción de la “Ley Helms-Burton” ,12 como
así también al rechazo de la inclusión del
tema en la agenda de la Cumbre de las
Américas.
En los hechos, una vez que se ha
producido un conflicto, el Consejo Per -
10. Artículo 1 de la Carta de la Organización de los Estados Americanos. 11. Baena Soares Joao Clemente, ex Secretario General de la OEA: “…La cooperación entre la OEA y la ONU no debe ser funda - mentada en principios de jerarquía, porque ninguna depende de la otra. No debe ser fundamentada en la especialización, porque las dos organizaciones son generales. Al contrario, la relación debe ser fundamentada en intereses y principios com - partidos y en la diversidad de sus competencias . . . La colaboración entre la OEA y la ONU es una relación de apoyo mutuo y puede servir los intereses de las dos organizaciones . . . Es la diversidad de sus competencias lo que permite su cooperación…” 12. LEY HELMS-BURTON: El 12 de marzo de 1996, el presidente Clinton firmó y puso en vigor la llamada “Ley de la libertad cubana y solidaridad democrática”, más conocida por los nombres de sus principales promotores, el senador Jesse Helms y el represen - tante Dan Burton. Las conciliaciones, efectuadas por el Comité de Conferencia, tuvieron como resultado el 28 de febrero un proyecto que incluyó entre otros aspectos la codificación del bloqueo, es decir su conversión de Reglamento Federal bajo el control del Ejecutivo, a Ley del Congreso, que sólo puede ser modificada por dicho órgano legislativo; así como la disminución de otros poderes presidenciales con respecto a la conducción de la política hacia Cuba, etc.
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manente de la OEA y los órganos que
establecen la Carta son activados por los
países en crisis y se utiliza el foro intera -
mericano como una caja de resonancia
para Washington y el resto de los países
de la región. Salvo casos muy especia -
les, las mismas Cancillerías de América
Latina prefieren llevar sus propuestas
directamente al “State Department”
antes que a la OEA.
Resulta necesario plantear serias inte -
rrogantes sobre el papel y la eficacia de
la OEA, presunta defensora multilateral
de la democracia hemisférica. El artículo
21 de la Carta Democrática de la OEA
dice que cuando “haya una interrupción
inconstitucional del orden democrático”
y “las iniciativas diplomáticas fallen” el
resultado debía ser la suspensión de un
Estado miembro. Hay amplias pruebas
de que esto ya ha ocurrido. Parecería bien
pasado el momento de que la OEA res -
palde sus palabras con acciones o corra
el riesgo de ser considerada anodina y
carente de significado. Mientras Vene -
zuela se hunde en el caos, la democracia
se disuelve y Chávez se vuelve más agre -
sivo, la OEA todavía filosofa sobre “nego -
ciaciones” subrayando que este líder, fue
“democráticamente electo”. El mensaje
para Chávez y para Castro es que la OEA
es totalmente impotente y que puede ser
ignorada impunemente por cualquier dic -
tador real o potencial.
– Las décadas de los 80 y 90.
Este período fue una etapa de indi -
ferencia hacia la OEA y de frustración de
la organización, que se vio marginada
de los principales sucesos americanos y
empezó en cambio, a explorar la manera
de encontrar un espacio que le permitiera
salir de su estado de inacción. En este
contexto, nace el grupo Contadora, for -
mado por Colombia, México, Panamá y
Venezuela, los que tomaron la iniciativa
para una serie de negociaciones en bús -
queda de una solución a los conflictos en
Centroamérica. La iniciativa condujo al
tratado de Esquipulas, donde se suscribió
el más importante acuerdo, pero siempre
al margen del ámbito de la OEA.
Varios países latinoamericanos y
europeos se unieron y dieron su apoyo
al proceso de Contadora, mientras que
EE.UU. asumió una posición crítica. El
Grupo Contadora contó con la ayuda del
llamado “Grupo de Apoyo” (Argentina,
Brasil, Perú y Uruguay) y serían estos dos
grupos, los que darían forma a lo que se
conoce hoy, como el “Grupo de Río”.
La participación de la OEA en la solu -
ción del conflicto centroamericano, en
especial a través de la Comisión Internacio -
nal de Apoyo y Verificación en Nicaragua,
y más adelante, mediante el programa de
remoción de minas antipersonales, aun
cuando útil, fue apenas tangencial a las
principales acciones que lograron dar tér -
mino a la confrontación armada.
Por otro lado, las invasiones de
Grenada y Panamá por parte de EE.UU.
apenas dieron lugar a algunas reuniones
de alto nivel y a declaraciones conven -
cionales.
La Carta de la OEA, que durante los
primeros treinta y cinco años de exis -
tencia había sido reformada en una oca -
sión, lo fue en tres oportunidades en este
período: en 1985 en Cartagena, en 1992
en Washington y en 1993 en Managua.
Al final de la década de los 80 se
completó la nómina de Estados miem -
bros de la OEA cuando Canadá depositó
el instrumento de ratificación de la Carta.
La presencia de Canadá había desper -
tado expectativas positivas por muchos
años, debido a la orientación en general
constructiva de su política externa, sin
embargo, en la OEA, Canadá ha sido
aliado incondicional de EE.UU.
– Las reformas a la carta.
La reforma de la Carta de la OEA
para dotar a su Asamblea General de la
facultad de suspender la representación
de un país miembro, cuando en él “ocu -
rren acontecimientos irregulares que
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interrumpen abruptamente los procesos
democráticos constitucionales o el ejer -
cicio legítimo del poder por un gobierno
democráticamente electo” (Res. 1080),
es algo que debemos reflexionar para
comprender la hora que vive la OEA.
Después de más de un siglo de exis -
tencia y de más de cien golpes, pronun -
ciamientos y dictaduras militares o civiles
en todos los países miembros al sur del
Río Grande, la OEA se dio cuenta de que
la existencia de regímenes arbitrarios
amenaza la seguridad continental.
El objetivo real de la reforma no es
el de impedir golpes de Estado contra
regímenes democráticos, sino el de pro -
porcionar una justificación jurídica más
clara para la intervención de la OEA,
siempre que haya amenaza de derrumbe
similares a las ocurridas en los años 70.
La globalización determinó la presen -
cia de nuevos y más poderosos interesa -
dos en estas cuestiones. Todo hace creer
que la reforma de la Carta se debe al deseo
de EE.UU. que ocupa hoy en el mundo, la
situación poco habitual de ser una poten -
cia militarmente hegemónica, que no es
económicamente hegemónica, de preca -
verse para que este diálogo con nuevos y
más poderosos interlocutores no reduzcan
la eficacia de la Doctrina Monroe.
Pareciera que la Carta de la OEA es
un problema respecto a las relaciones
entre la potencia norteamericana y los
gobiernos de los países del hemisferio.
La OEA y el escenario económico.
– El escenario económico y social.
En el plano económico, de las ruinas
de la Alianza para el Progreso, se puede
afirmar que fue un operativo que sirvió
para disimular y distraer las verdaderas
prioridades de América Latina, más que
para enfrentarlas e integrar a la región.
La integración económica se ha con -
vertido en una prioridad de las agendas
políticas de los países del hemisferio y es
considerada como un componente esen -
cial de sus estrategias de desarrollo.
En general, América Latina crece
a una tasa promedio inferior al índice
de crecimiento vegetativo, con lo cual
aumenta su grado de pobreza. En este
campo de acción, la ausencia de la OEA
en los procesos de toma de decisiones
no hace más que ratificar su inoperan -
cia.
Con respecto a otro tema importante
de la región, como fue la deuda externa
en los años 70 y 80, a través del “Plan
Brady” ,13 los países endeudados de
América Latina renegociaron el pago,
pero con más deuda. La diplomacia
de la OEA en estos casos no ha tenido
relevancia ya que los países deudores y
acreedores acordaron resolver el tema
de la deuda en forma bilateral.
Como posibilidad de integración
económica, surge el ALCA, constitu -
yendo un proceso ambicioso y comple -
mentario dentro del marco de la Cumbre
de las Américas; es parte de una visión
más amplia y profunda que se refleja en
la gama de iniciativas que forman parte
del proyecto trazado por los Jefes de
Estado y Gobierno. Uno de los factores
que ha llevado a la negociación del ALCA
es el establecimiento de reglas claras y
predecibles que permitan potenciar el
intercambio de bienes y servicios y la
promoción de inversiones. En todo esto,
el peso especifico de la OEA como actor
de poder, no gravita con eficacia.
En cuanto a los organismos técnicos
de la OEA, subsiste el BID, entidad finan -
ciera con predominio estadounidense
que opera con total prescindencia de la
OEA. Los otros organismos de carácter
13. PLAN BRADY: Plan del Secretario del Tesoro de EE.UU., Nicholas Brady. En 1989, el plan Brady se desarrollo con el fin de suplir el Plan Baker, porque éste no ofrecía una solución clara al problema de la crisis de la deuda para los países subdesarrollados. Este plan Brady, consistía en un apoyo de las instituciones de la economía internacional, como lo es el FMI y el BM, la reducción de la deuda debía ser por medio de dos mecanismos que negociara con los bancos comerciales la rebaja del capital o reducción de las tasas de interés. Contemplaba la recompra de la deuda externa de los países con descuento, que en realidad no alcan - zaba a un 10 por ciento de la deuda.
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social que componen la organización,
prestan servicios, que cuando no son
prescindibles o nocivos, podrían ser
suplidos con ventaja y economía por los
gobiernos o agencias de la ONU.
– Iniciativas de libre comercio.
Cuando se promovió la Iniciativa
de las Américas en 1990, durante el
Gobierno del Presidente Bush, se creó
en el seno del Consejo Permanente de
la OEA, una comisión de trabajo para el
seguimiento de dicha propuesta. A partir
de ese momento, la diplomacia hemisfé -
rica decidió ir paso a paso con la integra -
ción progresiva de cada subregión para
alcanzar un Tratado de Libre Comercio de
Alaska a Tierra del Fuego (Asociación de
Libre Comercio de las Américas - ALCA).
Surgieron luego las reuniones del
MERCOSUR con los EE.UU. y así se
fueron creando agrupamientos subregio -
nales con un objetivo más realista que
abarcara la totalidad de los países. La
Iniciativa de las Américas fue el antece -
dente, y la propuesta de Clinton durante
la Cumbre de Miami en 1994, fue el
momento de retomar temas comerciales
y el de incluir nuevos temas en la Agenda
tales como la pobreza, la corrupción, el
narcotráfico y el terrorismo, debiendo
negociar la inserción o la exclusión del
tema Cuba de la misma.
La iniciativa de cristalizar el ALCA a
partir de la Cumbre de las Américas, nos
enfrenta una vez más ante la diplomacia
presidencialista, utilizada en ocasiones
en las que las situaciones escapen a
los mandatos de las Organizaciones
o cuando las decisiones se dilaten en
largos debates. En este ámbito, algu -
nos países son de la opinión, que aun
cuando se le dé a la OEA junto al BID,
el rol de organismos técnicos que cola -
boran en el proceso del ALCA, conside -
ran que es quitarle poder de acción al
organismo ideado para canalizar ideas
hemisféricas.
¿Pérdida de poder o pérdida de
vigencia?
– La globalización en el aspecto
económico. 14
La globalización es un fenómeno
cuya trascendencia alcanza ámbitos
variados como la seguridad, la cultura,
la religión, la política y particularmente
la economía. La globalización ha creado
una interdependencia entre las econo -
mías del mundo y por ende, ha gene -
rado un riesgo de traspaso o contagio de
problemas económicos de un Estado o
región a otra.
Es necesario advertir que los cambios
internacionales no se agotan en lo político
o económico, en sí son más vastos, pero
desde un punto de vista global, interesa
apreciar cómo esta diversidad de fenóme -
nos afecta la evolución de la política inter -
nacional, de la economía y a las relaciones
de poder en el ámbito internacional. En
particular, en el ámbito de las relaciones
económicas y la participación de la OEA
en este campo, cabe preguntarse:
¿Qué lugar ocupan las Américas y la
OEA en la agenda de la globalización?
¿Qué relación tiene la globalización
económica con la OEA y las Américas?
Es probable que ocupe un lugar
importante debido a su dimensión y a
los actores reales que allí se encuentran.
Dos de ellos, Canadá y EE.UU. forman
parte de la OTAN.
Sin embargo, en el plano de la inte -
gración, la globalización económica no
es una panacea para todos los males
sociales y económicos que enfrenta la
OEA mediante sus mecanismos de ges -
tión; por el contrario, parece complicar a
la Organización, pese a los mecanismos
con que fue dotada para impulsar inicia -
tivas como el ALCA por ejemplo.
14. GLOBALIZACIÓN: “Creciente interdependencia mundial entre los países a través del incremento en la variedad y volumen de las transacciones de bienes, servicios y flujos de capital transfronterizos y también mediante la creciente difusión de la tecnología”. Ref.: Fondo Monetario Internacional.
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Por otro lado, algunos países de la
Organización son socios comerciales en
acuerdos subregionales como el NAFTA,
MERCOSUR, etc. Esto muestra un resur -
gimiento de la voluntad de integración,
parte de la retórica política de los 70,
pero que en los últimos años se asumió
como expresión de cooperación necesa -
ria para el desarrollo de la región.
Pese a lo anterior, es necesario reco -
nocer que esas iniciativas y otras como
los TLC, han sido promovidas por los
Gobiernos, y en casi completa exclusión
con la OEA.
Pareciera que la globalización no ha
alcanzado a la OEA.
La crisis de la OEA y el futuro.
– La crisis de poder de la OEA y la
falta de unidad.
La experiencia ha demostrado la
escasa utilidad de muchos organismos
internacionales y su marcada tendencia
a la burocratización y al formalismo. En
definitiva, salvo en aquellos terrenos
en que la coordinación internacional
es ineludible, el funcionamiento de
agencias internacionales debe ser cui -
dadosamente evaluado por los países
presuntamente beneficiarios, ya que la
mera existencia de esos organismos
suele ser índice de una actitud depen -
diente por parte del país receptor.
Es tan notoria y aguda la crisis en la
OEA y su falta de poder, 15 que ya nadie
se atreve a negarla, pero en lugar de
encarar la solución de fondo, que sería
su disolución, se han constituido nuevos
órganos con la misión de proponer refor -
mas salvadoras o simplemente a tratar
temas para buscar solución a problemas
comunes en plazos menores a los que
podría buscar solución la OEA. Todos
estos intentos han partido de un error
esencial; el de aceptar que existe una
relación privilegiada y especial entre
EE.UU. y América Latina, una solidaridad
de intereses e ideales que justifiquen una
vinculación especialmente estrecha entre
la gran potencia hegemónica del Siglo
XXI y los países de América Latina.
Como lo aclaró con contundencia
el informe “ Plank ”,16 América Latina
ocupaba (y lo sigue siendo) uno de los
últimos peldaños en la escala de prio -
ridades de la política exterior de los
EE.UU. Ahora bien, desde luego que
EE.UU. tiene una especial relación con
América Latina, pero sólo en el sentido
en que la tiene con cualquier otra región
del mundo. Esa “especialidad” deriva de
que EE.UU. es la primera potencia mun -
dial y vale tanto para América Latina
como para el resto del mundo. La retó -
rica panamericana, no es sino la versión
embellecida de la pretensión de EE.UU.
de tratar a América Latina como su área
de influencia exclusiva, proclamada con
absoluta claridad por la doctrina Monroe
y cuyo principal objeto pareciera que es
aislar a los países latinoamericanos del
resto del mundo.
El reconocimiento de estas realidades,
conduce a la conclusión de que EE.UU. no
tiene ninguna obligación especial hacia
América Latina y que ésta, no debe pedir
ni esperar de ese país beneficios de nin -
guna índole que no sean los derivados del
juego de sus intereses. Un enfoque realista
de nuestras relaciones y por supuesto la
de toda América Latina y particularmente
la OEA, con EE.UU. que debe partir de una
previa depuración que elimine todos los
factores emocionales e ideológicos que
las han oscurecidos y deformado.
La participación en la OEA, con o sin
la presencia ostensible de EE.UU., desti -
nada a canalizar el diálogo de América
15. Según Hans Morgenthau, en “Política de Poder entre las Naciones: La Lucha por el Poder y por la Paz” (Bs. As., Sudamericana, 1963), Pág. 46, señala que la definición de poder, no se basa en lo militar, sino que apunta a lo político, en términos de influencia psicológica, y hace una clara diferenciación entre poder como influencia –político- y poder material, que puede ser militar o económico. 16. INFORME PLANK: Formulado por el gobierno del Presidente Nixon. “Se decía que si se hunde América Latina, no se le mueve un pelo a los EE.UU., porque no la necesita”. Nace a partir del informe de la Misión Rockefeller (1969), que puso de manifiesto el desinterés de EE.UU. por su “patio trasero”, demostrando la debilidad del interés de este país respecto de América latina.
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Latina con EE.UU., refleja en última ins -
tancia una actitud mendicante que debe
ser desterrada si América Latina ha de
superar su condición actual.
El Argumento de que una América
Latina unida podría enfrentar en mejores
condiciones a la gran potencia es una
falacia. Porque ni la OEA ni cualquier
otro organismo que se cree en su lugar,
pueden suplir una unidad que no existe.
América Latina, pese a obvias afinida -
des, es poco más que un rótulo con el
que se trata de encubrir la honda diversi -
dad geográfica, cultural, étnica, histórica,
lingüística, climática, económica, militar
y política.
Es así como lejos de fortalecer a
las naciones del área en sus tratos con
EE.UU., su ficticia unificación en orga -
nismos tipo OEA, no hace más que
debilitarlas, ya que al formar parte de un
artificial conjunto se desdibuja y se traba
la formulación y defensa de los auténti -
cos intereses de cada entidad nacional o
grupo subregional.
Debemos recordar que uno de los
motivos del porqué Canadá no ingre -
saba a la OEA, era según lo declaró en
su oportunidad el canciller canadiense
Mitchell Sharp, “la OEA ha servido más
para dividir que para unir a los países
americanos”.
– Nuevas opciones - Orientación de
su política actual.
La bibliografía nos demuestra que
hay muchos puntos de vistas sobre cuál
era el rol más adecuado para la OEA. 17
En ese sentido, el protagonismo que
debe tener la organización, varía según la
visión del país desde el que se lo trate.
La situación internacional ha cam -
biado a un ritmo impensado desde
los 80 y es a finales del siglo XX y los
primeros años del siglo XXI, que nos
encontramos con nuevas circunstancias
que nos obligan a recrear un nuevo
orden internacional, esencialmente des -
pués de la Guerra Fría.
América tiene vida propia y se pre -
senta como una opción con presencia
en el mundo. La importancia de Latino -
américa se observa en el interés que des -
pierta como socio comercial. Pareciera
que este es el momento para expresar
el poder de negociación, en el espectro
policéntrico de la economía, para lo cual
Latinoamérica no tiene una opción sino
varias. La globalización es un hecho,
por lo que es necesario asociarse para
competir mejor. El asunto es, ¿cuál es el
papel de la OEA en este punto?
– Proceso de cumbres –
¿Resurrección de la OEA?
¿Cuál ha sido el papel desempeñado
por la OEA en este proceso? En principio,
estuvo al margen de las negociaciones
preparatorias de la Cumbre de Miami,
que se desarrolló esencialmente a través
de la diplomacia presidencial y bajo el
liderazgo de los EE.UU. Sin embargo, el
sistema interamericano recibió el gran
desafío de construir una nueva arquitec -
tura americana.
Los organismos regionales, como la
OEA, el BID y la CEPAL, 18 recibieron un
voto de confianza. Fueron convocados a
brindar asistencia a los países en el cum -
plimiento de los diversos compromisos
adquiridos.
En ese escenario, la OEA fue lla -
mada a apoyar el desarrollo de la nueva
agenda interamericana, a convertirse en
el instrumento político de un nuevo mul -
tilateralismo dirigido a responder a los
desafíos de la globalización, a transfor -
marse en el foro de concertación política
17. Gordon Connell Smith, “El sistema interamericano”. Fondo de Cultura Económica.18. CEPAL: “Comisión Económica para América Latina y el Caribe”, es una de las cinco comisiones regionales de las Naciones Unidas encargadas de promover el desarrollo económico y social de su respectiva región del mundo. Creada en 1948, la CEPAL actualmente presta servicios a 33 gobiernos de América Latina y el Caribe, amén de varias naciones de América del Norte y Europa que mantienen lazos históricos, económicos y culturales con la región. La CEPAL funciona como un centro de estudio en la región, que colabora con los Estados miembros y diversas instituciones locales, nacionales e internacionales en el análisis de los procesos de desarrollo a través de la formulación, seguimiento y evaluación de las políticas públicas.
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y jurídica multilate -
ral y en un centro
de intercambio de
experiencias, de
definición de políti -
cas, de acuerdos y
acciones colectivas
en el hemisferio.
Prueba de ello son
los mandatos que
ha recibido de los
planes de acción y
las resoluciones adoptadas por las últi -
mas reuniones de la Asamblea General,
que incorporan dichos mandatos y unifi -
can la agenda de las cumbres con la de
la Organización.
Ante la necesidad de responder con
eficacia a los retos de la nueva agenda
regional y a las importantes tareas que
le fueron asignadas, la OEA puso en
marcha un proceso de reforma y moder -
nización. Pareciera posible afirmar hoy,
que la OEA es una institución más
dinámica, más competitiva y más flexi -
ble, que se ha convertido en el marco
institucional que permite coordinar y
apoyar parte de las tareas derivadas de
los acuerdos de las cumbres.
En los años que han transcurrido
desde Miami, la OEA ha adquirido una
invalorable experiencia en el apoyo a los
Estados miembros, a través de distintos
mecanismos, en la ejecución de los man -
datos de las cumbres. Hoy, por decisión
de los gobiernos del hemisferio, existe
identidad y coherencia entre el proceso
de cumbres y la agenda de trabajo de la
Organización, ambas al servicio de un
vasto proyecto de construcción de ciu -
dadanía en las Américas, que garantice
la igualdad de oportunidades a todos
sus habitantes.
– El futuro.
Los esfuerzos para sacar a la OEA
del letargo en que la sumió su falta de
presencia en los grandes temas inter-
americanos hacia el final del Siglo XX,
no parecen haber
obedecido a una
estrategia compren -
siva, sino más bien a
un designio de recla -
mar espacios en los
asuntos más urgen -
tes de la agenda
interamericana.
En algunos
casos se ha tratado
de rescatar los
campos de acción tradicionales en los
que la OEA se ha desempeñado, como el
jurídico, el cual, menos visible que otros,
ha sido fuente de influencia constructiva
de la organización en el hemisferio.
El lugar de la OEA dentro de un
panorama interamericano dominado por
la presencia de los jefes de Estado en la
discusión y determinación de la agenda
hemisférica, tiene que ser definido con
claridad como condición previa para pro -
yectar su futuro. La dificultad para adaptar
la estructura jurídica a las circunstancias
cambiantes en las cuales se aplica, es una
de las causas de la falta de sincronización
de la OEA con la realidad americana.
La erosión del concepto de seguri -
dad hemisférica y las múltiples reunio -
nes en donde se ha procurado encontrar
una caracterización nueva de seguridad,
es otro ejemplo del ejercicio de incorpo -
ración de la OEA a una visión moderna
de las relaciones hemisféricas.
Además de definir su agenda, espera
a la OEA la tarea de encontrar y preser -
var su lugar dentro del conjunto de orga -
nizaciones internacionales que trabajan
en América Latina.
La OEA del siglo XXI, se encuentra con
democracias, aparentemente sobre bases
sólidas, con sistemas políticos y econo -
mías estables, con debate de procesos
democráticos en marcha, con mayor pro -
fundización de contenidos e instituciones
arraigadas y con mejor funcionamiento.
Sin embargo, la estabilidad es relativa
según sea el país que se analice.
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El siglo XXI presenta
valores e intereses comu -
nes por la solidaridad de los
pueblos de América, pero
afectados por las amenazas
emergentes de los últimos
años. Ante estas disyunti -
vas cabe preguntarse; ¿cuál
es hoy el factor que pueda
generar la completa recom -
posición de la cohesión
hemisférica para enfrentar
unidos determinados con -
flictos que se manifiestan en
nuestras sociedades? En este
sentido es necesario destacar que al referir -
nos a conflictos, se plantean como narco -
tráfico, terrorismo, corrupción, migración
laboral, desempleo, pobreza extrema,
mortandad infantil, enfermedades endé -
micas, analfabetismo, trabas al comercio,
competencia desleal, dumping, etc.
La OEA se plantea como el ámbito
ideal para debatir las propuestas que
sirvan en el ámbito regional para proble -
mas comunes, planteando los problemas
en la esfera política en su sentido arqui -
tectónico y organizador de otros ámbi -
tos. Los riesgos y oportunidades que se
presentan en este nuevo siglo, plantean
a la OEA, en el ámbito de la asistencia
recíproca, el surgimiento de una nueva
idea para reconceptualizar el término
“seguridad” ya no sólo se mide en térmi -
nos militares, sino también en términos
económicos, políticos y sociales. 19
La integración regional debe encon -
trar a sus miembros en similares estados
de desarrollo para que sea fructífera, para
que la estrategia sea beneficiosa para
todos los actores, y debe encontrar a la
OEA como un verdadero actor de poder.
La OEA debiera convertirse en una herra -
mienta “bisagra”, entre una región teme -
rosa, con tendencias al aislamiento y un
mundo globalizado.
Apreciaciones finales y
conclusiones.
La OEA, creada en la
posguerra, fue una orga -
nización con poca eficacia
en el ámbito de la guerra
fría y perdió su rumbo en el
actual orden mundial; hoy
está empeñada en encon -
trarlo de nuevo.
¿Ha sido la OEA un actor
de poder internacional eficaz?:
Desde luego que no. Ni
el pueblo norteamericano ni
los latinoamericanos, han
mostrado jamás el menor interés por la
OEA, entidad carente de vigencia política
o afectiva de ninguna especie. Se trata en
realidad de un Organismo complicado y
oneroso. La modesta utilidad de la OEA,
quedó bastante maltrecha a partir de la
crisis provocada por el castrismo en las
postrimerías de la Guerra Fría.
¿Ha sido la OEA un instrumento de la
política de Estado de los EE.UU.?:
Durante la crisis de los misiles,
EE.UU. negoció bilateralmente con la
URSS al margen de la OEA y de la ONU.
En 1965, ante el temor de que se insta -
lara un régimen castrista en la Republica
Dominicana, Lyndon Johnson no dudó
en la solución militar. Una vez consu -
mada esa violación del Principio de no
Intervención , la OEA acudió dócilmente
a legalizarla con su participación en las
negociaciones siguientes. El hecho fue,
que debió pasar mucho tiempo para que
la OEA lograse celebrar una reunión de
cancilleres políticamente significativa.
Las sanciones contra Cuba fueron
ineficaces y sus consecuencias han sido
tal vez afianzar el gobierno de Cuba en
lugar de erosionarlo. La determinación
tomada añadió también credibilidad a
la acusación de que la OEA es un instru -
mento del gobierno de EE.UU.
19. La renuncia del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Miguel Ángel Rodríguez, tras ser acusado de corrupción en Costa Rica, plantea un nuevo escenario de análisis sobre el futuro de la OEA, que dependerá de la actitud de los gobiernos partes de la Organización.
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La renuncia del primer Secretario
General Alberto Lleras, delató la indiferen -
cia de los gobiernos respecto de la OEA. La
exclusión de Cuba puso en duda su validez
como órgano de afirmación y defensa del
orden jurídico en América. La desaparición
de la Alianza para el Progreso dejó a la
organización sin políticas ni instrumentos
de cooperación interamericana.
Lo ocurrido en 1982 en la Reunión
de Consulta que trató el caso Malvinas,
dio el golpe de gracia al TIAR y con él, al
concepto tradicional de seguridad hemis -
férica como sinónimo de acción colectiva
para responder a agresiones externas.
Sin embrago algo positivo ocurrió.
La Carta de Bogotá había previsto de
manera implícita que sólo los Estados
latinoamericanos, EE.UU. y en el futuro
Canadá, podrían ser miembros de la OEA.
En 1964, el Acta de Washington amplió
los criterios de acceso y se permitió que
los Estados del Caribe de habla inglesa
que se independizaron de Gran Bretaña
se hicieran miembros de la OEA.
¿Cuál es el rol de la OEA y el de los
Estados miembros en el presente?:
Un mundo en transformación
requiere una adaptación rápida y eficaz,
que acompañe el dinamismo político
que requiere la época, evitando que
algunos escasos países importantes en
el concierto internacional, sean quienes
tienen la facultad de decidir el rumbo de
las demás naciones. Esto tiene relación
con la necesidad de desarrollar, en los
organismos regionales, un sistema para
la toma de decisiones, por el cual el obje -
tivo sea encontrar soluciones rápidas a
problemas propios dentro del marco
regional provisto por la organización a
fin de agilizar el sistema multilateral.
En tal sentido, se debiera enmarcar
el nuevo rol de la OEA: regular los pro -
cedimientos para la toma de decisiones
evitando las presiones de actores extra-
regionales en organizaciones más grandes
como Naciones Unidas, actuando como
una herramienta “bisagra”. En el nuevo
contexto dado por la globalización, los
organismos multilaterales deberán definir
su estrategia y producir resultados efec -
tivos en temas importantes o actuar sólo
cuando los actores no puedan resolver el
problema bilateralmente ni regionalmente.
¿Cuál es el rol de este Organismo
durante el siglo XXI?:
El desafío de la OEA, es adecuarse
a los nuevos tiempos políticos, a las
demandas múltiples, y a los escasos
recursos que se tienen para afrontar los
requerimientos de la modernización del
sistema regional.
La evolución de la OEA en los más
de cincuenta años de existencia, revela
su incapacidad para afrontar desafíos,
absorber reveses, cosechar resultados
positivos y su potencial para contribuir a
lograr un orden de paz y justicia.
El esfuerzo en marcha por encontrar
un temario que se ajuste a la demanda
de sus miembros y a su capacidad de
acción, deberá resultar en la reafirma -
ción de su pertinencia para colaborar
con el orden y la prosperidad del hemis -
ferio como actor de poder.
Allí donde las diferencias entre los
EE.UU. y América Latina se manifiestan
en forma pronunciada, es difícil conser -
var una acción colectiva y llevar a cabo
un proceso de consulta.
Las cumbres hemisféricas han per -
mitido cimentar un proceso de diálogo
constructivo y fructífero, precisar ciertos
valores comunes de naturaleza econó -
mica, política, social y militar, identificar
problemas comunes y adoptar estrate -
gias, mecanismos y planes de acción
para fortalecer valores que unen a los
pueblos de la región, y encontrar solu -
ciones a aquellos que los separan.
Ayer la unión de las Américas era
una quimera, un anhelo postergado, hoy
es una realidad palpable, un proceso de
vastas proporciones y que incorpora
todos los temas que de una u otra forma
preocupa a las naciones de este hemis -
ferio, pero en organismos e instancias
EL ROL DE LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS
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REVISMAR 3/2005
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esencialmente paralelas a la OEA, refle -
jándose así su falta de peso.
¿Que cambio le ocasiona el fin de la
guerra fría?:
En situaciones límite, cuando los
ejercicios diplomáticos son reemplaza -
dos por el uso, o la amenaza del uso de
la fuerza, o cuando existen políticas dis -
tintas frente a temas importantes como
Cuba, debe cambiarse el sistema para
adecuarse mejor a la realidad, o de lo
contrario aceptar que se carece de ope -
ratividad por parte de la OEA.
En el marco posterior al fin de la
guerra fría, los Estados difícilmente acep -
tarán que un país, en forma unilateral,
se arrogue el derecho de modificar las
reglas del juego; es por ello que la OEA
es un foro de diálogo, de concertación y
de consenso. Lo ideal es siempre lo más
complejo, cuando se tiene una Carta ésta
debe ser respetada.
Si la Carta queda desactualizada por
la rapidez de los cambios en el escenario
histórico, como el fin de la guerra fría, o
un nuevo orden mundial indefinido des -
pués de los atentados del 11 de septiem -
bre, es un desafío para todos los actores
miembros de la organización actuali -
zarla, de manera que su rol, como actor
de poder, no sea de “Actor no Polar” y
sea lo que se espera, un “Actor Polar”.
A pesar de las asimetrías existentes
entre sus miembros, quizás sea éste el
foro apropiado para deliberar y acordar
las estrategias diplomáticas en el ámbito
regional, tomando conciencia de un
origen común.
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LUIS HERNÁNDEZ SOTO
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